06/06/2023
LA NOCHE DE LOS NAHUALES || BENJAMÍN M. RAMÍREZ
En la víspera de la elección el jefe le había solicitado llevar a cabo tareas proselitistas. Había mucho en juego. La jornada electoral se venía encima y los pronósticos, aunque halagadores por parte de los líderes, se anunciaban bajo reserva. Era preocupante el resultado final de los comicios.
Entre sus tareas estaba el de convencer a propios y extraños, amigos, familiares, conocidos y contactos en sus redes sociales, a votar por la alianza. Una alianza que se veía con muy pocas posibilidades de triunfo según lo indicaban las diferentes encuestas que la cúpula del partido mandaba a realizar y que contrastaban con los de las encuestas independientes.
No existía posibilidad alguna de triunfo, de eso estaba seguro. Alegría no llegó. Se disolvía con cada acta de casilla contabilizada por el PREP. Antes de la hora oficial, y del reconocimiento de la derrota, el sueño del triunfo se esfumó completamente.
Acabó la era hegemónica del grupo Atlacomulco, el otrora grupo que imponía a Presidentes de la República, gobernadores y alcaldes, diputados y senadores a lo largo y ancho del país.
En cada voto contabilizado a favor, la Alegría se diluía y, con ella, la permanencia en el puesto que con mucho esfuerzo había conseguido. Un puesto de confianza que se esfumaba mientras la jornada dominical avanzaba y en el que las encuestas de salida auguraban un triunfo de MORENA. Había llegado el fin, el fin de una era.
«—Tienes que esforzarte, le dijeron. «—De ello depende tu trabajo. No era una petición, ni una orden. Era el estertor último de lo que le quedaba a la oposición. Todo parecía extraño.
En la percepción ciudadana, Ecatepec registra el mayor número de delitos de alto impacto, los feminicidios, el secuestro, el cobro de piso, el asalto a transeúntes, al transporte público: al menos un 85% de la población percibe una sensación de inseguridad por temor al delito, lo mismo ocurre en Tlanepantla. Ecatepec pasó a ser la tierra de nadie.
En el templete está sola. Alegría se diluyó, aunque el porcentaje de los asistentes a las urnas no fue copioso, avasallador, arrasador. Los números esperados en Palacio Nacional no llegaron. Se ganó, con un margen de ventaja bueno, pero no contundente, quizá un triunfo pírrico, paupérrimo, escaso, un gancho al hígado en la tierra del profesor Hank, pero que no logró mandar a la lona al oponente.
Falta complementar el protocolo, el acta de la autoridad electoral que le da el triunfo a la maestra Delfina, la constancia de mayoría. Faltan las últimas negociaciones, ahí donde más de un empleado de mando medio no entrará.
La cúpula no quedará descobijada del manto del poder, siempre habrá un reacomodo para quienes maniobraron a favor del partido del Presidente. Aquellos acuerdos, tácitos, de valores entendidos, la connivencia secreta, el pacto oculto: maniobrar en contra, asegurando estar a favor.
La lección en el Estado de México, es un parteaguas para el partido del Presidente. Es un binomio de alianzas, como en Baja California, donde los rojos y azules sólo mudaron la camiseta, incluso aquellos que afirmaban nunca renunciar a sus principios. Lo cierto es que la política es el arte de la negociación.
Aquellos que en más de una ocasión escuché despotricar en contra del inquilino de Palacio Nacional, ocupan los puestos claves en las diversas administraciones estatales donde MORENA ha consolidado su hegemonía, un poder multicolor que ya sabe a un rancio reacomodo de los actores políticos que siempre han estado pegado a la ubre gubernamental.
Aquellos que son capaces de renunciar a sus principios, a la lealtad, a la doctrina, a su propio partido, tendrán siempre un escritorio a disposición por los servicios prestados. Aquellos que aún creen en la democracia, en la madurez del electorado, deberán esperar afuera, a que el superior les dirija una mirada de esperanza.
Quien hace el verdadero trabajo de campo, el que ha sudado la camiseta, el que aportó sus escasas monedas para las actividades de MORENA en el EDOMEX quedará relegado, condenado al ostracismo, en el desván, en la sombra o en la oscuridad, eso marcará la diferencia respecto a los que ya tienen la chuleta asegurada: una embajada, un puesto discreto, pero siempre al amparo del poder.
La tarea de la maestra Delfina quizá comience con la limpieza de un salón muy sucio llamado Ecatepec. La pizarra está puesta.
ELECCIONES SPCOBACH: MI APUESTA POR LA PLANILLA BLANCA.
Lo vi marchar, apearse frente a las fuerzas del orden, sin miedo. Entrar y participar en las múltiples negociaciones.
Era el líder de referencia. Y con él, Baja California hizo acto de presencia. Pocos participantes, pero contundentes. En el ir y venir, la policía y los aparatos de inteligencia nos seguían hacia cualquier punto a donde nos moviéramos. Nunca dudó. Siempre estuvo ahí, donde hacía falta. En más de una ocasión me invitó a integrarme en la faena de las negociaciones. Siempre integrando y delegando. Unos iban hacia un punto mientras otros marchaban hacia uno distinto.
El primer punto fue Palacio Nacional. Con las barricadas ya instaladas, impenetrables e inexpugnables, las fuerzas antimotines resguardaban todos los accesos lo que hacía imposible que el contingente de la Federación de Sindicatos de Educación Media Superior pudiera avanzar. Llegó la hora de sentarse, a dialogar, a buscar consensos, a negociar. Todos coincidían en un solo punto: mejorar las condiciones de cada trabajador de la educación aglutinado en la Federación de Sindicatos. Luego, por iniciativa del contingente del “norte”, Baja California, nos dirigimos hacia la Cámara de Diputados.
¿Qué podía lograr un reducido número, un puñado, de integrantes del Sindicato de Profesores del Colegio de Bachilleres de Baja California? La primera acción fue registrada con el ahora exdiputado Héctor Cruz quien nunca dudó en brindar el apoyo necesario para presentar la petición de los maestros de Colegio de Bachilleres en el Pleno de San Lázaro. La segunda, ante la Cámara de Senadores. Mientras una delegación de los manifestantes se apersonaba en las oficinas de la Secretaría de Educación Pública. Los resultados estuvieron a la vista. Aún se lucha para que todo, a nivel nacional, mejore.
El SPCOBACH, bajo el liderazgo del ingeniero Eric Garibo, cumple, aporta, traza la ruta, propone. Es cierto que aún falta mucho por hacer. Es cierto que no se ha logrado todo aún, pero también es verdad que estamos en camino.
Apuesto por la Planilla Blanca, al liderazgo que ha demostrado resultados. El ingeniero Eric Garibo puede ufanarse y sostener: lo hice y puedo hacerlo mejor, pero serán los profesores quienes decidirán dar un voto de confianza para seguir avanzando.