28/07/2023
El diablo se me acercó y me dijo: "¡Maestro! ¿puedo seguirlo? Lo miré fijamente
a los ojos, pensé por dos segundos y le dije: "ve por tu hermano, ese que se hace llamar
Dios y hablamos" No demoró mucho, deambulaba por ahi, cerca. Volvió con él, Dios y el
Diablo, el Diablo y Dios… Yo soy hincha del Sport Boys del Callao desde ke tengo uso de
razón. Amo esa camiseta. Mi padre, mis hermanos y yo, hemos hinchado por esos
colores toda la vida. Si quisiera resumir con una palabra todo el sentimiento por el club
de mis amores, sería, simple y llanamente: "sufrimiento". Un equipo de media tabla, que
de vez en cuando, de cuando en vez, se atreve a hacernos soñar con un posible
campeonato, con alcanzar el logro maximo de un título, con derramar esas tan ansiadas
lagrimas de felicidad total, de triunfo final, ese que nos dé la posibilidad de la gloria
absoluta. Ser campeones de éste tan alicaído fútbol peruano, y nosotros ahí, fieles al
castigo, como buenos hinchas rosados… Sellé, olie y sacramente mi romance con el
club Sport Boys, cuando mi hermano mayor, César Enrique, me lleva por primera vez al
estadio. Estadio Nacional de Lima, el coloso José Diaz, un domingo de fútbol. Año,
1976. Jugaban en ese viejo recinto, el club de mis amores, el Sport Boys, versus el
Sporting Cristal. Tenía yo diez años. Recuerdo en esa época se jugaban "tripletes", es
decir, programaban a seis equipos - tres partidos- sin ningún problema de barras
bravas, no existian, podían jugar el Defensor Lima, como el Deportivo Municipal o
Universitario de Deportes. ¡En fin! todos juntos pero no revueltos. Por las calles
desfilaban familias enteras en un ambiente de fiesta dominguera, el olor de los
anticuchos y los picarones daban la nota cálida. Aquellas épocas, románticas sin duda
alguna. Occidente alta, el ruido mágico de ese gigante inflador operado por un
voluminoso hincha porteño y que no dejaba de sonar durante los noventa minutos de
juego y descuentos, al compás de los gritos del "¡vamos boys! ¡vamos boys! ¡vamos
boys!..." era una locura. Nosotros, como siempre, fieles seguidores brindando el aliento
incondicional a este club pequeño y tan grande a la vez, como lo es el Sport Boys del
Callao. El eterno romance entre la pasión y el sueño, el amor y la fidelidad absoluta para
sus colores. ¡Vida y muerte! en aquel rectángulo verde… ¿A quienes vi? a Carrizales,
Salazar, Reyes, al "cachorro" Gardela, Stucchi, "la bruja" Bonelli, Scolari, Gil, al gran
Mariano Loo, el "tanque" La Rosa, Labarthe… ¡un equipazo! Me sentí el niño más
privilegiado en ese momento, la emocion de la primera vez me embriagó. Fui feliz.
Entre la multitud, estaban aquellos tios infaltables con sus radios portátiles pegadas al
oido, escuchando la narracion del mismo partido que veían. Las mentadas de madre no
eran ajenas ni antes ni ahora, el pregonar de los vendedores, de maní salado y
gaseosas, los banderines y demás souvenires. Una fiesta total. Yo, absorto, viendo con
pasión todo lo que sucedía a mi alrededor. Ya ubicados, al sonido del pitazo inicial, se
dio inicio a mi más grande ilusión, ver ganar a mi Sport Boys querido. Mi hermano y
todos los allí presentes, de pie. De vez en cuando tomaban un respiro y se, sentaban, yo
los imitaba. Era todo un mundo nuevo para mi, la pasion que veía en cada gesto, en
cada grito, me daba escalofríos. Los jugadores, en el verde cesped, dando todo de si
para lograr el triunfo. La "guadaña" no se hizo esperar. Ese "cachorro" Gardela era
brabazo… el medio campo hilaba fino con "la bruja" Bonelli y adelante, "el tanque" La
Rosa era imparable. La emoción me hacía cada instante más y más hincha de "la
misilera", hastaque llegó ese momento glorioso que todos esperábamos con angustia,
el señor gol. ¡Goooooooooooool carajoooooooooo! Estoy seguro que el autor de esa
primera "pepa" fué el gran Guillermo La Rosa, "el tanque" lo que si recuerdo, es que grité
y lloré tres veces por la p**a madre: Sport Boys 3, Cristal 0. Mi hermano César Enrique,
sumado a la emoción, lloró junto conmigo. Al final del partido, entre la euforia del
triunfo, las lágrimas de felicidad y lo increible del momento, mi hermano, me compró un
banderin del Sport Boys Ass. el cual, aún se luce en una de las paredes de mi cuarto en
la Unidad Vecinal número 3. Dios y el Diablo, el Diablo y Dios, de corto y de rosado.