15/02/2022
Martha Bernays era hija de Berman Bernays, comerciante de paños y bordados. Quinta integrante de una fratría de seis, dos de los cuales habían mu**to de pequeños y un tercero en la adolescencia, Martha estaba muy apegada a su hermano Eli, y a su hermana menor Minna. Los tres Vivian con su madre. Novio de Anna, hermana de Freud, Eli visitaba con frecuencia a la familia en compañía de su madre y dos hermanas. Una noche de abril de 1882 Martha conoció a quien iba a ser su esposo. Al ver a esa joven elegante de rasgos delicados y pelo oscuro, que llevaba un vestido de cuello ajustado y calzaba finas botas con cordones, Freud experimentó un sentimiento extraño, convencido al instante de que ella, mujer que era lo contrario de su madre, sería para él la mujer de su vida. Por eso se dejó desbordar por ese estado amoroso, cuyos efectos devastadores siempre temía. Pese a su timidez enfermiza, se apresuró a conquistar a esa mujer, cortejada por otro y de la que deseaban adueñarse. Todos los días le enviaba una rosa acompañada de un verso latino. El 27 de junio de 1882 se comprometieron en secreto y decidieron de común acuerdo respetar las convenciones victorianas de su tiempo, que obligaba a futuros cónyuges a someterse a un largo periodo de castidad prenupcial. Durante años intercambió con Martha, que vivía en Wandsbek, cerca de Hamburgo, una voluminosa correspondencia amorosa en la cual se mostraba alternativamente tiránico, impetuoso, celoso, melancólico, prolífico y capaz de elaborar hasta en sus mas mínimos detalles y proyectos de vida cotidiana. Martha le respondía siempre con cierta firmeza que no aceptaría que la tiranizara, pero nunca conseguiría que su prometido se refiriera a sus celos y su rivalidad con quienes la frecuentaban, en especial Fritz Wahle, un seductor artista que había osado darle un beso. En una palabra el enamoramiento y la abstinencia lo tornaban insoportable. Persuadido de que su amor por Martha era mas fuerte que el de ella por él, llegó a reprocharle que le hubiera dado su consentimiento sin sentir un verdadero afecto. Se quejaba además de los sufrimientos que padecía, creía darse cuenta que ella se esforzaba por amarlo. Comenzó a odiar a Emmelinne, la madre de Martha, quien por otra parte le pagaba con la misma moneda, y al contrario de su hija no consideraba a su futuro yerno como un ser excepcional. La boda civil se celebró en Wandsbek el 13 de septiembre de 1886. Freud abrigaba la esperanza de que no se viera obligado a ceder a los ritos religiosos que lo horrorizaban, pero para su gran decepción tuvo que hacer frente a la realidad. En Austria ese matrimonio jamás sería válido en ausencia de una ceremonia religiosa. Al día siguiente, en consecuencia, tuvo que aceptar a la fuerza esa ceremonia, celebrada en la sinagoga por el rabino David Hanover. Por eso pidió a Elias tio materno de Martha que lo ayudara a repetir las oraciones hebreas y que le ayudara a como moverse cuando tuviera que pasar bajo el Valdaquino, que simboliza el templo. El día de las nupcias muy elegante y con ya con la barba de los notables, se contentó con lucir una levita y un sombrero de copa, para evitar así usar el traje tradicional. Martha pasó del estado de novia febrilmente deseada al de esposa y madre colmada, respetada y deserotizada. Entre enero de 1887 y diciembre de 1895 trajo al mundo seis hijos, Mathilde, Martín, Oliver, Ernst, Sophie y Anna. En 1893 al notar a Martha agotada por sus sucesivos embarazos, Freud decidió recurrir una vez mas a la abstinencia, con apenas con 40 años y víctima ocasional de impotencia, renunció a toda relación carnal para liberar a Martha del temor permanente de la maternidad. Ella se sintió menos angustiada y él mas curioso al entregarse a una experiencia semejante.