05/09/2024
El milagro que llevó a Padre Pío a los altares
«Actualmente para la beatificación de un siervo de Dios no mártir, la iglesia pide un milagro, para la canonización (también de un mártir) pide otro. Sólo los presuntos milagros atribuidos a la intercesión de un siervo de Dios o de un beato “post mortem”
pueden ser objeto de verificación. Se considera milagro aquel hecho que supera las fuerzas de la naturaleza, que es realizado por Dios fuera de lo común de toda la naturaleza creada por intercesión de un siervo de Dios o de un beato» (1).
Para sustentar la beatificación del Padre Pío fue presentado el caso de la curación de Consiglia De Martino, una señora residente en Salerno (Italia) que en setiembre de 1995 estuvo a punto de fallecer por la rotura de un conducto linfático. Cuando la medicina no tenía nada que hacer la salvó su fe en Dios a través de Pío. El Papa Juan
Pablo II beatificó al fraile capuchino el 2 de mayo de 1999 y la señora Consiglia participó de la ceremonia (2).
El 16 de junio 2002 Juan Pablo II lo declaró santo en base al milagro obrado en Matteo Pío Colella. En enero de 2000, con sólo siete años, Matteo fue diagnosticado con meningitis aguda fulminante; no le funcionaban nueve órganos y prácticamente no tenía
pulsaciones. Fue internado en el Hospital “Casa Alivio del Sufrimiento”, fundado por Padre Pío, donde poco después de su ingreso los médicos anunciaron a la familia que se trataba de “un caso perdido” y su fallecimiento sería “cuestión de horas”. María Lucía, la mamá del niño, fue a la tumba del santo a pedir por la vida de su hijo. Después de once días en coma Matteo despertó sin afectación alguna y contó haber recibido la visita del capuchino que le anunció su mejoría (3).
En la página web www.padrepio.es fue publicado el relato del milagro en palabras de quien recibió la bendición:
TESTIMONIO DE MATTEO PÍO (4)
Cuando tenía 7 años, tuve una enfermedad grave que se convirtió en una aventura entusiasmante para mí, porque estuve con el Padre Pío. En cambio, para mis padres fue un drama.
Un día estaba en la escuela y me dio fiebre, ese día empezó mi increíble viaje. Yo estaba en el Cielo, o sea en otro mundo, pero esto lo comprendí después. Me vi con el Padre Pío y los ángeles en un hueco redondo, primero blanco y después era como una
televisión. Yo estaba delante de aquel agujero, junto a las máquinas que hacían `bipbip´. Pero mi alma estaba con Padre Pío.
Cuando el agujero se convirtió en una televisión, vi al Padre Pío y los ángeles que me daban la mano. Los ángeles eran grandes y bellísimos, uno blanco con las alas amarillas y dos rojos con las alas blancas, en vez de cabezas tenían fuertes rayos de luz. No sentía
ni calor ni frío, ni hambre ni sed y no me importaba nada ni nadie. Padre Pío me dio la mano derecha y me repetía: “Mateo, no te preocupes, te curarás muy pronto”. Sonreía y me miraba. Tenía la barba blanca, el hábito marrón y sus palabras y su rostro me tranquilizaban. Lo extraño fue que yo no pensaba en nadie de mi
familia, no buscaba a ninguno, estaba bien, no necesitaba nada. Yo estaba vestido de blanco, con ropa larga hasta los pies y estaba descalzo. De pronto, Padre Pío y yo estábamos volando y llegamos a Roma. Entendí que era Roma porque pasamos por encima
del parque de atracciones, donde ya había estado con mi tío Juan.
Entramos en un hospital de Roma atravesando una ventana, como los fantasmas.
Vimos un niño rígido, que estaba en la cama. Padre Pío me dijo (con el pensamiento no con la boca porque estábamos mu***os): “¿quieres curarlo tú?”, “¿y cómo se hace? -le pregunté asombrado-. Me respondió: “¡Con la fuerza de voluntad!” y así, alargando las
manos sobre él, lo curamos. En ese momento vi a los doctores en la otra habitación a través de una pared que era una gran puerta de vidrio y estaban hablando de ese niño. Padre Pío y yo nos fuimos
de allí y volví a mi cama.
Poco después desperté y quise que Padre Pío me cogiera de la mano (quería también un refresco de Coca Cola). Cuando todos supieron que desperté vinieron donde estaba: mi madre, mi padre, mi tío Nicolás y mi tío Juan, y los médicos de la reanimación.
Los veía a todos desenfocados y no entendía qué estaba sucediendo, por qué me encontraba allí y por qué Padre Pío no estaba con nosotros. ¡Quería pedir tantas cosas a mi madre!, pero no podía hablar, tenía un tubo en la garganta. Me trajeron la Televisión, la play-station, de hecho fui el primero en tenerla. Estuve muy malo, pero poco a poco todo se fue solucionando.
El día que salí del hospital, mi madre y mi padre junto a mis compañeros de colegio, con las otras madres y los maestros, me organizaron una bonita sorpresa: todos me esperaban junto a la casa con banderines, globos y papel picado.
Esto que me pasó fue una enseñanza, porque me hizo entender que hay que creer en el Cielo, (yo fui allí) y hay que ayudar a los demás como me enseñó el Padre Pío al sanar a ese niño, que aún no sé quién es…
¡Esta fue mi increíble aventura!
Matteo Pío Colella
Imagen:
En el cuadro de la izquierda aparece Matteo, con casi 30 años, asumiendo su condición de testimonio vivo de la gracia de Dios y la capacidad intercesora del Padre Pío. A la derecha está su foto de la época en la que sucedió el milagro. La imagen es una captura de pantalla del Progra- ma “La Volta Buona” que emitió la RAI (Radiotelevisione Italiana) el viernes 22 de setiembre de 2023 y que se puede ver a través de este link: https://www.youtube.com/
watch?v=aCDlzCz6XRw
Notas
1 - https://hermanasfranciscanas.wordpress.com/2018/05/14/por-que-se-necesitan-milagros-para-canonizar/ #:~:text=Porque%20solo%20Dios%20obra%20milagros,en%20las%20causas%20de%20canonizaci%C3%B3n.
2 - Rodríguez Sánchez, Ramón Eduardo, Año 2020, San Pío de “La Auora”. Que contigo sea para el mundo camino, verdad y vida, Montevideo, tercera edición impresa en Tradinco S.R.L.
3- Ibid
4- https://padrepio.es/testimonio-de-matteo-pio/