Relatos Eroticos Bi-Gay

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20/04/2013

Alguien por aquí, chicos que os parece si hacemos dinamicas para conocernos más?

07/01/2013

alguien activo?!

MI PRIMERA EXPERIENCIA BISEX(Relato Bisexual)Hola a todos. Para los que no me conozcáis me llamo David, tengo 29 años y ...
04/08/2012

MI PRIMERA EXPERIENCIA BISEX
(Relato Bisexual)

Hola a todos. Para los que no me conozcáis me llamo David, tengo 29 años y soy de Barcelona. Este relato, como cualquiera que escriba, es 100% real. Sí, sé que todo el mundo lo dice, pero es cierto. Sinceramente, no le veo la gracia a inventar. Y si se hace, debería publicarse el relato en la sección “Fantasías”.

Por otro lado, el relato de esta experiencia va dedicado a una amiga que he hecho via mail gracias a esta página, que me ha animado a contar lo que a continuación viene, ya que según ella “no es muy normal que un chico hable abiertamente de sus experiencias homo”. Pues eso, ¡va por ti!

Ante todo deciros que esto sucedió hace ya unos años, 3 o 4 tranquilamente, y aunque recuerdo perfectamente la esencia de todo y todo lo que hice y cómo lo hice, evidentemente los diálogos son pura ficción basada en la realidad. Y también deciros que me considero (o consideraba, vete tú a saber, plenamente heterosexual).

Esto sucedió hará, como os digo, hace unos 4 años. En ese momento no estaba saliendo con ninguna chica, e iba salidísimo. Así pues, entrando en chats y demás, me dio por entrar en una sala de bisex. Lo cierto es que ya desde hacía tiempo me daba morbo y tenía mucha curiosidad por saber qué se siente al estar con alguien de tu mismo s**o (y creo que más de uno opina igual, aunque no lo reconozca). Por otro lado, me considero una persona muy abierta en el plano sexual. Me explico: llevo a rajatabla el famoso dicho de “nunca digas de esta agua no beberé”. ¿Cómo puedo decir que algo no me gusta si no lo pruebo?, y siempre estoy buscando nuevas experiencias y nuevas formas de disfrutar del s**o.

A lo que iba… empecé a entrar en salas de bisex y de g**s, movido por la curiosidad y el morbo, y bastante decidido a quedar con algún chico para probar. ¡Qué decepción!... mi nick siempre era Novato, para dejar claro que no tenía experiencia, y eso debía atraer a los moscones. Sólo me hablaban pandas de salidos, y posiblemente criajos que sólo buscaban cachondeo. Y los pocos que me hablaban en serio resultaban ser o muy mayores (unos 40 y pico o 50) o lo que para mí son moles… yo soy bajito (1,60) y delgado (unos 50kg), y sinceramente, no me hacía ninguna gracia quedar o dejar abierta la posibilidad a quedar con alguien de 1,80-90 y con buena constitución física que luego pudiera obligarme a hacer cosas que no quisiera. No era tarea fácil.

Hasta que un día me abrió Alex. Alex tenía una edad similar a la mía (yo tendría unos 25-26) y me cayó bien desde un principio: educado, cordial, alegre, sin pedir fotos, sin hablar soezmente… Le conté lo que buscaba, alguien con quien probar, pero tampoco buscaba s**o completo. Sería mi primera vez y quería saciar mi curiosidad. Cuando me perguntó hasta dónde querría llegar lo tenía clarísimo: pajas, ma**das, alguna comida de c**o… nada más. No me veía, hablando claro, ni follando ni siendo follado. No lo negaré, tenía miedo. Pero Alex me cayó bien y finalmente nos dimos los msn.

Los días… y las semanas siguientes seguimos hablando por msn, y el chico cada vez me caía mejor. Pero cada vez que me decía de quedar para conocernos yo me echaba atrás. Miedo. Vergüenza. Timidez. No lo sé, quizá una mezcla de las tres cosas. Pero él tampoco presionaba.

La verdad es que hablando con él me sentía a gusto, seguro, no me sentía presionado ni intimidado, y su 1,65 y 50 y pocos de peso lo convertían en un buen candidato a cometer mi pequeña locura.

Una noche fui a un bar, como suelo hacer, con un compañero de trabajo a ver un partido del Barça. Finalizado el partido él se fue a casa y yo decidí quedarme a tomarme la última en el bar, ya que al día siguiente no trabajaba. Y al no estar mis padres en casa (aún vivía con ellos), no tenía que rendir cuentas a nadie. Pero estar solo aburre, y para pasar el rato me conecté al msn desde mi móvil. Ahí estaba él. Empezamos a hablar y le dije que estaba en un bar, que estaba tomando unas cervezas…bla bla bla… y él, en un momento determinado, volvió a insistirme en quedar, en ir a su casa. Supongo que fue el efecto de las cervezas que ya llevaría encima lo que me hizo decirle que sí. Que me apetecía quedar con él. Y creo que él se quedó más sorprendido que yo de mi respuesta. Él mismo me preguntó si estaba seguro. ¿Cómo no iba a ofrecerme confianza preguntándome eso?. Le dije que sí, pero dejando las cosas claras: que no quería fo**ar, quería probar todo lo que eran los juegos previos. Él estaba de acuerdo.

Las piernas me temblaban, pero tomé la decisión. Fue un pensamiento de “ahora o nunca”. Y salí del bar en dirección al metro, ya que él vivía a 4 paradas de donde estaba.

Al llegar a su portal creo que tuve 4 intentos antes de llamar al timbre. Cada vez que iba a marcar, me lo pensaba y me iba, para luego regresar. Así una y otra vez. Pero bendita cerveza (imagino), al final pulsé el timbre de su piso. Cuando contestó “¿quién es?” me salió un David de voz entrecortada. Lo recuerdo como si fuera ahora. Estaba cagado de miedo, realmente nervioso. Pero cuando la puerta se abrió… no dudé. Entré. Joder. ¿Tenía que ser un tercero sin ascensor?... a cada paso me preguntaba qué estaba haciendo, a cada paso me planteaba dar marcha atrás. Pero al mismo tiempo la curiosidad y el morbo me hacían avanzar. Hasta llegar a su puerta. Por suerte no tuve que llamar, ya estaba abierta y con él esperando. Era un chico, como me había dicho, de 1,65-1,70, delgado, pelo corto, casi rapado, con una constitución normal, no delgado ni musc**oso, y vestido con un pantalón de chándal y una camiseta.

- Hola – fue todo lo que pude decir.

- Hola

Y me saludo con dos besos en la mejilla, que si bien me pusieron algo más nervioso de lo que ya estaba, no rechacé.

Me hizo pasar al salón de su piso, pequeño pero bien arreglado, y me hizo sentar en el sofá, donde me ofreció algo para beber. Al poco, a falta de cerveza (por dios que la necesitaba) me trajo una Coca Cola, y empezamos a hablar de temas ba**les que habíamos comentado por msn… trabajo, aficiones… hasta que abordó el tema que me había llevado a su casa.

- ¿Y por qué quieres probar?

- Pues no se, nunca lo he hecho y tengo cuiriosidad.

- Pero, ¿te gustan las chicas?

- Sí, pero no sñe, me da morbo – contesté. Siempre con voz entrecortada.

- Te veo nervioso…

- Sí… un poco, la verdad.

Y en ese momento empezó a acariciar mi pierna por mis tejanos, subiendo hacia mi entrepierna poco a poco.

- Tú tranquilo, ya verás – me dijo.

Y en ese momento noté su mano acariciando mi polla por encima del pantalón. E increíblemente me noté totalmente trempado. Tenía una erección de caballo.

Con mi mano empecé a acariciar su brazo, y él acercó su cara a la mía, para empezar a besar mi cuello. Dios, qué gozada… Y su boca avanzó hasta mi boca, donde me dio un pico. Luego otro. Otro más, y con sus labios abrió los míos mientras no dejaba de sobar mi paquete.

Su lengua entró en mi boca… y lo cierto es que no me gustó. No sé, o no besaba bien o el beso de un chico es totalmente diferente al de una chica, pero no me gustó, así que, con delicadeza aparté mi boca y me dediqué a su cuello, a lo que él respondió con un gemido.

No sé en qué momento mi mano se posó entre sus piernas, notando en mis manos, a través de la ropa, una polla muy dura. Él sonrió y cogiéndome de la mano me dijo un simple ven, y me llevó a su dormitorio.

Al llegar a él intentó volver a besarme, y de nuevo volví a esquivar su boca… él lo cogió al instante, y se olvidó de ella, para empezar a desabrochar mi cinturón y pantalón… Yo estaba a mil, la tenía dura como pocas veces, y cuando por fin los bajó acompañados de mis calzoncillos saltó como un resorte. Él la cogió con su mano y empezó a pajearme lentamente. No sé bien como describir lo que sentí. Pero el tacto de un hombre me pareció totalmente diferente al de una chica, no sé, más rudo quizá, menos suave, pero me encantó.

Me senté en la cama, sin él dejar de masturbarme, y su entrepierna quedó delante de mí. No lo acabo de entender pero todos mis temores habían desaparecido, mis nervios ya no estaban, y simplemente estaba caliente. Muy caliente. Y enfrente aquél paquete. Con mis manos empecé a bajar su pantalón de chandal, y enfrente quedó un slip a punto de rebentar que empecé a sobar para finalmente bajarlos. En frente mío quedó una polla erguida. No sé si decir grande o pequeña, desde luego creo que de un buen tamaño, y más grande que la mía, y sin dudarlo apenas un instante la cogí con mi mano derecha.

La sensación que tuve fue extrañamente placentera, notar la polla de otro hombre en mi mano me encantó. Supongo que las chicas ya estáis acostumbradas, obviamente, a la sensación, así como los g**s y buses que estéis leyendo esto, pero también coincidiréis en la sensación de esa primera vez en que notas algo duro y muy, muy caliente en tu mano. Empecé, como él, a pajearle lentamente, disfrutando de cada pligue de su piel, y sin poder apartar la vista de ella. Y poco a poco empecé a acercar mi cara a ella, hasta tenerla delante de mis labios.

Sin apenas dudar la besé en la punta, notando la humedad que ya desprendía, y poco a poco, sin pensarlo, abrí la boca y empecé a meterla en ella.

Impresionante, es la única palabra que me viene a la cabeza para describir lo que pensé. Lo más impensable me estaba sucediendo: me estaba encantando notar ese trozo de carne en mi boca. Empecé a recordar cómo me gusta que me la chupen a mí y empecé a saborear. Su polla entraba y salía de mi boca lentamente, al ritmo que yo marcaba, metiéndola lo más hondo que podía para una vez dentro mover mi lengua lamiendo cada centímetro. De vez en cuando la sacaba del todo y recorría toda su extensión con mi lengua, hasta llegar a sus testíc**os y tras lamerlos un poco, meterlos en mi boca y succionarlos. Él hacía rato que ya no me tocaba, pero no me importaba. Estaba disfrutando como no imaginé que lo haría. Sólo quería seguir chupándosela a Alex, mientras masajeaba sus huevos y con un dedo masajeaba la entrada de su c**o, metiendo cada vez un poquito más un dedo en él. Notaba mi boca llena, con un trozo de carne caliente, y el sabor de su líquido preseminal en mi lengua. Alex gemía sin parar, dándome a entender que aquello le gustaba… y mucho, imagino. Y yo no podía parar. Mi dedo índice, a su vez, estaba ya metido en su c**o, follándole, cuando de pronto sus gemidos e hicieron más fuertes y noté como su polla palpitaba. Veía claro que iba a correrse.

Le cogí de las nalgas. Siempre decía en el msn y en los chats que noq uería llegar a ciertos extremos, pero lo cierto es que en ese momento lo único que quería era probar el sabor de su leche. Quería, deseaba que se corriera en mi boca. Pero hizo fuerza hacia atrás y se salió de mi boca, muy a mi pesar, dejando un hijo de saliva entre mis labios y su polla. Sin darme tiempo a reaccionar se tiró sobre la cama, boca arriba y empezó a correrse encima suyo. Me encantó ver los chorretones de semen en su abdomen, goteando. No fue una corrida abundante, pero diría que no estuvo mal.

Sin pensarlo me incliné y volví a introducir su polla en mi boca, recogiendo restos de leche que saboreé. Dios, eso me volvió a poner a mil, me encantó su sabor. Jamás me había imaginado probando la corrida de otro tío, y ni mucho menos descubriendo que me gustara. Pero increíblemente él me separó.

- No – me dijo

- ¿Por qué?...déjame… -respondí.

- Es malo, David

- ¡¿Malo?!

Dios mío, en qué narices pensaba ese chico. ¿Cómo que malo? (con lo que a mí me gusta además correrme en la boca de las mujeres…..). Pero estaba disfrutando demasiado del momento para discutir por nada, así que me separé y me tumbé en la cama quitándome la camiseta.

Él debió entenderlo al momento, y tras limpiarse los restos de leche con un kleenex se giró hacia mi. Empezó a mordisquear mis pezones mientras con su mano acariciaba mi polla… qué gozada… y poco a poco su cabeza fue bajando hasta llegar a mi entrepierna.

Como si fuera un helado empezó a lamer mi polla a todo su largo, desde la punta hasta la base de los huevos, llegando a bajar a dar pequeños lametones en mi c**o… eso me encantaba… y finalmente se decidió a engullirla. Me la empezó a ch**ar poco a poco, despacio, deleitándose, follándome lentamente con su boca, mientras con sus manos masajeaba mis testíc**os. Yo disfrutaba, pero también he de decir que no noté una gran diferencia entre que me la ch**ara él o una chica. Quizá él sabía mejor cómo mover su lengua, pero ni de broma me estaba excitando tanto como habérsela comido yo a él. Lo impensable, vamos.

Mis niveles de excitación estaban igualmente al máximo, y al poco de estar chupándomela noté que me iba a correr. Después de haber visto que no le gustaba en la boca no pude hacer más que avisar, y se apartó sin dejar de pajearme con su mano, mientras me corría encima mío.

Alex se tumbó a mi lado, me sonrió y me preguntó que si había disfrutado.

- Mucho más de lo que imaginaba, tío. ¿Y tú?

- Me alegro mucho, yo también la verdad –contestó-. Oye, ¿en serio que era tu primera vez?

- Sí, te lo prometo.

- Pues lo haces muy bien, en serio.

- Gracias – fue todo lo que atiné a contestar. Posiblemente se lo decía a todos.

Lo cierto es que ahora sí me sentía un poco estúpido y me levanté para limpiarme un poco y vestirme. Él se quedó un poco chof, pero le dije que me tenía que ir. No sé por qué lo hice, quizá porque había sido una experiencia más fuerte y mejor de lo que esperaba y quería tener un tiempo para mí.

Me había liado con un tío. Se la había chupado y me había gustado. Ese es el resumen.

Nos despedimos con un pico y la promesa de seguir hablando por msn y whatsup.

Unos pocos días después Alex se fue de vacaciones, y a la vuelta mi volumen de trabajo no me dejaba quedar con él. Al mismo tiempo sucedió lo impensable: conocí a una chica y empecé a salir con ella.

Alex me mandaba contínuos whatsup o me abría el msn preguntándome si estaba bien, si no quería saber más de él, que le gustaría repetir conmigo… pero mi respuesta era siempre la misma: ahora salgo con una chica y no puedo. No voy a engañarla. Pero al mismo tiempo, cuando no estaba con ella, en muchas de mis sesiones masturbatorias lo que me venía a la mente era la polla de Alex en mi boca, y poco a poco me fui dando cuenta de que quería repetir. Así que un día que salí pronto de trabajar y que mi novia no podía quedar le mandé un whatsup… “¿quieres que nos veamos?, ¿estás en casa?”. Y la sopresa fue cuando me dijo que sí a ambas preguntas.

Me remordía la conciencia por mi chica, y varias veces, como la primera vez, estuve a punto de no ir hasta su casa, pero el morbo me podía, supongo que ahora además aumentado por ese punto de “lo prohibido” que era poner los cuernos a mi novia…¡con un tío!, así que llegué a su casa y no dudé en llamar al timbre.

La misma situación que la primera vez. De nuevo un chandal y camiseta, y de nuevo una Coca Cola. Nos pusimos a hablar de cómo nos había ido todo, ya que habían pasado como 6 meses… y yo medio disculpándome por no haber dado señales de vida, pero alegando que ahora estaba con una chica y me sabía mal engañarla. Él alegaba que lo entendía pero que me planteara mi sexualidad si le ponía los cuernos con él. Yo no dudaba, ni dudo. Le dejé bien claro que lo mío para con él era sólo morbo y s**o, y que de ahí no pasaría, y que el hecho de que lo disfrutara no implicaba que fuera gay, sino que en todo caso era bisexual.

Noté que la conversación estaba siendo demasiado seria, y sin dudarlo la trasladé al plano sexual, preguntándole por sus rolletes y novios… y para acabar diciendo que muchas veces me acordaba de aquella noche y lo mucho que había disfrutado.

Eso debió de funcionar porque de pronto noté como su entrepierna había crecido. Y esta vez, ya sin dudarlo, alargué mi mano y empecé a acariciarle. Él sonrió y se acercó a mí para besarme. Esta vez no dudé y le dije directamente que no quería besos, pero que fuéramos al dormitorio. Alex se levantó y nos fuimos hacia él, al tiempo que se quitaba la camiseta.

Al llegar me bajé los pantalones y el calzoncillo, y descubrió que ya estaba totalmente trempado. Alex me hizo tumbarme de nuevo en la cama y empezó a lamer mis huevos y mi polla, antes de metérsela en la boca y empezar a chupármela. De nuevo estaba yo a mil, disfrutando de su ma**da, pero no era eso lo que yo quería, así que al poco le aparté la cabeza y empecé a morder su cuello, a bajar por su pecho y su abdomen, y hasta llegar a su entrepierna. De nuevo aquella polla delante de mí, brillante con líquidos preseminales. Y sin dudarlo la metí en mi boca.

Empecé a ch**arla con fuerza, con ganas, metiéndola hasta el fondo y de vez en cuando sacándola sólo para ch**ar sus huevos…. Y lo que no imaginé que haría: su c**o. Empecé en un determinado momento a lamer su c**o como si fuera un c**o, tratando de meter mi lengua en él. Y me gustaba. Vamos si me gustaba. Y estaba claro por sus gemidos que aél también. El sabor era raro, pero a la vez me ponía a mil. No sé, me sentía sucio. Hasta entonces no había lamido ni el de una chica. Su c**o se iba abriendo cada vez más, y decidí volver a dedicarme a su polla, mientras a la vez introduje un dedo en su c**o, hasta lo más hondo que pude. Alex no se quejó, sólo movía sus caderas al ritmo de mi boca y mi dedo, que le follaba cada vez más rápido y fuerte. Entraba sin problemas.

Decidí meter un segundo dedo, que entró sin más, mientras cada vez se la chupaba con más fuerza. Más que chupársela creo que llegué apunto de fo**arle con la boca, dejándome pocos espacios de tiempo para respirar. Estaba a mil. Si la primera vez había disfrutado, esta vez estaba siendo mucho mejor.

Pronto noté como su respiración se agitaba aún más, y empezaba a convulsionarse. Él con sus manos quiso apartar mi cabeza, pero esta vez no me iba a dejar. Le cogí los brazos y se los aparté, al tiempo que sacaba su polla de mi boca, pero con mi mano derecha le pajeaba, con mis labios abiertos pegados a ella. Al poco empezó a correrse, salpicando dentro de mi boca y en mis labios. Cerré la boca con la leche que tenía dentro y la saboreé. De nuevo me sorprendí de mi mismo y de que me gustara aquel sabor. Pero no tragué, abrí la boca y dejé que cayera sobre su polla y pelvis, resbalando por mis labios, que sequé con su abdomen.

Me tumbé en la cama, de lado, mirando hacia él, sonriendo y descando un poco. Cuando de pronto pasó lo impensable. Alex se puso de lado y empezó a restregar su c**o contra mi polla.

¿Cómo?. No. Había quedabo bien claro que no quería fo**ar. Pero a la vez esta vez era diferente. Yo estaba a mil, yo no había tenido mi corrida, e insisto, estaba sobreexcitado….a sí que me moví, le di la vuelta y le puse boca arriba. Nos miramos a los ojos y no hizo falta más.

Sin preámbulos, bajé mi cabeza y le abrí las piernas para empezar a lamer su c**o. Un c**o que seguía abierto por mis dedos (y por sus supongo numerosas folladas anteriores) y que estaba húmedo, supongo que mezcla de sus propias secreciones y del semen que había goteado desde su polla hacia su ano. Lo devoré, lo lamí, le metí la lengua todo lo que pude y recorrí con ella su interior. Yo estaba a mil, estaba cachindo como pocas veces… y al fin retiré mi cabeza y acerqué la punta de mi polla…

Ni planteé no tener condón. Él, según me había dicho, llevaba tiempo sin relaciones, y era sano. Y yo también. Así que… coloqué la punta de mi polla en su c**o, disfrutando del momento. No sólo iba a fo**arme a un tío por primera vez… sino que era mi primer a**l, fuera chica o chico. Y la fui metiendo poco a poco, difrutando de cada milímetro y procurando no hacerle daño.

¿Daño? , mi polla entraba sin problemas en su c**o, cada vez más, hasta que mis huevos tocaron su c**o. La dejé unos instantes, viendo a Alex con los ojos cerrados y suspirando, y poco a poco empecé a bombear. Follando lentamente, disfrutando. Jamás imaginé que el a**l fuera tan placentero, notar las paredes del recto aprisionando tu polla, completamente arropada. Estaba en la gloria. En ningún momento me dediqué a fo**arle fuerte como tarde o temprano suelo acabar haciendo. Me dedicadaba a sacarla lentamente casi hasta sacarla del todo, o sacándola del todo, para luego volver a penetrarle, haciendo un s**o realmente profundo, como pocas veces había hecho hasta entonces. No sé bien cuánto tiempo estuvimos follando, pero no demasiado, yo estaba demasiado caliente, y cuando noté que me corría saqué mi polla y apunté a la suya, corriéndome encima de su polla.

Tras ese momento nos aseamos y comentamos lo bien lo habíamos pasado, así como lo sorprendido y hasta perturbado que yo estaba de haber acabado follando con un hombre… y encima teniendo novia.

Nos despedimos con la promesa de volver a llamarnos.

Pero lo cierto es que entre unas cosas y otras no volvimos a vernos. Cada vez que él me decía de quedar yo no podía, y fuímos perdiendo el contacto. No hace mucho intenté yo contactar con él, pero no ha contestado a mis whatsup ni nunca aparece en mi msn, así que le he perdido la pista.

Pero con él descubrí la bisexualidad, y no me arrepiento en absoluto. Es más, con posteriores novias he hecho tríos con otro chico y no he dudado en chupársela. Sólo me falta probar que me f***e un tío a mi, y creedme, me gustaría saber qué se siente. Como antes he dicho, nunca dicho de esta agua no beberé. Y hasta que no pruebo algo, no digo si me gusta o no.

MI PRIMO JUAN (Relato Gay)Cuando mis padres me dijeron que vendría a vivir a nuestra casa mi primo Juan, pues iba a come...
04/08/2012

MI PRIMO JUAN
(Relato Gay)

Cuando mis padres me dijeron que vendría a vivir a nuestra casa mi primo Juan, pues iba a comenzar sus estudios de ingeniería en la capital de verdad que sentí un inmediato fastidio. Lo conocía personalmente bastante poco, pero de hecho me caía bastante mal, pues mis padres siempre me lo ponían como ejemplo. Juan era para mis padres el arquetipo de joven ideal, maduro y responsable. Cada vez que me reprendían, siempre me comparaban con él. Y ahora de repente lo tendría viviendo en mi casa y compartiendo mi propia habitación. Mis padres me informaron la idea como si de repente me hubiera salido un hermano mayor.

La llegada de Juan se produjo en los primeros días de septiembre y de verdad que ahora que lo pude conocer personalmente no me resultó un tío tan repugnante. Si me molestaba su exceso de responsabilidad y su carácter un poco autoritario aunque desde una posición persuasiva. Y de repente mis padres lo nombraron sin ceremonia mi tutor y guía. Por un lado aquello me dotó de una cierta libertad porque ahora podía ir a muchos lugares que antes no podía ni soñar y muchas restricciones a las que era sometido, ahora tenían una flexibilidad, debido a que si andaba con Juan, estaba claro que estaba dando buenos pasos.

Si quería ir a la playa, si Juan era quien lo proponía no había ningún inconveniente por parte de mis padres. Lo mismo sucedía si queríamos ir al cine, a una fiesta o a cualquier lugar. Pero pronto pude comprobar que esta nueva libertad era a costa de tener un nuevo jefe. Si bien tenía más libertad para salir de la tutoría de mis padres, ahora me estaba percatando que a donde quiera que iba con Juan, tenía que estar bajo su tutoría. Para hacer algo tenía que tener su autorización y salíamos de la casa cuando él lo decidía y regresábamos cuando él lo estimaba. Su jefatura no la ejercía de forma petulante, sino que se tornaba muy persuasivo, pero no dejaba brecha para el resquebrajamiento de su autoridad. Su palabra, era la última palabra.

Bueno, Juan se convirtió en mi jefe. Sin embargo, conversábamos sobre muchas cuestiones y yo empecé a sentir una simpatía por él y sus ideas. Por la noche en nuestra habitación, cuando nos retirábamos a descansar solíamos estar hablando un largo rato. El, solía estar sin camisa en la habitación, y a mi me empezó a gustar la forma de su pecho velludo, era un hombre totalmente desarrollado, mientras yo era aún un adolescente. A mi me gustaba examinarlo y lo hacía como si no me despertara interés, en definitiva al ser hijo de un hermano de mi padre y parecerse tanto nuestros padres yo pensaba que mi cuerpo pronto empezaría a parecerse al de él.

Pero mi curiosidad aumentaba hasta un lugar en que no podía ver más, pues su pantalón me lo impedía, por eso la primera vez que lo vi en calzoncillos me dio una impresión muy fuerte, de verdad que era un hombre a todo meter, el boxer dejaba marcar un paquete bien dotado. Yo notaba que mi polla estaba creciendo y de pronto empecé a sentir picazón en todo mi pecho y se lo comenté. El se sonrió y me comentó que eso era que me estaban saliendo los vellos del pecho y que me estaba convirtiendo en un hombre como él. Con mucho cariño revisó mi pecho y pudo confirmar sus ideas. Luego dejó que observara como era él e incluso me invitó a que lo tocara. Yo me quedé muy cortado, pero a su insistencia toqué los vellos de su pecho. A él mi timidez le dio mucha gracia y a partir de ese momento comenzamos a hacer una serie de juegos de manos, que poco a poco me fue quitando mi timidez. Pero lo que más me dejaba fuera de mí, era cuando acariciaba en estos juegos mis tetillas. Lo hacía de una forma que provocaba en mi como una corriente. Yo trataba de rechazar esos toqueteos, pero no los impedía y un día sentí que cuando me estaba acariciando las tetillas mi polla se empalmó. No dije ni esta boca es mía, más bien me puse algo nervioso. Pero estos juegos se fueron haciendo una costumbre. Y por que lo voy a negar, empecé a desear que estas cosas ocurrieran y luego cuando tenía una oportunidad me masturbaba para quitarme la calentura.



En esta compenetración pasaron varios años, ya yo también era mayor de edad y había comenzado a estudiar también en la Universidad. En nuestras vidas no aparecían mujeres por ningún lado y cada vez éramos más inseparables. Un buen día nos dispusimos a pasar un fin de semana en una cabaña campestre. Iríamos un grupo de jóvenes y como era costumbre nosotros ocupamos una cabaña para dos. Esa noche estuvimos remando en un lago durante un rato, luego estuvimos contemplando la noche del campo, donde se pueden observar las estrellas que no se ven en la ciudad y al final nos fuimos a nuestra cabaña. Estuvimos un rato viendo la tele y luego nos quedamos en calzoncillos para acostarnos a dormir. Solo había una cama en la habitación y cuando nos acostamos empezó a jugar de mano conmigo. Primero empezamos como a luchar, trataba cada uno de aplicar alguna llave que inmovilizara al otro. Yo no podía nunca dominarlo, pues él era un hombre más fuerte que yo, al final Juan logró inmovilizarme y su boca quedó cerca de mi tetilla. Los dos sudábamos copiosamente y de pronto con su lengua empezó a acariciar una de mis tetillas. Aquello me produjo un tremendo escalofrío, mi polla se puso tan dura que parecía que iba a explotar. Yo le dije que no continuara, que me estaba excitando, pero su respuesta me dejó perplejo: Tu crees que a mi no me excitas tu también, siente como me pones la polla. Se quitó el boxer y vi a aquel aparato babeante y duro. Tenía una cabeza grande y rosada y unas venas gordas que parecían darle vida independiente a aquel aparato. Se balanceaba duro como buscando algo que devorar. Sentí dos sentimientos extraños: por un lado un temor que se confundía con rubor y por otro un interés que era como una atracción. Con su mano derecha se estaba pajeando ante mi y yo me quedaba embobado mirándolo fijamente.

Pronto me invitó a que le tocara la polla. Yo estaba muy nervioso, no me acababa de decidir, pero él insistía. Solo le comenté que eso no estaba bien, que pensarían los demás si supieran que los primos se exprimen. Una sonrisa iluminó su rostro y luego me dijo: Nadie va a saber nada de lo que ocurra entre nosotros y por los comentarios de la gente no te preocupes que los van a hacer con razón y sin razón. Y en ese momento tomó mi mano indecisa y la acercó a su polla. Yo no me hubiera atrevido nunca a dar ese paso pero cuando lo di, sentí que su polla no solo estaba dura y jugosa sino que además estaba muy caliente. Comencé a pajearlo suavemente, le di tres o cuatro masajes y la solté.



Pero entonces Juan cayó sobre mi, nuestros pechos quedaron fuertemente unidos, los dedos de sus manos estaban entrelazados con los de mis manos y su boca comenzó a besarme con mucha lujuria. Yo cerraba con firmeza mi boca, mi respiración se tornaba entrecortada, pero él seguía besándome. Su lengua trataba de entrar en mi boca, pero yo permanecía luchando porque su lengua no entrara en mi boca. Aquel beso empezó a alargarse y cuando terminó yo traté de tomar aire y ese fue el momento en que él aprovechó para comenzar otro beso y en el momento en que intentaba tomar aire su lengua logró su objetivo, entró en mi boca, comencé a sentir el sabor de su saliva, empecé a sentir como su sudor se mezclaba con el mío y con temor comencé a saborear su lengua y a disfrutar como exploraba el interior de mi boca con su lengua. En un momento decidí introducir mi lengua en su boca y me acojoné porque la succionó con fuerza, me chupaba la lengua y de nuevo volvía a la carga e introducía su lengua en mi boca hasta lo más profundo que podía.

Me faltaba el aire pero aquellos besos continuaban de forma interminable entre nosotros se estaba desatando una lujuria incontrolable, éramos como dos animales salvajes movidos por un deseo apasionante. Cuando abandonó mi boca sentí que mis labios ardían por el roce de su barba de un día sin afeitar pero no hubo tregua porque ahora su lengua saboreaba mi cuello mientras yo me retorcía enloquecido de placer. Del cuello su lengua continuó saboreando mi pecho y se fue a disfrutar de mis tetillas. Con su lengua las acariciaba, las chupaba y las mordisqueaba. A mi la mente se me había puesto en blanco, no hacía ninguna resistencia a aquel macho que me estaba dominando. De lo único que me percataba era de que yo estaba empalmado como nunca lo había estado en mi vida, deseaba pegar toda mi piel a la suya, los roces de su polla empalmada, dura y lujuriosa me enardecían, estaba sintiendo la extraña sensación de que me daba placer darle placer a aquel macho.

Cuando llegó una tregua, Juan como un loco me despojaba de mi calzoncillo. Quedarme desnudo ante él me daba una sensación de entrega lujuriosa, con sus brazos fue arrastrándome hasta el borde de la cama. Puso debajo de mi espalda una almohada que ponía mi c**o más a disposición de su polla. Yo miraba aterrado y con pasión a aquel macho sudoroso, con sus músc**os tensos y un rostro de lujuria sexual que nunca había presenciado. Sabía que me iba a penetrar, sabía que aquello me iba a doler, pero lo estaba deseando con la misma pasión.

Untó un poco de saliva en mi c**o, introdujo uno de sus dedos en mis esfínter, luego ensalivó un poco su polla, presentó la cabeza de su polla lujuriosa en mi ano, sentí que estaba seguro de tener mi c**o colimado, sus fuertes manos sujetaron mi cintura y con un solo golpe de caderas entró en mis entrañas hasta lo más profundo. Solté un grito desgarrador mientras él hacía una fuerte exclamación de placer. Sentía un dolor aterrador pero no había la más mínima clemencia, con un beso de su boca apagó mis lamentos mientras comenzaba con un ritmo suave a fo**arme. El dolor se fue transformando en el placer de ser poseído por otra voluntad. Mis manos acariciaban la espalda del macho que estaba destrozando mi virginidad e incluso besaba su cuello mientras él aumentaba el ritmo de las embestidas.

Estaba convenciéndome que no tenía otra alternativa que seguir dándole placer, pero aquello comenzó a parecerme muy largo, ya no soportaba más aquella polla lujuriosa que se paseaba por mis entrañas buscando su disfrute. Empecé a protestar, necesitaba que aquello acabara, que me diera una tregua, sentía que mi c**o me ardía, quería descansar. Juan solo me dijo con firmeza: aguanta como un macho, cojones. ¿Pensabas que con un macho se juega? Y continuó el ritmo de sus embestidas dándome un par de nalgadas como para que no se me olvidara que en esa cama solo había un macho.



Pero había más, me sacó la polla del c**o y me cambio de posición, me puso de rodillas en la cama y con su mano hizo que bajara mi espalda de forma que mis nalgas se elevaran y sin mucha espera volvió a penetrarme. Ahora aumentó el ritmo de sus embestidas al máximo, mis manos no podía ni siquiera acariciar a aquel macho para que tuviera clemencia, empecé a sentir que con más fuerza sus manos sujetaban mi cintura, el ritmo de las embestidas fue tan fuerte que sentí miedo, mis piernas temblaban y comencé a sentir como todos los músc**os de su cuerpo se contraían hasta que sentí como un chorro de leche caliente entraba en mis entrañas. Sus exclamaciones de placer me hacían percatarme que se había corrido, sus músc**os comenzaron a relajarse, pero su polla no abandonó mi c**o, una de sus manos comenzó a pajearme y pronto comencé a sentir que estaba al borde de correrme, solté la leche que había en mis huevos en sus manos que continuaron pajeándome mientras yo me estremecía de placer. Luego, cuando ya me había corrido me quedé acostado en la cama, él sobre mi, con su polla satisfecha dentro de mi y así nos quedamos dormidos.

Cuando nos despertamos fue que me sacó la polla y nos fuimos al baño a asearnos y ahí fue que me di cuenta que me costaba trabajo caminar, sentía que había sido follado por Juan. Y así comenzó una pasión sexual entre dos hombres que me estremece relatar, pero que no obstante voy a dejar constancia escrita de ella.

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