LA ORQUÍDEA SECUESTRADA
Para decirte que te acompaña
suave, sereno, el murmullo
de algún río en la vertiente
del Amazonas. Hoy que la juventud
borbotea en tu piel
suave, aterciopelada de otorongo. Hoy en otros lares. Costanera, caminas vital
y casi no reconoces la voz de la selva,
el trinar de los pájaros que la pueblan
y allí también el cántico del guacamayo
en bandada. Y los chillidos de los ma
quisapas, frailecillos
meciéndose rama en rama. Y la brisa silenciosa, perfumada por miles de flores
entre ellas, allí, las orquídeas
con fantásticos colores
y los colibríes y mariposas observándote desde sus alas. Y apenas recuerdas el viento
peinando los árboles coposos, imponentes,
con ecos inmemoriales. En momentos de recogimiento
los gruñidos de fieras en la selva nocturna. Las sachavacas buscando el sustento
y procreándose a la vez. Las lámparas intermitentes de las luciérnagas
surcan tus pocos recuerdos en hilachas.
“Para comerte mejor”
y el suri delicioso que poblaba tu cena de niña
el juane abundante y generoso
el día festivo ya olvidado. El ronronear del peque peque
aproximándose a la playa. Los pescadores sudorosos
cargados de brillantes palometas
paiches, carachamas boqueando agotados. Hoy casi eres otra persona.
4Mejor digo: eres una bella joven citadina. Pero te acompaña el suave,
sereno, murmullo
de algún río en la vertiente
del Amazonas.
0el poemario: "Por las elevadas murallas de la ternura"