05/02/2024
Buenos días, mundo.
La Fiesta de San Blas en Torrent: Un Recuerdo de Infancia
Por Francisco José Arnau Roig
Torrent, a 4 de febrero de 2024 - Torrent despierta cada 3 febrero al calor de una de sus festividades más reverenciadas: la fiesta de San Blas. En esta época del año, el bullicio se toma las calles, la devoción se mezcla con la alegría popular, y la ciudad se transforma en un tapiz de entusiasmo colectivo que rinde homenaje a una tradición arraigada en el corazón de sus habitantes. Pero ¿Qué significa realmente la fiesta de San Blas para Torrent y para aquellos que, año tras año, se congregan en torno a su celebración?
San Blas, considerado protector contra los males de garganta, es más que el patrón de un milagro específico; es el símbolo de una fe que trasciende lo cotidiano y se materializa en actos de comunidad. Es tradicional en la fiesta que los torrentinos acudan a la bendición de los "panets de Sant Blai" y gaitos un acto que conjuga religiosidad y cultura alrededor de un panecillo que será guardado con devoción, en un rincón del hogar, durante todo el año.
Cuando era niño, la Fiesta de San Blas era uno de los momentos más esperados del año. Cada 3 de febrero, Torrent se transformaba en un escenario de color, de música y de alegría, donde los torrentinos y torrentinas celebrábamos nuestra cultura y nuestra fe. Era una fiesta que me hacía sentir parte de algo especial, de una comunidad que tenía una historia y una identidad propias.
Recuerdo con cariño los preparativos de la fiesta. Mi abuelo me compraba un “gaiato”, un bastón de pan que llevaba una cinta roja y una imagen del santo. Era el símbolo de la fiesta, y yo lo llevaba con orgullo por las calles. Mi padre me regalaba una pelota de San Blas, una bola de cuero con una goma elástica que me divertía durante horas. Con ella, jugaba con mis amigos a perseguir a las chicas que nos gustaban, o a hacer malabares con las manos.
La feria era otro de los atractivos de la fiesta. Me encantaba pasear por los puestos, donde vendían todo tipo de dulces, juguetes y artesanías. Allí, podía encontrar desde algodón de azúcar hasta trompos, pasando por churros, gomínolas o caramelos. Y como no el aceite bendecido, después de pelearme con mi madre por hacer esa cola infinita para mí.
Pero era lo que más me emocionaba de la fiesta era la visita a la Ermita para ver San Blas. Allí, podía ver al santo, que estaba vestido con una capa y una mitra, y que sostenía un gran bastón. Era el protector de la garganta, y yo le rezaba con devoción para que me librara de los catarros y las anginas. Era un paraíso para los niños, era la fiesta de los más pequeños y yo con mis primos, nos sentíamos los protagonistas de ese sueño. En definitiva, San Blas era el Rey Mago rezagado, porque solo nos traía dulces, bendiciones y nos protección de los posibles catarros.
También recibía la bendición del aceite, que consistía en que el cura me ponía dos velas cruzadas sobre la garganta y me decía unas palabras en latín. Era un ritual que me impresionaba y me tranquilizaba al mismo tiempo.
Después de la bendición, me reunía con mi familia para comer la Casola de San blai, un arroz seco hecho al horno, cuya la receta es, 300 g de taquilla de ternera 100 g de tocino 2 tiras de chuletas magras de cerdo 250 g de hombro de cordero. Huesos, garrón, cuervo, rodilla y médula ósea de ternera. 3 butifarras 3 blanquetes. Verduras, un nabo, una chirivía, una zanahoria, un cardo y si se quiere, judía verde 250 g de garbanzos.
Y la tradicional pelota dulce y se haca., una pizca de canela 1/2 limón rallado, dos cucharaditas de azúcar 250 g de almendra molida, dos yemas de huevo 150 g de manteca de manteca de cerdo Mezclamos bien mezclados en un cuenco las dos yemas, media cucharadita de canela en polvo y una o dos cucharaditas de azúcar, la almendra molida, la manteca y el limón. Lo amasamos y pisamos. Lo apartamos.
Era un manjar que me encantaba, y que me hacía sentir el sabor de mi tierra. También de postre, no podían faltar los “Santblaiets”, unos dulces de almendra y azúcar que eran una delicia.
La fiesta terminaba con la procesión, donde el santo recorría las calles de Torrent acompañado por la banda de música y los fieles. Yo seguía el cortejo con mi gaiato y mi pelota, y cantaba las canciones populares que hablaban de San Blas. Era un momento de júbilo y de comunión, donde todos los torrentinos nos sentíamos unidos por la misma fe y la misma cultura. Hoy en día, los niños pertenecientes a la Cofradía de San Blas, son seleccionado y son llamados a ser clavarios, y son los que representan a los niños torrentinos. Vestidos de clavariesas y clavarios, acompañan al santo en todo momento de devoción.
Hoy, la Fiesta de San Blas sigue siendo una de las celebraciones más queridas. Aunque el tiempo ha pasado y algunas cosas han cambiado, la esencia de la fiesta sigue siendo la misma. Sigue siendo una fiesta que me hace recordar mi infancia, que me hace sentir nostalgia por aquellos días felices, que me hace reencontrarme con mis raíces y con mi gente.
Por eso, desde el recuerdo, celebro San Blas. No solo por el santo, sino por los momentos, las emociones y las tradiciones que me han marcado como torrentino. En cada “gaiato”, en cada pelota, en cada “santblaiet”, encuentro un pedazo de mi historia y de mi identidad.
¡Feliz San Blas, Torrent! Que el recuerdo siga vivo en nuestra memoria y que la fiesta siga siendo un motivo de orgullo y de alegría para todos.