02/08/2022
LA PUBLICACIÓN QUE DESPERTÓ LA IRA CONTRA EL PERIÓDICO.
LA FÁBULA DEL OGRO Y EL PRINCIPITO AZUL QUE LO QUERÍA TODO
Había una vez un Principito Azul al que un Ogro siniestro, arrogante, paranoico, mitómano, pero enamorado, apasionado y generoso, una especie de versión malvada de Shrek, le prometió regalarle un país si se portaba bien.
Era un país chiquito, pero rebosante de minerales apetecidos por los zares rusos, que le obsequiarían grandes riquezas envueltas en alfombras mágicas que los llevarían a los dos a viajar por todo el mundo.
El Principito le prometió que se convertiría en el niño más aplicado de la Tierra y que, además de cumplir con sus deberes, lo llenaría de mimos y cariños para siempre, pero, a cambio, quería él solo, solito, el país con todo, tooodoooo, lo que tuviera adentro: sus carreteras y sus puentes, sus puertos, sus hospitales, sus jueces y fiscales, sus soldados, sus universidades, el deporte fundamentalmente sus dineros…
El Principito quería ser el Rey del Universo…
El Ogro que quería mucho a los niños, pero sobre todo al Principito, se esforzó durante muchos años para ofrecerle al infante todo lo que este le pedía. Lo bañó y le regaló camisas, anillos, relojes de colección y zapatos, celebraron juntos navidades y compró pasteles para toda su familia. Lo rescató de la humilde casita de la Costa donde vivía con sus padres y le puso apartamento en la ciudad. Temporalmente, mientras conquistaban el Guacamolón, lo proveyó de una plaza fantasma en el Congreso. Lo llevó a ver carreras de caballos y le regaló una carroza con todo y su chofer…
Pero el Principito Azul quería más…
Por amor al Principito, el Ogro se convirtió en Capitán General. Entonces le concedió al infante ser el “jefe de jefes” de todos los ministros y mandó a traer del pueblo a todos sus compañeritos para que se convirtieran en su cohorte. Lo premió dándole poder y coimas monumentales sobre medicinas y vacunas, en un favorable contexto para su bolsillo sin fondo, durante una oportuna pandemia. Le regaló una cervecería. Le construyó un nido de amor, un castillo en las faldas de un volcán…
Pero el Principito quería más y más… y más y más…
El Ogro, por su parte, quiere cumplir su promesa de regalarle al Principito el país. Hace todo lo que puede. Extrae de las arcas todos los tesoros, desvía recursos y tributos. Abre hoyos para llenarlos después. Construye en su honor y beneficio muchos puentes y caminos…
Pero el Principito quiere más… O más bien, ya no sabe lo que quiere… quiere todas las riquezas, quiere todos los pasteles, quiere mandar a todos los diputados, alcaldes e instituciones, su aeropuerto en la Costa, para que pueda viajar de la ciudad a “Santalu” en 15 minutos en su chopper o en su avión. En fin, quiere todo el país con todo lo que tiene adentro…
El Ogro solo quiere que el Principito Azul lo quiera mucho y entonces quiere darle la Tierra, el mar, el cielo y las estrellas…
…Pero el Principito está triste. ¿Qué tendrá el Principito? No quiere que le quiten su castillo, no quiere que le quiten su país con todo lo que tiene adentro, no quiere querer al Ogro si este no puede regalarle todos los pasteles, todos los tesoros, todos los países con los polvos y minerales que contienen…
El Principito lo quiere todo, todo, tooodooo…
Pero su sueño peligra: al menos ocho de sus cortesanos son informantes del Imperio y el Imperio lo tiene muy bien ubicado en el radar. En adición, los López de Aspetro, sus comisionistas y lavadores consentidos han caído en la Lista Engel.
El Ogro y su Principito, Jefe de Jefes, visualizan dos escenarios: desafiar al Imperio y aliarse a China y Rusia o intentar seducir al imperio, aunque quién sabe si esos otros imperios lejanos están interesados en aliarse con tal Ogro y su Principito. Lo más seguro es que no.
Por el momento la opción que han escogido es seducir al Imperio y el Shrek del lado oscuro ha iniciado un periplo con destino en Kiev, Ucrania, y desde allá ofrecer tropas del Ejército de Guatemala para enfrentar y combatir con éxito a los rusos.
Todo, todo, para que el Principito pueda conservar su pequeño reinado y sus grandes tesoros inacabables, hasta ahora.
Bien por el Jefe de Jefes, en caso su sofisticada estrategia alcance el éxito con eficacia.
Sería el colmo que los estadounidenses sean tan malagradecidos y no valoren el sacrificio de los soldaditos y oficiales del generoso Principito, su Jefe de Jefes.
Vía: El Peladero de El Periódico de Guatemala