06/11/2024
Mi mayor miedo se ha cumplido
El primer pétalo de la rosa ha caído. Mi bisabuela ha fallecido, y con ella se va una parte de la historia de mi familia. Solo es cuestión de tiempo para que este ciclo se repita con otros seres queridos, y ese pensamiento me llena de temor. Aunque no comparto el mismo dolor profundo de quienes convivieron con ella, siento su partida como un eco que me duele, porque afecta a los que amo: mi madre, mis abuelos, mis tíos… Cada uno de ellos lleva hoy una tristeza especial en el corazón.
Lamento no haber podido conocer a fondo a esa mujer tan magnífica, de la que solo me llegaron relatos tiernos, cuentos y dichos contados con amor por sus nietos. Ella, mi bisabuela, era una mujer que no conocía el cansancio, que enfrentaba el dolor con valentía y que, aun en medio de las sombras, encontraba la luz. Esa luz la guiaba, especialmente cuando se trataba de sus hijos, a quienes amaba con una fuerza profunda. Ella era el verdadero significado de dar la vida por los hijos, aunque esos hijos, a veces, no alcanzaran a devolverle el amor en igual medida. Su generosidad era una lección, un recordatorio de lo que significa amar sin reservas.
Los recuerdos que tengo de ella son fugaces, como la foto en la que la llevamos al decierto de los leones o cuando visitamos su pueblo. Era yo tan solo un niño, y mis memorias de esos momentos son borrosas. Pero hay un recuerdo que guardo en el corazón, uno que aún me hace sonreír. Recuerdo cómo, una vez, al servirme arroz con verduras, me puse a separar las verduras alrededor del plato porque no me gustaban. Ella, viendo mi terquedad, me regañó y, con una sonrisa traviesa, levantó una cucharita de madera, dispuesta a enseñarme una lección. Pero yo también tomé una cuchara, y en un instante estábamos en una divertida batalla de cucharas, como si fuéramos piratas. Mis primos reían alrededor de la mesa, y yo sentía la complicidad de su risa y su cariño.
Ese es el recuerdo que atesoro, porque en él está el espíritu de una mujer que amaba profundamente y que sabía disfrutar de los pequeños momentos. Es triste no poder compartir el dolor que mi familia siente hoy. Me hubiera gustado conocer mejor a esa maravillosa mujer que fue mi bisabuela. No todos tienen la fortuna de conocer a sus abuelos, y menos a sus bisabuelos. Por eso, aunque el tiempo compartido fue breve, me duele su partida.