05/01/2025
La estrella de los reyes magos en el horizonte anhelado por el músico.
por Cuauhtémoc Rodríguez
Guiados por una estrella, tres Reyes Magos decidieron andar largo trecho desde su palacio en oriente, hasta un establo de Belén para adorar al rey de los judíos que acababa de nacer.
En la Biblia, Mateo establece que fueron los Reyes Magos los primeros en referirse a la manifestación del Dios de Israel en el recién nacido.
En cuanto la estrella que los guiaba se detuvo, los magos supieron que habían cumplido con su destino y tuvieron entonces su encuentro con el niño, hijo de María y José, a quien ofrecieron tres regalos: oro, incienso y mirra.
La palabra mago tiene un largo camino o proceso para llegar a su contexto y definición clara. Desde la primera definición persa, luego en griego, posteriormente en latín, y finalmente para nuestro caso la traducción al español.
En este sentido, sin profundizar tanto en el proceso antes mencionado, podemos decir que en su definición el mago era considerado como el estudioso de las estrellas en su deseo por buscar y encontrar a Dios. De ahí el origen de porque se les llamó reyes magos.
Siempre he establecido que esta historia del origen de la tradición de los tres reyes magos, ha ido de la mano con el deseo del ser humano por dar, a través de la música, una explicación a su vida cotidiana.
Es imposible establecer una fecha o un periodo para hablar de la aparición de la música como tal, porque sencillamente la música nace en el preciso momento en que nace la fe.
Y es precisamente en las sinagogas de Israel -que comienzan a existir desde el año 980 a.c.-, donde se dan los primeros destellos de la música formal, intentando ya plasmar con algún argumento teórico y además escrito, los cantos del pueblo judío. Que además son los primeros en referirse a que dicho canto debe provenir desde el corazón y el alma, para reflejar cada situación histórica vivida por su pueblo.
Después de esta etapa, que fue larguísima en la música, llegamos al renacimiento donde Claudio Monteverdi con la grandeza de obras como L’Orfeo, hace una transición hacia al periodo Barroco, en donde aparece nada menos que el Padre de la música, Johan Sebastian Bach.
Como establecí al principio, en la biblia se establece que los primeros en relacionar al Dios de Israel con el recién nacido en un establo de Belén, fueron los Reyes Magos. Y no solo eso, sino que además hablaban de su búsqueda y de su encuentro con Dios.
La música de Bach es muy difícil para ejecutar, pero muy fácil de definir, porque la obra del padre de la música en su totalidad, consiste en su busqueda para lograr encontrarse finalmente con Dios.
Es muy difícil señalar hoy en día, la existencia de un músico que no tome como base, para iniciarse en este sinuoso camino, el ejemplo de la ideología de Johan Sebastian Bach.
Esto, no significa que toda la música escrita hasta nuestros días sea o deba de ser meramente religiosa, como de hecho si lo fue la del músico alemán. Pero será prácticamente imposible que un artista formal, no tome como punto de partida la visión de Bach.
En los conservatorios de música de todo el mundo existe la frase contundente que dicta: “Si no estudias todos los días de tu vida a Bach, podrás llegar a tocar los grandes conciertos de Bethoveen, Shubert y List, pero jamás ser músico”.
Esta frase hace referencia a lo grandioso y a la profundidad de la música de Bach, que no ha logrado ningún otro compositor. Y cuyo sentido es el andar en un camino que culmine con una comunicación sublime con Dios.
Actualmente, en un mundo donde prevalece tanto la llamada música popular, y que se ha apoderado abrumadoramente del gusto social, junto con el rock y otros géneros, incluso ahí sería muy difícil puntualizar que el objetivo del músico no sea lograr el encuentro de las personas como sociedad con la felicidad.
Y podemos decir con base en esto, que nuestra felicidad, consiste en sentir el cobijo de Dios, motivados siempre por una atmósfera de melodías.
Este 6 de enero, países como México, rendirán honor a través de una gran fiesta, al cumplimiento del presagio que tuvieron Melchor, Gaspar y Baltazar, de que pronto nacería el portador de la imagen y la palabra de Dios en el mundo, decidiendo además, ir en su búsqueda guiados por la estrella de Belén.
Quizá, la misma luz que hoy nos ilumina en nuestro canto de felicidad, la cual se esconde sin que lo sepamos, en algún recóndito lugar de nuestro corazón.