17/03/2020
Y de repente despertamos. Todo cambió, en Disney se apagó la magia, la Muralla china no era tan fuerte, ahora New York si duerme y ningún camino quiere conducir a Roma. Un virus está tomando al mundo y nos dimos cuenta de nuestra fragilidad. No sabemos si el daño es a propósito o por irresponsabilidad de nosotros mismos, pero la amenaza esta ahí, cada día más fuerte. Ya los memes no nos causan tanta risa, los abrazos y los besos se convierten en acciones peligrosas. Y la escasez de productos nos demuestra lo egoístas que somos, tan egoístas que decimos: este virus solo se lleva a los viejitos, como si no tuvieramos padres o como si nunca pasaremos por esto. Queremos hacer valer los derechos de decidir si dejar vivir a otros y ahora nos damos cuenta que no podemos decidir ni por nuestra vida. Una sociedad que decidió que el ser no existe sin haberlo buscado, que hoy se pone un máscara no sólo para un virus sino para ocultar tanta vulnerabilidad, mezclada con la soberbia y se lava las manos para no reconocer nuestra responsabilidad tal como Pilato. Es hora de cambiar, no sólo por ti o por mi sino por el bien común.
