06/05/2024
”Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?“
Santiago 4:11-12 RVR1960
Creo que la murmuración es el pecado mas recurrente en la iglesia y el mas subestimado o ignorado. Piensan que es algo menor…
Muchos lo hacen a título de “preocuparse” por la vida de quien murmuran. Cuando en realidad solo están infamando, mal-diciendo, e injuriando una vida que fue comprada por la Sangre Preciosa de Cristo Jesús.
Esto no debe ser así. La falta de control a la lengua puede desatar el in****no en la tierra. Y embarra/pisotea - PONE EN POCO, SUBESTIMA la Gracia sobre Gracia derramada en la cruz por la cual, pecadores viles como nosotros, hemos obtenido salvación, liberación y sanidad en este mundo roto.
Provoca tropiezo, hiere a quien es objeto de la murmuración y contamina a quienes escuchan tal murmuración.
Los chismes destruyen, no edifican. La murmuración no equivale a exhortación sino a juicio. Y nadie tiene por qué ocupar el trono del Juez del Universo. Es una tarea exclusiva del REY, quien pagará a cada uno conforme a sus obras, pues Jesús es el ÚNICO QUE CON JUSTICIA VERDADERA JUZGA Y PELEA.
Entonces:
Cómo podría injuriar a mi hermano/a en Cristo, cuya salvación y santidad depende de mi Rey en Cristo Jesús? Si el hombre pudiera salvarse o santificarse a sí mismo, no necesitaría un salvador. No es nuestro deber andar señalando la paja ajena a espaldas de otros. Más aún sabiendo que la Obra que Cristo comenzó en nuestros hermanos, la ha de terminar, la ha de completar en quienes lo aman y han decidido depositar TODA su confianza en el Mesías Jesús y su sacrificio hecho una vez y para siempre.
Como la Palabra en Filipenses nos dice:
”Siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros, por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora; estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.“
Filipenses 1:4-7 RVR1960
Todos somos participantes de la Gracia. Entonces, ¿por qué con dureza, muchos se rehúsan a dar la Gracia que Dios mismo nos ha otorgado?
TENEMOS QUE DAR DE GRACIA, LA GRACIA QUE HEMOS RECIBIDO.
”Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad mu***os, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.“
S. Mateo 10:8 RVR1960
Si conociendo nuestro tenebroso corazón lleno de pecado, el Señor tuvo Misericordia de nosotros para perdonarnos y darnos vida juntamente con Él.
Con qué motivo o razón, ¿no daríamos la misma Gracia a otros que nosotros mismos hemos recibido de parte de Dios?
¿Por qué somos tan duros para injuriar con nuestra boca y encima a las espaldas, en tinieblas, en lo “secreto”, pero tan blandos para clamar por Misericordia al Señor por nuestros propios pecados e iniquidades?
¿No ven ahí la incongruencia?
¡SEMEJANTE CONTRADICCIÓN!
Tener Dureza para con otros, pero demandar gracia del Señor para con uno mismo.
¿Creen que esto es agradable delante del Señor?
La murmuración, la crítica, el juicio por la espalda NO edifica.
No es exhortación directa que puede acontecer a solas para edificación de una vida, COMO LA PALABRA ESTABLECE COMO NORMA.
Es injuriar a espaldas, a traición, de quien ha sido comprado también por la sangre de Cristo.
Bien lo decía el Apóstol Santiago, hermano de nuestro Mesías Jesús.
”Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el in****no. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.“
Santiago 3:5-10 RVR1960
Todos vamos a tener que rendir cuentas de lo que sale de nuestra boca. Y por supuesto, también, tarde o temprano lidiar con las consecuencias de lo que hemos hablado/murmurado y juzgado.
”El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.“
S. Mateo 12:35-37 RVR1960
Y no olvidar que con la vara con la que juzgamos, SEREMOS JUZGADOS.
”No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.“
S. Mateo 7:1-5 RVR1960
”Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.“
S. Lucas 6:36-38 RVR1960
Sea el Espíritu Santo de Dios redarguyéndonos para poder Madurar en el Espíritu y ser llenos de Gracia y Misericordia. Y la murmuración, el chisme, la maledicencia (andar hablando MAL de otros), mueran definitivamente dentro de la iglesia, siendo crucificados juntamente con Cristo, y el pueblo murmurador sea vivificado en el Poder del Señor Jesús para que la Iglesia sea siempre revestida de amor, gracia y misericordia.
Sabrán que somos Cristianos por nuestro amor.
Y en el amor no hay murmuración, ni chisme, ni infamia, ni injuria, ni maledicencia.
Que Dios los bendiga mucho.
Hanawbee.