25/11/2023
LA Pequeña Sofia............
Todo comenzó hace unos meses, cuando la escuela primaria San José recibió a una nueva alumna llamada Sofía. Era una niña muy callada y solitaria, que siempre llevaba su uniforme bien planchado y un lazo rojo en el pelo. Nadie sabía nada de su familia ni de su pasado, solo que había llegado de otra ciudad.
Los demás niños, en su mayoría provenientes de familias acomodadas, no tardaron en notar las diferencias entre Sofía y ellos. Su ropa desgastada y sus zapatos rotos eran evidentes señales de que no pertenecía al mismo mundo que ellos. Al principio, algunos niños simplemente la ignoraban, pero con el tiempo, un grupo de chicos comenzó a hacer travesuras a Sofía.
Un día, mientras Sofía estaba sola en el patio durante el recreo, un niño llamado Pedro se acercó sigilosamente y le arrebató el lazo rojo de su cabello. Sofía se dio cuenta de inmediato y miró a Pedro con sus ojos llenos de lágrimas. Los otros niños que estaban observando comenzaron a reírse y a burlarse de ella.
La situación empeoró con el tiempo. Los chicos seguían haciéndole bromas pesadas, como esconder sus útiles escolares o tirarle tiza mientras la maestra escribía en el pizarrón, le pegaban chicle en el cabello. Sofía, que al principio era callada y reservada, comenzó a acumular ira y resentimiento. Se sentía completamente sola y desamparada en ese nuevo entorno.
Un día, Sofía desapareció sin dejar rastro. La policía la buscó por todas partes, pero no encontró ninguna pista. Los maestros y los padres pensaron que se había escapado o que alguien se la había llevado.
Pero lo que no sabían era que Sofía seguía en la escuela, solo que de una forma diferente. Cada tarde, cuando el sol se ponía, un espectro aparecía en los pasillos y las aulas, buscando venganza.
Con su voz dulce y su mirada penetrante, asustaba a los niños que se quedaban a estudiar o a jugar.
Algunos decían que les hacía preguntas extrañas, como si quisiera saber algo de ellos. Otros afirmaban que les hacía travesuras. Y otros juraban que les hacía ver visiones horribles, como si quisiera enloquecerlos.
Nadie se atrevía a contar lo que le pasaba, por miedo a que nadie les creyera o a que Sofía se enfadara más. Pero la situación se hizo insostenible, y algunos niños empezaron a faltar a clase o a cambiar de escuela. Los maestros y los padres no entendían qué estaba pasando.
Pero la verdad era mucho más terrible, y pronto lo descubrirían de la peor manera.
Cuando acabaron las clases un día, Sofía estaba en el patio. Se sentó en un columpio y empezó a balancearse lentamente, mientras cantaba:
“Sofía está aquí,
nadie la quiere,
todos le hacen daño,
ella se vengará,
uno por uno caerán,
nadie se salvará”.
Después de un rato la escuela estaba vacía, Sofía entró en la sala de profesores, donde había una pizarra con los nombres de todos los alumnos de su salón. Uno por uno los visitó esa noche, y con su sangre tachaba los nombres de los niños que la habían maltratado.
Al día siguiente, cuando los maestros llegaron a la escuela, se encontraron con una escena indescriptible. En el aula, había un niño inerte sobre su pupitre, con los ojos abiertos y una expresión de terror en el rostro. En sus manos, sostenían un papel con una palabra escrita: “Perdón”.
Los maestros fueron a la sala de profesores para alertar a todos, pero al entrar vieron la pizarra manchada de sangre. Solo quedaban unos pocos nombres sin tachar: los de los niños que habían sido amables con Sofía.
Entonces, oyeron un grito desgarrador desde el patio. Salieron corriendo y vieron a Sofía en el columpio, con el vestido blanco y el lazo rojo. Pero no era la niña que habían conocido: era un espectro pálido y desfigurado, con los ojos vacíos y la boca torcida.
Sofía los miró con odio y les dijo:
– ¿Por qué no me protegieron? ¿Por qué no me quisieron? Ahora ya es tarde. Ya no hay marcha atrás. Todos pagarán por lo que me hicieron.
Y entonces, se lanzó del columpio y se desvaneció en el aire, dejando tras de sí una risa malévola.
Créditos a quien corresponda....