25/09/2024
“La depresión y el trastorno disfórico premenstrual son vecinos en el DSM-5, la última edición del famoso manual de categorías diagnósticas publicado por la Asociación de Psiquiatría de los Estados Unidos.
Definidos como “trastornos del estado de ánimo”, ambos ponen en primer plano un dolor ante todo emocional, afectos negativos que pueden tomar la forma de tristeza, irritación, sensibilidad, desinterés, ansiedad, etc. Los criterios diagnósticos son bastante similares, aunque curiosamente es en el caso de la depresión donde más se enfatizan los síntomas físicos. Y, al menos en el sentido común, ambos son diagnósticos fuertemente asociados a las mujeres: por razones obvias en el caso del trastorno premenstrual, y por una supuesta mayor prevalencia epidemiológica en el caso de la depresión.
Además, muchas de las pacientes con diagnósticos de TDPM tienen antecedentes de depresión y, saliendo de lo consagrado en el DSM, se ha propuesto que la fluctuación hormonal del ciclo menstrual contribuye a la incidencia más alta de la depresión en mujeres. En la investigación neurobiológica, circulan con fuerza las hipótesis que vinculan el funcionamiento de las llamadas “hormonas reproductivas” con el sistema serotoninérgico.
En fin, menstruar parece un “factor de riesgo” para la depresión; resulta que las emociones son otro lugar donde se vuelve peligroso ser mujer.” (...)
✍ Reflexiones de en “Bienvenidas al club: feminismos, biología y malestar”.
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