09/04/2021
EL PODER DE LA MENTE
Manuel de la Peña, M.D., Ph.D.
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Vivo con la idea clara de que «todo se puede conseguir». En este sentido, es necesario que te identifiques con lo que quieres llegar a «ser» y, si es así, te recuerdo a los Beatles, auténticamente geniales, que decían que «todo está en la mente». Podría parecer increíble, pero no lo es. En muchas consultas se ve a pacientes sanos deambular de médico en médico en busca de una enfermedad que no tienen. Con frecuencia, una persona sana, con sus pensamientos negativos y/o sometida a un estrés crónico, empieza a somatizar sus emociones, su estado de ánimo se degrada y aparece una enfermedad. Toy afirmaba: «solo a partir de mi mente puedo transformar el paraíso en in****no o el in****no en paraíso». Así sucede porque «el poder está en tu interior». La mente es tan poderosa porque ejerce una influencia directa en nuestros actos conscientes. Desde mi punto de vista, es esencial aprender a controlar el poder de la mente, nuestras acciones, emociones, sentimientos y pensamientos, concentrarse en nuestros deseos, buscar el perfeccionamiento de manera permanente.
EL PODER DE LA MENTE SOBRE EL CUERPO
Esta perspectiva nos procurará una enorme autoestima, nos hará empezar a tener «fe en nosotros mismos». En palabras de Albert Einstein, «la mente es como el paracaídas… solo funciona si la tenemos abierta». La clave reside en dominar los propios pensamientos. Veamos, reflexiona: ¿dejas que tu cerebro y tus pensamientos te dominen? ¿O más bien usas el poder de la mente para dominar tus pensamientos? Debes recordar siempre que «las manifestaciones del cuerpo acompañan al pensamiento». Ya sabes, tú decides, porque este es justamente uno de los aspectos que marca la diferencia entre salud mental o enfermedad. Valga aquí la célebre cita de Descartes: «pienso, luego existo». Lo cierto es que podemos realizar todo cuanto nuestra mente pueda imaginar, dado que solo utilizamos el 1% de nuestra capacidad mental. Algunas personas aprenden a optimizar su mente al máximo.
Un buen observador sabrá que un enfermo puede recuperarse más deprisa si posee un pensamiento positivo. Por el contrario, alguien en quien dominan los pensamientos negativos tarda mucho más tiempo en recuperarse y, en algunos casos, su debilidad o afección se agrava. Como decía Bob Marley: «Nadie más que uno puede liberar su mente de la esclavitud».
El poder de la mente
Tú mismo lo comprobarás si enfocas un pensamiento positivo sobre algún área de tu cuerpo en la que sientes molestias. Has de convencerte del poder de tu mente para fomentar la curación. Te aconsejo que lo pongas en práctica por ti mismo y que empieces a experimentarlo. Como decía mi querido colega Christiaan Barnard, «todo está en tu actitud mental».
Te sugiero que hagas un esfuerzo: borra de tu mente de forma inmediata cualquier pensamiento negativo que se acerque, el que genera duda, temor, culpa y remordimientos. Recrea tu mente con pensamientos positivos que generan sentimiento de bienestar, confianza, entendimiento y curiosidad. En este sentido, uno de mis libros favoritos es El Secreto de Rhonda Byrne, en el que, claramente, te enseña muchas de estas claves. «Cuando emites la frecuencia perfecta de lo que quieres, la ley de atracción moverá con fuerza todas las personas, circunstancias y acontecimientos para que lo recibas». Piensa en positivo.
EL PODER DE LA MENTE SE HACE EN DOS DIRECCIONES
El poder de la menteCréeme, no dudes que la «mentalización»/«sugestión» ejerce una influencia significativa en el estado de salud. Este principio actúa en las dos direcciones: personas que muestran un alto grado de fe, de confianza en sí mismas, que tienen el hábito de meditar, de orar, que visualizan o hacen algún tipo de proyección mental, responden mejor a los tratamientos y enferman menos. Sin embargo, ocurre todo lo contrario en personas sometidas a estrés crónico, con escasa confianza en sí mismas, pesimistas y que, en definitiva, no utilizan su mente para ayudar a su cuerpo. Estas personas tienden más a enfermar, responden peor a los tratamientos y tienen una salud más delicada. Así, todas ellas contribuyen a desarrollar mecanismos de autocontrol. Sigamos, en este sentido, a Séneca: «admira a quien lo intenta, aunque fracase».
Sigmund Freud dividió la mente en tres partes: consciente, subconsciente e inconsciente. De este modo, la forma que tiene el individuo de recordar o suprimir la información depende del lugar donde se almacena. Ha de tenerse muy claro que la información guardada en nuestro «consciente» es muy reducida en comparación con la que permanece en el subconsciente y el inconsciente. De ahí vienen pensamientos ocultos que, cuando afloran, crean esos «lapsus» tan típicos que influyen en nuestro comportamiento. Platón decía que «el cuerpo humano es el carruaje; el Yo, el hombre que lo conduce, el pensamiento son las riendas, y los sentimientos, los caballos».
En definitiva, debemos ser capaces de «entrenar» nuestra mente al igual que nuestros músculos en un gimnasio. Gracias al entrenamiento es posible adquirir un mejor control de la información que recibe la mente en cada momento del día. Coincido aquí con Louis Pasteur: «la fortuna juega a favor de una mente preparada».
Manuel de la Peña, M.D., Ph.D.
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