Cada vez que la gente me dice que el esoterismo y las ciencias ocultas no sirven o son mentira, no puedo dejar de pensar en Isaac Newton o Pitágoras, que conocían las ciencias de las matemáticas ocultas enseñadas solamente a los que entendían a las estrellas, no puedo dejar de pensar en Hipócrates, Andrea Vesalio, en Paracelso, que sentaron las bases de la medicina, la anatomía y de la farmacología.
Cada vez que me dicen que eso de la astrología es charlatanería, no dejo de pensar en Hipatia de Alejandría, Giordano Bruno o Galileo Galilei que sentaron las bases de la astronomía gracias a la observación de los planetas y de los astros, o no dejo de pensar en Gustav Jung que dejó un antecedente para entender como la psíque humana fue conjuntada en estos conocimientos.
Cada vez que me dicen que la alquimia es una pseudociencia, no dejo de pensar en todo lo que esta le permitió a la química, a la medicina, a los árabes y a los orientales llegar a sus milenarios conocimientos que hoy en día despreciamos solo porque la cultura bajo la cuál estamos creciendo, floreció por una ideología dominante de desprecio hacia el pasado.
Las ciencias ocultas, las proto-ciencias, no son perfectas, desde luego, pero negar su funcionalidad es negar todo lo que hoy en día conocemos junto con el progreso y los conocimientos que ahora tenemos.
Y si lo poseemos, es gracias a que hombres y mujeres dieron y arriesgaron su vida para dejar un gran legado a la humanidad, ya sea en solitario o bien, iniciándose en ordenes esotéricas y mágicas que les cambiaron su vida y cambiaron la vida de la humanidad.
Hombres y mujeres que, en silencio y sin rostro, trabajan en su crecimiento personal y en el crecimiento de la sociedad, pues entienden que lo único que se necesita para que "el mal", el egoísmo tomen este mundo, es no hacer nada. Sin embargo sépanlo, de una vez, que hay Seres de virtud, que trabajan en las penumbras su propio trabajo interno para poder trabajar, e