04/03/2022
Información que cura 💛
Hace mucho tiempo que no hablaba del tema, y pronto daré un taller por primera vez en dos años, pero las consultas sale una y otra vez, entonces acá va la conclusión: El nacimiento en sí es una experiencia difícil de imaginar y toda persona que nace necesita de ciertas experiencias para regularse, aunque haya cambiado por completo de escenario.
Primero estamos totalmente cobijados, envueltos por calorcito, acunados constantemente y acompañados por el sonido de la voz, oliendo y saboreando permanentemente ese vivir. Y de repente, todo cambia.
La temperatura inicial, la expansión de los pulmones, el impacto visual, el impacto auditivo, la ausencia repentina del sostén, sentirse caer en el vacío… Puede durar unos pocos segundos si inmediatamente mamá nos refugia entre su piel. Vuelve el olor, la voz, el sabor, el calor. Fue un gran susto pero quedó allí. Sin embargo, si no llega a ser así, puede ser un trauma.
Nils Bergmann, neonatólogo, dice que la permanencia de un bebé recién nacido, sano junto a su madre, es garantía de supervivencia. Y cuando esto no ocurre, las alarmas que se disparan configuran al bebé de otra manera, volviéndose más miedoso, asustadizo, desconfiado, etc. Existen situaciones que ameriten una separación cuando hay riesgo de salud, ésta no debería ser de ninguna manera protocolar en un bebé sano. Y aún así, tendría que ocurrir con muchas medidas anticipatorias para que de todas maneras, el bebé no lo viva como un abandono; sino como una circunstancia que le toca vivir (por ejemplo: en caso de adopción, subrogación, etc).
Sin embargo, la herida primal no se configura solo durante el nacimiento, sino también durante el resto del período primal. Toda aquella situación inesperada e incompatible con las expectativas del bebé, pueden llegar a generar estos mismos trauma sobre todo si no hay una explicación.
Por ejemplo: hace algunos años, ni bien nacía un bebé, se le recomendaba a la familia que durmiera en su propia habitación. Que tuviese horarios para hacer alimentado y que no se le acostumbrar a ser tomado en brazos. Cuando en realidad, un bebé necesita contacto continuo y lactancia irrestricta tanto de día, como de noche.
Estragos han causado estos malos consejos, y siguen causando porque a veces, las familias han obedecido tan ciegamente estas indicaciones, que a las nuevas generaciones que están volviéndose mapadres, les insisten con mucha vehemencia acerca de respetar esto que hicieron y que "no les fue tan mal".
Se general grietas. Ni que hablar cuando además, hemos tenido una crianza con violencia, violencia naturalizada, es decir, malos tratos que no parecen serlo, o con violencia explícita, física y verbal, que corrompe nuestra salud mental de forma demoledora.
Creo que lo peor de una experiencia fallida, es llegar a sentir que se está fallando, o que el mundo nos debe algo, en un estado de resentimiento crónico.
Y sí, en principio, el mundo nos debe respeto por la fisiología. Si la conociéramos, no estaríamos inmersos en esta catástrofe emocional en la que vivimos.
Es innegable que necesitamos y merecemos sentirnos amadas y amados, al nacer y durante nuestra niñez. Amor significa respeto por nuestras necesidades, sentir que nuestra vida es justa, que nuestro entorno nos respeta y legitima, desde el mismo nacimiento.