15/12/2024
Fuente: MUNDO MISTERIOSO
Dicen que hay historias que no mueren porque sus protagonistas no logran descansar. En los pasillos del antiguo Hospital Juárez de la Ciudad de México, un lugar marcado por el sufrimiento de epidemias y desastres, susurra la leyenda de La Planchada.
Era el turno de la noche. La sala de enfermería parecía un cuadro congelado: camas blancas, luces parpadeantes y el eco distante de los monitores cardíacos. Los pacientes más ancianos hablaban de ella, siempre en voz baja, como si temieran invocarla. La describían como una enfermera impecable, con su uniforme almidonado y su porte recto, casi fantasmal. Nadie sabía su nombre, pero la conocían por su perfección… y su mirada helada.
Cuenta la historia que hace décadas, cuando el Hospital Juárez aún latía con vida y esperanza, una enfermera llamada Eulalia se enamoró de un médico que prometió casarse con ella. Pero aquel juramento se desvaneció como un eco, y él la abandonó sin explicación. Devastada por el engaño, Eulalia se hundió en una sombra de descuido. Pacientes que dependían de sus cuidados sucumbieron por su abandono. Aquel hospital, que había sido su refugio, se convirtió en el escenario de su tragedia.
Sin embargo, las culpas no mueren con el cuerpo. Dicen que cuando Eulalia finalmente dejó este mundo, regresó para redimirse. Ahora su figura vaga por las habitaciones, atendiendo con dedicación espectral a quienes la necesitan.
Los sobrevivientes de sus encuentros cuentan que despiertan al sentir el roce frío de una mano invisible, o escuchan el crujir de sábanas perfectamente dobladas. Algunos han visto la silueta de una enfermera de otra época, su uniforme tan pulcro como su mirada distante. Cuando tratas de llamarla, desaparece como un reflejo en el agua.
¿Es un espíritu redentor? ¿O una sombra que no puede escapar de su culpa?
El Hospital Juárez sigue en pie, pero sus muros guardan más que historias. Si alguna vez tienes la oportunidad de recorrer sus pasillos antiguos, observa bien las sábanas a tu alrededor. Si notas que están planchadas con una perfección imposible, quizás Eulalia haya estado allí, tratando de expiar su error… o tal vez buscando compañía en su soledad eterna.