14/04/2022
🚫LA INFEDILIDAD.
Sansón y David tenían la misma debilidad, la mujer prohibida, ambos cometieron el mismo pecado, pero no terminaron igual, ¿Por qué?
David se arrepintió y cambió, no obstante la consecuencia de su pecado le costó la vida de su hijo.
También su pecado trajo consecuencias graves a su familia, mucha violencia, inmoralidad, división, discordia, pleitos y traición en toda su casa.
Sansón tuvo oportunidades de arrepentirse, pero jugó una y otra vez con Dios, pensando que Dios siempre estaría con él, sin embargo la última vez, el Señor se alejó de él, su fuerza fue quitada, le sacaron los ojos, sirvió de entretenimiento y burla para sus enemigos.
Sansón es el ejemplo vivo, de que hay hombres que nunca cambiarán, los que deciden darle rienda suelta a su deseo inmoral, y no se preocupan nunca de lo que hacen para reflexionar y cambiar; son los que les encanta la mujer mala, siempre buscan lo que no se les ha perdido afuera, en la mujer Filistea y aunque tengan consecuencias graves y les llueva sobre mojado por andar detrás de esa mujer prohibida, siguen y no paran, nada les importa, nunca entenderán el daño que hacen a quienes de verdad les aman, y el daño que se hacen ellos mismos hasta cosechar la muerte producto de sus malas decisiones.
Sea hombre, sea mujer, esto aplica para ambos, quien decide irse por el camino de la infidelidad y traicionar el pacto matrimonial, siempre, léase bien, siempre cosechará duras consecuencias de sus actos.
Cuánta razón hay en la palabra de Dios que a los casados nos hace un llamado directo a honrar el pacto del matrimonio, y guardar toda nuestra lealtad y nuestra fidelidad únicamente al legítimo cónyuge.
A los casados se les advierte tajantemente de disfrutar de la sexualidad sólo dentro del marco legal del matrimonio y no permitir que nadie se meta ahí.
Todos deben respetar el matrimonio y ser fieles en sus relaciones matrimoniales, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que cometen inmoralidades sexuales.
(Hebreos 13:4).
Disfruta del amor, pero sólo con tu esposa. Tu amor y fidelidad le corresponden sólo a ella; ¡jamás se los entregues a otra! Recuerda que el goce del matrimonio solo le pertenece a los dos, y nadie debe inmiscuirse en él. ¡Bendita sea tu esposa, la mujer de tu juventud! Ella es una gacela amorosa y agradable. ¡Que sus pechos te dejen siempre satisfecho! ¡Que su amor siempre te cautive! Hijo mío, ¡no te enredes con la mujer infiel! ¡Aléjate de sus caricias!
(Proverbios 5:15-20).
Los labios de la mujer infiel son como miel, y sus palabras más suaves que el aceite. Pero al final resulta ser más amarga que la hiel y más cortante que una espada de dos filos. Quien cae en sus redes, va derecho a la tumba; su estilo de vida es un pase directo a la muerte. A ella nada le importa lo que piense la gente de su conducta. Vive la vida sin control alguno, y ni siquiera se da cuenta de eso.
Pues bien, hijo mío, escucha atentamente y no te apartes de mis enseñanzas. Huye de la mujer infiel; no te acerques ni siquiera a la puerta de su casa.
(Proverbios 5:7-8).
La infidelidad es un pecado muy grave, con consecuencias desastrosas que siempre, SIEMPRE, SIEMPRE será una decisión que destruirá todo a su alrededor y que muchas veces aunque haya restauración nunca más las cosas vuelven a ser igual.
CASADOS:
Tanto hombre como mujer, que este mensaje quede para siempre guardado en nuestra mente y corazón, de que la infidelidad es un camino de muerte, que solo lleva a la perdición; destruye, hiere, lastima, rompe el vínculo sagrado del matrimonio y acaba con la familia.
¡Cuántas familias rotas y cuántos hijos con el corazón partido ha dejado el traicionar el voto de la fidelidad!
Cuidémonos de no dejar entrar este terrible mal.