Virales hoy

Virales hoy Terror
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06/12/2024

06/12/2024

"No sé por qué te escribo esto. Quizás porque necesito que alguien, aunque sea una sola persona, sepa lo que vi... porqu...
05/12/2024

"No sé por qué te escribo esto. Quizás porque necesito que alguien, aunque sea una sola persona, sepa lo que vi... porque desde esa noche ya no soy el mismo."

Todo empezó hace dos semanas. Vivía solo en un pequeño departamento, en una rutina monótona de trabajo y cansancio. Esa noche, como tantas otras, me quedé dormido frente a la computadora. Eran casi las 3:00 de la madrugada.

Lo primero que sentí fue frío. Pero no era el tipo de frío que te recorre la piel. Era algo que venía de dentro, como si mi propia sangre se congelara. Luego, escuché un sonido: un susurro. Apenas audible al principio, pero fue creciendo, llenando el silencio: "Ya es hora..."

Abrí los ojos, pero algo estaba mal. El tiempo parecía detenido. No había ruidos del exterior, ni el zumbido de la computadora, ni siquiera el tic-tac del reloj. Todo estaba en un silencio antinatural.

En el rincón más oscuro de la sala, lo vi. Era una figura alta, envuelta en sombras, con una capa que parecía desvanecerse en la oscuridad. No tenía rostro, solo un vacío oscuro donde deberían estar sus ojos. Pero sentí que me miraba. No con indiferencia, sino con certeza, como si hubiera venido solo por mí.

Quise moverme, pero no pude. Estaba paralizado. Mi cuerpo no me respondía, como si una fuerza invisible me atara a la silla. Fue entonces cuando habló:
"Ya es hora..."

No era una voz humana. Era un eco hueco, como el sonido de algo que no debería existir. Mi mente se llenó de preguntas y de un terror indescriptible.

"¿Por qué...? ¿Qué quieres de mí?" —logré murmurar con un hilo de voz.

Se inclinó hacia mí, su vacío aún más cercano. Y entonces dijo:
"Tu tiempo terminó. Pero aún puedes mirar."

La habitación desapareció de repente, y me encontré en un lugar imposible de describir. Todo era oscuridad, pero había una luz enfermiza que parecía provenir de todas partes y de ninguna a la vez. Frente a mí había una fila interminable de sombras, todas avanzando hacia un abismo infinito. Algunas lloraban, otras gritaban en silencio, pero ninguna se detenía.

De repente, me di cuenta de que estaba en esa fila. Miré mis manos y vi cómo se marchitaban, como si el tiempo se me escapara en segundos. Sentí un n**o en el estómago. "Esto no puede ser real." Pero lo era.

En ese instante, el verdadero horror me golpeó: nunca volvería a ver a mi familia, nunca podría despedirme. Pensé en mi madre, en cómo se rompería al saber que no estaba. Pensé en las cosas que nunca dije, en los abrazos que di por sentado. Pensé en todo lo que había dejado para "después" porque siempre creí que habría tiempo.

Me derrumbé. Las lágrimas corrían por mi rostro mientras sentía una desesperación que no puedo describir. Quise gritar, suplicar por otra oportunidad, pero sabía que no había nadie que pudiera escucharme.

Entonces, la figura volvió a aparecer junto a mí. Su voz era fría y final:
"Todos llegan aquí. Nadie escapa. Lo único que importa es cómo vives antes de encontrarnos."

Todo se desvaneció. Desperté en mi cama, con el corazón latiendo tan rápido que pensé que me iba a detener. Miré el reloj: eran las 3:07 AM. Todo estaba como siempre, pero yo no era el mismo.

Desde entonces, no puedo dejar de pensar en lo que vi, en lo que sentí. No sé si fue un sueño, un aviso... o algo más. Pero hay algo que sí sé: cuando la muerte te encuentra, no hay segundas oportunidades.

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05/12/2024

¿Sabías que Chichén Itzá, una de las joyas de México, esconde increíbles secretos? Este sitio arqueológico, nombrado Patrimonio de la Humanidad, fue un importante centro ceremonial de los mayas. La Pirámide de Kukulkán es un ejemplo fascinante de arquitectura y astronomía: durante los equinoccios, las sombras crean la ilusión de una serpiente descendiendo por sus escaleras. Además, el Gran Cenote Sagrado era usado para rituales y ofrendas a los dioses. Su acústica también es impresionante: si aplaudes frente a la pirámide, el eco imita el canto de un quetzal, un ave sagrada para los mayas. ¿Qué otros misterios esconderá este lugar mágico?















04/12/2024

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03/12/2024












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03/12/2024

¡Un saludo a mis nuevos seguidores! ¡Estoy feliz de que me sigan! Carlos Castro, Linda Garcia Perdomo, Hernández Evelin, Facuu Ortiz, Jose Angel Sosa Ochoa, Leon Blan, Sara Gomez Hernandez, Jimmy Gutiérrez, Patricia Rivera, Miriam Rojas, Maria Teresa Huerta, Juan Jesus, Benito Hernandez, Manuela Acosta, María Teresa Gracias Carrillo, Chuy Ramirez Ramírez, Leo Vázquez, Jendry Ortega Rosario, Cesar Castañeda, Palmer Martiñon

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¡Gracias por ser una de las personas que más interactuó y por estar en mi lista de participación semanal! 🎉 Santiago Morelos, Bertha Atiquipa, Patri Pereira, Isaacguero Casillas Arellano, Linda Garcia Perdomo, Jesus Carmona, Yolanda Lopez, Patricia Rivera, Esther Beltran

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01/12/2024

30/11/2024











29/11/2024































Desde muy joven, me apasiona el senderismo y el montañismo. Uno de mis lugares favoritos es la Barranca de Huentitán, en...
29/11/2024

Desde muy joven, me apasiona el senderismo y el montañismo. Uno de mis lugares favoritos es la Barranca de Huentitán, en Guadalajara. Por su cercanía a la ciudad, es un destino recurrente para quienes disfrutamos de estas actividades.

Con el tiempo, formé un pequeño grupo de amigos con los mismos intereses. Aunque los años pasaron y el grupo se redujo, tres de nosotros seguimos explorando juntos. Hace unos meses, planeamos una salida para acampar en la barranca. Sin embargo, un día antes, uno de mis amigos canceló porque su esposa no le dio permiso. Así que solo quedamos mi amigo y yo.

Temprano por la mañana, comenzamos el descenso. El plan era visitar un lugar conocido como Las Pilitas, un venero de aguas termales. Después de pasar varias horas allí, decidimos pasar la noche en un sitio llamado Los Atlantes, conocido por sus imponentes esculturas que parecen sostener la barranca.

Llegamos al atardecer, instalamos nuestro campamento y, tras cenar, nos acomodamos para dormir. Todo estaba en calma hasta que, cerca de la medianoche, mi amigo me despertó nervioso:

—We, despierta... creo que vienen más personas por el camino.

Desvelado, vi las luces de varias linternas acercándose. Por el ruido, parecía un grupo numeroso. Sospechamos que no tenían buenas intenciones, así que decidimos escondernos detrás de unas piedras frente a las esculturas.

Cuando el grupo apareció, nos quedamos paralizados. Eran unas diez personas, hombres y mujeres de distintas edades, todos vestidos con túnicas negras con símbolos extraños. Bajaron directamente al túnel que lleva a la planta hidroeléctrica abandonada. Una vez allí, se pusieron máscaras y comenzaron a recitar algo en un idioma que no reconocimos.

Los cánticos se hicieron más intensos, reverberando dentro del túnel. De repente, una extraña luz comenzó a emanar desde el interior, y los cánticos se transformaron en gritos inhumanos, como si no vinieran de sus gargantas, sino de algo mucho más siniestro.

Mi amigo y yo no lo pensamos más. Agarramos nuestras cosas y corrimos. Mientras huíamos, escuchamos lo que parecían rugidos de animales salvajes detrás de nosotros, pero al mirar hacia atrás, no había nada, solo oscuridad.

Al llegar a la carretera junto a la antigua presa, vimos una Van estacionada al borde. Supusimos que era el vehículo en el que habían llegado. No quisimos acercarnos, solo seguimos corriendo hasta estar completamente lejos.

Desde aquella noche, no he vuelto a la Barranca de Huentitán. Mis amigos tampoco. Aunque no sé qué ocurrió exactamente ahí, siempre he oído que ese lugar es un punto recurrente para sectas y rituales. Sea lo que sea, no pienso volver a comprobarlo.

29/11/2024

29/11/2024

28/11/2024

27/11/2024










La historia que les voy a contar me la compartió mi abuelo, un hombre que vivió muchas experiencias, pero ninguna como e...
27/11/2024

La historia que les voy a contar me la compartió mi abuelo, un hombre que vivió muchas experiencias, pero ninguna como esta. Hace años, en el centro de Guadalajara, existía un lugar conocido como el Edificio Arroniz, que hoy alberga la Secretaría de Cultura de Jalisco. Sin embargo, mi abuelo lo conoció en una época muy diferente, cuando era un cuartel militar. Antes de eso, había sido un seminario, y mucho antes, el convento de Santa Mónica.

Mi abuelo fue parte del ejército y trabajó en el Cuartel Colorado, en Guadalajara, hasta que lo trasladaron al Edificio Arroniz. En su nuevo puesto, él tenía la tarea de ser custodio en la entrada. Durante el día, todo era tranquilo, pero la rutina cambiaba cuando le tocaba el turno nocturno. Cuando llegaba a la entrada al anochecer, ya no había nadie más, solo los guardias que daban rondines por los pasillos. Al principio, todo parecía normal, pero una noche, algo extraño ocurrió.

Esa noche, al llegar, mi abuelo notó que no solo había militares, sino también civiles, algo que le resultó curioso, pero decidió no hacer preguntas. Poco después, se enteró de que, durante unas reparaciones, se había descubierto un pasillo oculto detrás de un muro, probablemente de la época del convento. Los militares no querían que el INAH ni otras instituciones se enteraran, ya que temían que entorpeciera su trabajo.

La noche siguiente, mientras mi abuelo hacía su rondín, vio algo extraño en el patio central. Al principio pensó que era un intruso, pero al acercarse con su linterna, la figura desapareció. Intrigado, corrió hacia las escaleras, pero cuando llegó al pasillo que conducía al sitio donde se había descubierto el túnel, vio nuevamente la figura. Esta vez, era una monja que le daba la espalda. Flotaba como si no tocara el suelo y se metió en el pasillo. Mi abuelo, sin pensarlo dos veces, decidió entrar detrás de ella.

Lo que encontró dentro fue mucho más de lo que había imaginado. Al final del pasillo, se encontraba un muro con un agujero lo suficientemente grande como para entrar. Al mirar a través de él, vio un lugar extraño, una capilla que había quedado oculta entre el convento y el edificio. En su interior, había figuras religiosas, urnas funerarias, y lo que lo dejó sin palabras: en las paredes, nichos con pequeños cráneos de bebés.

Confundido y asustado, mi abuelo escuchó las voces nuevamente. Esta vez, pudo distinguir que rezaban, pero no había nadie más allí. Aterrorizado, salió de la capilla y se desplomó en su silla al regresar a su puesto. Sus compañeros, al verlo tan alterado, le preguntaron qué había sucedido. Mi abuelo les contó todo lo que había vivido esa noche, y lo que le sorprendió aún más fue la reacción de sus compañeros. Nadie se mostró escéptico ni lo ridiculizó. Todos lo miraron con un aire de tristeza y, con un susurro, uno de ellos dijo: 'Esa monja que viste, todos la hemos visto y escuchado. Lo que pasó aquí, hace mucho tiempo, no se olvida. Cuando demolieron el antiguo convento, encontraron en las paredes los huesos de los bebés que las monjas habían tenido, y que ellas mismas ocultaron para ocultar su pecado.'

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