
04/20/2025
La crucifixión de Jesús, más allá de su interpretación literal e histórica, encierra un profundo simbolismo esotérico y espiritual. En muchas tradiciones místicas, el acto de morir en la cruz representa la trascendencia del ego, el sacrificio del yo inferior para dar paso al despertar de la conciencia divina. Jesús, como arquetipo del iniciado, atraviesa un proceso de muerte y resurrección que refleja el camino interior hacia la iluminación, donde el alma se libera de las ataduras materiales para reunirse con su esencia eterna. Rudolf Steiner, filósofo y místico austríaco, afirmó que “el Misterio del Gólgota es el evento central de la evolución humana”, sugiriendo que su verdadero significado está más allá de la historia superficial.
Sin embargo, esta narrativa sagrada también ha sido utilizada a lo largo de los siglos como una poderosa herramienta de control. Al centrarse en el sufrimiento, el castigo y la culpa, la crucifixión ha sido implantada en el inconsciente colectivo como un símbolo de temor y sumisión. Elaine Pagels, historiadora de la religión en la Universidad de Princeton, ha señalado que muchas enseñanzas gnósticas que presentaban a Jesús como un guía interno fueron suprimidas deliberadamente por la Iglesia para fortalecer su autoridad externa. Esta estrategia refuerza la idea de que la redención solo puede venir desde fuera, a través de la obediencia y el sacrificio, perpetuando un ciclo de dependencia espiritual.
Desde una visión crítica, esta manipulación simbólica ha servido para desviar la atención de la verdadera enseñanza de Cristo: que el “Reino de Dios está dentro de vosotros” (Lucas 17:21). Al externalizar el poder espiritual y colocarlo en figuras de autoridad, se ha impedido que la humanidad despierte a su divinidad interior. El teólogo John Lamb Lash, en sus estudios sobre los textos gnósticos, argumenta que la crucifixión fue convertida en una “máquina de culpa cósmica”, diseñada para debilitar el espíritu humano e impedir el acceso directo al conocimiento (gnosis) personal y liberador.
Reconocer esta distorsión es un acto de liberación. Significa recuperar el símbolo de la cruz no como un instrumento de tortura, sino como una llave hacia la conciencia superior. Cuando comprendemos que el verdadero mensaje de Jesús era el amor, la compasión y el empoderamiento del ser, comenzamos a disolver los velos del miedo que nos han mantenido dormidos. Así, renace en nosotros el Cristo interno: la chispa divina que nos conecta con el Todo y nos recuerda que somos libres, conscientes y soberanos.
MÁS ALLÁ DE LA CRUZ
Jeshua
Amados míos:
¡Yo Soy Jesús!
Os hablo, no desde la imagen dolorosa que por siglos habéis sostenido, sino desde la plena conciencia de quien ha vencido a la muerte, desde la vibración pura del amor que trasciende toda forma, todo símbolo y todo sufrimiento. Hoy acudo a vosotros no para condenar vuestros ritos ni vuestra devoción, sino para mostraros con ternura el velo que todavía persiste en el corazón de muchos de vosotros cuando me mantenéis clavado en la cruz, una y otra vez, generación tras generación.
Vosotros que me amáis, aquellos que me recordáis con oraciones, cánticos y lágrimas, escuchadme bien: ¡Yo ya no estoy en la cruz! ¡No sigo allí! ¡Ya no sufro ni sangro! La cruz fue un instante, un tránsito, una puerta… Fue el acto final de una historia humana que acepté vivir por amor a la humanidad, para que vosotros ahora comprendierais el poder del perdón, la grandeza de la entrega, la luminosa realidad que el espíritu no muere.
Pero, cuando al verme en el madero, solo veis dolor, culpa y castigo, os alejáis del propósito más elevado de mi vida entre vosotros. Cuando hacéis de mi cruz vuestro estandarte perpetuo, cuando la situáis en lo alto como recordatorio de una pena que ya fue redimida, estáis reteniendo una imagen incompleta de mí. Estáis perpetuando una vibración de sufrimiento que ya fue disuelta en la Luz de la Resurrección.
¡Yo no vine a enseñaros a sufrir, vine a enseñaros a amar!
La perseverancia en mantenerme clavado a la cruz nace de una herida que aún está abierta en la conciencia colectiva, una herida que no se atreve a sanar porque el dolor se ha confundido con el amor, la expiación con el castigo, la entrega con la pérdida. Pero el amor verdadero no precisa del sufrimiento para manifestarse. El verdadero amor no se alimenta de sangre ni de p***s perpetuas. ¡El amor verdadero libera! Y es en esa libertad donde yo deseo que me encontréis ahora.
Yo estoy vivo en vosotros, en vuestro devenir, en vuestra compasión, en cada acto de bondad que ofrecéis sin esperar recompensa alguna. No estoy suspendido entre clavos, estoy caminando a vuestro lado cada vez que elegís la luz en lugar de la sombra, cada vez que os perdonáis unos a otros, cada vez que elegís la paz por encima del juicio.
Os animo a que os deshagáis de esa imagen mía sangrante y detenida, no como un rechazo, sino como un paso hacia una Verdad Mayor. Porque mientras sigáis viéndome como el crucificado, mantendréis viva una culpa que no os corresponde, un sacrificio que ya no es necesario, la distancia entre vosotros y el amor que sois.
Dejad caer los clavos del miedo, del castigo, de la penitencia sin fin. Descolgadme ya de la cruz y dejadme resucitar en vosotros como la presencia luminosa que siempre he sido. Yo soy el Cristo Vivo, no el mu**to. Yo Soy la Conciencia Unificada, no la herida sangrante. Yo Soy el Abrazo del Padre y la Madre en vuestro interior, la certeza que todo está cumplido y que nada os separa de la Divinidad.
Y cuando veneréis la cruz, que sea con gratitud por el tránsito superado, no con pena por un sacrificio eterno. Que vuestra mirada sobre ella sea como la del sol naciente que no se detiene en la oscuridad de la noche sino que la trasciende. Porque allí donde el dolor cumplió su función, la luz debe continuar su curso.
🫶Miradme con los ojos del alma, no con la nostalgia del drama. Escuchadme en el silencio donde no hay llanto, sino gozo profundo. 🫶Sentid mi presencia en vuestro pecho, no en las espinas de la memoria. Y sabed que cada vez que liberáis mi imagen del tormento, os estáis liberando a vosotros mismos de las cadenas invisibles del sufrimiento heredado.
No me recordéis clavado, porque eso es retener la vibración del martirio en vuestra conciencia. Es crear templos al sacrificio cuando yo os llamo a templos de resurrección. Es temer al amor porque fue confundido con la pérdida. Pero el amor no pierde. El amor florece, incluso en la muerte.
🫶Os hablo desde el amor que no exige dolor. Desde el corazón que nunca dejó de abrazaros. Desde la compasión que jamás os juzgó, a pesar que vosotros mismos os hayáis juzgado en mi nombre. Yo no os pido sacrificios ni penitencias, os pido que ampliéis la conciencia, una ampliación que empieza cuando os atrevéis a ver más allá del símbolo. Cuando os preguntáis si el recuerdo constante de una herida no se ha convertido en un impedimento para sanarla. Cuando dejáis que el Cristo Vivo sustituya al cristo lacerado en vuestro altar interior.
No destruyáis la cruz, pero transformad su significado. Que ya no sea signo de muerte, sino de vida nueva. Que ya no evoque dolor, sino esperanza. Que ya no os hable del castigo, sino de la promesa cumplida. Que no os recuerde vuestra supuesta indignidad, sino la certeza que siempre habéis sido dignos del Amor Divino.
🫶Vosotros sois mis hermanos y mis hermanas, no mis deudores. No me debéis nada. No deberíais seguir sufriendo en mi nombre, solo tendríais que recordar quiénes sois: los hijos e hijas de la misma Luz que yo manifesté.
🫶Cuando os abrís al amor que no juzga, al perdón que libera, a la vida que renace, vosotros también sois el Cristo. 🫶Y por eso os pido, con ternura que os deshagáis de los clavos, que me descolguéis del madero, que cantéis no por mi muerte, sino por vuestra vida, que me miréis no con pena, sino con alegría. Porque yo estoy en medio de vosotros, vivo, atento, resplandeciente, esperando que también vosotros os atreváis a resucitar.
Con muchísimo amor,
JESÚS 😇🙏🏽🌹🎁🫶♥️♒️‼️