18/05/2025
RELEEMOS A ALBERDI:
LECTURAS CONTRA-FASCISTAS / J. B. ALBERDI
"Sabido es que ningún tirano quiere ser esclavo. Si hay en el mundo quien ame de veras su libertad, es el tirano: pero tanto como ama la suya detesta la de otro. Ese exclusivismo es todo lo que distingue al tirano liberal del liberal verdadero. La tiranía, en este sentido, es la libertad monopolizada en provecho de uno solo –hombre, clase o partido.
La libertad verdadera, al contrario, es la libertad libre, es decir, no monopolizada. Ella, como el Evangelio, dice al hombre libre: Ama la libertad de tu semejante, como tu libertad misma. Pero la revolución de Sud-América está todavía a mitad de este camino.
En sus repúblicas solo el gobierno es libre. Merecen en este sentido el nombre de gobiernos libres, pero gobiernos libres de naciones sin libertad.
Ser libre es gobernarse a sí mismo. Luego, ser libre, es lo más difícil de este mundo. Entre gobernarse a sí mismo y gobernar a los otros, la diferencia es de número y cantidad, no de inteligencia y de ciencia.
Desde luego, es condición esencial del gobierno de sí mismo, la obediencia de sí mismo. Cada hombre es su propio soberano y su propio súbdito; el que no sabe obedecerse a sí mismo, mal puede saber gobernarse a sí mismo. Puede decir que tiene la sedición en su persona. Cada hombre lleva en la constitución de su individuo, toda la constitución de su país. Esta constitución, es de libertad si el hombre sabe obedecerse a sí mismo, porque entonces –y solo entonces- puede decir que se gobierna a sí mismo. Este gobierno visceral o molecular, por decirlo así, es la partícula elemental de que se compone el gobierno político y social del país entero. Cada hombre, es un estado molecular, como es un cosmos microscópico.
La libertad interior, que es toda o la principal libertad política de un país a quien nadie disputa su independencia, se define y es: "el gobierno de un país por gobernantes elegidos por el país, que gobiernan con la intervención continua del país mismo en la gestión de su mandato". Esta delegación no excluye el gobierno del país por el país, pues en lo político como en lo civil, el que se gobierna por los agentes de su elección libre, puede decir que se gobierna por sí mismo. Si los gobernantes, en vez de ser elegidos por el país, se deben su elección a sí mismos –lo cual ocurre en las candidaturas oficiales- o, si elegidos por el país, gobiernan sin la intervención del país, el país entonces deja de ser libre, porque, en realidad, no se gobierna a sí mismo: es gobernado por otros, sin injerencia suya, aunque esos otros pertenezcan al país mismo.
Declarar la libertad no es constituirla. No se trata de declarar derechos que nadie niega; sino de constituir hechos, que nadie practica. No es cuestión de libertad escrita, es cuestión de libertad real. La libertad que no es un acto no es libertad: es una voz del diccionario de la lengua; un sonido que vive en el aire y muere en el aire.
Un pueblo condenado a ser libre por la mano de su gobierno, tiene que esperar siglos para entrar en posesión de su libertad, porque cada libertad que el gobierno le devuelve es una parte de su poder que abdica. Y como no tiene quien le obligue a abdicar sino un pueblo educado en la obediencia absoluta, es decir, ininteligente y desinteresado en la cuestión de su propia libertad, no será ese gobierno el que se apure a devolver los poderes de que goza y disfruta.
("Pensamientos")