09/01/2025
Acabo de estar en Camboya, un país muy lindo conocido principalmente por Angkor Wat, el templo hindú mas grande del mundo y patrimonio de la humanidad.
Estando en Camboya me di cuenta de muchas cosas. La gente, en general, vive con muy escasos recursos. No tienen libertad de expresión pues su gobierno no lo permite, pero la gente es feliz. Mi hija y yo nos fuimos en bicicleta (con un guía) a la parte del campo, donde vive la mayoría de la gente cultivando flor de loto y arroz, y siempre nos ofrecían una sonrisa, un saludo y eran muy amables. Caminamos a todas horas y nunca nos sentimos inseguras.
Un día nos levantamos muy temprano para ver el amanecer en Angkor Wat. Teníamos un tour privado en Vespas (motocicletas). El guía y los conductores pasaron por nosotros a las 4:30am. Llegamos al recinto y el guía nos dijo que nos veíamos después. Hubo algo de mala comunicación y le mandé un mensaje por whatsapp al dueño del negocio. Después de varios mensajes y de no poder comunicarnos bien, el dueño llegó al templo y dijo que nos iba a acompañar durante la jornada. Estaba muy apenado y yo también pues le dije que era mala comunicación, no mala onda de su parte o de la nuestra. Nos pusimos a platicar durante el transcurso de las visitas (es un francés super simpático así que ya que supimos que podíamos comunicarnos en francés todo fue mas facil) y al final me dijo "me encantaría que conocieras a mi esposa. tu espíritu me recuerda al de ella. Ella es, de hecho, la que comenzó este negocio". Quedamos en que haríamos lo posible para conocerla. Al día siguiente nos cancelaron una clase de cocina que mi hija y yo íbamos a tomar así que nos dio oportunidad de poder ir a cenar con Benoit y Akim (su esposa). Les estoy contando todo este preámbulo porque muchas veces no vemos las cosas que nos pasan como oportunidades o como bendiciones, sino como obstáculos. Pude haberme quejado de la falta de comunicación, pude haberme quedado en "esto es terrible y necesito que me compensen" o pude estar abierta a entender que lo que estaba pasando estaba pasando para algo. Igual cuando nos cancelaron la clase, en vez de pensar "Terrible! tenia mi día planeado" pensamos "bueno, para algo pasa esto y ahora nos da oportunidad de ir a cenar con Benoit y Akim".
Esta cena que tuvimos con ellos fue maravillosa y el principio de lo que creo será una buena amistad (uno nunca tiene suficientes amigos :) ). Akim nos contó su historia de vida. Nació en 1977 en Camboya; esa época fue una de las peores de la historia del país. Conocida como el Khmer Rouge, fue cuando hubo genocidio en el país para exterminar a todos aquellos que no fueran 'puros' y ademas que estuvieran en contra del regimen que quería estar en el poder. Akim nació en un hogar muy pobre. Mataron a todos en su familia pero dejaron con vida a su abuelo que estaba en un monasterio y a sus papás. Al padre porque hablaba chino, khmer y vietnamita, asi que podía servir de traductor. Akim tuvo 7 hermanos (la mamá comenzó a tener hijos a los 15 años). El papá un día decidió que no quería tener que ver con ellos y los abandonó. Ella tuvo que estar (sin zapatos, sin casa, sin escuela) buscando que comer en los basureros para sobrevivir. Dos de sus hermanos murieron y su mamá tuvo una crisis mental y se volvió violenta. La policía se llevó a la mamá y Akim y sus hermanos se quedaron solos y se acordaron que su abuelo era monje en un monasterio en Angkor y se fueron para allá. Llegando el abuelo los desconoció pero los monjes los aceptaron como discípulos (para ser monjes). Lo único es que para ser monje tienes que ser hombre, así que ella y su hermana mintieron y les raparon la cabeza y las cejas y se quedaron ahi un par de años. Akim nos contó que en la noche le daba miedo dormir en el mismo cuarto donde había muchos otros discípulos pues eran de todas las edades, y ella sabía que algunos se daban cuenta que no eran niños (intentaron abusar de ella muchas veces). Cada noche, por dos años, ella se iba a donde está la tumba de su bisabuelo y ahí dormía, adentro, escondida. Un día regresó su mamá y les preguntó si se querían regresar con ella. Dijo que si. Se fue a vivir otra vez en la calle con su mamá y su hermana y empezó a ir a la escuela. En el monasterio le habían enseñado a escribir, pero en sánscrito (otro idioma y otro alfabeto), así que cuando empezó la escuela 'normal' se dio cuenta que no sabia nada. Y muchos niños se reían de ella. En vez de desanimarse se quedaba despierta en la noche tratando de aprender lo que no había aprendido antes. Un maestro se dio cuenta de que ella le echaba muchas ganas y la quiso ayudar, pero, en la escuela no le permitieron seguir porque no tenia ni zapatos, ni la camisa del color adecuado (la escuela es gratis en Camboya pero tienes que tener el material). Así que la expulsaron. Su mamá seguía con problemas mentales así que ella, ahora entre 10 y 11 años de edad, decidió meterse al ejército. Mintió sobre su edad y dijo que era hombre (todavía tenia la cabeza rasurada). El ejército la tomó como tomaba a muchos niños y la pusieron en la torre donde tenía que tocar la campana si venían los enemigos. No era ideal pero al menos tenía techo y comida, y seguía ella estudiando en la noche lo que podía. Un dia tuvo su periodo (menstruación) y la persona a cargo le dijo "eres niña?" ella contestó "no lo sé" y la echaron fuera. Sin saber que mas hacer decidió que tenía que encontrar trabajo. Seguía sin tener zapatos, buscando comida de la basura. Sobreviviendo. Nadie le daba trabajo por su aspecto y falta de ‘habilidades’. Caminando se dio cuenta que había un lugar donde estaban construyendo un edificio. Llegó y la señora -dueña del lugar- la vio. Esto es lo qe ella me dijo" Me vio a los ojos. Por primera vez en mi vida alguien me veía y no le di asco y no solo pasaba de largo". La señora le preguntó que quería (pensando que iba a pedir dinero o comida) y Akim le contestó que quería trabajar. La señora le dijo "estamos abriendo un restaurante pero no abrimos hasta dentro de dos semanas. Ven entonces y te podemos dar algo de limpieza o ya veremos, mientras te puedo dar algo de comer para hoy". Akim le dijo "necesito trabajo ahora, ¿Puedo ayudar en la construccion o en lo que necesiten?" y esta mujer le dijo "¿eres una niña verdad? lo puedo ver porque estas muy linda y te ves con muchas ganas. ¿Quieres trabajar? te doy trabajo. Vamos a ver que puedes hacer". Akim nos contó que esta es la primera vez que alguien se detuvo a verla, escucharla, y a aceptarla como era y como estaba. La señora le permitió quedarse ahi. Un año después, Akim no estaba limpiando mas, había aprendido como manejar el negocio y estaba ayudándoles en todo lo que podia. Hablaba con los clientes y recordaba a los regulares, ayudaba en la cocina aunque no le pagaran por ello, limpiaba, hacia todo lo que podia para que el negocio floreciera aunque no fuera suyo. La familia le tomó mucho afecto y le ofrecieron un cuarto para vivir. Pero, un par de años después, cuando Akim estaba en posición de manager y le tenían toda la confianza, uno de los miembros de la familia no estaba muy contento con que ella estuviera ahi. La veían como competencia. Akim se dio cuenta de esto y decidió renunciar para no causar problemas en la familia. Y Akim, a sus 16 años, decidió que sabia lo suficiente ara abrir un pequeño restaurante (lo que en mexico llamamos ‘fonda’) en un lugar cerca de Angkor Wat donde no había nada. Pensó que la gente que iba al templo tendría hambre y era un buen lugar para ponerlo. Y asi empezó su carrera. La gente que la conocía del otro lugar (clientes) vinieron a su restaurante, la siguieron porque lo que ella ofrecía era servicio, sonrisas, etc., sus compañeros de trabajo vinieron a trabajar con ella. Y asi creció su restaurante y de ahi comenzó con su negocio de tours. Y con otro restaurante más. Y ahora, es una super empresaria con una familia muy linda, que habla varios idiomas y que sigue emprendiendo nuevos proyectos y apoyando a comunidades que lo necesitan.
Cuando ella nos contó su historia me puse a pensar en que el destino no nos da las mismas cartas a todos. A unos nos da tres reyes, a otros cuatro, a otros un par de 2 y a otros absolutamente nada. Pero no importa cual es la mano que te toca, lo importante es como la juegas. Todos podemos ser víctimas de nuestras circunstancias, o salir adelante a pesar de ellas. ¿Cuantas veces nos hemos quejado de que no estamos de tal o cual forma porque no tenemos las circunstancias/oportunidades adecuadas?, ¿Cuantas veces dejamos de intentar algo porque pensamos que no tenemos los suficientes recursos, conocimientos o lo que sea?
Akim nunca dejó de luchar. No estaba pensando en ser X o Y sino en sobrevivir, pero una cosa que me dijo es que ella siempre pensaba "un día voy a estar del otro lado y voy a pagarle al maestro por su gentileza y a demostrarle a mi abuelo que se equivocó al no reconocernos". Quizá lo que a ella la motivó fue un deseo de agradecer (al maestro) y de taparle la boca al abuelo. Sea lo que fuera, Akim nunca se puso a pensar en "pobre de mi, que desaforunada soy" sino en "¿como puedo hacer de esto una oportunidad para mi?"
Otra cosa que me impactó mucho de su historia es la importancia de ser un ser de luz en la vida de otros. No se trata de adoptar gente, simplemente de ver a los otros y ofrecerles una sonrisa o una palabra amable. De verlos. Nunca debemos subestimar el poder y el impacto que podemos generar en la vida de otros. Ya sea en un "creo en ti", en un "tu puedes", en un "aquí estoy para lo que necesites" o simplemente en ser amables y dar una sonrisa a todo aquel que se cruce en nuestro camino. En verlos. Estamos aquí para dejar este mundo mejor de como lo encontramos y nunca sabemos cómo un simple gesto que a nosotros no nos cuesta nada (como cederle el paso a alguien) puede impactar y cambiar la vida de la otra persona de manera positiva.
Me queda claro que de la historia de Akim puedo aprender esas dos cosas. Una, a nunca rendirme, a que no importa que tan mal esté este momento de mi vida, debo recordar que puedo crear mis propias oportunidades y que la situación de hoy es solo es eso, la situación de hoy y no la del resto de mi vida. Y dos, que puedo (y debo) ser para otros el catalizador para que tengan una mejor vida o, al menos, un mejor día.
Les mando un abrazo desde España y los dejo con esta foto de Akim, Benoit, mi hija y yo en nuestra cena.