15/10/2023
Miro hacia atrás y me veo sumergido por 2 años y medio en un mundo que no viví nunca antes. Uno donde quien se supone que me amaba, en quien confié para guardar y cuidar mis mayores miedos y dolores, los usó para lastimarme sin pausa, y me hundió en un alud de miedo, inseguridad, mentiras, engaños y traiciones continuos. Casi me ahogo en ese lodo espeso, tóxico y malsano. Nada de mi vida anterior me hizo estar preparado para vivir en un ambiente así y con una persona que parecía sentirse en su elemento en él. Y no pude salir antes por una mezcla de pensar "la amo, debería de darle la oportunidad de ser una buena persona, me dijo que lo era y vi algunos chispazos y creí en su potencial" y el miedo a fracasar en tener una pareja a estas alturas de mi vida, cuando ya no quedan demasiadas oportunidades. Me metí a luchar con el proverbial cerdo al lodo. Y obviamente no iba a ganar, pero igual lo hice. Hoy lo veo con claridad, pero cuando estás ahí lo que vives es este hundirte en ese lodo pegajoso que rodea cada momento de tu vida, que no te deja moverte del mismo lugar, no te deja ver más allá y te tiene atrapado manoteando y pataleando sin parar, sin que sepas ni para dónde está la salida, porque se sigue acumulando sobre ti y en todos los sentidos.
Agradecí siempre el consejo de la gente buena que tengo alrededor, de la gente preocupada por mi bienestar, pero nunca lograron entender del todo lo que necesitaba para salirme de ahí. No es un impulso y ya. Hay que ir despegando parte por parte de uno de esa mezcla, liberando cada vez un poco más, logrando un pequeño respiro aquí y allá, hasta que logras dar a la vez una buena bocanada y respiro de aire puro y al fin puedes salir. Sales manchado, agotado, lleno de cortadas que sangran, casi vacío, pero sales y eso es lo que importa. Pero no a la primera, ni a la tercera. Muchas veces miras hacia atrás e incluso tienes el impulso de regresar y hundirte de nuevo, y hasta lo intentas, porque queda siempre, al menos en quienes son como yo, ese "tal vez puedo, quizás puedo cambiar todo esto, a lo mejor me faltó algo por hacer, algo faltó de mi, quizás podría si lo hago asi, chance esta vez ella no me hunde y me ayuda a salir a donde dice que quisiera estar conmigo". Y vas notando vez tras vez que eso sólo son espejismos, fantasías, más mentiras que ahora te cuentas a ti mismo para aguantar las mentiras que tejieron a tu alrededor. Afortunadamente cada vez más, en cuanto tocaba de nuevo ese lodo, salía despavorido de él, asqueado, repelido.
Y hoy es el primer día que me siento libre, aunque obviamente traigo las heridas que me hice luchando contra el pantano horrendo por tanto tiempo, tratando de ganarle. Hoy sé que lo que sufrí fue violencia psicológica y emocional, infligida a propósito y sin ninguna consideración real por el daño que me causaban. Hay daños que reparar, pero también encontré dentro de mí lugares fuertes, que resistieron sin daño, que me sirvieron de roca a la cual asirme para no perderme del todo a mi mismo en ese lago de lodo que me envolvió.
No, no soy una pobre víctima. Nadie me puso una pi***la para que me metiera ahí. Lo hice porque quise. Pero lo hice creyendo en esa otra persona, en su oferta de nadar juntos en el agua clara del amor mutuo, en esos vistazos que tuve, que hoy me doy cuenta de que más los produjeron mis deseos de que existieran de lo que fueron en realidad. Sí, me engañé a mi mismo. Pero no creo que ese sea crimen suficiente, el soñar y tener ilusiones, como para merecer pagarlo con una experiencia de vida que casi me destruye, y no hablo solamente a nivel psicológico y emocional, sino incluso físicamente. Porque para mantenerme en el lodo, la persona que me metió en él también me hizo vivir día a día una devaluación de mí mismo, que aún me duele porque aún la vivo. Usando el cliché, no llegó a sumarle a mi vida, sino a restar, y tanto, que también me restó partes de mi.
Salgo de ahí de todas maneras contento de algo. Tras 9 años sin atreverme a hacerlo, me arriesgué a amar de nuevo. Y aunque ese amor se lo di a la persona más equivocada posible, descubrí que aún tengo esa capacidad, y que incluso es mejor, más completa, más profunda, más generosa, más real que lo que nunca había sido. Y ahora tengo ese deseo de seguir amando, solamente con más prudencia al principio, con más precaución, con los ojos abiertos. A quienes querían que saliera antes, perdón, no podía. Ni siquiera sabía que podía estarme metiendo en un lago de lodo putrefacto; no sabía que podían existir ni cómo era ni lo difícil que sería vivir en él y sobrevivir a él. Tuve que aprenderlo a la mala, ni modo. Pero ya estoy aquí, afuera, y aún soy yo, y en algunas cosas hasta un mejor yo.