Antojo de trampa - revista cultural digital

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Antojo de trampa - revista cultural digital Antojo de Trampa es un salto al vacío, un espejismo, desafinado canto de sirena. Un espacio donde p Revista cultural digital

Declaración del verdugo | América Femat Viveros(Insinuación del incendio, 2023)No,aquí no se muerde el aire—gentilezas d...
24/04/2024

Declaración del verdugo | América Femat Viveros
(Insinuación del incendio, 2023)

No,
aquí no se muerde el aire
—gentilezas de anémonas lluvias—.
No son de himnos los corazones
—salinidades que se ignoran—.
Tampoco la consciencia de mi pecho
es de un latido abierto
ni triunfa al verbo endurecido como roca
“Amar” ¿no hace falta a-mar?

Por eso fabricamos versos a la orilla de un lago
y en el lago los peces se pescan y se besan.
“Peregrinamente besan”.

Mordisquean la trampa,
dejan sentir los deseos de sus lubricidades.
Aquellas cicatrices de espuma cuchichean
sobre la piel mu**ta.

Amados, permiten mirarlos de reojo,
en la cueva de sus exhalaciones,
en los bordes salitrosos que escurren sus cuerpos
en las transparencias de sus saltos.

No permiten mirar el cómo ni lo que traspasan.

Los peces refulgen de labios,
de sus labios cuelgan frutos preciosísimos,
de sus labios orbitan jugos intactos,
descuelgan su perfume en cascada,
caen en la red y en picada,
peces de abril.

Mi cuerpo no es ajeno a su magia,
ajenos los ritmos que mecen al aire.

No,
aquí no se esquila el viento,
gentilezas de anémonas lluvias.
“Amor” no hace falta amar.

¿Amar?
—¿Puede el verbo revolucionar mi fuego
erguirse siniestro, respirar por los corredores ominosos,
rítmicamente atizar el madero de mi carne
seguir la pista, compás y aparecido?

Pero aquí la forma es el todo y el todo es el fondo.
—Me parece que existe un magma abarcando el lago.
Los peces se funden y son el metal de la aurora.
El violeta de la sangre a espaldas del hado.

Abro el contorno del beso
fogón tiznado, patria conspirada,
pedazos de calle baldía,
momificada primavera.

De nado a mis despojos,
estoy al servicio de la tarde
donde se ahueca una transparencia de hojas,
donde las ondas vibran sus malas intenciones.

Luego sucede la risita del corazón,
siniestra,
risita en el hueco de mí pecho de tornasolada ventana
y de frente a la noche de este amor dolido.


No es difícil comparar la revolución de mi alma
con estos temidos peces enamorados
mu***os de hambre
y de sueños de besar

Poema tristísimo | Gonzalo ArangoSi muerote invito al solalma míay no olvidesllevar tu cuerpoSufriremos felicesy juntos ...
17/04/2024

Poema tristísimo | Gonzalo Arango

Si muero
te invito al sol
alma mía
y no olvides
llevar tu cuerpo

Sufriremos felices
y juntos seremos
carne de luz
en la memoria de Dios

Y si no hay Dios
lo mismo da

Recordaremos el sol
que tanto nos gustaba
allá en Cali Colombia
Nuevo Mundo ¿Recuerdas?

¿O era en la luna?
¡Lo olvidé!

VIEse mi loco escucha esta canciónque no canto, la escribo en la memoriade todos los carnales que en la gloriadel barrio...
31/03/2024

VI

Ese mi loco escucha esta canción
que no canto, la escribo en la memoria
de todos los carnales que en la gloria
del barrio se sentaron. Corazón
60Fiesta de los libros. L ee y sueña
Prólogo y selección de Carlos Urani Montiel
en puños repartían y el avión
sigue siempre volando. La victoria
la llevan en su muerte, pues la noria
de donde se embriagaban y el rolón
de las oldies de aquellas se extinguió.
Ahora bailan despacio en los infiernos,
quemándose por fuera mis soldados.
Un minuto de plomazos les dedico,
las lágrimas se secan y el hocico
siguen en mis recuerdos desatados.

Osvaldo Ogaz | Reflexiones de la ganga. Sonetos del barrio.

11 | Vasko PopaBorré tu rostro de mi rostroDesollé tu sombra de mi sombraAllané en ti las colinasConvertí en colinas tus...
26/03/2024

11 | Vasko Popa

Borré tu rostro de mi rostro
Desollé tu sombra de mi sombra

Allané en ti las colinas
Convertí en colinas tus llanuras

Hice reñir tus estaciones del año
Aparté de ti los puntos cardinales

En tu derredor ovillé mi camino de vida
El mío intransitable el imposible

Atrévete a toparte conmigo ahora

IMPOSIBILIDAD | Olivia OropezaHay belleza ademásdonde tú miraspero no me pertenece:el solel cieloel vientoque te tocaes ...
23/03/2024

IMPOSIBILIDAD | Olivia Oropeza

Hay belleza además
donde tú miras
pero no me pertenece:

el sol
el cielo
el viento
que te toca
es sólo tuyo

Sobre esta ciudad
se oxidan las hojas
de las bugambilias

que como yo nacieron
para que las mires

No hay primavera
en mi nostalgia
y tú eres verde

Los peces mueren vientre hacia arriba, y se elevan a la superficie. Es su forma de caer.- Andre Gide
18/03/2024

Los peces mueren vientre hacia arriba, y se elevan a la superficie. Es su forma de caer.

- Andre Gide

Mi casa se estaba quemando y sólo podía salvar una cosa. Decidí salvar el fuego. No tengo dónde vivir pero el fuego vive...
17/03/2024

Mi casa se estaba quemando y sólo podía salvar una cosa.
Decidí salvar el fuego.
No tengo dónde vivir pero el fuego vive en mí.
Y me defiende discretamente de todo lo impuro. Mi futuro ya no es importante.
Sólo cuenta la intensidad del instante.

Jean Cocteau


El paso de los años | Javier Sologuren                                                        para mi hija Vivekaporque ...
28/02/2024

El paso de los años | Javier Sologuren

para mi hija Viveka

porque cogí la mariposa
no en el jardín
sino en el sueño
porque en mi almohada
oí cantar al río
al crepúsculo orar
porque el cielo breve
de la flor
me llevó lejos
porque el niño aún
(que fui que a veces soy)
despierta y ve
la mariposa
volar en el jardín
que ya no sueño.

23/02/2024

Capón | Johan Reyes

Siempre dejo los testículos guardados
bajo la cama
mejor en el jarrón
para que nadie los note.
Aprendí a ocultarlos observando a papá.
Él los usaba sólo en casa
con mis hermanos
con el perro
con las costillas de mamá.

–Hay que tener cojones, decía.
porque el macho
tiene el s**o expuesto/desprotegido/vulnerable.

La descendencia me pesa.

Algún día iré
a que me cercenen los genitales
a que la hemorragia
el dolor agónico. excruciante
me deshagan la casta
como vertiendo leche en el río.

Ese día me convertiré en un impotente/eunuco/capón/inepto
por mis hijos
los hijos de mis hijos
que nunca sabrán
lo que es caber en un cuerpo
en una estirpe de hombres cobardes

Me imagino a los dioses que dicen:te vamos a compensar. Te vamosa conceder tres deseos, me dicen. Déjenmever de nuevo la...
19/01/2024

Me imagino a los dioses que dicen:
te vamos a compensar. Te vamos
a conceder tres deseos, me dicen. Déjenme
ver de nuevo las ardillas, les digo.
Permítanme comer ese lechón
relleno, hecho en un asador enorme
que sacaban, humeante, en invierno
en mi barrio, cuando yo casi nunca
tenía plata para comprar siquiera los cien gramos
que me comía feliz por las calles empedradas,
la Calle de la Luna
y la Calle de los Pajareros,
la Calle del Silencio y la Calle
de las Meadas. Podemos concederte
sabiduría, dicen con sus voces tonantes.
Déjenme volver a ver a Hugette, les digo,
la estudiante argelina que tenía unos ojazos,
que con mucha timidez me invitó a su habitación,
pero yo era demasiado joven y estaba demasiado apabullado
el primer año que pasé en París.
Déjenme por lo menos fracasar con mi vida.
Pensalo bien, me dicen con paciencia, te podríamos
volver a hacer famoso. Déjenme enamorarme
una última vez, yo les suplico.
Enséñenme mi propia mortalidad, asústenme
para hacerme vivir en el presente. Ayúdenme
a encontrar el peso de estos días. Que las noches
van a estar bien llenas y mi corazón, salvaje.

Jack Gilbert

Cómo será pregunto.Cómo será tocarte a mi costado.Ando de loco por el aireque ando que no ando.Cómo será acostarmeen tu ...
17/01/2024

Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.

Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.

Ausencia de amor | Juan Gelman

Nadie | Jorge Valdés Díaz-VélezVolví a Ítaca, a sus médanosde bruma evanescente, al solque la traspasa y a las callesque...
05/01/2024

Nadie | Jorge Valdés Díaz-Vélez

Volví a Ítaca, a sus médanos
de bruma evanescente, al sol
que la traspasa y a las calles
que mi memoria soñó hermosas.
Degusté el s**o de los higos,
la pulpa de un dátil, el cálido
resplandecer de la aceituna.
Fui un extranjero entre los míos.
Nadie advirtió que tras la máscara
tallada por la espuma, iba
yo, el heroico (ese mendigo
sin sombra que salió una noche
de lágrimas al mar) Ulises,
el pródigo en historias vuelto
del más allá de su leyenda.
Antes que el alba, regresé
a la costa y enfilé al sur.
No reconoceré los muelles
a donde vaya mi deliro.
Sólo sabré que estuve en Ítaca
para reinar sobre mi espectro.

Desde esta altísima ceguera donde escribo.Desde esta noche altísima en que me bebo solo.Desde este dolor clavado en mi s...
29/12/2023

Desde esta altísima ceguera donde escribo.
Desde esta noche altísima en que me bebo solo.
Desde este dolor clavado en mi sombra.
Desde este lamento en que la luz se aleja,
este mar turbio del sueño diario, ácido en las venas.
Ningún amigo me creerá cuando le diga
que me he vuelto más viejo. Que hubo días
de tal remordimiento, que olvidé sus nombres y sus fechas.
Río, no te detengas.

~ Carlos Ramírez Vuelvas

Querido Dios de los árboles inclinados de la Quinta AvenidaTan solo vierte mi polvo obstinado hasta saciar tus venasY yo...
29/12/2023

Querido Dios de los árboles inclinados de la Quinta Avenida
Tan solo vierte mi polvo obstinado hasta saciar tus venas
Y yo apisonaré tus mundos de vientre plano
Alabando pequeñas agonías
Succiona monstruos marinos de la Tierra del Fuego
Jode tu único sueño de cobalto engendrado
Para que se filtre placer dorado por el cielo ahíto de manzana
Que se filtre a través del pecado sin circuncidar de mi corazón.

Elise Cowen

Odio todas las cosas que se pierden a cada instante: las chapas anaranjadas de las guaguas, que ya no son. El silbato de...
19/12/2023

Odio todas las cosas que se pierden a cada instante: las chapas anaranjadas de las guaguas, que ya no son. El silbato del viejo repartidor de bellotas, que ya no silba.

Las tardes en que mi corazón se agitaba como un barrilete a punto de ser derribado.

Oscurece y no vendrás.

Continuo obstinado como un perro ladrando a un extraño.

Washington Cucurto

Tenemos derecho a amar el otoño | Mahmud DarwishTenemos derecho a amar el final de este otoño y a preguntarle: ¿Hay espa...
15/11/2023

Tenemos derecho a amar el otoño | Mahmud Darwish

Tenemos derecho a amar el final de este otoño y a preguntarle: ¿Hay espacio en el campo para un otoño nuevo, mientras tendemos sobre él nuestros cuerpos carbonizados?
Un otoño que abate sus hojas de oro. ¡Ah, si fuéramos hojas de higuera, hierba abandonada para revelar la diferencia entre las estaciones!
¡Ah, si no nos hubiéramos despedido del sur de los ojos para preguntar lo que preguntaron nuestros padres cuando se lanzaron sobre las puntas de las lanzas! Tal vez la poesía y la plegaria se apiadaran de nosotros.
Tenemos derecho a enjugar la noche de las mujeres hermosas, a hablar de lo que acorta la noche de dos extraños esperando la llegada del norte a la brújula.
Otoño. Tenemos derecho a aspirar el perfume de este otoño y pedirle a la noche un sueño. ¿Puede enfermar un sueño como los soñadores? Otoño, otoño. ¿Puede nacer un pueblo sobre una guillotina?
Tenemos derecho a morir como queramos para que la tierra pueda ocultarse en una espiga.

Traducción: Maria Luisa Prieto



En los días tristes no se habla de aves | Felipa LealEn los días tristes no se habla de aves.Uno llama a los amigos y ...
30/10/2023

En los días tristes no se habla de aves | Felipa Leal

En los días tristes no se habla de aves.
Uno llama a los amigos y no están
y luego pide fuego en la calle
como quien pide un corazón
aún intacto.

En los días tristes es invierno
caminamos helados con el ci******lo en la mano
quemamos el viento y decimos
–¡Buenos días!
a las personas que pasan
pero cuando ya han pasado
sin que lo notáramos.

En los días tristes uno habla solo
y un ave siempre se posa
sobre las cosas
en lugar de posarse en nuestro corazón
y sin hablar con nosotros.

| Cristina Peri RossiMe gustaríapoder decirte:ven cuando quieras,te estaré esperando.Los barcos son asíson así los muell...
18/09/2023

| Cristina Peri Rossi

Me gustaría
poder decirte:
ven cuando quieras,
te estaré esperando.
Los barcos son así
son así los muelles
y los viajeros.
Te lo juro
me gustaría
poder decirte:
la nave que emprendimos
nos estará esperando,
los días pasados
son como si no hubieran pasado nunca
las calles recorridas
están en el mismo lugar,
las plazas
las fuentes
los árboles
cosas de la imaginación
cosas de la evocación
cosas de la nostalgia.
Me gustaría poder decirte:
esta mañana llueve,
te estaré esperando
como si nada hubiera pasado nunca
como si Pinochet no hubiera asaltado la Casa de la Moneda,
como si te hubieras ido hace solo media hora a comprar tabaco.
Me gustaría poder decirte:
la vida está muy cara
pero los atardeceres siguen siendo rosa
hay niñas que quisieran ser palomas
pero deben ir al colegio
palomas que tienen tu gracia al despertar
tu gracia dormida
que es una gracia que no conocen
más que los que te vieron dormida una noche de verano
durante seis años
como yo.
Pero seguramente el hecho
de haberte visto dormida todas las noches de seis años,
justamente me impide decirte:
Ven cuando quieras,
te estaré esperando
y seguramente
haberte visto dormida todas las noches de seis años te impide
volver al banco vacío
a la casa abandonada
al barco hundido.
Aunque sepas oscuramente
en las noches de invierno y de verano
que te estaré esperando
como si todas las cosas del mundo
ya nos hubieran pasado para siempre.

2 de julio de 1961. Domingo. Son las siete de la mañana. Ernest Hemingway había regresado el día anterior de una terapia...
03/07/2023

2 de julio de 1961. Domingo. Son las siete de la mañana. Ernest Hemingway había regresado el día anterior de una terapia para revertir sus tendencias suicidas. De hecho había intentado quitarse la vida en tres ocasiones durante el último año. Tomó una de sus escopetas y se disparó en la boca. Hace hoy 62 años.

Les compartimos unos poemas de su autoría, la traducción es de Amalia Gullón:

I

La noche se acerca entre suaves y somnolientas plumas
oscureciendo el día
acariciando el brillo perlado
moldeando el barro
antes de que adquiera la dureza final
exigiendo que nos quedemos.

II

Hemos pensado los pensamientos más largos
y elegido los caminos más cortos.
Hemos danzado ritmos endemoniados,
temblando al regresar a casa para rezar;
para servir a un amo en la noche,
y a otro en el día.

III

Sé que los monjes se masturban en la noche,
que los gatos caseros se retuercen,
que algunas muchachas muerden;
sin embargo
¿qué podría hacer
para cambiar las cosas?

IV

El deseo y
las dulces y afiladas p***s
y las superficiales heridas
que fuiste tú,
se han convertido en una triste oscuridad.
Viene la noche con su rictus
a yacer conmigo
una torpe, fría y rígida bayoneta
sobre mi alma iluminada, palpitante.

V

El Señor es mi pastor, no
le necesitaré demasiado tiempo.

Visita familiar | Roxana Cortés Hay una belleza triste en el museo biográfico.Hay un secreto (infantil) que siempre se e...
16/06/2023

Visita familiar | Roxana Cortés

Hay una belleza triste en el museo biográfico.
Hay un secreto (infantil) que siempre se esfuma.
María Negroni

Escribo porque conozco mis visiones pero no sé de mi infancia. Sé que tu pensamiento iluminado me dibuja hasta ceñirme entre las sombras. Estás tan cerca, habitas el arco de mi cráneo. Cada memoria tuya es sólo tumba que pulveriza mis ojos. ¿Recuerdas, hermana? Ciega, cuando niña jugabas a atrapar peces entre tus dedos. Nunca estuviste sola, y yo nunca acabé de nacer del todo. Hoy te visito para conocerme, saber de la tesitura y el volumen del pasado. Nadie más puede encontrarme porque mi soledad es una noche sola. Abre la puerta, salgamos a buscar el claro en esta tierra. Es tiempo de vivir toda la furia del mundo: ellos arrojaron mi cuerpo en el océano. Abre la puerta, hermana, no temo ahogarme. Hoy me sucede un monstruo constelado en las heridas. El abuelo no está aquí pero de mí come. Nuestro amado nos heredó esta tierra; no la soñamos, estamos aquí, moramos unidas deseando hallar su halo luminoso. Busquemos el lugar más cómodo, su rincón más amable, un espacio menos frío:

Este rostro de Magritte,
negro sobre fondo negro de Rothko
un dibujo sostenido de Picasso
un círculo ap***s de Cézzane,
tres estudios de un paisaje
de tan hecho soledad
entre Turner y Matisse.

Olvidemos que siempre hay alguien antes de nosotras: nuestra niñez no tiene dueño, si vamos a ella no acabamos de poseerla nunca. Abre la puerta, es nuestro día de confesión: no del amor sino de todo lo que esconde amor en nuestros ojos. Abre la puerta, mira en mi ojo dentro para evitar que mi cuerpo —lo que se oculta dentro de mi cuerpo— me arroje al mundo como un animal herido.

Es cierto, los niños mienten
pero aquí dejo mis visiones:

Toda infancia es terrible
(y nuestro amor está aquí
para salvarlo todo).

Ah, que tú escapes | José Lezama LimaAh, que tú escapes en el instanteen el que ya habías alcanzado tu definición mejor....
11/06/2023

Ah, que tú escapes | José Lezama Lima

Ah, que tú escapes en el instante
en el que ya habías alcanzado tu definición mejor.
Ah, mi amiga, que tú no querías creer
las preguntas de esa estrella recién cortada,
que va mojando sus puntas en otra estrella enemiga.
Ah, si pudiera ser cierto que a la hora del baño,
cuando en una misma agua discursiva
se bañan el inmóvil paisaje y los animales más finos:
antílopes, serpientes de pasos breves, de pasos evaporados,
parecen entre sueños, sin ansias levantar
los más extensos cabellos y el agua más recordada.
Ah, mi amiga, si en el puro mármol de los adioses
hubieras dejado la estatua que nos podía acompañar,
pues el viento, el viento gracioso,
se extiende como un gato para dejarse definir.

La luz es el primer animal visiblede lo invisibleJosé Lezama Lima
11/06/2023

La luz es el primer animal visible
de lo invisible

José Lezama Lima

ACCIÓN DE GRACIAS 2006 | Ocean VuongHace demasiado frío en Brooklyn esta nochey todos mis amigos están a tres años de di...
09/06/2023

ACCIÓN DE GRACIAS 2006 | Ocean Vuong

Hace demasiado frío en Brooklyn esta noche
y todos mis amigos están a tres años de distancia.
Mi madre me dijo que yo podría ser
lo que quisiera, pero decidí vivir.
En el rellano de una vieja casa de piedra rojiza
un cigarro arde y se disipa.
Camino hacia él: una navaja
que el silencio afila.
El humo esculpe su quijada.
La boca por la que vuelvo a entrar
en la ciudad. Extraño, eco
palpable, aquí está mi mano, llena de sangre delgada
como el llanto de una viuda. Estoy listo.
Listo para ser cada uno de los animales
que dejas atrás.

Juego | Susana Thénon                                                                                                   ...
19/03/2023

Juego | Susana Thénon
Despojémonos de todo aquello
seguro
que se proyecta al exterior
con trazo lentos
y definitivos.
Todos empleados en la tarea
de ser, vivir, sentir
sin otros lazos.
Y quien no atine a sofocar
su amor por lo prohibido,
reclame su derecho al dolor,
su penitencia.
Despojémonos de todo cuanto
nos conformó a imagen y semejanza
nuestra
y gustemos sabiamente para el recuerdo
el minuto absurdo y libre.

  Karmelo C Iribarren
17/02/2023



Karmelo C Iribarren

 Incineraciones | Adela FernándezNació hace trece años y nunca quise ir a conocerlo. Mu**ta su madre, lo trajeron a vivi...
16/02/2023



Incineraciones | Adela Fernández

Nació hace trece años y nunca quise ir a conocerlo. Mu**ta su madre, lo trajeron a vivir conmigo. Le dijeron que yo soy su padre y él me tomó de la mano sin decir palabra, sin sentir nada. Lo llevé a la casa. Le enseñé su cuarto, se desvistió, ordenó su pantalón, camisa y zapatos y se metió a la cama. Durmió con la tranquilidad de quien no se cuestiona sobre la muerte, mientras yo padecí tristes reflexiones agravadas por el insomnio. Contemplé el desorden de mi cuarto, la ropa sucia, los periódicos y las colillas que nunca esperan la escoba, la palangana con agua turbia, el pan duro por mi falta de apetito, las medicinas que ya no tomo para dejarme ir en la enfermedad, el espejo manchado. Fijé la mirada en mis tantos papeles escritos, poesía quieta bajo el polvo. Caminé descalzo y por primera vez sentí lo podrido del suelo de madera, respiré hondo y me entró a los pulmones un hedor de cloaca. El deseo que tengo de morir se hizo inmenso y me pareció absurdo que a un hombre terminal como yo le hayan enviado a este huérfano de madre; será huérfano también en lo que a mí corresponde. Me acerqué a mirarlo y ante su imagen angelical, me cercioré de que le temía. Volví a mi cama y preferí indagarme a través del sueño.

Cuando desperté, él ya estaba vestido y miraba por la pequeña ventana. Voy a comprar algo para que desayunes. Tienes hambre, ¿verdad? Le pregunté. Movió negativamente la cabeza. ¿Quieres lavarte la cara? demandé con desgano. El repitió el gesto. Pensé en la nata espumosa del jabón y mugre ahí reposada en la palangana y tuve el impulso de ir por agua limpia. Recapacité: ahora, un hijo al que no conocía y que nunca me había interesado, venía a cambiar las cosas. No estaba dispuesto a ello. Para que notara mi indiferencia le dije que si quería lavarse la cara lo hiciera con los residuos de agua, que eran suficientes. El siguió viendo por la ventana.

Como un mero formulismo solté ese ¿te gusta el pueblo? Sin separar los ojos del cristal me contestó: No me gusta lo que arrastra la gente". Me asomé y miré: Nadie arrastraba nada, y él repitió: "No me gusta lo que arrastran" ¿Qué? pregunté con enojo. "Eso oscuro", dijo con tristeza. ¡Ah, vamos, son las sombras! "¿Por qué no las dejan?" Porque no pueden. Tú también tienes la tuya, y puede ser muy grande o alargada según le dé la luz a tu cuerpo.

No quise seguir ahí respondiendo a curiosidades de niño, y para seguir con mi rutina, me fui a tomar unas copas. Le dije que volvería pronto con el desayuno, pero en la cantina mientras pensaba en nada dejé correr el tiempo hasta el atardecer. Cuando volví, ese pequeño hijo mío y por demás gran desconocido, estaba en la calle, tenía prendida una fogata que había hecho con basura. ¿Qué haces? cuestioné con verdadero asombro. "Quemo sombras; ya quemé la mía y la tuya también, papá".

Le entregué una bolsa con pan y frutas, entré y me tiré en la cama a observar el deterioro de mi espacio. Sentí una necesidad metafísica de escribir, pero fueron vanos mis esfuerzos. Poeta vacío. Sólo pude escribir una palabra: muerte. Corté el papel y me comí la palabra. La sola palabra escrita basta para acabar con un poeta, y ahora estoy aquí, en la cama, agonizando. Sé que a él lo llevarán con un hombre, mi hermano, y le dirán: es tu tío. El lo tomará de la mano sin decir palabra y sin sentir nada. El niño se desvestirá, ordenará su pantalón, camisa zapatos y se meterá a la cama. Despertará y mirará por la ventana. Luego saldrá a la calle para seguir quemando sombras.

Letanía de la supervivencia| Audre Lorde Para aquellas personas que vivimos en la orillaen el filo constante de la decis...
14/02/2023

Letanía de la supervivencia| Audre Lorde

Para aquellas personas que vivimos en la orilla
en el filo constante de la decisión,
cruciales y solas,
para quienes no podemos abandonarnos
al sueño de la elección,
quienes amamos en los umbrales,
mientras vamos y volvemos,
en las horas entre amaneceres,
mirando hacia dentro y hacia fuera,
al tiempo antes y después,
buscando un ahora que pueda alimentar
futuros
como el pan en la boca de las personas pequeñas,
para que sus sueños no reflejen
la muerte de lxs nuestrxs,

Para aquellas personas
que fuimos marcadas por el miedo,
esa línea leve en el centro de nuestras frentes,
de cuando aprendimos a temer mamando de nuestras madres
porque con este arma,
esta ilusión de que podría existir un lugar seguro,
los pies de plomo esperaban silenciarnos.

Para todxs nosotrxs,
este instante y este triunfo,
supuestamente, no sobreviviríamos.

Y cuando el sol amanece tememos
que no permanezca en el cielo,
cuando el sol se pone tememos
que no vuelva a salir al alba,
cuando nuestro estómago está lleno tememos
el empacho,
cuando está vacío tememos
no volver a comer jamás,
cuando nos aman tememos
que el amor desaparezca,
cuando estamos en soledad tememos
no volver a encontrar el amor,
y cuando hablamos
tememos que nuestras palabras
no sean escuchadas
ni bienvenidas,
pero cuando callamos
seguimos teniendo miedo.

Por eso,
es mejor hablar
recordando
que no se esperaba que sobreviviéramos.

Cartas de amor y repugnancia | Francisco Hernández De los cataclismos que han sacudido a Portugal, hay dos, para mí, ver...
01/02/2023

Cartas de amor y repugnancia | Francisco Hernández

De los cataclismos que han sacudido a Portugal, hay dos, para mí, verdaderamente lamentables. Uno, el que destruyó la ciudad de Lisboa en 1755 y el otro, quizá más doloroso, aquel que arruinó para siempre el corazón de Mariana Alcoforado.
Del primer sismo existen crónicas como la de Voltaire, en Cándido: “Se cubrieron calles y plazas de torbellinos de llamas y cenizas, hundiéronse las casas, caían los techos sobre los cimientos, y los cimientos se dispersaban y 30 mil moradores de todas las edades y s**os quedaron sepultados entre ruinas”.
El otro temblor al que me refiero tuvo lugar más de 100 años antes, no conozco reseñas pormenorizadas y la única víctima fue una monja que escribió cinco de las más bellas cartas de amor que se recuerdan. Han pasado 25 años desde mi primera lectura y el enigma, como todos los que a la pasión pertenecen, sigue conmocionándome, y los aciertos de quien los escribió continúan sorprendiéndome.
El destino o el fado, como dicen los portugueses, impone reglas, envía señales y determina el sitio del encuentro. Un día, aunque nada de esto se puede comprobar, Mariana Alcoforado, acompañada por otras religiosas, salió a pasear por las afueras de Lisboa. Desde un altozano vio a un hombre que la observaba montado en su caballo. A partir de ese instante, sabedores de la imposibilidad, decidieron descifrar lo sagrado y desollarse para llegar a la inocencia. Bien dice el escritor Antonio Muñoz Molina: “una mirada puede ser el instrumento nunca hallado de un crimen”. Se miran, es decir, se matan, cortando su respiración con aquel momento cristalino.
Él sabe que no podrá quitarle a esa mujer los hábitos de Dios y de la culpa.
La monja identifica en el capitán Chamilly a un prudente torturador y le consagra su vida.
El militar francés la seduce en los laberintos del convento, para después dejarla.
Ella desea perderse en los placeres. Sobre todo, en el de ser abandonada.
Él huye hacia el mar, a la región de Algarbe y después rumbo a Francia, para estar a las órdenes del rey.
Ella lo persigue con la insistencia de la palabra escrita y con algo más peligroso que cualquier campo de batalla: su alma intacta.
Él no da la cara. Prefiere ser sometido por la corte. Ella, conocedora de los martirios del encierro desde su infancia, ama la frialdad del capitán al alejarse.
Él lo siente: no está a la altura de una pasión tan grande.
Mariana Alcoforado no lo perdona y sus cartas se desbordan de celos, de orgullo, de reproches tardíos y súplicas humillantes.
Ignoramos casi todo de esta pareja y se duda, no sin razón, de su existencia. Desconocemos sus nexos con el mundo real y el sitio donde descansan sin reposo.
Aún así, nos reconocemos en la carne de tales fantasmas y, con suerte, alguna vez podremos transitar por el territorio minado donde intercambiaron lo más hondo del amor y de la repugnancia.
El capitán francés se acobardó. Por eso el olvido le sacó los ojos.
La monja portuguesa, en cambio, abrió su pecho en canal para entregarse a la locura.
Él definitivamente no existe. Ella, como antorcha que es, vive para iluminarnos el camino trillado del amor ciego.

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