29/03/2021
LUNES SANTO
FALTABAN pocos días para la Pascua y ofrecieron una cena en su honor. Jesús aceptó la invitación y fue. Era en Betania, a unos tres kilómetros de Jerusalén. En aquella aldea, el Señor era bien recibido, sobre todo, por una familia. Jesús quería mucho a los tres hermanos, Lázaro, Marta y María. Y ellos lo querían a él. Eran amigos. Iba allí como a «su casa».
El evangelio de hoy, conocido como la unción de Betania, alude al gesto de María, la hermana de Marta, que ungió los pies de Jesús con perfume de nardo durante aquella cena. ¿Qué tendrá de tanta importancia este gesto de cariño para aparecer en el evangelio? Hoy aparecen en el evangelio tres grupos de personas: una multitud venida de Jerusalén atraída por Jesús, que había resucitado a Lázaro, los que le habían ofrecido la cena y los tres hermanos amigos de Jesús. Cuando alguien se interesa por Jesucristo, va bien. Pero si alguien llega a descubrir en él a Dios Hijo hecho hombre, ha dado ya con la verdad. Pero aún le queda un paso que dar: Jesucristo es mi amigo, me conoce y me ama ahora. Y también desea ser amado por mí. Lázaro y sus hermanas han descubierto esto, y lo viven. ¿Estará en esto la importancia de la unción en Betania, como signo de ese amor personal a Jesús?
Qué bueno ser como María de Betania, ofreciendo todo nuestro ser, con lo que somos y tenemos, en amor y gratitud al Señor. Y poder decirle que en nuestra persona ¡tiene su casa!
Arturo José Otero García (reflexión basada en Juan 12,1-11)
Padre celestial, llena mi corazón de esa sabiduría para ser necio por causa del evangelio.