02/08/2023
EL ENEMIGO DE LA LIBERTAD
El enemigo más peligroso de la libertad económica no es ni el socialista, ni el comunista de ideas trasnochadas porque, en última instancia, son enemigos declarados, se sabe de qué pie cojean y por tanto se sabe cómo combatirlos.
El enemigo más peligroso es otro y es peligroso por su magistral habilidad para escabullirse. Este enemigo no tiene patria, tiene intereses. No le interesa la libertad, le interesan sus bolsillos. Es peligroso porque es camaleónico, parece socialista pero no lo es. Parece capitalista, liberal, pero tampoco lo es. No es empresario, pero tiene una empresa y se escuda en ella para asaltar y saquear, según sea el caso. Es coimero,corruptor, manipulador de masas y en resumidas cuentas es empobrecedor.
Mientras izquierdistas y derechistas se dan trompadas tratando de demostrar quién es mejor, gane el uno o el otro, al final el que gobierna es el mercantilista porque es el que corta el jamón. En tiempos de analfabetismo político, de política sin ideas, el mercantilista es el poder detrás del poder porque sabe que la política se hace con plata y un político pobre es un pobre político; entonces él se aprovecha de eso, se hace amigo de los políticos y los financia. Se convierte en su mecenas.
En el mercantilismo hay propiedad privada, pero el mercado está amañado, es decir, la balanza está inclinada a favor de unos pocos; esos pocos son los que financian las campañas, ponen diputados, presidentes, ministros. Derechistas e izquierdistas son sus títeres.
¿Por qué razón cuando un pequeño negocio no paga impuestos vienen y lo cierran mientras que cuando una gran empresa debe millones de millones nadie la toca? ¿Por qué razón los congresistas o diputados sacan leyes que solo favorecen a unas cuantas grandes empresas?
Cuando las leyes se hacen para favorecer a un grupito eso no es libre mercado, eso es MERCANTILISMO.
Libre mercado es cuando el empresario, dueño de una gran empresa o de una pequeña empresa, quiere competir limpiamente. Para competir tiene que innovar, tiene que ofrecer a sus clientes lo mejor, de esa manera será el público el que elija lo que más le conviene.
El mercantilismo NO, no quiere competir, quiere el favor del gobierno, quiere que las leyes lo protejan, lo ayuden.
Pongamos un ejemplo práctico.
Una gran empresa importa medicamentos. Una pastilla que puesta acá cuesta quince centavos, ellos la terminan vendiendo veinte veces más. ¿Tienen derecho a hacerlo? Si, si tienen derecho: pueden ofrecer al precio que quieran.
Ahora imaginemos que usted es un emprendedor , tiene un par de farmacias y con mucho esfuerzo ahorró un capital, investigó el mercado y ahora quiere importar esa misma pastilla. Hábilmente usted se ha dado cuenta del negocio y quiere importarla y ofrecerla más barato porque incluso ofreciéndola más barato sería un buen negocio.
Pero resulta que usted no puede importar porque hay una ley que cierra el mercado favoreciendo a la gran empresa. Según esa ley tienes que cumplir con requisitos que son imposibles.
Es decir, la ley fue hecha a la medida: fue hecha para impedir que aparezcan nuevos jugadores.
Para sacar leyes que le convengan, el mercantilista hace lobby; compra voluntades.
Y ese es el comportamiento que le hace daño al libre mercado porque impide que los buenos emprendedores compitan en igualdad de condiciones y al final el gran perjudicado es el cliente, el público. La calidad de los productos y de los servicios, los precios y la oferta laboral, no mejoran por decreto, no mejoran por una ley, mejoran porque hay gente que innova, compite y el cliente elige.
¿Quieres que los bancos cobren menos intereses? Cuatro bancos se comportan como una mafia financiera, pactan sus fechorías, se ponen de acuerdo entre ellos. Eso no mejora con una ley, eso mejora abriendo el mercado y permitiendo que lleguen nuevos jugadores a competir y que gane el mejor.
En el verdadero libre mercado el empresario se enriquece enriqueciendo a su pueblo; lo enriqueces no haciendo caridad o maquillando las malas prácticas con esa tontería llamada “responsabilidad social.” Lo enriqueces cuando innovas. Innovar es MEJORAR. Enriqueces a tu pueblo cuando eres rentable y entonces pagas mejores salarios. Enriqueces a tu pueblo cuando tu producto le mejora o le facilita la vida a los demás.
En el mercantilismo el empresario se enrique empobreciendo a su gente. Quiere hacerse rico torciendo la ley, inclinando la balanza; negocia por debajo de la mesa con los de la derecha y con los de la izquierda. Y esos negociados, esas manipulaciones, esas corruptelas, son las que acrecientan las desigualdades, las injusticias y le terminan haciendo un terrible daño a la única institución que crea riqueza y que, puesta en el tribunal de la historia, es la que más progreso le ha traído a la humanidad: LA EMPRESA.
De aquí es de dónde viene la confusión, el resentimiento, el desprecio hacia la empresa y de paso el asco a la política y a los políticos.
Porque cuando el ciudadano promedio observa que lo ancho es para los que más tienen y lo angosto para los que menos tienen, termina siendo caldo de cultivo para el izquierdista mal intencionado que, con verbo inflamado, dice: “esos malditos capitalistas.” “Eso es es el capitalismo salvaje.” Y no, eso no es capitalismo, eso no es libre Mercado, eso es MERCANTILISMO.
Así que aquellos que se dicen capitalistas y defensores de la libertad, deberían combatir al mercantilista con la misma fuerza con la que combaten al comunista.
Juan Carlos Atoche