07/12/2024
Santa, esta es la última carta, la más honesta que te he escrito en años.
La escribo con la seguridad que antes no tenía, reconociendo que siempre he merecido lo mejor, independientemente de qué opines tú o los demás.
Muchas personas te han usado por años, como chantaje para que hagamos lo que esperan de nosotros, diciendo: “Si te portas mal, no te va a traer nada Santa Claus”.
Este año me he portado muy mal, según las expectativas que tienen los demás de mi.
Dejé de quedarme callada, aprendí a reconocer mis límites y a hacérselos saber a los demás.
Renuncié a agradarle al mundo, empezando a reconocer mis gustos y preferencias.
Ya no necesito encajar ni en la familia, ni en la sociedad para que me quieran o me den regalos.
Renuncié a ser la número uno, decidí ser yo misma, aunque esto signifique para otros, ser la número 52.
Renuncié a la auto exigencia, empecé a amarme y aceptarme como soy.
Empecé a cuestionar todo aquello que me dijeron que era “portarse bien”.
Comprendí que “portarse mal” no significa lo mismo en todas las familias.
Algunas veces me pregunté, porqué algunos niños que se “portaban mal” recibían más regalos que yo; ahora sé que los obsequios no dependen de cómo se porten los niños y niñas del mundo.
Nunca imaginé cómo un personaje como tú, sería trasladado a varios aspectos de la vida; creyendo, que portándome como se cree que es correcto, me hará merecedora de regalos, atención y amor.
Ahora comprendo, que te han usado como otro elemento más de control.
Los regalos, la atención y el amor me los doy a mi misma. Si alguien quiere compartir su vida conmigo, bienvenido es; más no está obligado a sacrificarse, ni a hacer de lado su vida, ni sus gustos por mi.
Así como un día, le di las gracias al ratón de los dientes, al duende y al señor del costal, tú también ya te puedes ir.
Agradezco la buena intención de los que han usado tu personaje para obtener obediencia de otros.
Ya no soy “la niña buena” que los demás quieren, ahora puedo ser yo y eso es suficiente para mi; ser buena tiene un costo muy alto y fue perderme a mi misma.
Me despido dándote las gracias por tu buena intención durante estos años; los regalos ya no harán falta, la navidad se adelantó para mi.
Atentamente.
Una niña, ya no tan niña, que decidió amarse.