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Caritate Magazine CARITATE MAGAZINE es una revista de arte y cultura

Acta de nacimiento de la caricriatura CARITATE

CARITATE viene al mundo como una revista humorístico-cultural fruto de tres padres, que con toda la seriedad del mundo pretenden hacer reír y/o sonreír a los lectores, siempre con las peores intenciones, es decir, para que, más allá de la risa, piensen, vivan y actúen como creadores, y no como simples empleaditos-consumidores de productos chinos, víc

timas de los políticos y de los bancos, por lo ya se darán cuenta de que CARITATE “no tendrá madre”, al igual que la mayoría de los dos últimos especímenes mencionados; en fin, que seremos tremendos, pero con buenas intenciones.
¡Ah!, y es bueno que CARITATE “no tenga madre”, porque, con tres padres, la reputación de la madre no saldría bien parada, y fíjense ustedes qué incoherencia que esa palabra tenga a la del medio adentro –¿en qué quedamos? –, pues si una mujer tiene buena reputación es que no es eso (¿o es que es muy buena como tal?); en fin, que desconfíe cuando le digan que su esposa tiene muy buena reputación –o su marido, pareja, yunta, o lo que sea,
que aquí estamos también por la sexiglobalización, joder*–
Volviendo al tema de la revista, para no darles más CARITATE con esta jodedera de la reputa…ción, porque ahorita** va a parecer que es el monólogo de Alexis Valdés, que se salió de su entrevista y vino para esta acta de nacimiento que ahora están leyendo, les diremos a los otros hispanohablantes que “no me des CARITATE” es una frase usada en Cuba para decirle a alguien que no nos presuma de algo que posee o que logró, sea material o intangible, pero aquí va a ser todo lo contrario, porque les vamos a dar CARITATE del bueno a todos, pero sin alarde, sobre todo a “los malos de la película” ( ¡lo pensaron ustedes!), con la colaboración de todos los humoristas y escritores de talento que quieran caritatearse con nosotros, ya que, a falta de madre, queremos que hayan muchas madrinas y padrinos caritáticos.
¡A darle la nalgada entonces, para que nuestra caricriatura llore, se ría, y nos dé CARITATE! Los Tres… Caritáticos

*Para complacer al mercado gallego
** A la mexicana, para complacer a Homestead y a la costa oeste, como hace Univisión.

Invitación para el Homenaje In Memoriam a Vicky Roig, Pedro Román, Ramona de Sáa y Nelson Dorr El Centro Cultural Hispan...
04/06/2024

Invitación para el Homenaje In Memoriam a Vicky Roig, Pedro Román, Ramona de Sáa y Nelson Dorr

El Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami, dirigido por el maestro Eriberto Jiménez; la Fundación APOGEO y su revista CARITATE, de conjunto con la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Miami (ACEM), tienen el gusto de invitarle al Homenaje In Memoriam a Vicky Roig, Pedro Román, Ramona de Sáa y Nelson Dorr, con un panel integrado por Paulina Fátima Aly, Santiago Oms, Dairon J. Bermúdez Acevedo y Ana Lydia Méndez, a cargo, en el mismo orden mencionado anteriormente, del correspondiente panegírico; evento que, moderado por Baltasar Santiago Martín, estará abierto a todos los que quieran intervenir.

Dirección: 111 SW 5th Ave. Miami, FL. 33130.
Fecha: Miércoles 12 de junio de 2024

Hora: 8:00 p.m.

Números telefónicos para mayor información:
786 390 5855 (APOGEO)
561 310 5925 (HCCAM)

Nota: Parqueo gratis disponible en la propia sede y en sus alrededores.

Acta de nacimiento de la caricriatura CARITATECARITATE viene al mundo como una revista de arte y cultura, que pretende q...
30/05/2024

Acta de nacimiento de la caricriatura CARITATE

CARITATE viene al mundo como una revista de arte y cultura, que pretende que sus lectores piensen, vivan y actúen como creadores y no como simples empleaditos-consumidores de productos chinos, víctimas de bancos y de los políticos, por lo que ya se darán cuenta de que CARITATE “no tendrá madre”, al igual que la mayoría de los dos últimos especímenes mencionados; en fin, que seremos tremendos pero con buenas intenciones.

Volviendo al tema de la revista, le diremos a los otros hispanohablantes que “no me des caritate” es una frase usada en Cuba para decirle a alguien que no presuma de algo que posee o que logró, sea material o intangible, y nosotros le vamos a dar CARITATE del bueno a todos, pero sin alarde, sobre todo a “los malos de la película” ( ¡lo pensaron ustedes!), con la colaboración de todos los artistas, creadores, humoristas y escritores de talento que quieran caritatearse con nosotros, ya que, a falta de madre, queremos que haya muchas madrinas y padrinos caritáticos.

¡A darle la nalgada entonces, para que nuestra caricriatura llore, ría, y nos dé CARITATE!

MISIÓN

Promover una mayor presencia del arte en los espacios públicos y en la vida social de las ciudades que conforman el
Condado Miami Dade.

Fundación APOGEO para el arte público, multicultural y multimedia

La Fundación APOGEO para el arte público, multicultural y multimedia, fue creada en la ciudad de Miami, Florida, el 2 de marzo del 2008, y constituida oficialmente el 8 de marzo del 2009, en saludo al Día Internacional de la Mujer.

1. Incrementar la presencia de las artes plásticas en la creación arquitectónica existente y futura, desarrollando además paralelamente los siguientes instrumentos colaterales:

El mobiliario urbano
La escultura ambiental y monumental
Soportes interactivos de tipo multimedia para propiciar una mayor participación popular en los espacios públicos
Fuentes artísticas de agua
Murales pintados al fresco sobre mortero de cemento encima de tableros de cement board, tanto adosados a las paredes como autosoportados, para situar en lugares públicos y en medio de las áreas verdes de parques y avenidas respectivamente.
Diseño gráfico y artístico especializado de anuncios para los distintos negocios
Rescate y desarrollo de la jardinería, sobre todo con plantas que tengan flores de gran colorido
2. Auspicio y desarrollo de otras manifestaciones artísticas como la ópera, el teatro, la danza (tanto clásica como contemporánea), la literatura, la música y el cine, mediante el rescate de la tradición de las tertulias, entre otras cosas.

3. Publicación de una revista mensual de arte y cultura de la Fundación APOGEO

Objetivos particulares

1. Setenta murales al fresco pintados y colocados en el edificio del Centro Cultural CubaOcho, en dos facetas:

Galería APOGEO de arte público (GAAP)
Galería de íconos de la cultura latina y universal (GICLU)
2. Realización de 60 tertulias culturales en el Centro Cultural CubaOcho

3. Publicación de la revista mensual CARITATE, órgano de prensa la Fundación APOGEO, durante 30 meses consecutivos

4. Auspicio de la entrega de la Llave de la ciudad de Miami a tres importantes figuras de la cultura latina: Sonia Calero, Amalia Aguilar y Belkis Cuza Malé.

5. Homenajes a otras varias importantes personalidades de la cultura latina:

Alicia Alonso
Rosita Fornés
Amalia Aguilar
Sonia Calero
Zenaida Manfugás
Reynaldo Miravalles
María Remolá
Armando Pico
Belkis Cuza Malé
Marcos Miranda
Esther Chávez
Mike Pourcel
Arístides Pumariega
Pili de la Rosa
Georgia Gálvez
Ana Viña
Rodolfo Rodríguez
Alina Sánchez

29/05/2024

La cucarachita Martina y el ratoncito Pérez, una feliz versión teatral de un popular cuento infantil.

Por Baltasar Santiago Martín
Fotos: Cortesía de Para Bajitos (autores varios)

El domingo 19 de mayo asistí al Teatro Tower de La Pequeña Habana de Miami, para ver la obra La cucarachita Martina y el ratoncito Pérez, una adaptación de Ulises García de la comedia original escrita por el dramaturgo cubano Abelardo Estorino (Premio Nacional de Literatura, Cuba, 1992 y Premio Nacional de Teatro, Cuba, 2002), quien a su vez se basó en el popular cuento infantil para llevarlo a las tablas.

En esta feliz versión, dirigida por la experimentada actriz y directora matancera Sara Miyares, la cucarachita Martina y el ratoncito Pérez son dos vecinos que se conocen desde hace un tiempo, pero el tímido ratoncito no se atreve a confesarle a Martina que está enamorado de ella, y por ello se le presenta disfrazado, cada vez como un supuesto y diferente pretendiente, para pedirle matrimonio, pero todos son rechazados por la cucarachita, hasta que se arma de valor y la enamora con éxito él mismo.

Yani Martín como la cucarachita Martina y Steven Salgado como el ratoncito Pérez. Al fondo: Grettel Barreiro, como la vecina “nada chismosa” de la pareja. Foto: Oscar P. GarcíadePaula “Oscarito”

Luego de la boda, un día la cucarachita Martina va de compras a buscar un ingrediente (paprika) que le falta para terminar de cocinar una sopa, y el ratoncito, que quedó a cargo de la misma, se cae dentro de la olla, pero Martina llega a tiempo para salvarlo de morir ahogado –y cocinado–, y fueron “felices, muy felices”, como los dos proclaman al final de la obra.

Y al igual que sus personajes, tanto Yani Martín, como la cucarachita Martina, que Steven Salgado, como el ratoncito Pérez, pueden sentirse muy felices con la acogida del público infantil miamense –padres y demás familiares incluidos–, que llenó la sala durante las cuatro funciones ofrecidas, amén de su simpático, chispeante y desenvuelto desempeño actoral, que mantuvo el interés de “los bajitos” durante toda la obra.

Steven Salgado como el ratoncito Pérez, y Yani Martín
como la cucarachita Martina. Al fondo: Grettel Barreiro, como la vecina “nada chismosa” de la pareja. Foto: Oscar P. GarcíadePaula “Oscarito”

Considero además un gran cierto de la puesta haber incluido varias piezas de nuestro genial compositor Ernesto Lecuona, cantadas por Yani con perfecta afinación y “gracia sin par”, tanto en los graves como en los agudos; excelente forma de dar a conocer la maravillosa obra de Lecuona a las nuevas generaciones, sin obviar, por supuesto la interpretación al piano de dichas piezas por Grettel Barreiro, quien además fue la vecina “nada chismosa” de la pareja.

Steven Salgado, como el ratoncito Pérez, y Yani Martín,
como la cucarachita Martina. Foto: Cortesía de Para Bajitos

Para finalizar –y no por ello menos importante–, quiero agradecer el diseño escenográfico de Pedro Balmaseda y Jorge Noa (Nobarte); el vestuario y las máscaras de Zenén Calero, así como el diseño gráfico de Román Fernández, para que todos juntos hicieran posible que la magia del buen teatro se apoderara del escenario del Teatro Tower y complaciera a su nutrida audiencia de niños de todas las edades, objetivo principal para lo que fue creada su Fundación “Para Bajitos”, fundada en 2018, cuya misión es promover eventos para niños en Miami y sus alrededores, con obras de teatro bilingües, eventos familiares, clases de actuación, libros para niños, narración de cuentos, artes y manualidades.


Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO para el arte público
Asociación de Cronistas
de Espectáculos de Miami (ACEM)
Hialeah, 28 de mayo de 2024

24/05/2024

La vida es un gran bolero: ¿una comedia, un musical o ambos inclusive?

El sábado 27 de abril asistí a la sala de teatro del Koubek Center, perteneciente al Miami Dade College, para ver la obra La vida es un gran bolero, anunciada como una comedia de la autoría de Marcos Casanova, quien también fue el encargado de la dirección general, con Manuel Arbelo, Tania Guzmán y Dunia Pacheco como asistentes, tanto de dirección como de producción, esta bajo el sello Martí Productions, Inc.
Para empezar, pienso que ya la mención del bolero en el título presagiaba que la obra sería mucho más que una comedia, y en efecto, lo que vi en escena fue un refrescante musical sobre los hombros, el pecho, las caderas, las voces –y todo lo demás– de esas dos deliciosas actrices “todoterreno” que son Noris Joffre y Yani Martín, porque lo mismo se meten en la piel de un tremebundo personaje lorquiano, que en la de dos cabareteras latinas “buscavidas”, como es el caso que hoy me lleva al teclado de mi ordenador –para sonar castizo, que de allá venimos los latinos, joder; mestizaje por medio, que conste.
El señor Casanova debe estar sumamente agradecido a estas dos talentosas mujeres, porque gracias a ellas, una simple comedia con situaciones poco o nada justificadas, fue “elevada” a la categoría superior de “musical”, lo que en definitiva la salvó e hizo que fuera disfrutable por el público y por este servidor.
Paso a argumentar ahora el porqué califico las situaciones del texto como poco o nada justificadas:
Para empezar, no se explica el que Tula, de pronto, en el segundo acto, deje de estar inválida; así como su tranquila “aceptación” de Toni, a pesar de que esta sea una ladrona que la visita dos veces para robarle sus joyas, enviada por el truhán de Celestino; y que terminen tan íntimas, con Toni hasta socia del cabaret de Tula al final.
Se me ocurre que la explicación pudiera ser que Toni fuera la hija dada en adopción por Tula cuando joven, y que ella, al descubrirlo, por aquello de que “las madres todo lo perdonan”, así lo haga y le sirva a su vez de redención, pero nada esto se induce en la obra, así que mantengo lo dicho.
Insisto, tanto Noris como Yani parece que se conectaron con sus vidas pasadas como cabareteras, porque, con total desenvoltura, gracia y afinación, nos trasladaron a ese mundo nostálgico –y mágico también, ¿por qué no? –en que Olga Guillot, Blanca Rosa Gil, Gina León, Lucho Gatica, Benny Moré, Celia Cruz, Elena Burke, Omara Portuondo, Moraima Secada y La Lupe, entre tantos otros, fueron, son y serán sus reinas y reyes indiscutibles forever, porque, como dije al final de mi poema Mis tesoros: “cada cubano tiene, en su alma libre, una victrola con boleros antiguos para alimentar su corazón”.
Concluyo celebrando la actuación de un destacado bolerista al final de cada noche –en mi caso, el gran Roberto Torres–, con varios de los asistentes a la función sentados a las mesas del “cabaret” de Tula –muy bien recreado por esos magos de la escenografía que son Pedro Balmaseda y Jorge Noa–, que en vez de coger candela como en el antológico cuarto de su homónima, se llenó de sabor bolerístico como feraz redención de este género inmortal.

Hialeah, 23 de mayo de 2024

17/05/2024

Las bodas de Aurora: una gran y lograda producción del Ballet Clásico Cubano de Miami.

Por Baltasar Santiago Martin

El sábado 11 de mayo de 2024 acudí al Teatro Jackie Gleason, de la ciudad de Miami Beach, para ver Las bodas de Aurora, que es como se acostumbra a presentar el tercer y último acto de La bella durmiente del bosque cuando se ofrece solo; ballet que, basado en un cuento de Charles Perrault, con música del genial Piotr Ilich Chaikovski y coreografiado por Marius Petipa, tuvo su premiere el 15 de enero de 1890, en el Teatro Mariinski de la ciudad rusa de San Petersburgo.

Y digo “para ver Las bodas de Aurora”, porque ese fue el plato fuerte de la función, aunque, como tambien sucede en los restaurantes, hubo tres entrées (entrantes, aperitivos o antipastos): el pas de trois del primer acto del ballet El lago de los cisnes, el pas de deux de Le Papillon (La mariposa) y el pas de deux de Raimonda.

En el pas de trois del primer acto del ballet El lago de los cisnes, música de Piotr Ilich Chaikovski y coreografía de Eriberto Jiménez sobre la original de Marius Petipa, Eleni Gialas y Yelenia Riverón fueron las seguras ejecutantes de este efervescente paso a tres, muy bien acompañadas por Yandy Álvarez, quien, tanto como su partenaire como en sus solos, las secundó también con la misma elegancia y virtuosismo que ellas mostraron en sus demandantes variaciones.

A continuación, Cynthia Hamm y Kelvin Rabines trajeron a escena el pas de deux de Le Papillon, música de Jacques Offenbach y coreografía de Eriberto Jiménez sobre la original de Marie Taglioni, para revivir el triunfo del amor entre el príncipe Djalma y la joven Farfalla por sobre la maldad de la despechada Hada Hamza; con una entrega plena de lirismo, amén de virtuosa técnica.

Y para concluir con los agradables entrantes del banquete que vendría a continuación, Natalie Álvarez y Ariel Morilla fueron los encargados de ofrecer el pas de deux del ballet Raymonda, música de Alexander Glazunov y coreografía de Marius Petipa, en una clase magistral de técnica, estilo e interpretación, sobre todo de Natalie, a quien le celebro además sus fouettés con pirouettes intercalados clavada en el lugar –cada día mejor–, eficaz y elegantemente partneada por Ariel, quien también brilló en sus variaciones.

Tras un adecuado intermedio, continúo mi elogiosa reseña diciendo que, mucho más que limitarse solo a presentar Las bodas de Aurora, el Ballet Clásico Cubano de Miami, dirigido con admirable esfuerzo y profesionalismo por el Maestro Eriberto Jiménez –de quien también es la coreografía sobre la de Petipa– subió la parada para ofrecer lo que a mi juicio fue una verdadera y ambiciosa suite de La bella durmiente del bosque, con una suerte de prólogo resumido del primer y del segundo acto, en el que la malvada hada Carabosse, disfrazada de mendiga, le obsequia a Aurora, durante la celebración de sus quince años, un ramo de flores con una aguja adentro para que se pi**he (en vez de la del huso de una rueca de hilar como en el cuento original), pero el Hada de las Lilas, protectora de la princesa, logra conjurar la mortal maldición proferida por la despechada Carabosse cuando el bautizo de Aurora, y la convierte en un largo sueño de cien años, junto a toda su corte, hasta que un apuesto príncipe, llamado Desiré, la despierta con un beso de amor.

Y ya en el tercer acto, objeto central de esta gran y lograda producción del BCCM (CCBM en inglés), tiene lugar la gran boda de la princesa Aurora y del príncipe Desirée, a la que acude, por supuesto, el Hada de las Lilas, junto a las demás hadas y varios personajes de los cuentos infantiles, como la Caperucita Roja y el Lobo Feroz; el Pájaro Azul y la princesa Florina, y el Gato con Botas y la Gata Blanca.

Una vez desgranados ya los detalles sobre el argumento y sus personajes más notorios, corresponde ahora ir a comentar el desempeño de los bailarines a cargo de los mismos.

María Luisa Márquez e Ihosvany Rodríguez se vistieron con los trajes de Aurora y Desirée –a propósito, el vestuario, tanto el de ellos como el de las hadas buenas y la malvada Carabosse, así como el de los reyes, las damas de la corte, el chambelán y demás participantes de esta magnífica producción, contribuyó a realzar aún más la puesta por lo vistoso y elegante, atribuido en el programa de mano a Rosa Aloma, Yuyo y Olga Yero.

Por supuesto que no bastaría la hermosa ropa ni la adecuada escenografía –con ese trono de película de Disney– si María Luisa e Ihosvany no hubieran bailado tan bien como lo hicieron; María Luisa, tanto desde el “prólogo” que ya tanto destaqué, como en el pas de deux final, cumbre de este ballet, en el que Ihosvany la acompañó con igual bravura y tres agarradas impecables, “a lo Nureyev & Fonteyn”, los intérpretes paradigmáticos de este pas de deux; sin descuidar sus variaciones y su precisa e impactante coda.

Natalie Álvarez, como el Hada de las Lilas –la principal, porque “ella es la suma todos los dones”–, si en Raimonda estuvo para premio de concurso internacional de ballet, aquí sí ya se llevó el Grand Prix, pues Natalie es, por sobre cualquier otro merecido atributo, una bailarina cautivadora, sumamente artista, como “las de antes”, con un equilibrio entre técnica, estilo e interpretación admirable, mientras que, a su vez, las demás hadas tuvieron todas un desempeño correcto como su mágico séquito.

Carlos Caballero Hopuy, como la pérfida Carabosse, también merece su respectiva corona de laurel, pues le imprimió a su siniestro personaje toda la fuerza que el mismo demanda, tanto técnica con interpretativamente.

El desfile de personajes de conocidos cuentos infantiles resultó muy grato, con Oscar Nathanael Medina como el Gato con Botas & Natalia Uribe como la Gata Blanca; Kyra como la Caperucita Roja & Kelvin Rabines como el Lobo Feroz; y Yandy Álvarez como el Pájaro Azul & Eleni Gialas como la princesa Florina, todos ellos muy bien en sus caracterizaciones y la técica, sobre todo elvin como el Lobo Feroz y Yandy & Eleni en su “azulada” interpretación.

Como para mí no hay personaje sin importancia en una obra, no puedo dejar de mencionar y celebrar a Jesús Sanfiel como el Chambelán que anuncia y recibe a los invitados a la boda, así como a Phillipe Obregón y a (no lo dice el programa) como los versallescos reyes de Francia; a Denise Biscaro, Ana Bugarim, Emily Chea, Thais de Moraes, Annette Sánchez, Greg Marte y Angel Refuse como su corte; y a Fernanda Alvarado, Deja Darbonne, Ismelly Echavarria, Cynthia Hamm, Ekaterina Lubek, Adriana Mendez-Tosin, Maylu Pena, Sabrina Pena, Yelenia Riveron, Natalia Rocamonde, Valeria del Valle, Kyra Werbin y Alexandra Werble en el precioso “Vals de la bella durmiente”.

En fin, una gran función que agradecer a su director y a todos los participantes, sobre todo por demostrar que en Miami sí se hace ballet de calidad y que vivimos en una ciudad donde se respira arte y cultura en libertad.

Hialeah, 17 de mayo de 2024

13/05/2024

La bella durmiente del bosque de La Habana

El 17 de diciembre de 1918, coincidiendo con el día del milagroso San Lázaro, la compañía de la gran bailarina rusa Anna Pávlova estrenó en el Teatro Nacional de La Habana –hoy Gran Teatro Alicia Alonso– una versión en un acto del ballet La bella durmiente del bosque, sobre un cuento de Charles Perrault, con musica del genial Piotr Ilich Chaikovski y coreografiado Marius Petipa.
Precisamente había sido este ballet estrenado en el Teatro Mariinski de San Petersburgo el 3 de enero de 1890 el que cristalizó en la Pávlova y en el artista León Bakst su pasión por la danza clásica, de ahí la fijación de Anna con el mismo; y George Balanchine, el gran coreógrafo de ascendencia armenia que jugaría un papel muy importante en la carrera “americana” de Alicia Alonso, confesó una vez que su deslumbramiento por el ballet ocurrió durante su segundo año en la escuela de teatro de San Petersburgo, gracias a su participación como Cupido durante una representación del mismo.
Por si no bastara todo lo anteriormente apuntado para resaltar la trascendencia de esta obra en la historia del ballet, el primer espectáculo que presentó la Escuela de Danza de Pro-Arte Musical de La Habana fue La noche de Walpurgis, de Gounod; la Rapsodia No. 2 de Listz, y el Gran Vals de La bella durmiente del bosque, todo bajo la dirección del maestro Nikolái Yavorski, su director, el 29 de diciembre del año 1931, en la escena del Teatro Auditorium, donde tuvo lugar la primera aparición ante el público de la niña Alicia Martínez, precisamente en la presentación del Gran Vals.
Al año siguiente, el 4 de diciembre de 1932, día para los cubanos de Santa Bárbara bendita/Changó, Yavorski presentó ya en el mismo teatro su propia versión coreográfica del ballet, en un prólogo y tres actos, en la cual Alicia Martínez, conocida después mundialmente como Alicia Alonso, bailó a los 11 años su primer rol como solista, el del Pájaro Azul del mismo ballet de su debut escénico de 1931. Un cellista de la orquesta la esperó al final de la función y le dijo: – “Fírmeme este autógrafo, este programa, porque usted va a ser grande.” Y entonces Alicia le firmó, sencillamente así: Unga, que era como le decían cariñosamente en su casa.

FOTO CORTESÍA DE CUBANET

Alicia, que no solo llegó a ser “grande”, sino que creó la llamada “escuela cubana de ballet”, y una compañía de talla mundial, repone ahora La bella durmiente del bosque en la misma sala donde la Pávlova la diera a conocer al público cubano en versión abreviada aquel 17 de diciembre de 1918.
En el ballet, la malvada hada Carabosse, despechada por no haber sido invitada al bautizo de la princesa Aurora, la maldice a morir a los quince años al pincharse con el huso de una rueca de hilar, pero el Hada de las Lilas, protectora de Aurora, logra atenuar la maldición y la convierte en un largo sueño de cien años, junto a toda su corte, hasta que un apuesto príncipe, llamado Desiré, la despierta con un beso de amor. El ballet concluye con una gran boda, donde participan varios personajes de los cuentos infantiles, como la Caperucita Roja, la Cenicienta, y el Gato con Botas.
En la función del domingo 30 de agosto de 2009, dedicada, como las otras tres programadas, a la conmemoración del centenario de los Ballets Rusos de Serguéi Diághilev, y a los 40 años del programa radial Ballet, de la emisora CMBF, los roles protagónicos estuvieron a cargo de la primera bailarina Anette Delgado y de Javier Torres, recién ascendido a esa categoría apenas cuatro días antes, el 26 de agosto pasado.
En el prólogo, resuelto con una dramaturgia coherente y acorde con el siempre grato cuento infantil, todas las demás hadas tuvieron un desempeño discreto y agradable, pero Amaya Rodríguez, como el Hada de las Lilas –la principal porque “ella es la suma todos los dones”–, cometió varias imprecisiones que conspiraron contra la limpieza que requiere tan importante rol, al igual que una mal cargada realizada por uno de sus caballeros.
El preámbulo de la aparición de Carabosse logró el suspenso requerido, pero el efecto de su primera imagen al fondo de la escena debe mejorarse, pues se le ve “irse” claramente por el lateral derecho.
Ya cuando Carabosse se adueña del escenario para proferir su maldición, Leandro Pérez logra imprimirle a este siniestro personaje toda la fuerza que el mismo demanda, para convencer tanto a niños como a adultos, ya que a pesar de que estamos en la era de los videojuegos y de las computadoras, el cuento sigue funcionando como antaño.
En el primer acto –los quince de Aurora–, que se celebran en el patio del palacio, a la intemperie, como tan bien indica la ecléctica y poco convencional escenografía del experimentado y talentoso pintor y diseñador Ricardo Reymena, resalta el cuidado y lujoso vestuario –disneyliano diría yo–, diseñado por Frank Álvarez para la corte en general, y por el francés Philippe Binot –detalle que se omite en el programa de mano– para los campesinos, los príncipes y los pajes del Adagio de la rosa, aunque sin lograr un empaste cromático ni conceptual con la escenografía, ni entre el mismo vestuario, ya que en el famoso Vals que abre el acto, interpretado por bailarines caracterizados como campesinos, se produce un agudo contraste, por los colores pasteles empleados, con los tonos saturados del vestuario cortesano, cosa que no sucede, por ejemplo, en el paradigmático Giselle de la compañía, de la autoría de Salvador Fernández.
Anette Delgado bailó correctamente, musical y precisa, aunque sin “bravura”, aspecto que brilló por su ausencia durante casi toda la puesta. En el Adagio de la rosa hubo un movimiento algo brusco en un cambio de mano que debe ser atendido por la bailarina para no deslucir la delicadeza que demanda este adagio, y luego, en los piqués, sus manos no estaban bien extendidas al girar, o al menos, ese fue el efecto que percibí como espectador.
Dramatúrgicamente, no es nada coherente que la reacción de Catalabutte y la de los padres de Aurora sea tan tardía ante la entrega del huso a la princesa por parte de tres misteriosas ancianas –Carabosse entre ellas–, ya que al inicio no hacen nada para impedirlo, pese a la terrible maldición, imposible de olvidar, proferida por la bruja en el prólogo del ballet.
Luego de la oportuna intervención del Hada de las Lilas, que transforma la aparente muerte en un largo sueño –tal y como el hada había prometido al inicio–, Aurora es transportada hacia un banco de piedra a la intemperie que le servirá de cama por cien años, cosa que no considero apropiada en esta puesta y que debe ser revisada.
En el telón semitransparente que cae ante la escena para simular una tupida vegetación boscosa que proteja el sueño de la princesa Aurora y de toda la corte, considero que sobran los luceros que aparecen de forma reiterada, al igual que los símbolos heráldicos en blanco –la flor de liz– que tachonan el fondo azul acqua detrás del banco-dormitorio de Aurora.
En el segundo acto, se repite el agudo contraste entre los tonos pasteles del vestuario de los campesinos y los tonos saturados del de la corte, mientras que el diseño de Reymena para el bosque del fondo es totalmente acertado y funcional.
El príncipe Desiré, interpretado por el novísimo primer bailarín Javier Torres, para mi gusto estaba excesivamente maquillado, con la cara muy blanca y los labios muy rojos, lo que le restaba masculinidad.
Considero algo recargada la visión del palacio que aparece al fondo entre el follaje, donde sobran, sobre todo, los mismos símbolos heráldicos anteriormente señalados en la tela de fondo azul acqua detrás del banco del segundo acto.
Si ya el Hada de las Lilas le ha mostrado el palacio y le ha contado la historia de Aurora, incitándolo a ir a despertarla, es completamente redundante que la princesa, que está dormida –como muy bien comentaron unos niños sentados a mi lado–, se “bilocalice” y se aparezca ante Desiré en el bosque, acompañada por unas ninfas cuyo vestuario – muy, muy contemporáneo– fue diseñado también por Binot.
La iluminación sobre Desiré debió ser un poco más intensa cuando se enfrenta al “bosque”, ahora sí con un diseño mucho más logrado, de Salvador Fernández, totalmente a la altura de su talento, aunque las criaturas de Carabosse se pierden un poco entre los “árboles” –por un problema de iluminación y no de diseño de vestuario, excelente por cierto en todo lo referente a Carabosse, también de la autoría de Salvador.
Con el cetro o amuleto que el Hada de las Lilas le entrega, Desiré vence a Carabosse, y el efecto diseñado para conseguir la desaparición de este siniestro personaje de la escena considero que es uno de los mayores logros de esta puesta.
En el tercer acto, conocido como Las bodas de Aurora, y que muchas compañías acostumbran a ofrecer por separado, sin bailar el ballet completo, el desfile de personajes de conocidos cuentos infantiles –“vestidos” todos por Junot, excepto la Cenicienta– resultó muy grato, aunque el cambio de vestuario de ésta debió haber sido más discreto; y lo más relevante técnicamente fue el Pájaro Azul, interpretado por Yonah Acosta con bastante virtuosismo.
En el pas de deux con el cual culmina la obra, bailado por la pareja protagonista, solamente las tres riesgosas y difíciles “agarradas” de Aurora por parte del príncipe resultaron impecables, no así el resto del baile de pareja, donde Javier Torres debe mejorar su trabajo como acompañante y hacer girar mejor a la bailarina, sin evidentes inclinaciones del eje de giro como ocurrió en esta función.
Anette ejecutó su variación con brillantez, sobre todo en los giros, que realizó con gran limpieza y virtuosismo, mostrando un elegante trabajo de manos, pero Javier debe esforzarse aún mucho más en sus saltos y giros para estar a la altura de su recién estrenada condición de primer bailarín, que no evidenció en esta ocasión.
La Orquesta Sinfónica del Gran Teatro de La Habana, dirigida por el maestro Giovanni Duarte, acompañó impecablemente el trabajo de los bailarines, con un sobresaliente desempeño de los violines.




Anette Delgado y Javier Torres saludando al público al final de la función.

11/05/2024

Júrame, un encuentro en las antípodas del amor
Por: Baltasar Santiago Martín
Fotos: Ismael Requejo
El sábado 20 de abril tuvo el gusto de asistir al Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami –al frente del cual se encuentra el Maestro Eribero Jiménez– para ver la obra de teatro Júrame, del dramaturgo y director venezolano Eduardo Pardo, con los primeros actores Sonya Smith y Eduardo Ibarrola como los encargados de darle vida a una pareja que se amó, se separó y decidió volverse a encontrar, pero ya desde “las antípodas del amor”, como reza en el título escogido para esta reseña.

Inicialmente el título de la obra fue Sombras en blanco, pero luego de su estreno en Ecuador y a raíz de la puesta en escena con la actriz cubana Susana Pérez, pasó a denominarse Júrame, en referencia a la conocida canción de María Grever que es clave en la relación de los protagonistas.
El amor, ese sentimiento que, como expresé en mi Poema dramático al amor, “es una ‘variable’, un misterio, que no admite ser reglamentado, sino que solo puede ser ‘sentido’ y ‘estudiado’ cuando se padece –y mejor todavía, cuando duele–;
y ‘explicado’ mediante dramas, novelas, canciones y poemas, que son como una partitura musical para esa gran orquesta que constituyen y bastan solo dos personas”; lo cual es, precisamente, el primer gran mérito de Júrame: el haber podido exponer, con solo una pareja, los altibajos y los avatares de una relación amorosa, mediante sus diálogos puntuales, punzantes y certeros, que gracias a la entrega y a la excelencia de estos dos primeros actores, dejaron de ser textos memorizados de un libreto para llenar de vida, de amor y desamor el escenario.


Escena de Júrame. Foto: Ismael Requejo

Conozco el excelente y reconocido trabajo actoral de Sonya desde que fui Jurado del Primer Festival de Teatro de Pequeño Formato de Art Spoken, celebrado en Miami del 1ro al 19 de diciembre de 2011, en que dirigida por Yoshvani Medina –también al frente de dicho festival–, Sonya protagonizó La hijas, un texto de Ulises Cala, en que la actriz venezolana encarnó a las hijas de Bernarda Alba y “transitó” de cada una a la otra de un modo impresionante, merecedora por ello del Premio a la Mejor Actriz, en un monólogo, de ese festival; amén de su inolvidable trabajo en varias telenovelas de Telemundo, en las que he estado a su lado en algunas de ellas como extra, por lo que me consta su elegancia y su clase, sin poses ni engreimientos de diva.
Con todos esos antecedentes, no fue ninguna sorpresa para mí que Sonya asumiera de modo totalmente contemporáneo y desenvarado su rol en Júrame, “arropada” por Eduardo Ibarrola, un actor mexicano de reconocida trayectoria, a quien no había tenido oportunidad de ver en escena.
Voy a confesar que su personaje me provocó un fuerte rechazo, al punto de que me dije que cómo una mujer tan bella y sensata como la que se metió en la piel de Sonya –y como es ella en realidad – se pudo enamorar de semejante tipo, pero cuando se lo comenté a mi amigo Ismael Requejo, me dijo que Ibarrola, en la vida real, no tiene nada que ver con el personaje, lo que evidencia su calidad como actor “camaleónico”, que ya es mucho decir.
Escena de Júrame. Foto: Ismael Requejo

Acoto que muchas veces en la vida nos encontramos con parejas así –disparejas–, por lo que la obra es solo uno de los tantos espejos que demuestran que, como ya dije en mi poema al inicio, “es una ‘variable’, un misterio, que no admite ser reglamentado, sino que solo puede ser ‘sentido’ y ‘estudiado’ cuando se padece –y mejor todavía, cuando duele”, y que para tratar de entenderlo, se puede observar a “esa gran orquesta que constituyen y bastan solo dos personas”, en este caso, dos grandes actores.
Hialeah, 11 de mayo de 2024

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