26/10/2024
Jesús está vivo en la Eucaristía, en la Hostia consagrada.
Fueron meses de sufrir un permanente dolor en el brazo derecho; no tan intenso pero sí, incómodo. Aunque a veces debía ayudar con el izquierdo para moverlo o levantarlo. Un dolor que quizás sólo los neurólogos pueden explicar: no muscular; pero sí, un matiz de dolor y frío en lo más profundo del hueso, o en algún nervio no sé.
Mucho tiempo aplicando linimentos en la zona, sin resultados favorables; pero sin darle mucha importancia, aunque ya había momentos fugaces de poco dominio del brazo, que de pronto se caía sin fuerzas.
Hasta que se tomó la decisión de visitar al especialista, quien recomendó una serie de medicamentos y ejercicios físicos, de los cuales solo los primeros tomé con puntualidad.
No hubo mayores avances; aunque el médico advirtió que si no había mayores resultados, tendría que recomendar una resonancia como último recurso que arrojaría lo que realmente estaba sucediendo.
Valoro la actitud del Doctor que prefiera agotar las primeras instancias médicas, antes de proponer de buenas a primeras, un procedimiento que, significaba un gasto considerable.
Pues así continuaban las cosas, sin protestas, ni amarguras; hasta que acercándose la fiesta de la Virgen de la Merced, en la que tenía previsto acercar a Jesús Sacramentado a los fieles en la Custodia después de la Adoración, le presenté la siguiente petición:
Así, espontáneamente, sin estar en oración frente a él en su presencia sacramentada, le dije:
-Mira Señor, te voy a llevar, te voy a cargar, si tu quieres, me sanarás de este dolor. Y esto en los días previos a la fiesta se lo dije varias veces.
Pues llegó el día, celebramos la Misa, la Hora Santa, y luego el paso del Señor en medio de la gente. Y yo a la espera. Pasó todo y en cuestión de días, ¡adiós dolor!.
Solo era de esperar y de sintonizar con él en el momento justo. Y, después de unos días de descanso por la ausencia del dolor y darme cuenta que ya no estaba, me percaté que había sido él, no hay duda.
El está vivo en la Eucaristía. Y para él la Gloria por siempre.