05/01/2024
En el año 2023 la crisis política alimentada por el gobierno y el parlamento de manera laboriosa ha tenido impacto en varias esferas de la sociedad, es decir, no se quedó, como pensaban muchos, solo en el ámbito de lo político. El resultado es un caos político por el gran desorden e incertidumbre que pone en cuestión al sistema político.
Los intereses de la clase política, si es que podemos denominarla así, se centró en su esfuerzo desesperado por llegar hasta el 2026 cueste lo que cueste y lograr la impunidad de sus líderes políticos y de muchos de ellos mediante el control de los órganos de administración de la justicia. Además, tienen la expectativa de lograr la continuidad en el poder en el próximo periodo para lo cual montaron una estrategia para lograr el control de los órganos electorales e implementado una contrarreforma política que le garantice el control vertical y antidemocrático de sus organizaciones políticas.
La llamada “estabilidad democrática” que pregona la presidenta y su compinche Otárola es que ya no hay un permanente enfrentamiento entre el ejecutivo y legislativo, es decir, dejan constancia de haber montado un coalición autoritaria y corrupta para el logro de sus objetivos: mantenerse en el poder hasta el 2026 y la impunidad de los delitos de sus lideres y partidarios.
Hacer el balance del año 2023, es a su vez un balance del primer año de gobierno de la presidenta Boluarte. El periodo presidencial que inicio Pedro Castillo y continuó Dina Boluarte ha sido trágico para el país. La situación actual es la mejor evidencia de ello. En la primera etapa de gobierno Pedro Castillo no solo fue un presidente débil políticamente sino inepto, la segunda etapa al mando de Boluarte también es débil y precario a pesar de haber constituido una coalición en la cual es una subordinada a las decisiones de quienes tienen el control político del parlamento, que, además, fueron los que perdieron las elecciones generales. Es decir, los perdedores ahora son gobierno.
Los principales hechos que han marcado el año 2023, es la muestra de esta nueva situación: 1) la represión a fuego y sangre de las movilizaciones que rechazan al gobierno y al Congreso, 2) el deterioro creciente del Estado de derecho y de la institucionalidad democrática, 3) la recesión económica, 4) el aumento de la pobreza y pobreza extrema, 5) la permanente inestabilidad política generada por el gobierno y parlamento, 6) la inseguridad alimentaria, 7) el incremento de la violencia criminal de las bandas nacionales e internacionales, 8) la develación de la presunta red criminal encabezada por la suspendida Fiscal de la Nación que compromete a la coalición de gobierno, y finalmente, 8) la libertad de Alberto Fujimori decidido por el Tribunal Constitucional que confirma a que intereses representa.
Crisis y caos político
El año 2023 podemos caracterizarlo como el año del caos político, aunque habría que definir la naturaleza del “caos político” como concepto en la sociedad actual. Como dice la profesora Lilén Gómez (2022), la figura del caos, en la Grecia antigua, se asocia fundamentalmente a lo político, aunque también se usa para explicar problemas en las ciencia naturales.
El concepto de "caos político" no parece ser un término ampliamente utilizado o teorizado en el ámbito de la política. Sin embargo, se puede inferir que el caos político se refiere a una situación en la que la política se caracteriza por su complejidad, inestabilidad y falta de predictibilidad. Algunos autores han abordado el tema de la política en relación con la teoría del caos, como Cornelius Castoriadis, quien ha analizado el imaginario social institucional y la política en su contexto de caos.
La teoría del caos ha sido utilizada para analizar situaciones de turbulencia en la política y la sociedad y de cambios rápidos en el sistema político como en el caso de la protesta popular y el enfrentamiento político en algunos países.
Los conceptos de “estabilidad política” e “inestabilidad política” obviamente tienen que ver con el caos político, ya que la inestabilidad política genera el caos político. La teoría de sistemas afirma que al sistema le atribuimos la cualidad tanto de organizarse como de desorganizarse para volver a realizar esa doble función en forma sucesiva.
Andrés Moreno nos habla de la Teoría del Caos Social, como el estudio de los sistemas inestables, en los que, dados determinados procesos naturales, pequeños cambios en las condiciones iniciales conducen a enormes discrepancias en los resultados. ¿Es el sistema político en el Perú, un sistema caótico?
El caos político es resultado de la profundización de la crisis política como expresión de la crisis de representación que lleva varios años y que se fragua a partir de la mitad de la década de los 90 en el Perú. Para mayor detalle de ello véase mi libro “Crisis de representación y reforma política en el Perú” (2020). Una crisis es un proceso en el cual el orden de las cosas se va degradando de tal manera, que la propia supervivencia del orden político y social se pone en entredicho hasta llegar a plantearse la alternativa de sustituirlo por otro (Medellín, 2022).
Al presentar el balance de gestión 2023, la presidenta Dina Boluarte, enfatizó que su gestión gubernamental logró la estabilidad democrática que tanto necesita el país, ello a través de un sistema de pesos y contrapesos con los otros poderes del Estado, dejando a atrás enfrentamiento con el Legislativo. Es decir, la estabilidad democrática de Boluarte se reduce a que ya no hay enfrentamiento entre ejecutivo y legislativo, precisando que los pesos y contrapesos ha desaparecido.
La presidenta de Perú, Dina Boluarte, fue catalogada como el personaje más negativo de 2023, según una encuesta realizada por Datum Internacional de diciembre 2023, donde alcanzó el 38% de menciones en esta categoría. La encuesta también reveló una baja aprobación presidencial, situándose en 9%. Detrás de Boluarte, el expresidente Pedro Castillo y la excandidata presidencial Keiko Fujimori fueron también señalados entre los personajes más negativos, con 11% y 8%, respectivamente.
Castillo vs. Boluarte
La pregunta es: ¿a un año de asumir el mando del país el gobierno de la presidenta Dina Boluarte y su premier Alberto Otárola tenemos un balance positivo de su gobierno? ¿Ha sido un mejor gobierno que el de su predecesor Pedro Castillo?
La respuesta a la primera pregunta es no. No lo digo yo sino la mayoría de los peruanos y los hechos que ha producido este gobierno mencionados líneas arriba lo demuestran.
La presidenta de Perú, Dina Boluarte, ha sido catalogada como el personaje más negativo de 2023, según la encuesta realizada por Datum Internacional de diciembre 2023, donde alcanzó el 38% de menciones en esta categoría. La encuesta también reveló una baja aprobación presidencial, situándose en 9%. Detrás de Boluarte, el expresidente Pedro Castillo y la excandidata presidencial Keiko Fujimori fueron también señalados entre los personajes más negativos del 2023, con 11% y 8%, respectivamente.
En la última encuesta de diciembre del Instituto de Estudios Peruanos respecto de lo que la gente piensa y siente al terminar el año 2023, muestra que Dina Boluarte, pasó de tener un 71% de desaprobación en enero a culminar este año con 84% de desaprobación a su gobierno. La aprobación pasó de 19% al 9%, en un año. La tendencia de las encuestas de varias de las encuestadoras muestra lo imposible que sería revertir esta situación.
La línea de conducta tanto del ejecutivo como del legislativo es seguir echando más leña al fuego, no les interesan, de manera contradictoria, los costos políticos de sus actuación. En el próximo periodo electoral es muy posible que desaparezcan del mapa político la mayoría de los partidos del actual parlamento, salvo el fujimorismo por otras razones.
Respecto de la segunda pregunta la respuesta es también negativa. El gobierno de Dina Boluarte es peor que el de Pedro Castillo, este cuando cumplió un año de gobierno tenía 24% de aprobación y 67% de desaprobación.
¿Estamos mejor que en el gobierno de Pedro Castillo? Las encuestan muestran que no. Que dice ahora los gremios empresariales que aplaudían a Dina Boluarte el 7 de diciembre del 2022 y que han hecho mutis durante todo un año respecto de sus gestión de gobierno, del mismo modo que dicen los partidos y la derecha al respecto o los medios concentrados.
La encuesta dice, además, que el 73% afirma que la situación económica está peor que hace un año, el 69% que la situación política está peor, el 81% considera que la seguridad está peor y el 68% considera que la corrupción aumentó en comparación al año anterior.
Respecto de la gestión del primer año del gobierno de Boluarte el 76% de los encuestados afirma que ha sido malo o muy malo, mientras que solamente el 4% cree que ha sido un buen año de gestión.
En el caso del Congreso la encuesta muestra que la desaprobación del Congreso pasó del 88% en enero al 91% en diciembre del 2023; mientras que su aprobación bajó del 9% al 5% en el mismo periodo. De que estabilidad democrática estamos hablando. Hemos pasado de Guatemala a Guatepeor en un año.
Expectativas para el 2024
La situación de deterioro político del régimen continua, no hay señales claras que la recesión económica pueda ser superada el 2024, habrá lo que llaman un rebote muy leve. El caos político puede aumentar el 2024 lo que podría generar una situación crítica que acelere la articulación de una respuesta más contundente del movimiento social y político y que obligue a la izquierda a articularse políticamente.
El movimiento social y político de oposición al gobierno y al parlamento esta desgastado, golpeado por la brutal represión, las amenazas y la impunidad de los asesinatos cometidos por las fuerzas policiales y militares. Las últimas movilizaciones no tienen la dimensión ni el empuje de las anteriores. La centralización y convocatoria de las acciones de lucha es débil. Los colectivos ciudadanos y las organizaciones políticas del campo de la izquierda no logran articular una coalición que sea capaz de jaquear a la coalición de la derecha y de la corrupción.
La izquierda esta debilitada y desacreditada por el supuesto gobierno de izquierda que encabezó Pedro Castillo y Perú Libre. Es necesario deslindar y construir una alternativa de gobierno que recoja las demandas de los movimientos sociales regionales que han emergido en el último periodo. Las distintas iniciativas en curso de organización política desde la izquierda deben ir hacia una gran confluencia de unidad para prepararse y ser alternativa en el próximo periodo.
P350-30/12/23