17/03/2022
𝐒𝐄𝐑 𝐀𝐂𝐀𝐃𝐄́𝐌𝐈𝐂𝐀 𝐘 𝐒𝐄𝐑 𝐌𝐔𝐉𝐄𝐑
Autora: Georgina Castillo Castañeda
Actualmente soy profesora universitaria, investigadora y madre. Recuerdo que cuando estudié la maestría, en una ocasión fui de los pocos alumnos que realizó una tarea, y cuando la profesora preguntó por qué, una compañera (que aprecio mucho) dijo: “ah, es que es soltera” y en ese momento me molesté porque pensé que independientemente del estado civil, era mi responsabilidad cumplir con mis compromisos escolares, muchas veces haciendo a un lado los tiempos en familia o diversión.
Después de concluir la maestría, seguí estudiando un doctorado y me tomó 5 años titularme del mismo ¿por qué?, por lo mismo que dijo mi compañera en la maestría: no era soltera y ya era responsable de mi propia familia. Mi tesis de doctorado la escribí mientras cargaba en brazos a mi hijo, que aún era bebé, porque él no se iba a dormir hasta que yo me acostaba con él, además ya tenía una niña de 2 años.
Recuerdo que yo lloraba porque me sentía mala madre porque no estaba todo el tiempo que deseaba estar con mis hijos; mala esposa porque esperaba que mi esposo cumpliera con lo que yo dejaba de hacer y mala profesora porque había ocasiones que no leía detalladamente los trabajos de mis estudiantes, o llegaba a clase sin haber leído todo el material… y es que son tantos los roles que se le atribuyen a la mujer que se convierte en una labor titánica tratar de atenderlos todos. Ahí me di cuenta que no podía ser el modelo perfecto que nos venden en la sociedad, yo no cabía en ese molde, tenía que hacer el mío propio, adecuado a mis necesidades.
En una ocasión publiqué en facebook que mi hijo opinaba que tenía una mamá que trabajaba mucho y eso me dolía en el ego de mamá, y dos amigas me dijeron (cada una en su estilo propio) que la opinión de mi hijo era para sentir orgullo de que él percibe a una mamá que trabaja y se esfuerza no solo por superación personal, sino por mejorar la calidad de vida de su familia, y que ese ejemplo sería muy enriquecedor para él. Me siento afortunada de tener en mi red no solo a amigos y compañeros, sino también a amigas y compañeras que han sido un apoyo en diferentes momentos de mi vida académica y personal; red que apoya, orienta, guía, instruye y construye en colaboración.
No he estado exenta de acoso o insinuaciones a lo largo de 17 años en los diversos escenarios en los que he estado, y tampoco me he librado de los celos profesionales, de ser excluida de proyectos sin explicaciones, pero gracias a esas experiencias he reforzado mi valía, primado el respeto y soltado lo que no me permite avanzar.
Recientemente recibí el reconocimiento como candidata a investigadora nacional y aunque he contado con está red de apoyo académico, familiar y social, también es cierto que se debe a que me he aferrado a las metas que me he propuesto, que a veces he tenido que postergar, pero que permanecen como metas personales.
Hoy puedo decir que ser académica es difícil, pero ser mujer académica lo es más cuando se pretende satisfacer las expectativas ajenas. Mi consejo para las nuevas generaciones de mujeres que buscan avanzar en sus propios espacios es que hagamos sinergia entre nosotras, y que repensemos los roles que se nos atribuyen y elijamos aquellos con los que me siento bien y que forman parte de mi proyecto de vida personal y académico.
𝟕 𝐃𝐄 𝐌𝐀𝐑𝐙𝐎 𝐃𝐄 𝟐𝟎𝟐𝟐…
Autora: Lucía Pérez Sánchez
El día de hoy 7 de marzo tuve la oportunidad de compartir con tres académicas de otras universidades, nuestras experiencias con relación al ser profesora, universitaria, e investigadora… El objetivo era platicar sobre los retos que hemos tenido que enfrentar en este proceso… con respecto a mi participación compartía que mi decisión de estudiar la universidad vino posterior a la llegada de mis hijos, me casé joven y decidí ser madre también joven… en mi familia la educación siempre fue un valor que me fue inculcado como sumamente importante, mis padres fueron universitarios, de hecho siempre narro lo siguiente con muchísimo orgullo: “Mi madre fue de las primeras mujeres que decidieron ir en pantalones a la facultad de medicina, alterando la costumbre y lo esperado por las mujeres estudiantes, de la época en que ella se formó en su carrera” … pero cuando toco el tiempo de ir a mi a la universidad me rebele, y dije que no, que yo no quería estudiar…. que lo que deseaba era ser mamá y esposa y con ello estaba feliz…. En este punto hago una pausa para reconocer el respeto y paciencia que mi mamá (mi papá también, pero en este caso deseo destacar a mi mamá como mujer) tuvo conmigo, pues no cuestionó mi decisión y me permitió hacer lo que quería…. Fue posterior a ser madre que cambie mi decisión y entré a estudiar psicología, área que desde siempre y en particular en preparatoria la vi como de mucho interés para mi…. y así hasta el momento no he dejado de estudiar, porque encuentro en esta actividad una sensación emocionante e interminable…. así también, al entrar al territorio de la investigación fue muy muy agradable descubrir que me gustaba…. por supuesto reconozco y me doy cuenta de que los intereses investigativos responden a interrogantes íntimamente ligadas a mis vivencias biográficas: si investigo en los procesos familiares en situaciones de salud enfermedad, es porque mi familia estas experiencias ha tenido, y porque hay un constante de mujeres sobrevivientes a sus parejas que han mu**to a causa de una enfermedad crónica…. si estudio los procesos de desgaste del cuidador primario, responde a lo que mi madre ha vivido al tener a cargo a su abuela, y a su madre… si estudié las reconfiguraciones de ser abuela, es porque sé que las formas de presentar la abuelidad en mis hijos, deriva definitivamente de planteamientos distintos que las mujeres se han hecho con respecto a este rol…. y así... partir de resultados encontrados en estas investigaciones con mujeres, descubrí el concepto de sororidad, y esto me hizo pensar en rescatar estas historias que existen y están allí, en el día a día, en estos espacios académicos y que sólo cuando resistimos interactuar bajo estructuras que no son nuestras, la narrativa dominante contada sobre nosotras como rivales o con dificultades para relacionarnos, se ve amenazada y es que la oportunidad de transformación se presenta como posible…. si bien es cierto que he contado con una red de apoyo fuerte, en donde muchas mujeres forman parte, por lo que me gusta denominar como mi SORORED, aún queda mucho por seguir trabajando y luchando, para que los discursos de igualdad y equidad de género no sean solo eso, sino que se visualice en acciones que traspasan de manera congruente las estructuras institucionales, que los modos de la performances como mujeres sean espacios de flexibilidad, y no de repetición de papeles aprendidos desde figuraciones de dominación, desacreditación y diversas formas de violencia, que al normalizarse y ser aceptada, lastima y perpetúa la continuidad en las generaciones más jóvenes.
Por último, esta reflexión me lleva a ser consciente de las oportunidades a las que he tenido acceso, y por ende a los privilegios que éstas me proporcionan, y la responsabilidad ética a la que me hace acreedora con otras mujeres que vienen detrás de mí, y a lado mí. Mi compromiso radica en estar atenta y levantar la voz, para no perpetuar las prácticas que favorecen la segmentación, exclusión y dominación.
𝐒𝐄𝐑 𝐌𝐔𝐉𝐄𝐑, 𝐈𝐍𝐕𝐄𝐒𝐓𝐈𝐆𝐀𝐃𝐎𝐑𝐀 𝐲 𝐂𝐎𝐌𝐏𝐀𝐍̃𝐄𝐑𝐀 𝐀𝐂𝐀𝐃𝐄́𝐌𝐈𝐂𝐀.
Autora: Lía Márquez.
Mi primer acercamiento a la investigación fue reprobando, me reprobó un profesor de la prepa 1 de la UAN, él ponía como opción para pasar la materia hablar en su oficina, claro… por la tarde como a eso de las 6pm, obviamente sola. Recuerdo que pensé, “ahora tengo dos problemas, la reprobada y quitarme de encima al profesor”.
No le dije nada a mis papás, le comenté a uno de mis compañeros; me dijo que no me dejaría ir sola, fuimos los dos. No le pareció esta situación al profesor y me reprobó nuevamente, hasta que pregunte qué podía hacer si el profesor no me dejaba pasar y yo cumplía con casi todo lo solicitado, excepto ir sola a su oficina (pues no me daba buena espina). Al fin logré pasar, en ese momento no le di más importancia al profesor, solo lo evité.
Al ingresar a la Universidad, conocí profesoras que me impresionaron al momento de impartir algún tema en la clase, digo profesoras porque a ellas las note más apasionadas y curiosas al momento de expresarse. En la Licenciatura iniciaron los trabajos en comunidades, congresos, la tesis, incluso la posibilidad de escribir en un libro, todas esas oportunidades las tomé.
Me recuerdo con una beba de meses, amamantando, estudiando, gracias al apoyo de mis papás pude construir la tesis y vivir una de las experiencias más significativas en mi vida, sentí la investigación.
Es curioso, pero cuando hablo de mis momentos más potentes como sujeta siempre hay una investigación acompañando mis roles, ya sea como madre, pareja, amiga, estudiante, hija, hermana y los roles que ahora mismo no recuerdo, pero sí tengo.
Cuando realizo mi investigación para la maestría estaba viviendo con alguien, estaba siendo madre, proveedora, señora del aseo, chofer, maestra, hija, pocas veces amiga, ya no me daba mucho tiempo para socializar, lo cual me fue alejando de mi misma, ya que mis amigos son un espejo para mi, muchas veces deje de verme y solo veía lo que tenía que hacer para los demás. Por todos estos deberes, por poco y dejo la maestría, pero nuevamente la investigación ahí estuvo para decirme…” espera, tu tienes esta curiosidad, hazlo”, lo hice, fue uno de los retos más grandes, me sentí satisfecha y muy cansada porque me centré en lo que yo tenía planeado realizar, era un momento para demostrarme confianza, valía y respeto.
Así que dejé lo que me alejaba de mí, y me uní al maravilloso equipo de Diálogo de Saberes, lo que puedo decir de eso es que fui feliz, me sentí cuidada, escuchada, parte de un equipo, amé aún más la investigación, con ellos me sentí segura al trabajar en campo, al exponer ideas y que se me reconocieran.
Desde entonces muchos trabajos de investigación van y vienen, así como las personas con las que trabajo, me he dado cuenta que dentro de mi institución casi siempre son las mujeres las que planean el proyecto, generan estrategias, acciones, traen a la mesa conceptos, autores para discutir y construir, pero son los hombres a los que se les escucha en los discursos. Es decir, el quehacer que como investigadoras se hace, queda oculto, se invisibiliza. Les pido a mis compañeros hombres o cualquier género que se encuentre en posición de poder, se cuestione si está incurriendo o no en esta práctica.
𝟎𝟖 𝐌𝐀𝐑𝐙𝐎 𝟐𝟎𝟐𝟐
Autora: Diana Pérez Pimienta
Mi experiencia con ser académica y mujer afortunadamente han estado más llenas de cosas positivas que negativas, por ejemplo se me han presentado oportunidades por mi preparación o capacidad y no por mi s**o, ademas de que he conocido personas maravillosas, tanto hombres como mujeres, que me han brindado su apoyo y han creído en mí en los distintos proyectos en los que he colaborado como docente universitaria.
Otro aspecto positivo como mujer académica es que creas un lazo de sororidad entre tus compañeras, se genera un atmósfera de confianza. A muchas de ellas las considero mis mejores amigas, que me han apoyado en cada momento de mi vida laboral y personal. También he conocido muchas mujeres que admiro, y me han enseñado de sus experiencias.
Además de ello, como mujer en la docencia, muchas estudiantes se te acercan para confiarle sus problemas, te preguntan tu punto de vista en diferentes situaciones, y eso me hace sentir muy feliz, saber que ellas pueden acercarse a mí por la confianza que les transmito.
Aunque también hay cosas negativas, por ejemplo, la presión que tienes de cumplir con las expectativas de los demás y poder equilibrar tu vida. Yo tiendo a ser autocrítica y perfeccionista, y eso me ha generado estrés, ansiedad y hasta momentos de depresión, sin embargo como mujer académica tienes la presión constante de estar bien en todo momento, verte bien, estar sana, ser la mejor docente pero también investigadora, estar en tales proyectos aparte de ser buena ama de casa y esposa, son tantos los roles que se nos asignan qué es abrumador.
En lo personal, he decidido posponer el tener hijos(as), precisamente porque estoy enfocada cien por ciento en este momento de mi vida en lo laboral, y esto puede ser criticado por muchas personas, como si fuera un sinónimo de no ser “maternal” o no estar “completa”, cuando disfruto al máximo esta fase y no la cambiaría.
También ha habido algunos casos de acoso laboral, chismes, difamación y competencia, lo más triste de todo casi siempre por parte de mujeres. Una vez también recuerdo que un maestro me pidió que le hiciera y le llevara un café a su oficina, cabe aclarar que yo no dependía laboralmente en absoluto de él, el maestro dio por sentado que como soy mujer tenía que hacerlo y que sabía cómo hacerlo (sin saber que yo jamás había puesto una cafetera porque no me gusta el café).
Por último, creo que es importante señalar que como mujeres tenemos un arduo trabajo que hacer para eliminar esta violencia de género, como mujeres nos corresponde poner un límite, saber cuando decir no, y en especial como mujeres apoyarnos, no criticarnos ni violentarnos entre nosotras, suficiente presión tenemos como para sumarle. Y como sociedad nos toca reflexionar y hacer consciencia de qué papel estamos jugando en detener este tipo de violencia, quizá no lo hacemos directamente, pero pensemos si detenemos a alguien que cuenta algún chiste machista, enseñamos a los hijos o a nuestros estudiantes a implicarse en el tema o si simplemente damos el ejemplo.