18/03/2024
EL EMBRUJO
Mi nombre es Rubén, ya soy un hombre anciano, mis mejores años ya pasaron, actualmente solo espero con paciencia el día en que la muerte venga por mi,no me asusta, muy por el contrario quizás la espero con un poco de ansías, mi vida está repleta de vivencias, buenas y malas, pero la verdad es que hubo un error, un error que me marcó para siempre y que cambiaría el rumbo de mi vida.
Ese error me costaría bastante caro, un momento de flaqueza me condenaría para siempre. Para explicarlo quepasó debemos remontarnos 55 años atrás, yo soy originario de un pueblo de Michoacán, en México. Se llama Pátzcuaro una localidad pequeña pero muy colorida y bonita, llena de calles con mucha vida y gente trabajadora, allí nací y viví gran parte de mis años.
Desde muy joven me hice una novia, se llamaba Alejandra, la amaba mucho y apenas a los 17 años nos casamos, yo había trabajado muy duro para reunir un dinerito y construir una casita cerca la loma donde la tierra es más barata.
Yo soy de oficio albañil así que yo me encargue de construir nuestra casa, mientras tanto vivíamos con mi mamá y mi mujer ayudaba en las tareas del hogar. Después de un año teníamos ya nuestra casa y nos mudamos a ella.
Nuestra vida transcurrió con normalidad, tuvimos dos hijos y el tiempo avanzaba.
Tiempo después la loma donde había construido la casa se empezaría a llenar de más gente, fueron llegando a construir sus casas y en una de ellas llegaron un par de ancianos que tenían una nieta. Esa nieta debo confesar que era más joven que yo, yo empezaban a rondar los 30 y aquella muchacha apenas llegaba a los 20.
De solo verla me hizo suspirar y al llegar del trabajo dirigía mi mirada hacía su casa para buscarla, me atraía bastante. En una ocasión al salir la ví llegando con sus abuelos, yo los salude y le sonreí a la chica, al bajar de su auto se les rompió una bolsa, habían ido al súper y al bajar las bolsas se había roto una, les ayude a juntar las cosas y entre hasta la casa para dejarle sus cosas, me agradecieron y ahí me enteré que ella se llamaba Montserrat.
Ella se me quedó viendo y yo lo noté, le sonreí y le dije cuidando que sus abuelos no me escucharan que estaba bien bonita y a partir de ese momento, ella empezó a fijar su atención en mi.
Con el pasar de los días cada mañana me la encontraba al salir a mi trabajo y cada tarde al regresar a casa, nos saludabamos y me dirigía miradas acompañadas de sonrisas.
Un día sábado por la mañana, alguien tocó la puerta se trataba de ella, de Montserrat se había tomado la molestía de preparar una jarra de agua de limón, la verdad se veía deliciosa, tenía muchos hielos y con el calor que hacía se me hizo agua la boca. Me dijo que era un regalo y que me la acabara toda.
Pasaron los días y noté que Montserrat cada vez más seguido me llevaba vasos de agua fresca, la verdad estaba deliciosa.
Poco a poco empecé a sentirme raro, me sentía como con ansiedad, esperaba con ansías el momento del día en que Montserrat llegara con agua para mi.
Para ese entonces mi esposa estaba un poco enferma, había adquirido una fuerte infección en el estómago días atrás, la lleve al hospital y le recetaron medicina, reposo y una dieta líquida.
Duro cerca del mes en estado delicado de salud, la mayor parte del día la pasaba acostada y entre semana mientras yo trabajaba, mi suegra cuidaba a nuestros hijos.
Una enorme atracción se empezó a apoderar de mi, cada vez mas parte del día la pasaba pensando en ella, en Montserrat, yo realmente no sé por que, es decir si, me parecía atractiva pero es como si pensamientos me llenaran la cabeza de ideas de que hacer con ella. Nunca antes me había pasado, además de que extrañas preguntas asaltaban mi cabeza tales como:
- Qué tal si me voy con ella esta noche
- Que tal sería iniciar una nueva vida con Montserrat
- Que no era tan grave dejar a mis hijos y esposa por esta nueva mujer
Y cosas así que nunca antes había contemplado, la verdad mi mente estaba todo el día con pensamientos de este tipo dandome vueltas, me estaba volviendo loco, me sentía como un perro.
Al día siguiente en el trabajo, llegó uno de mis compañeros para avisarme que una chica estaba fuera y me buscaba, era ella, era Montserrat.
Me pregunto en cuanto salía a comer y le dije que en media hora, me preguntó si podíamos comer juntos le dije que sí.
Ya comiendo me empezó a preguntar sobre mi esposa, sobre mis hijos y sobre cosas personales, ella en medio de la conversación me dio a entender que nos podríamos ir juntos a la ciudad a comenzar una vida, además me hablaba de que podíamos escaparnos esa misma noche.
Quedé sorprendido, realmente era como si mis pensamientos los tuviera conectados a los de ella. Era como si me pudiera leer la mente, esos pensamientos míos ella los estaba colocando sobre la mesa, todo era muy raro, sentía como si ell tuviera la capacidad de leerme la mente.
Lo que pensaba ella lo decía. Yo me asuste demasiado, le dí largas y terminó la hora de la comida, ella quedó en ir por mi a la hora de la salida y me retiré del comedor.
Se llegó el cierre del día y ahí estaba Montserrat, yo me comunique con mi esposa, le dije que me quedaría a hacer horas extras y ella me dijo que no había problema.
Al colgar la llamada sentí remordimiento de conciencia y culpa, pero al mirar hacía la entrada, ví a Montserrat y la culpa se disipó.
Fuimos a un bar, ahí tomamos y platicamos mucho, recuerdo que cada que la veía yo me sentía como hipnotizado. Pasaron las horas y las copas se vaciaban, para ese entonces ya estábamos mas muntos, de pronto nos abrazabamos y nos dábamos besos. Salimos de ahí y fuimos a un lugar más privado, aquella noche rompí el juramento más sagrado que había hecho en mi vida, aquella noche le fui infiel a mi mujer, le fallé a mis hijos y a mi mismo.
Por la mañana la cruda moral era mayor que la cruda de alcohol, llegué a casa y mi esposa asustada me preguntaba que si estaba bien que porque no contestaba las llamadas, no pude mentirle, le conté todo.
Las lágrimas cayeron por su rostro y me dejó ahí hablando solo, me costó mucho verla aun convaleciente como armaba sus maletas y salía de la casa se iria con su mamá, esto que hbíamos construido había terminado aquél día, mi familia la había destruido por una desición.
Pasaron los días y yo seguí viviendo ahí, asistía al trabajo y en ocasiones Montserrat me visitaba al trabajo y me llevaba de comer, seguíamos en comunicación y en ocasiones dormía en mi casa. Yo estaba roto, realmente me sentía vacío, el cuerpo de Montserrat y vivir esta experiencia era un castillo de arena que se había roto apenas comenzó.
Pasaron los meses, intenté comunicarme con mi esposa pero mi suegra me lo evitaba, solo podía ver a mis hijos los domingos un par de horas.
Tome una decisión, cite a Montserrat para hablar con ella, le dije ya no quería nada con ella y había tomado la decisión de irme del lugar, quería dejar mi antigua vida, ahí en ese pueblo ya no había nada para mi. Como es natural, ella se molestó, casi me golpea y yo tuve que controlarla y evitar que me causara daño.
A la noche tocaron la puerta de mi casa, era Montserrat, llevaba un pastel que ella había horneado, me dijo que quería disculparse por su reacción . Y ví en eso la oportunidad de terminar bien con ella.
Nos sentamos a la mesa y lo comimos, estuvimos un par de horas y se retiró, me dijo que yo no la iba a olvidar jamás y me dedicó una sonrisa.
Al día siguiente me puse en marcha, iría a estados unidos para comenzar de nuevo, trabajar y enviarle dinero a mis hijos para que no les faltara nada.
Después de dos días y muchos kilómetros llegué a mi destino. Apenas llegar, un dolor cayó en mi estómago y no me abandonó jamás.
Encontré un trabajo en una constructora y empecé una nueva vida, me dedicaba solo al trabajo, enviaba dinero a mis hijos y me concentré solo en trabajar.
Pasaban las semanas y el dolor que tenía no se iba, iba al médico pero no arrojaban nada los estudios, busqué varias alternativas pero nomas nada. Un compañero del trabajo con el que hice amistad rápidamente sabía de mi dolor y le platiqué que no se iba con nada, él era cubano y me platicó de extraños rituales de brujería que allá se realizaban.
Me dijo que tenía un conocido que se dedicaba a hacer limpias, que si no había encontrado soluciones con la medicin tradicional, nada perdía con intentarlo con brujería para curarme.Yo le dije que no creía en esas cosas y que no anduviera inventando cosas. Él se molestó y yo seguí en lo mío.
Pasaban los meses y todo seguía igual, los dolores los tenía día y noche, no me permitían descansar, me tenían cansado.
En la desesperación recurrí a mi amigo, me disculpe por haberle faltado al respeto cuando me habló de la brujería, el me llevo al día siguiente.
Efectivamente, cuánta razón tenía mi amigo, me tenían bien trabajado, había sido víctima de brujería, alguien me había hecho un trabajo.
El brujo o chamán no se como llamarle, realizó una limpia, encendió copal, s**o ramos que me pasó por todo el cuerpo y me dio de tomar unos tés preparados, terminé muy cansado después de esa sesión.
Fueron varias las veces en que visitó su domicilio, pero no veía mucha mejoría el dolor si bien ya no estaba todo el tiempo, si iba y venía y la sensación de asco la tenía siempre.
Al cabo de unos años dejé de caminar, mis piernas de pronto una mañana al despertar me di cuenta que ya no responden, habían dejado de funcionar, una silla de ruedas se volvieron mis nuevas piernas.
Así estoy hoy en día, anclado a esta silla de ruedas y en el extranjero, viviendo en la miseria, la madre de mis hijos se volvió a casar y por lo que supe es muy feliz, mis hijos crecieron sin mi y de Montserrat ya no supe nada.
Yo solo espero que llegue el día en que Dios me llame para rendir cuentas y ya por fin pueda descansar, lo último que les voy a decir es que la brujería se la tomen en serio, que con ella no se juega.
Créditos: Relatos Inevitables.
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