30/01/2024
El fenómeno del paramilitarismo en Colombia: origen, evolución y consecuencias.
Por: Arvey Lozano S.
El auge y desarrollo del paramilitarismo en Colombia es un tema complejo y multifacético que ha tenido una fuerte influencia en la historia reciente del país. Para entenderlo, es necesario analizar tanto los factores históricos, socioeconómicos y políticos que han contribuido a su surgimiento y desarrollo.
Desde el periodo de la violencia partidista en Colombia, entre las décadas de los 40 y 60, se originaron grupos conocidos como chulavitas que desplazaron campesinos y se apropiaron de vastos territorios dedicados a la actividad agropecuaria. Los metodos de tortura y as*****to fueron marcando estilos de violencia. Se normalizaron "métodos" de as*****to como: "corte franela", "corte corbata", entre otros estilos de tortura y homicidio.
La violencia partidista escondía la razón real del cruento conflicto colombiano. En esencia se empleó el desplazamiento forzado como estrategia para que múltiples terratenientes, se apropiaran de pequeñas parcelas que, juntas sumaron grandes empresas agroindustriales y ganaderas. La violencia contra el campesinado originó la fundación de grupos guerrilleros como las FARC.
A lo largo del conflicto armado en Colombia, los grupos guerrilleros han buscado tomar el control de amplias zonas rurales y ejercer poder sobre la población, principalmente a través de la extorsión, el secuestro y el narcotráfico. Con la excusa de la incapacidad del Estado para garantizar la seguridad y protección de los ciudadanos en estas áreas, algunos sectores sociales y económicos se organizaron en grupos paramilitares como una forma de autodefensa y resistencia armada.
El paramilitarismo en Colombia surge principalmente con la justificación de una respuesta a las amenazas y ataques perpetrados por grupos guerrilleros, principalmente las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y el ELN (Ejército de Liberación Nacional), así como por intereses económicos y políticos.
Sin embargo, a medida que avanzaba el tiempo, estos grupos paramilitares fueron evolucionando y adquiriendo características propias. En todos los casos, comenzaron a actuar como organizaciones criminales, involucrándose en actividades como el narcotráfico, la extorsión, la minería ilegal y la violación de derechos humanos. Además, se gestaron alianzas entre paramilitares y sectores de las Fuerzas Armadas y de la clase política, lo que contribuyó a su fortalecimiento y legitimación.
El fenómeno del paramilitarismo también está estrechamente vinculado al conflicto del narcotráfico en Colombia. A medida que el país se convirtió en uno de los principales productores y exportadores de co***na en el mundo, los paramilitares vieron en este negocio ilegal, una fuente importante de financiamiento y enriquecimiento de sus miembros, en complicidad con grandes empresas colombianas y extranjeras, y una oportunidad para expandir su poder.
Por otro lado, el paramilitarismo también ha sido utilizado como un mecanismo de control social y político. Al margen de la legalidad, estos grupos han cometido numerosas violaciones a los derechos humanos, como as*****tos selectivos, desplazamientos forzados, torturas y desapariciones forzadas, con el objetivo de sembrar el terror y eliminar a cualquier persona o grupo que fuera percibido como una amenaza para su dominio territorial y económico.
Según el Centro de Memoria Histórica entre 1975 y 2015 los grupos paramilitares y los Grupos Armados Posdesmovilización (GAPD) fueron responsables del 47,09% de las muertes ocurridas durante el conflicto (al menos, 21.044 víctimas). Un total de 2.518 de esos as*****tos fueron perpetrados por los GAPD durante su periodo de desmovilización entre 2006 y 2015, según el informe “Grupos Armados Posdesmovilización.
Es importante destacar que, si bien el proceso de desmovilización de grupos paramilitares se llevó a cabo a partir de 2003, con la Ley de Justicia y Paz, todavía existen remanentes de estas organizaciones y nuevos grupos que han surgido, dando lugar a una situación de violencia y conflicto armado en muchas zonas del país. Aunque no se tienen claras las cifras que siguieron causando después de 2015, grupos paramilitares que operaran con títulos como Clan Úsuga, Los Rastrojos, Los Alacranes, Clan del Golfo, La Oficina de Envigado y otros.
A raíz de la Ley de Justicia y Paz se crearon los Tribunales de Restitución de Tierras, con ello se pretendía que los que fueron despojados de sus tierras por la guerrilla y en su mayor parte por grupos paramilitares, volvieran a sus parcelas; no obstante, se reagruparon grupos paramilitares para evitar que los campesinos recuperaran sus parcelas. Muchos de ellos, aún son financiados por ganaderos y grandes empresas que se apropiaron de sus territorios.
Ante los tribunales de Justicia y Paz y Justicia Especial para la Paz (JEP) paramilitares, narcotraficantes, ex militares y politicos han confesado su accionar para desplazar comunidades rurales y apropiarse de grandes extensiones de tierra favoreciendo a grandes empresarios. En tales confesiones explicaron sus métodos de tortura y terror. Mutilaban con motosierra a personas vivas; jugaban futbol con las cabezas cortadas de sus víctimas; extraían, en vivo, con cuchillos de carnicería los fetos a mujeres embarazadas; asesinaban con machetes o a balazos a personas; entre otros métodos abominables.
Para desaparecer sus víctimas y no permitir su identificación, según han confesado, los despedazaban, los sepultaban en fosas comunes; los arrojaban a los ríos; los cremaban en hornos, los daban como alimento a caimanes en lagos o los sepultaban en otros países como Venezuela.
En resumen, el fenómeno del paramilitarismo en Colombia es resultado de una combinación de factores históricos, socioeconómicos y políticos. Surgió con la justificación de una respuesta a la presencia de grupos guerrilleros, pero ha evolucionado hacia organizaciones criminales que buscan controlar territorios, recursos naturales y actividades ilegales. Además, su existencia ha estado ligada al narcotráfico y a la complicidad de sectores de las Fuerzas Armadas y de la clase política y empresarial. A pesar de los esfuerzos por desmovilizarlos, aún persiste la violencia y el conflicto armado asociado a este fenómeno que, cuenta, inclusive, con representación política en alcaldías, gobermaciones, concejos, asambleas, cámara de representantes, senado, medios de comunicación y gremios económicos.
El país debe entender la dimensión del daño que ha ocasionado y sigue causando el paramilitarismo a Colombia. Es una forma de violencia política que debe ser erradicada y de la que debe evitarse su repetición para alcanzar una verdadera Paz.