05/04/2020
Sekiro: Shadows Die Twice está ambientado durante las últimas etapas del periodo Sengoku, es decir, nos encontramos a finales del siglo XVI en medio de un Japón feudal totalmente dividido en el que las guerras entre clanes hacían estragos por el control de recursos y territorio. Tomamos el control de un guerrero Shinobi conocido como Wolf, el cual, ha sido traicionado al mismo tiempo que su maestro, el heredero legitimo del clan Ashina, es secuestrado para robarle los poderes divinos de su sangre. A partir de ese momento, te das cuenta de que FromSoftware reinterpretó el periodo histórico en el que nos encontramos, pues a pesar de que la base está fundamente en la realidad, la verdad es que todo el argumento principal del juego toma mitología de la época. Espectacular combinación que nos da un gran resultado.
La temática de Sekiro: Shadows Die Twice ya es razón suficiente para que muchos de nosotros hayamos quedado cautivados y como te digo, el sabor que da combinar hechos verdaderos, con ficción, es sumamente destacado en todo sentido. No te voy a mentir tampoco. Al inicio es un tanto extraño estar jugando algo de Miyazaki que tenga una narrativa tan explicita con un protagonista prediseñado con personalidad y diálogos propios; no obstante, poco a poco te va cayendo el veinte de que más allá del gameplay, no estamos frente a un Dark Souls con samurais y ninjas. Uno de los objetivos del estudio desarrollador era crear una IP nueva en toda la extensión de la palabra.