27/03/2020
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JUANA CALVARIO.
POR: Jorge E. Causil
CAPITULO I: El comienzo del calvario.
Nunca más Juana pudo olvidar aquella tarde, en la que paseaba en su esbelto y hermoso caballo blanco, a través de ese bosque espeso y desconocido, que solo dejaba filtrar algunos rayos de sol, que alcanzaban a iluminar un poco el camino que transitaba, se acercaba la noche y Juana no encontraba la salida, galopó y galopó hasta llegar a un lugar donde habían pocos arboles; era un claro; decidió detenerse para intentar descifrar donde estaba, pero sin resultado alguno, habían pasado horas y la joven desesperada solo conseguía galopar en círculos, de repente, henry, su caballo, comenzó a tomar una actitud muy rara relinchaba de manera desenfrenada, hasta llegar al punto de desmontar a Juana de un solo salto, cayendo de una manera muy abrupta y espeluznante, solo recuerda como poco a poco se le oscurecía la vista.
Horas mas tarde recordó de un suspiro, ya era de madrugada, abrió sus ojos, y no sabia si lo que veía en el firmamento eran estrellas, o si por el contrario eran las luces intermitentes de las luciérnagas que adornaban el cielo, pero ni lo uno ni lo otro; solo eran pequeñas brasas que revoloteaban por el aire de la fogata que a su lado le daba calor.
Confundida y sin asimilar lo que pasaba, se sentó y con su mano en la cabeza por el fuerte dolor que sentía, replicó:
-¿ Donde estoy ?
Y de repente, a sus espaldas, una voz le respondió.
- Veo que ya te sientes mejor, jovencita -
Juana de un salto logro ponerse de frente, y pudo conocer a quien pertenecía dicha voz.
Era una anciana con el cabello totalmente blanco, de estatura baja, su dentadura incompleta, de mas o menos unos 75 años de edad, vestía de poyerines negros y largos hasta los tobillos, su blusa era de color blanco como su cabello y totalmente abotonada hasta arriba, no soltaba un bastón viejo en su mano izquierda, era una persona que a simple vista hacia estremecer a cualquiera
- ¿ Quien es usted señora, y en donde estoy? - dijo Juana asustada.
- tranquila pequeña, toma un poco de agua debes de estar sedienta - replicó la anciana pasándole una recipiente con el liquido.
- No quiero nada de usted hasta que me diga quien es, así que la escucho -
- Esta bien jovencita - y con una sonrisa rara y con la penumbra de la oscuridad cubriéndole su mirada, prosiguió:
- toma asiento, el césped es amplío, y pon mucha atención a lo que te voy a contar y quiero que me prometas que lo que vas a escuchar hoy solo tiene que quedar entre tu y yo.
Juana con su voz temblorosa y entrecortada replicó:
- E... e... Está bien, lo prometo.
CONTINUARA.........