14/04/2022
Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha demostrado ser cruel. Los homo sapiens eliminaron a cualquier otro vestigio de seres hominidos desde la prehistoria, y los relatos ancestrales dan testimonio de dicha crueldad, Caín mato a Abel, las cruzadas, las guerras, los asesinos en serie, y en todo esto siempre parece haber un factor repitente, la figura masculina. A la mujer se le ha dotado de un halo de pureza, de maternidad, de fragilidad (no digo que sean frágiles, digo que la misma sociedad patriarcal la ha mostrado así) que tal vez, solo tal vez, encontrar crueldad en las mujeres nos parece aún más escándaloso, pero no es nuevo, si, tristemente no es nuevo. Tenemos también muchos casos de los que ya hemos hablado aquí, Maria Mandel por ejemplo, Antonia Makarova, Maria Tudor, solo por mencionar algunas, nos dicen que ellas pueden hacerlo todo mejor que los hombres, inclusive matar, pero de forma nefasta, nuestro continente también ha tenido sus verdugas, sus “ángeles de la muerte”, o en este caso, la mano derecha de una dictadura que nunca pago por sus crímenes y entrenó un perro para que violara a mujeres, presas políticas. Hoy entonces les traigo la historia de Ingrid Olderöck, la mujer de los perros.
Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha demostrado ser cruel. Los homo sapiens eliminaron a cualquier otro vestigio de seres hominidos desde la prehistor...