19/03/2020
La gran pandemia de gripe
La mañana del 4 de marzo de 1918, un cocinero del campamento militar Funston, en Kansas, Estados Unidos, ingresó a la enfermería con síntomas de gripe; a la hora del almuerzo, la enfermería ya atendía más de cien casos similares y, una semana después, cuando las instalaciones sanitarias desbordaron, una fotografía retrataba el dramático aluvión de infectados en un hangar especialmente habilitado para contenerlos.
El brote ocurrió durante el último año de la Primera Guerra Mundial, cuando el campamento militar Funston enviaba soldados a otros campamentos de Francia, desde donde el virus se propagó a Gran Bretaña, Italia y España, único país que -por ser neutral- no ocultó la situación y dio amplia difusión pública a una pandemia que, desde entonces, y aunque infectó a uno de cada tres habitantes del mundo, fue conocida como la gripe española.
Al cabo de dos años, la gran pandemia de gripe recorrió el planeta entero (con excepción de la Antártida) a través de tres oleadas que acabaron presuntamente con el 5 por ciento de la población mundial, un alcance todavía más letal que el de las dos guerras mundiales, al generar un número de víctimas fatales que, dada la falta de datos fidedignos, oscila entre las 50 y 100 millones de personas.
Sin embargo, desde 1918, casi medio siglo antes de que existieran los fármacos antivirales, hasta el día de hoy, cien años de avances científicos han posicionado a la medicina en un lugar difícilmente comparable con el que ocupó durante la gran pandemia de gripe, cuando una enfermera que aplicaba compresas de agua fría en la frente de un paciente resultó ser más valiosa que todo un cuerpo médico.