05/01/2025
Hoy, en la solemnidad gloriosa, celebramos la “epifanía”, la manifestación del amor de nuestro Señor, cuando se revela como el Salvador de Israel y de las naciones y pueblos del mundo entero.
Hasta este momento de la historia de la Navidad, el nacimiento de Jesús era un asunto “oculto”. Nuestro Señor nació anónimamente en circunstancias humildes. Ea solo un niño más que nacía aquella noche: nadie lo conocía, salvo María y José, y los pastores que oyeron a los ángeles.
El Evangelio de hoy nos ofrece la misteriosa figura de los “magos de oriente”. No sabemos mucho de ellos, salvo que son los primeros gentiles, las primeras personas ajenas a la fe judía que adoran a Jesús.
La promesa de Dios a su pueblo elegido, Israel, era una promesa para todas las naciones: así nos lo dice Isaías en la primera lectura: “Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora… trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor”.
Hoy celebramos un gran momento en la historia de la salvación. Como dice San Pablo en la segunda lectura, un gran “misterio… ha sido revelado”. En los Magos -que vienen a rendir homenaje con sus preciosos dones- comienza la peregrinación de todos los pueblos hacia Dios.
Nuestro Evangelio concluye diciéndonos que los Magos “regresaron a su tierra por otro camino”. La luz que encuentran en el pesebre brilla ahora en todo lo que hacen. Porque han encontrado a Jesús, deben vivir “de otra manera”. Esto es verdad también para nosotros.
En esta gran solemnidad, pidamos la gracia de buscar siempre a Jesús y de hacer de Él la estrella que guía nuestra vida, como hicieron los Magos. Los Magos encontraron “al Niño con María, su madre”. Siempre llegamos a Jesús a través de María.
Today, in the glorious solemnity, we celebrate the ‘epiphany,’ the manifestation of our Lord’s love, when he is revealed as the Savior of Israel and the nations and peoples of the whole world.
Up until this moment in the Christmas story, the birth of Jesus was a ‘hidden’ affair. Our Lord was born anonymously in humble circumstances. He was just another child born that night — no one knew him except for Mary and Joseph, and the shepherds who heard the angels.
The Gospel today gives us the mysterious figure of the “magi from the east.” We don’t know much about them, except that they are the first Gentiles, the first people outside the Jewish faith to worship Jesus.
God’s promise to his chosen people Israel was a promise for all nations — that’s what Isaiah tells us in the first reading: “Nations shall walk by your light, and kings by your shining radiance … bearing gold and frankincense, and proclaiming the praises of the Lord.”
Today we celebrate a great moment in the history of salvation. As St. Paul says in the second reading, a great “mystery … has been revealed.” In the Magi — who comes to pay homage with their precious gifts — the pilgrimage of all peoples to God begins.
Our Gospel concludes by telling us that the Magi “departed for their country by another way.” The light they find in the manger now shines out in everything they do. Because they have found Jesus, they must live “another way.” This is true for us as well.
On this great solemnity, let us ask for the grace to seek Jesus always and to make him the star that guides our lives – just as the Magi did. The Magi found “the Child with Mary his mother.” Always through Mary, we come to Jesus.