Unidos por Padre Pío

Unidos por Padre Pío Espacio gestado desde el amor y el respeto para compartir aportes a las búsquedas espirituales.
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El milagro que llevó a Padre Pío a los altares«Actualmente para la beatificación de un siervo de Dios no mártir, la igle...
05/09/2024

El milagro que llevó a Padre Pío a los altares

«Actualmente para la beatificación de un siervo de Dios no mártir, la iglesia pide un milagro, para la canonización (también de un mártir) pide otro. Sólo los presuntos milagros atribuidos a la intercesión de un siervo de Dios o de un beato “post mortem”
pueden ser objeto de verificación. Se considera milagro aquel hecho que supera las fuerzas de la naturaleza, que es realizado por Dios fuera de lo común de toda la naturaleza creada por intercesión de un siervo de Dios o de un beato» (1).

Para sustentar la beatificación del Padre Pío fue presentado el caso de la curación de Consiglia De Martino, una señora residente en Salerno (Italia) que en setiembre de 1995 estuvo a punto de fallecer por la rotura de un conducto linfático. Cuando la medicina no tenía nada que hacer la salvó su fe en Dios a través de Pío. El Papa Juan
Pablo II beatificó al fraile capuchino el 2 de mayo de 1999 y la señora Consiglia participó de la ceremonia (2).

El 16 de junio 2002 Juan Pablo II lo declaró santo en base al milagro obrado en Matteo Pío Colella. En enero de 2000, con sólo siete años, Matteo fue diagnosticado con meningitis aguda fulminante; no le funcionaban nueve órganos y prácticamente no tenía
pulsaciones. Fue internado en el Hospital “Casa Alivio del Sufrimiento”, fundado por Padre Pío, donde poco después de su ingreso los médicos anunciaron a la familia que se trataba de “un caso perdido” y su fallecimiento sería “cuestión de horas”. María Lucía, la mamá del niño, fue a la tumba del santo a pedir por la vida de su hijo. Después de once días en coma Matteo despertó sin afectación alguna y contó haber recibido la visita del capuchino que le anunció su mejoría (3).

En la página web www.padrepio.es fue publicado el relato del milagro en palabras de quien recibió la bendición:

TESTIMONIO DE MATTEO PÍO (4)

Cuando tenía 7 años, tuve una enfermedad grave que se convirtió en una aventura entusiasmante para mí, porque estuve con el Padre Pío. En cambio, para mis padres fue un drama.

Un día estaba en la escuela y me dio fiebre, ese día empezó mi increíble viaje. Yo estaba en el Cielo, o sea en otro mundo, pero esto lo comprendí después. Me vi con el Padre Pío y los ángeles en un hueco redondo, primero blanco y después era como una
televisión. Yo estaba delante de aquel agujero, junto a las máquinas que hacían `bipbip´. Pero mi alma estaba con Padre Pío.

Cuando el agujero se convirtió en una televisión, vi al Padre Pío y los ángeles que me daban la mano. Los ángeles eran grandes y bellísimos, uno blanco con las alas amarillas y dos rojos con las alas blancas, en vez de cabezas tenían fuertes rayos de luz. No sentía
ni calor ni frío, ni hambre ni sed y no me importaba nada ni nadie. Padre Pío me dio la mano derecha y me repetía: “Mateo, no te preocupes, te curarás muy pronto”. Sonreía y me miraba. Tenía la barba blanca, el hábito marrón y sus palabras y su rostro me tranquilizaban. Lo extraño fue que yo no pensaba en nadie de mi
familia, no buscaba a ninguno, estaba bien, no necesitaba nada. Yo estaba vestido de blanco, con ropa larga hasta los pies y estaba descalzo. De pronto, Padre Pío y yo estábamos volando y llegamos a Roma. Entendí que era Roma porque pasamos por encima
del parque de atracciones, donde ya había estado con mi tío Juan.
Entramos en un hospital de Roma atravesando una ventana, como los fantasmas.

Vimos un niño rígido, que estaba en la cama. Padre Pío me dijo (con el pensamiento no con la boca porque estábamos mu***os): “¿quieres curarlo tú?”, “¿y cómo se hace? -le pregunté asombrado-. Me respondió: “¡Con la fuerza de voluntad!” y así, alargando las
manos sobre él, lo curamos. En ese momento vi a los doctores en la otra habitación a través de una pared que era una gran puerta de vidrio y estaban hablando de ese niño. Padre Pío y yo nos fuimos
de allí y volví a mi cama.

Poco después desperté y quise que Padre Pío me cogiera de la mano (quería también un refresco de Coca Cola). Cuando todos supieron que desperté vinieron donde estaba: mi madre, mi padre, mi tío Nicolás y mi tío Juan, y los médicos de la reanimación.
Los veía a todos desenfocados y no entendía qué estaba sucediendo, por qué me encontraba allí y por qué Padre Pío no estaba con nosotros. ¡Quería pedir tantas cosas a mi madre!, pero no podía hablar, tenía un tubo en la garganta. Me trajeron la Televisión, la play-station, de hecho fui el primero en tenerla. Estuve muy malo, pero poco a poco todo se fue solucionando.

El día que salí del hospital, mi madre y mi padre junto a mis compañeros de colegio, con las otras madres y los maestros, me organizaron una bonita sorpresa: todos me esperaban junto a la casa con banderines, globos y papel picado.

Esto que me pasó fue una enseñanza, porque me hizo entender que hay que creer en el Cielo, (yo fui allí) y hay que ayudar a los demás como me enseñó el Padre Pío al sanar a ese niño, que aún no sé quién es…

¡Esta fue mi increíble aventura!

Matteo Pío Colella

Imagen:

En el cuadro de la izquierda aparece Matteo, con casi 30 años, asumiendo su condición de testimonio vivo de la gracia de Dios y la capacidad intercesora del Padre Pío. A la derecha está su foto de la época en la que sucedió el milagro. La imagen es una captura de pantalla del Progra- ma “La Volta Buona” que emitió la RAI (Radiotelevisione Italiana) el viernes 22 de setiembre de 2023 y que se puede ver a través de este link: https://www.youtube.com/
watch?v=aCDlzCz6XRw

Notas
1 - https://hermanasfranciscanas.wordpress.com/2018/05/14/por-que-se-necesitan-milagros-para-canonizar/ #:~:text=Porque%20solo%20Dios%20obra%20milagros,en%20las%20causas%20de%20canonizaci%C3%B3n.
2 - Rodríguez Sánchez, Ramón Eduardo, Año 2020, San Pío de “La Auora”. Que contigo sea para el mundo camino, verdad y vida, Montevideo, tercera edición impresa en Tradinco S.R.L.
3- Ibid
4- https://padrepio.es/testimonio-de-matteo-pio/

“Sucedió hace unos tres años”, una tórrida tarde de enero. Beatriz y su hijo mayor viajaron desde Montevideo, su lugar d...
02/09/2024

“Sucedió hace unos tres años”, una tórrida tarde de enero. Beatriz y su hijo mayor viajaron desde Montevideo, su lugar de residencia, hacia la ciudad de Salto. Él tenía que cumplir con unos compromisos laborales y ella, amorosamente, aceptó la invitación para acompañar. «Cuando me preguntó si quería ir a Salto, yo ya estaba pronta. Le dije, “¿a qué hora salimos? Por supuesto que sí, quiero ir”, recuerda la mamá que aprovechaba aquellas oportunidades para visitar la gruta del Padre Pío en la Estancia La
Aurora. Beatriz es devota del santo de los estigmas desde hace mucho tiempo; su vínculo de fe se fortalece a partir de la certeza plena de esa bendita compañía.

Como otras veces, tomó el servicio de ómnibus que une la ciudad de Salto con Temas del Daymán, allí se bajó “en la última parada, de ahí subí a la ruta y salí caminando hacia la gruta”, detalla sobre la forma de llegar hasta la ermita. Hay unos diez kilómetros entre la
capital departamental y el centro turístico y algo más de cinco entre ese lugar y La Aurora.

«Mi hijo me había dicho que no le faltaba mucho para terminar el trabajo, que cuando se desocupara me llamaría e iría a buscarme donde estuviera. Cuando me llamó ya volvía de la gruta, había caminado como un kilómetro de regreso. Me pidió que lo esperara ahí, así que me senté en la cuneta a descansar un poco, hacía un calor terrible. Cuando me encontró le dije, “¿vamos a conocer al Padre Pío?”. Me quedó mirando por unos segundos, me miraba y no decía nada y yo tampoco. Hasta que después de un silencio sepulcral, que pareció eterno, me dice, “bueno, ya que estamos acá, vamos a conocer al Padre Pío”.

Daniel recibió formación católica, tanto en su casa como en los centros educativos a los que asistió, “creció teniendo a Dios como meta y como guía, porque toda nuestra familia es así”, asevera su mamá. Pero, por diferentes razones se fue colocando en un lugar de cierto escepticismo. Hasta ese momento “no sabía de qué se trataba la gruta”, al tiempo que sólo tenía algunas referencias vagas, mínimas, sobre el capuchino de Pietrelcina. «Cuando llegamos al molinete de la entrada del campo de la gruta me dijo, “no puedo creer que hayas caminado todo esto”. Respondí que sí, que lo hago siempre porque sé que Padre Pío me va a ayudar a llegar», recuerda Beatriz y agrega que a poco de andar por el sendero que lleva a la gruta experimentaron una manifestación especial.

«Habremos caminado diez pasos cuando de repente nos envolvió el aroma a rosas. Mi hijo quedó duro, como congelado. Era una fragancia hermosa, tremenda, que nos abrazó a los dos. Me miró y preguntó “¿y eso?”. Ese olor es una manifestación del Padre Pío que te está recibiendo, respondí», comparte quien trató, sin éxito, que su hijo dejara de buscar flores con el propósito de hallar el origen el perfume. “Acá no hay flores naturales, ésas que ves en el camino son de plástico. No busques más. Estamos solos en el campo. Es el Padre Pío que te está recibiendo, ¿querés más prueba que esto?”, inquirió la madre emocionada, que revive ese estado al recordar la experiencia. “Después de eso seguimos en silencio hasta la gruta, no dijimos ni una palabras más”, concluye.

Está disponible el segundo número de la revista "Unidos por Padre Pío". Decenas de amigos, en diversos países de nuestra...
01/09/2024

Está disponible el segundo número de la revista "Unidos por Padre Pío".
Decenas de amigos, en diversos países de nuestra América Latina, ya han recibido el archivo digital que puedes solicitar por esta vía.Gracias a todos quienes apoyan esta tarea!
Gracias a Padre Pío que nos inspira!

"Aunque sea un susurro, yo siempre te escucho”Fue en Paysandú (Uruguay) en enero de 2023. Aquella tarde era, como tantas...
23/08/2024

"Aunque sea un susurro, yo siempre te escucho”

Fue en Paysandú (Uruguay) en enero de 2023. Aquella tarde era, como tantas otras, de mates y charla. Se intercalaban comentarios casi que de rutina, sobre los asuntos más sencillos, con cuestiones de mayor relevancia, con proyectos, con miradas al futuro. La vida de la pareja está especialmente marcada por la presencia del Padre Pío; en realidad buena parte de la actividad cotidiana de la familia tiene que ver con la devoción hacia el capuchino de Pietrelcina. En algún momento el diálogo se detuvo en un problema que requería solución urgente. Analizadas las alternativas y ante la falta de posibilidades concretas, uno de los integrantes de la pareja manifestó al otro que habría que recurrir al Padre Pío otra vez pero descartó hacerlo por sí mismo argumentando que no se sentía escuchado. Sus palabras fueron, “pedile vos al Pío, a ver si te escucha, porque a mí nunca me escucha”.

El silencio que siguió a esa afirmación hubiese sido extenso si no fuera por el sonido del teléfono anunciando la llegada de un mensaje. La comunicación se concretó a través del celular de quien recibió la contundente aseveración. El remitente era Guillermo, desde la ciudad de Artigas, a más de 300 kilómetros de donde sucedía la conversación. Este amigo de la pareja recibió la bendición de canalizar mensajes de Padre Pío. La comunicación resultó impactante por el momento de su recepción, inmediatamente pronunciada aquella declaración, y por su contenido.

El escueto texto del WhatsApp decía, «Este es un mensaje del Padre Pío para la hermanita Silvia: “Aunque sea un susurro, yo siempre te escucho”».

Sobre la revista digital Unidos por Padre Pío Ante algunas consultas aclaramos que se trata de un material de distribuci...
15/08/2024

Sobre la revista digital Unidos por Padre Pío

Ante algunas consultas aclaramos que se trata de un material de distribución gratuita, cuando lo compartimos vía digital. Quienes reciben la versión impresa hace un aporte para los costos de impresión, es el caso de gente que vive en nuestra zona, cerca de la ciudad de Paysandú en Uruguay. En principio resultaría muy costoso hacer envíos de la revista impresa.
Puedes pedir el archivo digital, para leer en dispositivos o imprimirlo en casa, a través del WhatsApp +59894024648

Queridos hermanos, está disponible el número 2 de la revista "Unidos por Padre Pío". Quienes deseen el archivo digital n...
13/08/2024

Queridos hermanos, está disponible el número 2 de la revista "Unidos por Padre Pío". Quienes deseen el archivo digital nos pueden enviar un mensaje de WhatsApp. Agradecemos la receptividad ante la iniciativa y al amado Padre Pío que nos inspira!
Bendiciones para todos!

11/08/2024
10/08/2024

10 de agosto de 1910, ordenación sacerdotal de Pío: "Que contigo sea para el mundo, camino, verdad y vida"

Cuando tenía 15 años, el día 6 de enero de 1903, Francesco Forgione ingresó al Noviciado de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone. El día 22 de enero tomó el hábito franciscano y el nombre de Fray Pío. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de
1910 en la Catedral de Benevento.

Varias de sus biografías cuentan que solicitó especialmente recibir el sacramento de la ordenación porque la fragilidad de su salud le hacía temer por su vida; es así que fue consagrado a los 23 años,
con un año menos de la edad mínima requerida entonces para la recepción de ese sacramento.

Como recuerdo del momento de su consagración pidió que se imprimieran tarjetas con el siguiente mensaje: “Oh Jesús, mi alimento y mi vida, te elevo en un misterio de amor. Que contigo sea yo para el mundo camino, verdad y vida, y para ti sacerdote santo, víctima perfecta. Padre Pío, capuchino”.

Por esa delicada salud estuvo en casa de sus padres hasta setiembre del año 1916. Desde allí fue enviado al Convento de San Giovanni Rotondo donde vivió el resto de sus días.

Padre Pío, ¿el santo de los uruguayos?La devoción uruguaya hacia el Padre Pío se inició prontamente, cuando todavía era ...
09/08/2024

Padre Pío, ¿el santo de los uruguayos?

La devoción uruguaya hacia el Padre Pío se inició prontamente, cuando todavía era un joven sacerdote, casi que en simultáneo con el fervor evidenciado en algunas regiones de Europa y particularmente en su tierra natal, Italia. Aunque también es cierto que la adhesión no se manifestó con la misma intensidad en las diferentes zonas del suelo oriental, heterogeneidad que todavía se descubre; mientras que en algunos departamentos el capuchino es altamente reconocido en otros no lo es tanto.

Pero, independientemente de ese dato, es real que existen devotos en muchos rincones del país. Nos lo confirma la tarea de difusión que iniciamos hace unos cuantos años y que nos ha puesto en contacto con hermanos de los más variados sitos de la geografía nacional; aunque esa perspectiva está condicionada por una serie de factores que relativizan la profundidad de la mirada. Entonces viene en nuestro auxilio el paciente, esforzado y meritorio trabajo que durante largos años ha desarrollado Esperanza Cánepa y que sintetiza, comparte y proyecta en el sitio www.padrepio.uy. La página propone datos biográficos del santo, testimonios de sus intercesiones, historias de devotos, oraciones y emplazamientos de reliquias y lugares dedicados a su devoción.

A lo largo y ancho del Uruguay ha logrado detectar algo más de 60 espacios que honran al capuchino. Se trata tanto de sitios erigidos exclusivamente para su alabanza como aquellos casos en los que su imagen fue incorporada en algún lugar que no necesariamente es central. La larga lista incluye sitios referenciales, altamente conocidos, caso de la gruta de La Aurora que es un indiscutido emblema regional en la materia, como iglesias de diversa relevancia, espacios públicos, centros asistenciales, domicilios particulares e inclusive algunos comercios. Cánepa presenta cada uno de esos destinos con su correspondiente georeferenciación, con fotos y datos de su historia.

Para una mirada que enfatice en el aspecto cuantitativo el aporte resulta revelador; la presencia del Padre Pío en los paisajes uruguayos es significativa. Pero hay más, aun cuando destaquemos la profundidad del relevamiento es evidente que la nómina no contempla las decenas de pequeños santuarios o altares que se crean en casas de familias, en algunos casos con cierta exposición pública. Diríamos que esas manifestaciones de gratitud, esos testimonios de fe, emergen permanentemente, todo el tiempo, como evidencia del fortísimo trabajo de aquel que, según él mismo anunció, está haciendo mucho ruido desde otros planos y que en vida terrenal tuvo una conexión especial con este territorio y su gente.

También es cierto que sería muy parcial pretender medir el reconocimiento de los uruguayos hacia el santo partiendo de la contabilización de esos espacios; claramente la devoción es inconmensurable. Pero es interesante observar cómo en muchos casos de la experiencia íntima del encuentro con Dios, en este caso a través del Padre Pío, resulta la necesidad de materializar algo para compartir, buscando que el bien llegue a otros; todo lo que viene a confirmar la incuestionable dimensión social de la fe.

Hace algunos años, en el proceso de preparación del libro San Pío de La Aurora (2020), tuvimos la oportunidad de entrevistar al sacerdote Guillermo Buzzo, entonces párroco de San José Obrero (Paysandú) y de la Capilla Santa Teresita de la ciudad de Quebracho, que graficó esa adhesión, diría que casi nacional, en estos términos, “…extrañamente el Padre Pío está muy ligado a Uruguay, la fama que tiene acá no es común en otros países de América Latina”.

Foto: Imagen colocada a la entrada de Sarandí Grande (departamento de Florida), ruta 5 kilómetro 138,500. Imagen aportada por Alberto Maciel.

Material publicado en la revista "Unidos por Padre Pío" (número 1)

El Padre Pío escribió muchas cartas, aprovechó esa forma de comunicación para acompañar a sus queridos hijos espirituale...
07/08/2024

El Padre Pío escribió muchas cartas, aprovechó esa forma de comunicación para acompañar a sus queridos hijos espirituales. Y si bien de esa manera atendió inquietudes propias, particulares, también es cierto que a partir de allí abordó situaciones comunes a todos, de esas que más tarde o más temprano nos tocan a todos. En ese sentido, sus cartas son enseñanza pura, son una manual para vivir desde la fe.

El fragmento que dejo a continuación corresponde a una misiva que envió a Raffaelina Cerase el 24 de junio de 1915.

"Tengamos el pensamiento orientado continuamente hacia el cielo, nuestra verdadera patria, de la que la tierra no es más que imagen, conservando la serenidad y la calma en todos los sucesos, sean alegres o tristes, como corresponde a un cristiano, y más a un alma formada con especial cuidado en la escuela del dolor. En todo esto te estimulen siempre los motivos que da la fe y los ánimos de la esperanza cristiana; y, comportándote así, el Padre del cielo endulzará la amargura de la prueba con el bálsamo de su bondad y de su misericordia. Y es a esta bondad y misericordia del Padre celestial a la que el piadoso y benéfico ángel de la fe nos invita y nos urge a recurrir con una oración insistente y humilde, teniendo la firme esperanza de ser escuchados, porque confiamos en la promesa que nos hace el Maestro divino: «Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá… Porque todo lo que pidáis al Padre en mi nombre se os dará».

Sí, oremos y oremos siempre en la serenidad de nuestra fe, en la tranquilidad del alma, porque la oración cordial y fervorosa penetra los cielos y encierra en sí una garantía".

“Cuando vemos su imagen es como ver la foto de un familiar querido”(Texto que pertenece al libro "Historias de fe con no...
01/08/2024

“Cuando vemos su imagen es como ver la foto de un familiar querido”

(Texto que pertenece al libro "Historias de fe con nombre propio" publicado por Eduardo Rodríguez en 2021)

Renzo cuenta sobre la devoción que se gestó en su familia hacia el Padre Pío, el santo estaba presente siempre, en lo cotidiano, y en la medida de que fuera posible organizaban viajes desde kla ciudad de Paysanduú, su lugar de residencia, hacia la gruta de La Aurora, en el límite del departamento de Paysandú con el e Salto, en la zona de Termas del Daymán, en el norte uruguayo. "Es cierto, no lograron ir todas las veces que desearon pero sí acudieron sistemáticamente y siempre con plena consciencia de la presencia de Pío y de las características especiales del predio donde se asienta la imagen".

“Desde la primera vez que puse un pie después de la portera giratoria supe que ese era el lugar más lindo al que había ido, quizás no solamente por el lugar que sí, es lindo, sino por las sensaciones, por lo que genera, por esa paz. Ahí parece que todo va más lento, el aire es más amable, es especial. He conocido muchos lugares pero ninguno que me genere lo que se siente ahí, no hay uno igual. No creo que exista persona, por más escéptica que sea, que vaya a ese lugar y, al menos, no lo identifique
como algo diferente. Ese lugar siempre tiene algo para regalarte”, expresa Renzo sobre el predio de La Aurora que Ángel María Tonna dispuso para homenajear a su amigo Pío.

Ya en algunas de aquellas primeras visitas, de las que ya han pasado unos cuantos años, sintió “como una brisa, como un viento que surge de la nada, con un aroma a rosas espectacular, un olor fuerte, pero muy fuerte”. Entonces “no conocía la historia del Padre Pío, no sabía de sus milagros ni sus dones, era un santo como tantos al que recurríamos porque había pasado a ser importante
para la familia”.

Cada vez que sintió aquella fragancia percibió que “era algo especial” pero no tenía la más mínima idea sobre su origen ni qué era concretamente. “Siempre hacía lo mismo: buscaba en el medio del campo para ver de dónde podía venir eso, miraba las flores que había en la gruta pero siempre son artificiales, así que me quedé con eso y no le dije nada a nadie. Así pasó más de una vez y
nunca dije nada, aunque siempre sentí que aquello era raro”, confiesa.

La explicación llegó cuando “tía Carola, que también es muy devota, estaba hablando sobre el Padre Pío y contó lo del aroma. Ahí entendí y resultó sorprendente, emocionante”, relata.

Renzo destaca ese desconocimiento previo para evidenciar que no había en él ningún tipo de predisposición o sugestión que favoreciera el desarrollo de experiencias extraordinarias, “sencillamente porque no tenía idea de esas cosas, de las manifestaciones del santo”.

Lo cierto es que “por alguna razón” comenzó a recurrir cada vez más a la compañía, protección e intercesión de Pío. “Desde algún momento, que no puedo precisar cuando fue, empecé a sentirlo cada vez más cerca”, experimentando una sensación que no había sentido antes y que se sigue consolidando con el paso de los
años.

“Lo veo más cerca, más a mano, uno siente que puede llegar a él. La gruta genera eso, su imagen genera eso, transmite una calidez increíble. Cuando vemos su imagen, una foto suya, es como ver la foto de un familiar querido, de alguien muy cercano”.

Fotos
1. Padre Pío en su juventud. Imagen que circula por internet.
2. Portera de entrada al predio de la gruta del Padre Pío en Estancia La Aurora (Paysandú - Uruguay)

Sobre cómo Padre Pío era asistido por su ángel de la guarda“San Padre Pío de Pietrelcina y su ángel custodio”, es un lib...
26/07/2024

Sobre cómo Padre Pío era asistido por su ángel de la guarda

“San Padre Pío de Pietrelcina y su ángel custodio”, es un libro del sacerdote de origen español Ángel Peña (Orden de Agustinos Recoletos) que enfoca en la particular relación del santo de los estigmas con su ángel. El autor, que ha desarrollado “un apostolado desde la pluma”, profundiza en ese vínculo y recuerda los consejos del capuchino a sus hijos espirituales quienes “sabían que, en caso de cualquier dificultad, debían enviar a su ángel al padre Pío para comunicarle la necesidad y él proveía lo más conveniente”.

En algo más de medio centenar de páginas el sacerdote que reside en Perú recorre los hitos más importantes de la vida de Francesco Forgione para detenerse en el abordaje de la experiencia de comunicación con el angelito de la guarda que, entre otras tareas, fue “enfermero”, “chofer”, “predicador” y “viajero”.

Con una narración sencilla y especialmente disfrutable, sólidamente documentado y a partir del particular interés que generan las historias con nombre propio, Peña nos invita a un viaje hacia nuestro interior a la luz de las vivencias del Padre Pío. Finalmente, y entre otras conclusiones con tono de enseñanza, asevera que “deberíamos tomar más en serio la presencia del ángel custodio en nuestra vida”.

Sobre las acciones del ángel guardián de Pío el libro presenta estos ejemplos, entre otros cuantos.

Ángel traductor

El ángel le traducía cartas o hacía de intérprete cuando venían personas que no sabían italiano. El padre Pío no había estudiado lenguas extranjeras, pero las entendía. A la pregunta de su director, el padre Agustín sobre quién le había enseñado francés el padre respondió: Si la misión del ángel custodio es grande, la del mío es más grande aún, porque debe hacer de maestro explicándome otras lenguas.

Ángel enfermero

Cuando estaba enfermo y no había nadie que le pudiera ayudar en un momento determinado, era su ángel quien le hacía pequeños servicios. El padre Paolino cuenta al respecto: Viviendo con el padre Pío, llegué a tenerle cierta confianza. Cuando estaba enfermo, sudaba mucho y tenía necesidad de ayuda para cambiarse. Muchas veces yo estaba tan cansado que, apenas iba a la cama, me quedaba dormido. Un día le dije: - Si quieres que te ayude de noche, mándame tu ángel para que despierte.
Ese día a medianoche fui despertado bruscamente. Pensé de inmediato en el padre Pío, pero me quedé dormido de nuevo. A la mañana siguiente, le dije que había sentido que me despertaban y de nuevo me había dormido. Le dije: - ¿Para qué ha venido su ángel a despertarme, si me ha dejado dormir otra vez? Si viene, que me despierte de modo que me levante.

En la tarde de ese mismo día, le recordé lo mismo. En la noche me desperté y de nuevo me dormí. La tercera noche desperté de nuevo y me levanté corriendo para ir a la celda del padre Pío. Le pregunté qué necesitaba y me respondió: - Estoy lleno de sudor y no puedo cambiarme solo. Las otras noches ¿quién lo cambiaba? Con seguridad su ángel.

Ángel proveedor

En una oportunidad el padre Pío, vestido de militar, no tenía para pagar el billete del autobús para ir a su pueblo y el ángel lo pagó por él. Era noviembre del año 1917, en plena guerra mundial. El padre Pío había ido a Nápoles para el control de su salud en el hospital militar, le dieron licencia por ocho días. Fue a la estación y sacó gratis el billete en tren de Nápoles a Benevento. Tenía una lira de dieta para el viaje. Él dice: A la salida del hospital, atravesé una plaza donde había mercado. Me detuve un poco para observar lo que vendían y se me acercó un hombre que vendía sombrillas de papel por una lira, pero no podía quedarme sin nada, pues debía pagar el viaje (de Benevento a Pietrelcina). Seguí caminando y vino otro vendedor de sombrillas por 50 céntimos. Viendo a aquel hombre que tanto me insistía para llevar el pan a sus hijos, le tomé una y le di 50 céntimos. Él, feliz, se fue. Yo estaba cansado y afiebrado. El tren llegó a Benevento con mucho retraso. Apenas bajé del tren fui a la estación para tomar el autobús para Pietrelcina, pero ya había salido. Tuve que hacer noche en Benevento y pensé en quedarme en la estación para no importunar a los amigos que conocía. Busqué un lugar en la sala de espera, pero estaba llena de gente. La fiebre aumentaba cada vez más y no tenía fuerzas ni para tenerme en pie. Cuando me cansaba de estar quieto, caminaba un poco dentro y fuera de la estación. El frío y la humedad penetraban en mis huesos y así pasaron muchas horas. Me vino la tentación de entrar en el bar de la estación, porque allí el local estaba caliente, pero estaba lleno de oficiales y soldados, esperando trenes y cada uno gastaba su consumo. Yo solo tenía 50 céntimos y pensaba: “Si entro, ¿cómo hago?”. El frío se hacía sentir cada vez más y la fiebre me consumía.

Eran las dos de la mañana y no había ni un sitio vacío en la sala de espera ni para echarme a descansar en el suelo. Me encomendé a Dios y a nuestra Madre celeste. No pudiendo aguantar más, entré en el bar. Las mesas estaban ocupadas y esperaba con ansia que alguno se levantara para dejarme un sitio vacío. Hacia las tres y media llegó el tren Foggia-Nápoles, y varias mesas quedaron vacías, pero por mi timidez no me dio tiempo para ocupar ni siquiera una silla. Yo pensaba: “No tengo dinero ni para consumir más de un café y, si me siento, ¿qué ganaría este pobre propietario que se pasa toda la noche trabajando?”. A las cuatro llegaron algunos trenes y quedaron dos mesas vacías. Me acomodé en un rincón, esperando que no lo notaran los camareros. Después de unos minutos, llegaron un oficial y dos suboficiales y se sentaron en la mesa vecina. De inmediato se acercó el camarero y también a mí me preguntó qué quería. Tuve que pedir un café. Los tres tomaron algo y de inmediato se fueron, pero yo me decía: “Si lo bebo pronto, tendré que salir y quiero que el café me dure hasta que llegue el autobús”. Cuando el camarero me miraba, trataba de mover la cucharilla como para mover el azúcar en el café.

Por fin llegó la hora, me levanté y fui a pagar. El camarero me dijo gentilmente: “Gracias, militar, pero todo está pagado”. Pensé: “Como el camarero es anciano, quizás me conoce y me quiere hacer una cortesía”. También pensé: “¿Habrá pagado el oficial?”. De todos modos lo agradecí y salí. Llegué al lugar del autobús y no encontré a ninguna persona conocida que me prestara para pagar el billete de Benevento a Pietrelcina, sólo tenía 50 céntimos y el billete costaba 1.80. Confiando en la providencia de Dios, subí al autobús y tomé lugar en uno de los últimos lugares para poder hablar con el cobrador y asegurarle que pagaría el porte a la llegada. A mi costado tomó lugar un hombre grande, de bello aspecto. Tenía consigo una maletita nueva y la apoyó sobre sus rodillas.

Partió el autobús y el cobrador se iba acercando a mi puesto. El señor que estaba a mi lado sacó de su maletín un termo y un vaso, echando en el vaso café con leche bien caliente. Me lo ofreció, pero, agradeciéndoselo, traté de no aceptar. Dada su insistencia, acepté mientras él se servía en el vaso del mismo termo. En ese momento llegó el cobrador y nos preguntó adónde íbamos. Todavía no había abierto yo la boca, cuando el cobrador me dijo: “Militar, su billete a Pietrelcina ya ha sido pagado”. Yo pensé: “¿quién lo habrá pagado?”. Y le agradecí a Dios por aquel que había hecho esa buena obra. Por fin llegamos a Pietrelcina. Varios pasajeros bajaron y también bajó antes que yo el señor que estaba a mi lado. Cuando me doy la vuelta para saludarlo y agradecerle, no lo vi más. Había desaparecido como por encanto. Caminando, me volví varias veces en todas las direcciones, pero no lo vi más.

Ángel chofer

No faltaron casos en los que su ángel tuvo que ayudar a quienes se dormían al volante o velar para que no les pasara ningún accidente. El señor Piergiorgio Biavate tuvo que viajar en su coche de Florencia a San Giovanni Rotondo. A medio camino se sintió cansado y se quedó un rato en una estación de gasolina para tomar un café. Después continuó el viaje. Dice el protagonista: Sólo recuerdo una cosa, encendí el motor y me puse al volante, después no me acuerdo de nada más. No recuerdo ni un segundo de las tres horas pasadas manejando al volante. Cuando ya estaba frente a la iglesia de san Giovanni Rotondo, alguien me sacudió y me dijo: “Ahora toma tú mi puesto”. El Padre Pío, después de la misa, me confirmó: “Has dormido durante todo el viaje y el cansancio lo ha tenido mi ángel, que ha manejado por ti”.

Recomendaciones para desarrollar la relación con nuestro ángel guardián

Dice una de las hijas espirituales del padre Pío: Una de las devociones que más nos inculcaba era la del ángel custodio, porque, como él decía, es nuestro compañero invisible que está siempre junto a nosotros desde el nacimiento hasta la muerte, por lo que nuestra soledad es sólo aparente. Nuestro ángel está siempre a nuestro lado desde la mañana, apenas te despiertas, y durante toda la jornada hasta la noche, siempre, siempre, siempre.

Pío escribió a Ana Rodote (1890-1972) el 15 de julio de 1915:

“Que el buen ángel custodio vele sobre ti. Él es tu conductor, que te guía por el áspero sendero de la vida. Que te guarde siempre en la gracia de Jesús, te sostenga con sus manos para que no tropieces en cualquier piedra, te proteja bajo sus alas de las insidias del mundo, del demonio y de la carne. Tenle gran devoción a este ángel bienhechor. ¡Qué consolador es el pensamiento de que junto a nosotros hay un espíritu que, desde la cuna hasta la tumba, no nos deja ni un instante ni siquiera cuando nos atrevemos a pecar! Este espíritu celeste nos guía y nos protege como un amigo o un hermano. Es también consolador saber que este ángel reza incesantemente por nosotros, ofrece a Dios todas las buenas acciones y obras que hacemos; y nuestros pensamientos y deseos, si son puros. Por caridad, no te olvides de este compañero invisible, siempre presente y siempre pronto a escucharnos y más todavía para consolarnos.

¡Oh, feliz compañía, si supiésemos comprenderla! Tenlo siempre delante de los ojos de la mente, acuérdate frecuentemente de su presencia, agradéceselo. Ábrete y confíale todos tus sufrimientos. Ten constante temor de ofender la pureza de su mirada. Él es tan delicado ¡y tan sensible! Pídele ayuda en los momentos de suprema angustia y experimentarás sus benéficos efectos. No digas nunca que estás sola para luchar contra tus enemigos. Nunca digas que no tienes a quién abrirte y confiarte. Sería una grave ofensa a este mensajero celeste”.

Afortunadamente el libro está disponible de manera gratuita a través del link:http://www.libroscatolicos.org/.../angeles/pio_y_angel.pdf

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