02/12/2024
Lecturas positivas
En el día mundial del sida, rescato algunos libros fundamentales para entender al virus de inmunodeficiencia adquirida como instrumento político y estético. Una enorme y rutilante constelación de autores y títulos ha arrojado luces en el recorrido geográfico y temporal de la «epidemia de la globalización», término que acuñó la escritora chilena Lina Meruane en su ensayo Viajes virales. Estos textos no solo documentan la tragedia sanitaria que más vidas ha apagado en el mundo desde el momento de su aparición —42.3 millones según datos publicados por ONUSIDA—, sino que también señalan los subterfugios para eludir la estigmatización de la enfermedad. Marca capaz de pervertir la integridad de quienes viven con ella. ¿Por qué? Como suscribiera Susan Sontag en El sida y sus metáforas: «Da la impresión de que las sociedades tuvieran necesidad de alguna enfermedad para identificar con el mal, que culpe a sus víctimas». Desde el paciente cero hasta la fecha de publicación de este post, mucho se ha avanzado sobre todo en terapias y protocolos médicos; la resignificación del VIH ha corregido, que no abolido, algunas de sus asociaciones más siniestras: homosexualidad, lujuria, pecado, vergüenza, prostitución, delincuencia, castigo, drogadicción y, sin duda la más cruel, la negación de la esperanza y de la felicidad.
Sin embargo, es de ingenuos pensar que la lucha contra el virus está por ganarse y si acaso es posible un barrunto de triunfo —la muy esperada vacuna— desde ya luce opaco. ¿Cuántos millones de personas no tienen actualmente acceso a tratamientos antirretrovirales? Aunque las estadísticas revelan datos esperanzadores, por ejemplo, en 2023, año del último informe global de ONUSIDA, se ralentizó el ritmo de nuevas infecciones, hay agendas de gobiernos ultraconservadores que están reduciendo la inversión de salud, información y acceso a terapias preexposición. La financiación para el VIH disminuyó un 5 % entre 2022 y 2023, y un 7,9 % entre 2020 y 2023.
Es complicadísimo erradicar las mentalidades que segregan, que condenan, que reducen a asquerosidad al paciente, pero para apalearlas y vencerlas están la literatura y sus ideas.