15/12/2023
Normalmente solemos asociar "lo indie" a una suerte de plataformas 2D clasiquérrimos, a propuestas argumentales rompedoras que no tienen cabida en las grandes producciones o experimentos que pueden llegar a ser más enganchantes que los mejores juegos que recuerdes (nadie está mirando a Papers, Please). Y, de vez en cuando, de la coctelera de "lo indie" o ya no tan indie como son los compañeros de Tequila Works, nos llegan joyazas absolutas como este The Sexy Brutale. Y es un juego que es, como su propio nombre indica, brutalmente sexy.
Nos encontramos ante un juego, básicamente, de resolver puzzles para avanzar a través de la mansión de Lucas Bondes. Nos despertamos tras tremenda fiesta (llamada The Sexy Brutale) en la que no sabemos ni donde estamos (creo que más de dos sabrán de lo que hablo) y donde una misteriosa mujer nos ofrece una máscara para no vivir en el bucle temporal donde están viviendo el resto de los participantes al fiestorrón. Y no solo viven en un constante bucle de 12 horas... es que encima mueren en esas doce horas. Lo que viene siendo una mala noche, vaya.
La vista del juego es isométrica (¿recuerdan los FIFA de antaño? Pues eso) en la que vemos una habitación cada vez; en estas habitaciones nos encontramos los puzzles, que en ocasiones pueden ser bastante intrincados, para intentar evitar que sigan muriendo los habitantes de la casa una y otra vez.
Es bastante cómodo de manejar, incluso en algunas zonas donde se requiere un poco más de precisión para avanzar por pasarelas.
La inmersión y la narrativa, aunque un poco lentas de inicio, acaban por meterte bastante en la trama; a pesar de contar siempre con ese inmisericorde reloj que te va acercando a las 12 horas requeridas para que la gente no caiga (otra vez) es bastante atractiva.
Es como jugar a una suerte de mezcla entre una novela de Agatha Christie con la resaca de una fiesta de El Gran Gatsby. Lo cual, huelga decir, le da al juego un toque bastante top que a mi, personalmente, me ha encantado. Una de mis más gratas sorpresas como jugador y un título al que siempre hay que darle la oportunidad.