EL METROPOLITANO DEL 75
(sexta parte)
En la fría tarde noche del 27 de julio de 1975, los de Núñez se presentaban con su elenco estelar, con Fillol, Perfumo, Merlo, J.J. López, Pedro Alexis González, Morete y Oscar Más. Solo faltaba Norberto Alonso, quién cumplía una sanción de seis partidos por haber sido expulsado ante Independiente en la fecha 29.
Rogelio, por su parte, hacía malabarismos para armar su equipo, ya que unas semanas atrás, tanto el capitán Roberto Rogel como el arquero Rubén Sánchez habían partido a México y el Flaco Nicolau justo se había lesionado en el partido ante los rosarinos.
De este modo, el equipo salió con Enrique Vidallé (un producto de la cantera, que más tarde brillaría en el Argentinos Juniors campeón de América) en la valla y en la zaga Luis Lafuente (el peruano que había llegado con Bailetti) junto con Roberto Mouzo. El resto, la gran formación que había maravillado el año anterior, con el Tano Pernía y el Conejo Tarantini en los laterales, el Chino Benítez, Mandrake Trobbiani y Patota Potente en el medio, más García Cambón y Ferrero adelante, acompañados por el incorporado Darío Luis Felman.
Hay que reconocer que el curso del partido le estaba siendo más favorable al local, pero pasaba el tiempo y el marcador no se abría.
A los 70, Tarantini rechazó fuerte un balón desde su campo. Eso generó un contragolpe por intermedio del correntino Hugo Paulino Sánchez (que había entrado por Benítez). El pibe se acercó al área y el Mariscal Roberto Perfumo le cometió falta muy cerca de la línea que la delimita.
Mouzo comenzó a acomodarse, pero Patota Potente se apresuró a rematar, enviando el balón al ángulo superior derecho de un Pato Fillol que solo atinó a seguirlo con la mirada. Fue un calco de lo que al año siguiente haría Suñé en la histórica final del Nacional 76 (solo que en el vértice opuesto). El propio 10 dijo después “lo vi a Fillol cerca del otro palo y le di fuerte con
EL METROPOLITANO DEL 75
(quinta parte)
Faltando dos fechas para terminar la primera ronda, Boca se encontraba en el puesto 14 de veinte, con nueve derrotas en su haber. En 17 fechas, el líder River nos había sacado ¡16 puntos de ventaja!
Los simpatizantes boquenses criticaban a todos, al técnico Domínguez, a los jugadores y al presidente Armando.
Sin embargo, con el citado empate ante Huracán, el equipo comenzó a encadenar una sorprendente racha invicta que para la fecha 31 ya acumulaba 15 partidos y que nos colocaba en el tercer lugar de la tabla, aunque a 9 puntos de River y a 3 del segundo, Unión, que aguantaba pero que poco a poco parecía que se le iba agotando el combustible.
En el medio de las 15 jornadas estuvo esa inolvidable remontada en Avellaneda ante Racing, de 0-3 a 4-3, con dos goles sobre el final del pibe correntino Hugo Paulino Sánchez, pero también un 6-2 a Gimnasia y buenos triunfos ante Independiente (2-0), San Lorenzo (3-2) y Estudiantes (3-1).
De todas formas, más allá de esa extraordinaria escalada en la tabla de posiciones, a 7 jornadas del final (recordando que en ese entonces se daban solo 2 unidades por triunfo eran 14 puntos en juego), esa diferencia de 9 parecía indescontable.
Sin embargo, en las fechas 32 y 33 a los millonarios les aparecieron nuevamente los fantasmas de las casi dos décadas de frustraciones al perder 1-0 tanto ante Atlanta como con Newell’s Old Boys.
Boca, por su parte, goleaba 5-1 y 3-0 a Chacarita Juniors y Rosario Central respectivamente y extendía su racha a 17 partidos sin derrotas, con 13 triunfos y 4 empates, acercándonos a solo 5 puntos de River.
¡Y el domingo siguiente debíamos enfrentarlos en el Monumental!
(continuará)
EL METROPOLITANO DEL 75
(tercera parte)
Con el retiro de los grandes próceres brasileños (empezando por Pelé), en Sudamérica se estaba terminando la hegemonía verdeamarelha y el mejor fútbol de estas latitudes lo estaba brindando Perú, con jugadores de gran talento y/o renombre como Teófilo Cubillas y Héctor Chumpitaz. De hecho, ese año 75, el seleccionado incaico alzaba la Copa América por segunda y última vez en su historia.
El Club Atlético Boca Juniors anunciaba entonces la contratación de “la estrella del fútbol peruano” Héctor Alberto Bailetti. Con él llegaba su compatriota y zaguero Luis Meraldo La Fuente.
Luego de triunfos ante San Lorenzo (2-1) y Argentinos (4-1), la tarde del domingo 23 de marzo, por la novena fecha, en la Bombonera se recibía la visita de Racing, con el condimento que en el banco de suplentes iba a estar el tan mentado peruano Bailetti. La posibilidad de que debutara ese día matizaba el mal humor que teníamos durante el entretiempo, ya que, con goles de Hugo Gottardi y Néstor Scotta, los de la Academia estaban al frente en el marcador por 2-0.
Pasado el cuarto de hora del segundo tiempo, del banco de suplentes se levantó un jugador algo rechoncho que tenía puesta la camiseta número 16. Hay que recordar que antes nadie tenía el número fijo, sino que, en cada partido, a los titulares se les otorgaba las camisetas 1 a 11, la 12 era para el arquero suplente y de 13 a 16 se les asignaba a los otros cuatro que acompañaban al técnico en el banco.
A poco de entrar, recibió el balón en tres cuartos de cancha (del lado que mira al Riachuelo), eludió a su marcador con un movimiento de cintura impensado para su volumen, se quitó de encima a otro y al entrar al área sacó un violento remate. Impactó en el poste derecho del arquero, cruzó hacia el lado opuesto por encima de la línea de gol, pegó en el otro palo y mientras todos nos llevábamos las manos a la cabeza, el rebote cayó en las del guardameta. Un
REVIVIENDO EL METRO DEL 74
(sexta parte)
La racha se cortó con una igualdad a 2 ante Chacarita Juniors (Alfredo Letanú malogró otro penal, que hubiera representado el triunfo) y luego una victoria 1-0 frente a Independiente (gol del Flaco Nicolau desde los doce pasos). Enseguida vino un magro empate sin goles en la cancha de Atlanta ante Argentinos (el mismo que en la primera ronda se había goleado 7-1), donde la seguidilla de penales errados (ya cinco!) continuó, puesto que Quintabani atajó el ejecutado por el mismo Flaco. Eso dejó a Boca a cuatro puntos del líder Colón y a tres de Newell’s Old Boys, segundo y último que clasificaba al cuadrangular final.
Tres días después, el 5 de mayo de local en la cancha de Independiente (la Bombonera estaba suspendida por incidentes ante Newell’s), Boca venció a San Lorenzo 1-0 con un golazo del Tano Nicolás Novello de chilena, los santafesinos perdieron con Ferro y los rosarinos vencieron a Independiente. De este modo, a solo dos fechas del final de la primera fase, Ñuls pasaba a liderar con 22 unidades, seguido a una por Colón y Ferro, mientras que Boca estaba cuarto con 19. Lo bueno era que la fecha siguiente debíamos enfrentar a los verdolagas y en la última a los sabaleros.
Al igual que en el partido de la primera ronda en Brandsen 805, en Caballito el local se puso en ventaja rápidamente (esta vez con un penal convertido por Juan Domingo Rocchia) y parecía que allí terminaban nuestras esperanzas, pero en el segundo tiempo Boca volvió a ser Boca y con goles de Rogel, Novello (posteriormente expulsado) y Ponce se obtuvo un importantísimo 3-1, puesto que rosarinos y santafesinos perdieron respectivamente ante Atlanta y Banfield (en el partido interzonal).
Se llegó entonces a la última fecha con Newell’s puntero con 22 y tres equipos (Colón, Ferro y Boca) con 21, peleando por los dos cupos para la fase final. Fuera de discusión quedaba Independiente con 18.
En la jornada final los leprosos
RECORDANDO UN PARTIDO INTERNACIONAL DE UN DICIEMBRE
El 18 DE DICIEMBRE DE 2005, Boca, dirigido por Alfio Basile, se consagró campeón de la Copa Sudamericana frente a Pumas de la UNAM de México, en una recordada definición por penales (luego de empatar 1-1 tanto de visitante como en la Bombonera), donde el arquero Roberto Abbondanzieri contuvo dos penales y además convirtió el definitivo. Como anécdota de esa noche se puede contar que el encargado original de ejecutar ese sexto penal era Hugo Ibarra, pero el Pato le pidió al Coco ser él, puesto que su padre estaba en la platea (con quien fue a abrazarse inmediatamente después de convertirlo).
Extracto del Capítulo 1-11 “El Perfecto Coco” del libro Medio Siglo Azul y Oro
RECORDANDO UN SUPERCLASICO DE UN DICIEMBRE
El más inolvidable de todos, por todo lo que lo rodeaba: el gobierno militar que regía argentina, la situación social del país, la primera final que enfrentaba a Boca y River, la rivalidad de Lorenzo y Labruna, la de Gatti y Fillol, los próceres de un lado y otro (Mouzo, Suñé, Mastrángelo, Perfumo, J.J. Lopez, Alonso, entre tantos), los más de 90.000 espectadores en la cancha y los millones delante de la TV blanco y negro.
Varias décadas más tarde, los millonarios intentarían enarbolar la bandera de una final en Madrid, pero nunca, nunca jamás habrá otro como ese partido del 22 DE DICIEMBRE DE 1976.
Fue una daga en el corazón riverplatense, reflejado en la actitud del vicealmirante Carlos Alberto Lacoste (desenfadadamente afín a River y cara visible en el deporte del mencionado gobierno de facto), quien hizo desaparecer la cinta fílmica con el gol de Suñé (algunos dicen que la hizo quemar, otros que obligó a cortar justo en ese tramo).
Lo cierto es que eso provocó que no solo el famoso gol se elevara a niveles de casi un mito (con los años se comenzó a denominar “El gol fantasma”), sino también todo el partido.
Los que tuvimos la suerte de vivirla, sabemos que fuimos testigos de un hecho único e irrepetible.
Tuvieron que pasar más de 40 años para que se produjese otra final entre Boca y River. Pero por ser la primera vez, por las circunstancias del país, por las condiciones en que se jugó, por la rivalidad de estilos y prestigios tanto de los técnicos como de los arqueros y de muchos de los jugadores… jamás habrá una igual.
Extractos del capítulo 1-31 “Una Chapa Inoxidable” del Libro Medio Siglo Azul y Oro y del capítulo 1-50 “No habrá otro igual” del libro Medio Siglo Azul y Oro 3 – El Suplementario.
RECORDANDO UN PARTIDO INTERNACIONAL DE UN OCTUBRE
El formato de la Copa Libertadores en la década del setenta era con dos conjuntos de cada una de las diez asociaciones integrantes de la Confederación Sudamericana de Fútbol, agrupados en cinco grupos de cuatro equipos. Los primeros de cada uno de ellos pasaban a las semifinales, donde conformaban dos nuevos grupos de tres equipos, ya que a los cinco ganadores de grupo se le agregaba el campeón del año anterior.
Habiendo obtenido Boca en Montevideo la edición 1977, en la correspondiente a 1978 se incorporó directamente en esa instancia, compartiendo grupo (de la muerte) con Atlético Mineiro de Brasil y River Plate.
La participación se inició a mediados de septiembre en la Bombonera, con un magro 0-0 ante los millonarios. Luego llegó el triunfazo en Belo Horizonte (la noche de los dos bombazos de Miguel Ángel Bordón para un 2-1 fundamental) y como River le había ganado de local a los brasileros, el partido del 5 DE OCTUBRE DE 1978 en la Bombonera ante Atlético Mineiro era determinante.
La noche empezó bien, con un gol de Toninho Cerezo en contra, aunque casi terminando el primer tiempo Marinho lo empató.
El 1-1 se mantuvo, hasta que apareció el arma mortal de Lorenzo: Mastrángelo. El gol del video es una cabal muestra de lo que era el Boca del Toto: todos agazapados atrás, unos leones mordiendo y demoliendo, hasta que la pelota llegaba a Marito Zanabria, quien con su elegante zurda la ponía al pique del Heber, que, por arriba, por abajo, por el medio, por el costado o por donde sea era siempre letal. Luego vino otro de Salinas para un 3-1 importantísimo.
Los que no vivieron esa Era, deben saber que con esa simple pero indefendible fórmula (pelotazo a Mastrángelo), Boca fue bicampeón argentino, bicampeón de América y campeón mundial.
RECORDANDO UN SUPERCLASICO DE UN SEPTIEMBRE
Pese a que le quedaba aún un año de mandato, agotado de enfrentarse al hombre fuerte del fútbol durante el gobierno militar (el vicealmirante Lacoste, descaradamente afín a River), a principios de ese 1980 Alberto J. Armando solicitó una licencia en su cargo de presidente. Se sabía que iba a ser un año de transición y se le dio la dirección técnica del equipo a una gloria xeneize, Antonio Ubaldo Rattín.
El Rata recibió un plantel desgastado por tantas batallas ganadas con el Toto, que claramente ya estaba sufriendo las secuelas del derrumbe. El inicio del Metropolitano, llamado “IV Centenario de la 2da. Fundación de la Ciudad de Buenos Aires” fue horroroso, pero a mediados de temporada todo mejoró un poco y Boca termino en un decente (teniendo en cuenta las circunstancias) séptimo lugar.
Para el torneo Nacional 1980, la dirigencia intentó dotar a Rattín de alguna figura y se incorporó al Beto Norberto Outes (extraordinario centrodelantero que brillaba en Independiente de Avellaneda), quién rápidamente se ganó el cariño de todos los boquenses, cuando un su primer superclásico, jugado en el Monumental el 21 DE SEPTIEMBRE DE 1980, anotó un gol luego de acomodar el balón con la mano sin que el árbitro lo pudiera percibir. Fue a los 23 minutos, empatando un partido en el que Ramón Diaz había abierto el marcador. Oscar Ortiz en el segundo tiempo puso en ventaja nuevamente a los locales y, cerca del final, un espectacular cabezazo del Tano Pernía ante un centro cruzado de Cacho Córdoba lo empató para nuestra alegría.
Al término del partido los Millonarios seguían reclamando al árbitro la avivada del Beto.