06/12/2023
Gritos en la Oscuridad: El Desamparo Educativo que Paraguay No Quiere Ver - Educación Sin Horizonte
En el ocaso del año 2023, las estadísticas educativas en Paraguay revelan un cuadro desolador que no puede pasar desapercibido. Con más de 10,000 instituciones educativas entre escuelas y colegios públicos, que supuestamente albergan a más de un millón de jóvenes mentes, la situación no podría ser más sombría. Tras el velo de estas cifras se oculta una realidad desgarradora: el sistema educativo paraguayo se desmorona, llevándose consigo los sueños y las oportunidades de las generaciones futuras.
El Ministerio de Educación y Ciencias, en su indiferencia, se convierte en cómplice de este desastre. ¿Dónde queda la exigencia educativa cuando la mayoría de nuestros niños y niñas, a pesar de asistir religiosamente a las aulas, no saben leer ni escribir? Las carencias en conocimientos matemáticos y lógicos reales son el testimonio mudo de un sistema que ha perdido su brújula.
La desidia gubernamental, esa plaga que devora la esperanza, se manifiesta en la infraestructura escolar. Aulas en ruinas y caminos intransitables no son solo un reflejo de la negligencia, sino también una barrera tangible para el aprendizaje. Mientras nuestros niños luchan por educarse, el gobierno se dedica al grotesco acto de inflar precios de construcción, sobrefacturar meriendas escolares y kits básicos. Este robo, sí, porque no hay otra palabra para describirlo, no solo saquea las arcas del Estado, sino que secuestra el futuro de miles de niños que merecen más.
En las zonas rurales, la tragedia se intensifica. Niños con ansias de aprender se ven atrapados en un sistema educativo obsoleto y permisivo. No necesitan pasar de año por pasar, necesitan conocimientos que les permitan construir un futuro sólido. El desconocimiento de aspectos fundamentales de la historia y la cultura nacional es un golpe al corazón de nuestra identidad. ¿Cómo pretendemos construir una nación fuerte si nuestros niños desconocen hasta su propia independencia?
La falta de condiciones reales para aprender es vergonzosa. Maestros, auténticos héroes, se ven obligados a comprar sus propias tizas para enseñar a una generación que merece más. Pero no todos los maestros son héroes; algunos arrastran consigo un conocimiento insuficiente para guiar a las futuras generaciones. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI nuestros niños no tengan acceso a la educación en informática? Esta carencia condena a los jóvenes a la exclusión laboral en un mundo cada vez más digital.
Seamos honestos. No podemos permitir que niños que no saben leer ni escribir pasen de grado. Estamos creando una generación de conformistas, y lo que es peor, de analfabetos funcionales. ¿Dónde está el futuro de una nación cuyos ciudadanos desconocen sus derechos y obligaciones básicas?
Y, oh, la Constitución Nacional, ese documento sagrado que debería ser la brújula moral de nuestra sociedad. ¿Cómo es posible que no exista una materia específica donde los jóvenes aprendan y conozcan sus derechos y obligaciones básicas? ¿Cómo pretendemos construir ciudadanos conscientes de su papel en la sociedad si la piedra angular de nuestra legalidad es ignorada?
El gobierno paraguayo debe despertar. Es tiempo de una reforma educativa clara y rotunda, con inversiones acordes a lo que exigen las organizaciones internacionales. Dejen de robar a la educación y comprendan que la inversión en ella es la única garantía de un futuro próspero. No levantemos más aulas si no van a albergar aprendizaje real, no regalemos libros si no sabemos leer y, sobre todo, no alimentemos solo el cuerpo, sino también el hambre de conocimiento de nuestros niños paraguayos.
La crisis educativa en Paraguay no es solo una estadística fría, es el lamento silenciado de una nación olvidada. Urge que cada palabra de esta denuncia retumbe en la conciencia colectiva, despertando la indignación y exigiendo un cambio real. ¿Cuántos sueños más deben desvanecerse antes de que la educación en Paraguay se convierta en una prioridad incuestionable?