25/12/2024
𝐍𝐨 𝐭𝐞 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐨 𝐟𝐞𝐥𝐢𝐜𝐞𝐬 𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚𝐬, 𝐭𝐞 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐨 𝐮𝐧𝐚 ¡𝐌𝐮𝐲 𝐟𝐞𝐥𝐢𝐳 𝐍𝐚𝐯𝐢𝐝𝐚𝐝!
Llegó la Navidad y siento alegría pero me asaltan otras emociones… Tristeza… decepción… malhumor… ¿Cómo explicarte lo que he sentido estos últimos años cuando veo que en esta temporada en muchos anuncios comerciales y hasta en los mensajes de WhatsApp y demás redes sociales la frase “Felices fiestas”…? ¡No puedo creer lo fría y despersonalizada que resulta!
Hasta eso les hemos importado a nuestros vecinos del Norte con su “Happy Holidays!”. Pero dime ¿Qué acaso no es la Navidad lo que realmente celebramos?... ¿En dónde estamos dejando aquélla tradicional frase de “Feliz Navidad y próspero año nuevo” que veíamos por todas partes? No crees que al parecer la gente ahora busca ser “políticamente correcta” y dar gusto a todos, creyentes y no creyentes; ser “incluyentes”, y no herir susceptibilidades… ¡Qué lamentable!
¿Qué por qué mi malestar? Porque lo que yo quiero celebrar es eso, la Navidad, no una simple fiesta, es decir conmemorar el nacimiento en la tierra de Jesús, Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre.
Por eso para mí la Navidad es fundamentalmente 𝙀𝙎𝙋𝙀𝙍𝘼𝙉𝙕𝘼. La esperanza de alcanzar la salvación. Si no fuera así, ¿Qué sentido tendría la vida? ¿Para qué respetar la ley, el orden y los principios morales? ¿Para qué ser buenos y portarnos bien? Sin la esperanza, la vida no vale nada. ¿Para qué soportar miserias y dolores, limitaciones, tristezas y pérdidas, humillaciones, las necedades de los demás? ¿Para qué aguantar lo que tenemos que aguantar?, ¿Para qué comemos lo que nos comemos? La esperanza de ir al Cielo, a reunirnos con Dios para toda la eternidad es la fuerza básica para soportar todo y darle significado a nuestra existencia pasajera aquí en la tierra. Sólo la 𝙀𝙎𝙋𝙀𝙍𝘼𝙉𝙕𝘼 nos permite sobrellevar las miserias y las debilidades humanas. La 𝙀𝙎𝙋𝙀𝙍𝘼𝙉𝙕𝘼 es la fortaleza que nos mantiene en pie y nos da vigor para seguir adelante.
Cada Navidad es la conmemoración de que Cristo nació para que nosotros nos salváramos y eso dime tú si no es un motivo para sentir una profunda alegría y sobre todo un enorme agradecimiento. Ahí está nuestra esperanza, esa esperanza renovada tras el desgaste de 12 meses intensos en los que hemos vivido infinidad de situaciones buenas y otras difíciles. La Navidad para mi debe ser también como ya anticipé 𝘼𝙂𝙍𝘼𝘿𝙀𝘾𝙄𝙈𝙄𝙀𝙉𝙏𝙊. Es justo que seamos agradecidos por todo lo que el Hijo de Dios ha hecho por nosotros al aceptar tomar humildemente la condición de hombre, tan minúscula comparada con su condición divina, y por eso hay que agradecérselo de una manera clara y manifiesta, porque lo hizo por amor a ti y a mí a sabiendas de cómo le íbamos a tratar y aun así aceptó, sin corajes, odios o rencores, llegó incluso a la máxima prueba de amor, dar su vida por nosotros. ¿Cómo no agradecerlo? Tendríamos que ser muy ruines. Él quiere que se lo digas, recuerda como en aquél pasaje del Evangelio que narra San Lucas (17, 11-19) cuando Jesús curó a 10 leprosos y sólo uno regresó para agradecerle y dijo: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve?” Él espera nuestro agradecimiento. Pero además Jesús nos dejó algo maravilloso que sigue vivo y vigente que es el alimento para tener encendida y nutrida nuestra esperanza, Su palabra a través de los evangelios. 𝗘𝗹 𝗘𝗩𝗔𝗡𝗚𝗘𝗟𝗜𝗢 es la estrella guía, el gran mapa, el GPS que nos dice en dónde estamos y por dónde hay que ir para llegar a nuestro destino, es el “cómo”.
La Navidad también es 𝘼𝙇𝙀𝙂𝙍𝙄́𝘼 y qué mejor motivo para tenerla que recordar cada año quiénes somos verdaderamente, y cuál es nuestro auténtico linaje, es decir cuál es nuestra ascendencia. En la Carta de San Pablo a los Gálatas 4:7 queda muy claro lo que ganamos gracias al nacimiento y la redención de Cristo: ❞𝑨𝒔𝒊́, 𝒚𝒂 𝒏𝒐 𝒆𝒓𝒆𝒔 𝒎𝒂́𝒔 𝒆𝒔𝒄𝒍𝒂𝒗𝒐, 𝒔𝒊𝒏𝒐 𝒉𝒊𝒋𝒐, 𝒚 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒐 𝒕𝒂𝒏𝒕𝒐, 𝒉𝒆𝒓𝒆𝒅𝒆𝒓𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒂 𝒈𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝑫𝒊𝒐𝒔.❞ Dime tú si esto no es un gran motivo para sentir una enorme y profunda alegría. ¿No te alegra acaso saber que hemos dejado de ser esclavos y hemos recuperado la condición de hijos y todos los privilegios que eso conlleva? ¡Somos herederos! La Navidad es 𝘼𝙇𝙀𝙂𝙍𝙄́𝘼 porque hemos recuperado la posesión más valiosa que tenemos –nuestra calidad de hijos de Dios- y que habíamos perdido por el pecado.
La Navidad es 𝘼𝙇𝙀𝙂𝙍𝙄́𝘼 por el reencuentro que vivimos con familiares cercanos y distantes, con los amigos; es alegría porque es la temporada perfecta para recuperar a quienes hemos perdido a causa de la propia naturaleza humana –sea su culpa o la nuestra- y reconciliarnos; es nuevamente recuperar tesoros abandonados, de hacer las paces, de volver a sentir paz en el corazón y de aligerar la carga que el rencor hace que llevemos a cuestas innecesariamente. Es alegría porque no hay ninguna otra época del año en donde demos y recibamos tal cantidad de felicitaciones, abrazos y buenos deseos. Por eso mismo la Navidad es también 𝙐𝙉𝘼 𝙁𝙄𝙀𝙎𝙏𝘼, una celebración en que damos y recibimos regalos, regalos que deben representar dones y bendiciones, como aquéllos que le llevaron los Reyes Magos a Jesús. Mirra, que es el símbolo del hombre, representa la humanidad de Jesús. Incienso, es el símbolo de Dios, representa la divinidad de Jesús. Oro, el más precioso de los metales. El Oro es el símbolo del Rey, representa que Jesús es Rey del Universo, nuestro verdadero Rey. Ahí está la muestra. La Navidad es una fiesta a la que todos estamos invitados sólo acuérdate que hay que llevar un regalo al festejado. Tú decide qué, algo muy personal, algo muy especial para ti.
Sí, déjame te digo que la Navidad también para mí significa 𝙋𝙀𝙍𝘿𝙊́𝙉. Como ya anticipé brevemente Jesús vino al mundo y se hizo hombre como nosotros, nació, vivió, murió y resucitó para que nuestras faltas, ofensas y por decirlo de una vez por todas, para que nuestros pecados fuesen perdonados. ¡Cada celebración de la Navidad nos recuerda que Dios nos perdonó! Esa es su enseñanza. Buena oportunidad es entonces la Navidad para perdonar nosotros también, para liberar a nuestro corazón de resentimientos, amarguras, enojos, odios, corajes y rencores contra quienes pensamos o sentimos que nos han hecho daño, que nos han ofendido.
Pero mira que fuerte lo que dice el mismísimo Jesús en relación al perdón a través de Mateo (6:14-15), ❞𝙎𝙞 𝙥𝙚𝙧𝙙𝙤𝙣𝙖𝙣 𝙨𝙪𝙨 𝙛𝙖𝙡𝙩𝙖𝙨 𝙖 𝙡𝙤𝙨 𝙙𝙚𝙢𝙖́𝙨, 𝙚𝙡 𝙋𝙖𝙙𝙧𝙚 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙖́ 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙘𝙞𝙚𝙡𝙤 𝙩𝙖𝙢𝙗𝙞𝙚́𝙣 𝙡𝙤𝙨 𝙥𝙚𝙧𝙙𝙤𝙣𝙖𝙧𝙖́ 𝙖 𝙪𝙨𝙩𝙚𝙙𝙚𝙨. 𝙋𝙚𝙧𝙤 𝙨𝙞 𝙣𝙤 𝙥𝙚𝙧𝙙𝙤𝙣𝙖𝙣 𝙖 𝙡𝙤𝙨 𝙙𝙚𝙢𝙖́𝙨, 𝙩𝙖𝙢𝙥𝙤𝙘𝙤 𝙚𝙡 𝙋𝙖𝙙𝙧𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙥𝙚𝙧𝙙𝙤𝙣𝙖𝙧𝙖́ 𝙖 𝙪𝙨𝙩𝙚𝙙𝙚𝙨.❞ ¡Sí!... Él, Jesús vino ¡A eso! A liberarnos de la culpa que nos cerraba las puertas del Paraíso, de la Casa del Padre, de la Casa que tenemos destinada para nosotros como herederos si así lo queremos.
La Navidad para mí también significa 𝙍𝙀𝙉𝘼𝘾𝙀𝙍, mira como lo hace la propia naturaleza que con cada estación se va renovando incansablemente una y otra vez, mira como los bosques y las flores nos ponen la muestra y justo en el invierno se despojan de todo lo que les adornaba para dar paso a una nueva vida que llegará con la primavera. Mira como sueltan y dejan caer todas las hojas que ya están marchitas, que no tienen vida. Ahí tenemos el ejemplo que nos invita a seguir, a soltar, a despojarnos también de todo ese peso que cargamos innecesariamente y que no tiene vida, de lo que no sirve, para dar paso a lo fresco, a lo que florece lleno de vida nueva y sana, que embellece nuestro ser y existir y que da frutos abundantes y dulces que son también regalo delicioso para los demás. La Navidad es la invitación a sacudirnos ese polvo acumulado por todo un año y que nos hace ver sucios, viejos, abandonados; que oculta nuestro interior, que no deja ver a los demás quien somos realmente.
La Navidad fundamentalmente es 𝙐𝙉 𝘼𝘾𝙏𝙊 𝘿𝙀 𝘼𝙈𝙊𝙍 por ti y por mí. Dios entregó a su Hijo por causa nuestra. Cristo a su vez aceptó voluntariamente el máximo sacrificio –padecer el calvario y morir en la cruz por cada uno de nosotros- y eso se puede hacer sólo por una razón, un amor enorme e infinito, especialmente a sabiendas de que muchas veces lo olvidaríamos, le volveríamos la cara, lo ofenderíamos y hasta lo negaríamos. Al celebrar la Navidad –y no unas simples fiestas- y tener presente que eso significa que festejamos el nacimiento de Jesús, podríamos pensar que Él nos dice en cada Navidad “Ya llegué, aquí estoy y vine porque te amo. Yo soy tu regalo.”
Se puede hablar mucho de lo que significa la Navidad, pero creo que a fin de cuentas lo más importante es vivirla intensamente, con alegría y con el corazón y los ojos puestos en los demás. Descúbrela en tu interior y pregúntate ¿Qué significa para mí la Navidad? Y date una respuesta.
Recibe un abrazo y mi deseo más profundo de que vivamos todos y en unión con los nuestros, ¡𝙐𝙣𝙖 𝙢𝙪𝙮 𝙛𝙚𝙡𝙞𝙯 𝙉𝙖𝙫𝙞𝙙𝙖𝙙, 𝙘𝙤𝙡𝙢𝙖𝙙𝙖 𝙙𝙚 𝙥𝙡𝙚𝙣𝙞𝙩𝙪𝙙! ¡𝙔 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙚 𝙖𝙣̃𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙖́ 𝙥𝙤𝙧 𝙞𝙣𝙞𝙘𝙞𝙖𝙧 𝙩𝙖𝙢𝙗𝙞𝙚́𝙣 𝙨𝙚𝙖 𝙥𝙡𝙚𝙣𝙤 𝙚𝙣 𝙖𝙗𝙪𝙣𝙙𝙖𝙣𝙩𝙚𝙨 𝙗𝙚𝙣𝙙𝙞𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨 𝙖𝙘𝙤𝙢𝙥𝙖𝙣̃𝙖𝙙𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝙥𝙖𝙯, 𝙨𝙖𝙗𝙞𝙙𝙪𝙧𝙞́𝙖, 𝙨𝙖𝙡𝙪𝙙, 𝙖𝙡𝙚𝙜𝙧𝙞́𝙖, 𝙖𝙧𝙢𝙤𝙣𝙞́𝙖 𝙮 𝙥𝙧𝙤𝙨𝙥𝙚𝙧𝙞𝙙𝙖𝙙!
𝘼𝙣𝙙𝙧𝙚́𝙨 𝘽𝙚𝙧𝙢𝙚𝙖
Monterrey, NL, México
Diciembre de 2024.