09/07/2024
Hoy falleció Luis Echeverría Álvarez, a la edad de 100 años, presidente de México de 1970 a 1976.
¿Conoces su historia?
Aquí te la cuento:
Luis Echeverría Álvarez
Crónica completa.
Por Sofía Guadarrama Collado.
Comenzaré por las cosas buenas que realizó durante su sexenio: Promovió la igualdad jurídica de las mujeres, creó las campañas de planificación familiar, promovió el derecho constitucional de las mujeres a decidir la cantidad de hijos que deseaban tener, creó la ley que protege monumentos históricos y zonas arqueológicas, el INFONAVIT, la PROFECO y la Universidad Autónoma Metropolitana.
Luis Echeverría Álvarez nació en una familia modesta del Distrito federal. Su padre era empleado de Correos de México. En la secundaria formó parte los golpeadores de la escuela, una pandilla en la que también se encontraban, Arsenio Farell Cubillas, José López Portillo y Arturo, "El Negro" Durazo.
Él y su amigo de la infancia, José López Portillo, estudiaron derecho en la UNAM. Se dice que LEA era hábil pero no muy brillante. Mientras estudiaban la carrera los dos amigos, se ganaron becas para estudiar un curso de verano en Chile, pero ninguno tenía dinero para el boleto de avión; así que viajaron a Manzanillo Colima y pidieron a los barcos cargueros que los llevaran.
Finalmente lograron viajar gratis. El regreso no fue tan sencillo, pues no consiguieron quien los trajera a México. Lo más cercano fue San Francisco, California. Nuevamente, al no tener los recursos para regresar a México, buscaron ayuda en el consulado mexicano, donde justamente despachaba el ex presidente Adolfo de la Huerta, quien les facilitó el regreso al país.
LEA se graduó en 1945 e inmediatamente entró a trabajar al PRI, gracias a que su hermano mayor Rodolfo Echeverría Álvarez quien ya formaba parte del partido, a las órdenes del general Rodolfo Sánchez Taboada.
A finales de 1946, Rodolfo Echeverría obtuvo la oportunidad de cambiar drásticamente el rumbo de su vida ejerciendo la profesión que realmente le satisfacía. Así que le cedió su puesto en el PRI a su hermano Luis, bajo la tutela de Rodolfo Sánchez Taboada.
Mientras tanto, Rodolfo Echeverría asumía su nuevo empleo, como asistente del actor y cantante Jorge Negrete. Asimismo se abría paso en el mundo de la actuación. Pero su padre, chapado a la antigua, aseguraba que la carrera del teatro únicamente le daría desprestigio a la familia y le prohibió a su hijo usar el apellido Echeverría. Así, pues, nació Rodolfo Landa, quien participó en aproximadamente ochenta películas, fue fundador del Teatro Universitario y de la segunda época del Teatro Orientación, director del Banco Nacional Cinematográfico, cargo con el cual estimuló generosamente a una generación de cineastas. Construyó la Cineteca Nacional, fundó el Centro de Capacitación Cinematográfica, instituyó el Festival Internacional Cervantino y fue secretario general de la Asociación Nacional de Actores (ANDA).
Y eso que su padre decía que Rodolfo sólo llevaría desprestigio a la familia Echeverría.
Mientras tanto, el otro hijo Echeverría Álvarez comenzaba su carrera política en 1945 como asistente del presidente del PRI, Rodolfo Sánchez Taboada. En 1948 recibió su primer cargo y fue enviado a Chiapas como delegado del CEN del PRI y en 1951, a Guanajuato con el mismo cargo. Ese mismo año fue transferido al Distrito federal, en donde estuvo a cargo de la cartera de secretario de Prensa y Propaganda del PRI nacional, durante la campaña de Adolfo Ruiz Cortines.
Ya en la presidencia ARC nombró a LEA oficial mayor de la SEP. Y en 1957 ocupó el cargo de oficial mayor del Comité Ejecutivo Nacional del PRI en la campaña de Adolfo López Mateos, quien al tomar el cargo de presidente nombró a Luis Echeverría subsecretario de Gobernación, bajo las órdenes de Gustavo Díaz Ordaz.
Trece años le tomó a LEA llegar a la cúpula más alta del gobierno. Sin necesidad de haber sido gobernador, senador, diputado o secretario de otras dependencias. Lo suyo era el trabajo de reclutamiento en el partido.
En cuanto Echeverría asumió el cargo como subsecretario de gobernación, se dedicó a ganarse la confianza de su jefe, a costa de todo y de todos.
Irma Serrano cuenta en sus memorias: "La estrategia del gusano parlanchín para suceder al austero Díaz Ordaz no tuvo grandes brotes de originalidad. Siguió la consabida práctica del gusano rastrero, nada más que en grado superlativo. Recuerdo que una vez el parlanchín llegó por el austero que se encontraba conmigo: 'Traes las agujetas de los zapatos desabrochadas, le dije a mi amorcito cuando me despedía de él. Ni tardo ni perezoso, el gusano se agachó a amarrárselas".
El verdadero responsable de la matanza del 68:
El entusiasmo del presidente Díaz Ordaz por las Olimpiadas era poco. En realidad le generaba muchas preocupaciones. Los ojos del mundo estarían enfocados en México. El país recibiría miles de extranjeros. La prioridad del gobierno era garantizar la seguridad a los visitantes y la estabilidad de la nación.
Desde el primer año de su gobierno, GDO había consultado a distintos sectores de la sociedad la posibilidad de declinar la sede de los Juegos Olímpicos. Se concluyó que al hacerlo, "podía perjudicarse gravemente nuestro crédito en los medios bancarios internacionales y deteriorarse nuestra economía interna."
En 1966 el rector de la UNAM, Ignacio Chávez se vio obligado a renunciar debido a las manifestaciones en contra de las reformas universitarias en las que se eliminaba el pase automático y se implementan el examen de selección a todos los aspirantes sin importar si eran egresados o no del bachillerato de la universidad.
Tras la renuncia de Ignacio Chávez, quedó como rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, quien en el sexenio de Adolfo López Mateos había sido Secretario de Obras Públicas y había tenido varios desencuentros con el entonces Secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz.
De acuerdo con la historia oficial Barros Sierra solucionó todas las demandas de los estudiantes que habían provocado la renuncia de Chávez. Es decir que ya no había razón para manifestarse en las calles.
El 22 de julio de 1968, los alumnos de la vocacional 2 del Instituto Politécnico Nacional y la Preparatoria 1 de la UNAM comenzaron un pleito callejero tras un partido de fútbol. Las autoridades del IPN solicitaron el apoyo de la policía, lo cual concluyó en un severo acto de represión hacia los jóvenes.
La tensión fue aumentando con el paso de los días. A petición del regente del Distrito Federal, Alfonso Corona del Rosal, el 29 de julio llegaron a la capital tanques ligeros, jeeps con bazucas y morteros.
El Ejército se apostó frente a la Preparatoria 1 (actualmente el Museo de San Ildefonso), al mando del general José Hernández Toledo y dispararon un bazucazo contra la puerta. Granaderos y militares aprehendieron a los estudiantes.
José Barros Sierra y Agustín Yáñez, titular de Educación Pública acordaron el cierre temporal de las preparatorias y vocacionales. Javier Barros Sierra había sido Secretario de Obras Públicas en el sexenio de Adolfo López Mateos y adversario de Gustavo Díaz Ordaz en la pre-candidatura presidencial. Cuando renunció Ignacio Chávez en 1966 a la rectoría de la UNAM, Díaz Ordaz aceptó la designación de Barros Sierra para limar las asperezas que habían quedado en el 63, cuando López Mateos designó a GDO y no a JBS.
Después del bazucazo en la preparatoria 1, el rector tenía dos opciones: calmar a los estudiantes o apoyarlos, lo cual implicaba declararle la guerra a la Presidencia de la República. Y lo hizo. Alimentó el conflicto con un objetivo: quitar a Luis Echeverría de la candidatura presidencial y lanzar al precandidato de los universitarios: Emilio Martínez Manautou, secretario de la Presidencia. Luis Echeverría no se iba a quedar con los brazos cruzados.
La huelga universitaria de 1966, como todas las huelgas estudiantiles en México, fue una manipulación de un grupo de priístas para quitar a Ignacio Chávez y colocar a Javier Barros Sierra como rector. El pleito callejero entre estudiantes del IPN y la UNAM fue tan sólo la carnada para derrotar a Luis Echeverría, entonces Secretario de Gobernación y posicionar a su propio candidato presidencial: Emilio Martínez Manautou, secretario de la Presidencia.
El error de Javier Barros Sierra fue no medir las consecuencias. Díaz Ordaz se encontraba en gira de trabajo el día del bazucazo a la Preparatoria 1. La orden la había dado Luis Echeverría a Alfonso Corona del Rosal y al Secretario de Defensa, Marcelino García Barragán. Es decir que Echeverría había mordido el anzuelo. Según los pronósticos de Barros Sierra, Echeverría Álvarez había cavado su propia tumba.
Nadie imaginó que podría ocurrir algo peor que el bazucazo. El rector de la UNAM apostó todo. Creyó que las manifestaciones obligarían a Echeverría a renunciar a la Secretaria de Gobernación y a la candidatura presidencial. Se equivocó.
Al encabezar las marchas de protesta, Barros Sierra pasó a la historia como el héroe del 68 pero metió a los estudiantes en una bomba de tiempo. Una malévola disputa por la candidatura presidencial de 1970. Cuando quiso establecer el diálogo entre universitarios y el gobierno fue demasiado tarde. Luis Echeverría había infiltrado gente al movimiento, inyectado dinero y proporcionado armas para que éste creciera, se saliera de control, se hiciera violento y a su vez se convirtiera en un conflicto nacional.
Al mismo tiempo, Echeverría lograba que el presidente Díaz Ordaz encontrara en su Secretario de Gobernación a un funcionario leal y eficiente, capaz de mantener la estabilidad del país ante la inauguración de los Juegos Olímpicos.
El 2 de octubre de 1968 se llevó a cabo la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas por órdenes del secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez.
Irma Serrano, quien fuera la amante de Díaz Ordaz prácticamente todo el sexenio narró en sus memorias: "Gustavo vivía en mi casa (en el Pedregal). Por eso puedo constatar que ese día había ido a visitar cuatro pueblos incomunicados de Jalisco y cuando regresó el 3 de octubre, azotaba las puertas, y cuando localizó a Echeverría, que no quería darle la cara, lo llenó de injurias y lo gritó ¡Asesino! Recuerdo muy bien una conversación que tuvo con Echeverría días antes de marcharse a Guadalajara. Ordenaba que bajo ningún motivo se tocara a los estudiantes. El responsable fue el gusano, que dictó las órdenes precisas. Y se le pasó la mano. Díaz Ordaz se echó toda la responsabilidad a cuestas porque así era su carácter: orgulloso a cual más".
El primero de septiembre de 1969, al rendir su quinto informe de Gobierno, Gustavo Díaz Ordaz dijo: "Asumo íntegramente la responsabilidad personal, ética, social, jurídica, política e histórica por las decisiones del gobierno federal del año pasado".
Gracias a Gustavo Díaz Ordaz se alcanzó el estatus económico más alto y la deuda externa más baja de la historia: 3800 millones de dólares. Con Echeverría y López Portillo se disparó a 80,000 millones de dólares.
La gran pregunta de los últimos 50 años es ¿Por qué Díaz Ordaz no nombró a Ortiz Mena como su sucesor? Algunos analistas sugieren que GDO eligió a LEA en venganza por lo mal que lo habían tratado los mexicanos.
Con Luis Echeverría Álvarez comenzó la era del presidencialismo populista, el cual continuó con José López Portillo, Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox Quezada, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, cuyo eje principal es el asistencialismo y su prioridad, mantener las apariencias.
Luis Echeverría nunca tuvo cargos importantes, siempre estuvo en la sombra, alejado de los reflectores, sirviéndole a grandes políticos. Al ser "destapado", la fama y el poder lo volvieron loco.
En la campaña electoral, a LEA se le ocurrió decirles a los asistentes de un mitin en Tijuana que "los mexicanos debemos tener más y más hijos para poder enfrentar a los Estados Unidos." Después tuvo que corregir aquel grave error y promovió la planificación familiar.
Al tomar posesión como presidente, Echeverría otorgó altos cargos a un grupo de jóvenes sin experiencia política, algunos de ellos ex dirigentes de la huelga de la UNAM en el 68. La población llamó a estos jóvenes los "Funcionarios Ge**er".
Entre ellos estaban Ignacio Ovalle Fernández, quien tenía 25 años en 1970, cuando Echeverría asumió la presidencia. Egresado de la UNAM. Desde 1966 (a la edad de 21 años) ya trabajaba en la Secretaría de Gobernación. De ahí fue nombrado Secretario de la presidencia en el sexenio de Echeverría. Con José López Portillo fue nombrado director general del Instituto Nacional Indigenista. Miguel de la Madrid le dio el cargo de embajador de México en Argentina en cuba. Carlos Salinas de Gortari lo nombró director general de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO). Y Andrés Manuel López Obrador, lo nombró titular del nuevo organismo denominado Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX), fusión de DICONSA y LICONSA.
Juan José Bremer tenía 26 años. Fue secretario privado de Luis Echeverría de 1973 a 1975, de ahí a la gloria política como diputado y embajador en Alemania, Suecia, Reino Unido, Estados Unidos.
Fausto Zapata Loredo, tenía 27 años cuando ejerció el cargo como diputado a la XLVII Legislatura del Congreso de la Unión. Ya en la presidencia de Echeverría fue Subsecretario de la Presidencia de la República. Con José López Portillo recibió el cargo de Embajador en Italia y Malta. En los siguientes sexenios fue embajador de la República Popular China y Cónsul General de México en Los Angeles y Nueva York, y gobernador de San Luis Potosi, pero tuvo que renunciar días después de tomar el cargo, acusado de fraude electoral.
Roberto Albores Guillén, estudiante de la UNAM, tenía 24 años cuando Echeverría lo nombró Director General de Distribuidora CONASUPO de 1970 a 1973.
José Murat Casab, estudiante de la UNAM, tenía 21 años cuando empezó a trabajar con LEA. Fue operador con los grupos de izquierda, diputado federal de 1973 a 1976, y gobernador de Oaxaca en 1977. Sus modos burdos le valieron el mote de El Talibán. Hoy en día se le describe así: Pendenciero, fanfarrón, malhablado, irreverente, grillo, operador nato, un cacique. El emblema del más rancio PRI. No es hombre de medias tintas: estás con él o contra él.
Javier Alejo, uno de los dirigentes del Comité de Huelga de la UNAM y que guio a los estudiantes a la emboscada de Tlatelolco, fue nombrado asesor económico de la Presidencia de México, director del Fondo de Cultura Económica, Secretario del Patrimonio Nacional, embajador en Japón y Corea y muchos cargos más.
Porfirio Muñoz Ledo, que ya no era tan joven, le escribía los discursos para la campaña presidencial. Luego fue nombrado Secretario de Trabajo, Secretario de Educación Pública, presidente del PRI, senador, diputado, y militante del PRD, PARM, PT, y ahora MORENA. Y en 2018 le entregó la banda presidencial a Andrés Manuel López Obrador.
Y muchos más...
Los "Funcionarios Ge**er" fue la peor camada de políticos que se haya dado en la historia de México. Imposible mencionarlos a todos y la ola de corrupción que se fraguó a partir de esa época. Muchos de ellos siguen en la política, ya sea en el PRI, el PRD, el PT o, MORENA.
Pero el terror echeverrista apenas iniciaba. Pronto llegaría a las calles del Distrito federal otra tragedia estudiantil: el jueves de Corpus.
En 1971 profesores de la Universidad de Nuevo León solicitaron la autonomía de dicha universidad. Para ello, como en todos los conflictos universitarios del país, ocuparon a los estudiantes como militantes. El gobierno de Nuevo León se negó, impuso a la universidad una ley orgánica con tres representantes estudiantiles, tres magisteriales y 25 de otros sectores de la sociedad y redujo severamente el presupuesto.
Los universitarios iniciaron una huelga y solicitaron el apoyo de las demás universidades del país. Así llegaron las manifestaciones al Distrito Federal.
La mañana del 10 de junio de 1971, el presidente Luis Echeverría citó urgentemente en Los Pinos al regente del Distrito Federal, Alfonso Martínez Domínguez, "para estudiar el desabasto de agua en la capital". También había citado al gobernador del Estado de México, Carlos Hank González y el secretario de Recursos Hidráulicos, Leandro Rovirosa Wade. Echeverría los hizo esperar un par de horas. Ya en la junta, mientras Rovirosa mostraba los planos y los costos para el proyecto, LEA contestó en repetidas ocasiones el teléfono rojo, con "No", "Sí", "Está bien".
La junta duró todo el día. El Secretario de Recursos Hidráulicos, el gobernador del Estado de México y el regente del Distrito Federal comieron en Los Pinos con el presidente Echeverría que los mantuvo incomunicados hasta la noche.
Cuando Martínez Domínguez llegó a su oficina, le informaron que ese día, jueves de Corpus, a las 3 de la tarde se concentraron más de 10 mil estudiantes en el Casco de Santo Tomás, algo que ya sabía, pues la marcha había sido programada para ese jueves. Lo que no sabía y tampoco esperaba fue lo siguiente: al mismo tiempo se encontraban las fuerzas públicas en los alrededores y una nutrida cantidad de fotógrafos y camarógrafos. En la calle de Salvador Díaz Mirón se les cerraron los granaderos. Los estudiantes siguieron avanzando. Más adelante, los esperaban destacamentos de policías antimotines. En San Cosme aparecieron cientos de jóvenes armados de garrotes, pi***las calibre 45 y ametralladoras. Eran los halcones, un grupo paramilitar. Se lanzaron contra los manifestantes. Golpes, disparos, nubes de gas lacrimógeno, caos.
Martínez Domínguez se dio cuenta de que todo había sido un maquiavélico plan de Echeverría para destituirlo del gobierno capitalino y como tal esa misma noche el presidente le exigió al regente del Distrito Federal que diera la cara ante los medios. Días después le exigió su renuncia.
El motivo de LEA para deshacerse del regente del Distrito Federal era que en los últimos seis meses la popularidad de Martínez Domínguez había incrementado y ya se le consideraba por muchos dentro y fuera del ámbito político como el futuro presidente de la República, algo que a Echeverría le llenó de rabia.
Luis Echeverría desconfiaba de casi todos sus colaboradores. Creía ser víctima de un complot, por lo tanto, su gabinete fue un caos a lo largo de todo el sexenio.
En las secretarías y dependencias federales, Echeverría hizo decenas de cambios y despidió a infinidad de funcionarios. Asimismo, destituyó a varios gobernadores estatales.
En 1975, cuatro años después del Halconazo, al presidente Luis Echeverría se le ocurrió asistir a un evento en la UNAM. Los estudiantes no tardaron en gritarle "¡Asesino! ¡Asesino!" Echeverría alzó el puño derecho y les respondió: "¡Fascistas!" Su grito enmudeció al percatarse que le estaban lloviendo piedras. Tuvo suerte de que sólo una lo golpeara. Sin embargo, tuvo que salir huyendo. Uno de los escoltas de Estado Mayor Presidencial, Jorge Carrillo Olea, lo guio hasta el circuito de Ciudad Universitaria, donde a punta de pi***la detuvo a un conductor que circulaba en ese momento frente a ellos, lo bajó del auto, se lo robó, subió al presidente, dio vuelta sobre el camellón, y cual película de Rápido y Furioso, manejó a toda velocidad hasta Los Pinos. En esa época se hizo popular un chiste: "¿Sabes cuál es la bebida de moda? Presidente con Sangría".
El Mayor Jorge Carrillo Olea recibió como premio el nombramiento de subsecretario de inspección fiscal de la Secretaria de Hacienda. Carlos Salinas de Gortari lo haría gobernador de Morelos.
Echeverría Álvarez les declaró la guerra a los empresarios de Nuevo León. Misteriosamente el líder de empresarios de La Sultana del Norte, Eugenio Garza Sada, hijo del fundador de la Cervecería Cuauhtémoc, fue secuestrado y asesinado. La población culpó a Echeverría de aquel crimen jamás resuelto, aunque el gobierno culpó al comando de la Liga Comunista 23 de septiembre. Luis Echeverría asistió al funeral y los asistentes lo abuchearon de tal forma que el presidente tuvo que salir con la cola entre las patas.
Tiempo después ocurrieron varios secuestros que afectaron directamente al presidente Echeverría: uno de ellos fue su suegro José Guadalupe Zuno ex gobernador de Jalisco, así como el secretario de turismo Julio Hirschfield Almada y el padre del gobernador de Guerrero. Durante la Guerra sucia de Luis Echeverría hubo 300 desaparecidos políticos.
En ese sexenio el Ejército Mexicano recurrió a todo tipo de atropellos a los Derechos humanos: en Guerrero el Ejército torturó en el campo militar número 1, asesinó a mansalva, bombardeó comunidades, desapareció a cientos de campesinos, arrojó al mar cuerpos de hombres y mujeres aún con vida y estranguló a pueblos enteros. Y de todo ello el presidente Luis Echeverría estuvo al tanto.
Veinte inspectores adscritos a la Fiscalía para investigar los crímenes del pasado de la PGR concluyeron que hubo un Plan de Genocidio de Estado, conocido y autorizado por el entonces presidente Luis Echeverría. El reporte, que consta de 840 páginas divididas en 12 capítulos, y que fue entregado al presidente Vicente Fox en el 2006, da cuenta de la manera en que el general Cuenca Díaz armó desde los primeros días del gobierno de Echeverría todos los planes de contrainsurgencia, operativos, controles, cercos a la población, operaciones telaraña, amistad y luciérnaga, con el propósito final de lograr el exterminio de los que simplemente llamaban subversivos.
Un informe de la Dirección de Investigación y Análisis de la Fiscalía, cuyo titular es el doctor José Sotelo Marván, revela las prácticas de tormento utilizadas durante ese sexenio: desfiguraciones en el rostro, quemaduras de tercer grado, obligarlos a beber gasolina, romperles los huesos, cortarles o rebanarles las plantas de los pies, toques eléctricos, amarrarlos de los testiculos y colgarlos, introducir botellas de vidrio en la va**na de las mujeres y someterlas a vejación.
Dice el informe: "El Ejército Mexicano siguió ciertos patrones que nos permiten explorar lo que sucedió con los detenidos o desaparecidos. Primero: la gente era concentrada en un lugar público del poblado, la cancha la escuela, la iglesia o algún lugar céntrico en el que se suele reunir la gente del lugar. Segundo: los soldados entraban a los domicilios sin ninguna orden de cateo para cerciorarse de que no había gente. Tercero: algún oficial del ejército pasaba lista, muchas veces traían algún soplón o madrina que le indicaba al oficial a quien detener, en otras ocasiones el oficial traía una lista y preguntaba por la gente que estaba anotada. Cuarto: la gente detenida podía tener tres destinos inmediatos: A.) Ser recluido en algún lugar donde era atormentada mientras era transportada fuera de lugar. B.) Ser utilizada como guía para cualquier requerimiento en el Ejército que les obligaba a realizar. C.) Ser transportada al cuartel militar por vehículo terrestre o por helicóptero. En cierto momento cambió el modus operandi de las aprensiones. Tras la detención ilegal de cientos de personas, la policía y el Ejército ya no entregarían los detenidos a la autoridad, sino que los enviarían a cárceles militares o clandestinas, para después enviarlos a las prisiones militares, Pie de la Cuesta en Acapulco y la del Campo Militar número 1 en la Ciudad de México.
Éstas serían unas de las rutas de cientos de detenidos y torturados. Para muchos otros la última estación previa para convertirse sólo, en una palabra: "Desaparecido".
Años después de haber dejado el cargo, Gustavo Díaz Ordaz dijo: "A mí me hacían chistes por feo, a Luis Echeverría, por pendejo".
Algunos chistes populares de aquella época decían así:
"Antes de ser presidente, cuando Echeverría viajaba solo en aviones comerciales, siempre compraba dos boletos, porque él creía que su pendejez era pasajera".
"¿En qué se parecen Perú y México? En que Perú tiene su Machu Picchu y México tiene a su Pi**he Güicho."
"¿Sabías que el presidente Echeverría despacha en un submarino en la parte más profunda de la alberca de Los Pinos? Él cree que en el fondo no es tan pendejo".
"Luis Echeverría está en la presidencia como pez en el agua". "Ah, ¿sí? ¿Y qué hace?" "Nada".
Lo siguiente No es un chiste: en 1975, un año antes de que Echeverría dejara la presidencia, se le ocurrió que podría ser electo Coordinador de las Naciones Unidas, puesto que se otorgaba y se sigue otorgando a un miembro de un país del tercer mundo. Parte de su plan fue enviar a su subsecretario de prensa Fausto Zapata Loredo a Nueva York con maletas repletas de dólares para que comprara a los líderes de opinión.
Luis Echeverría tenía 10 hijos, de lo cual se sentía sumamente orgulloso, tanto así que desde el inicio de su campaña incitó a la población a tener muchos hijos. El resultado fue que la población se incrementó de manera inesperada: la tasa de natalidad se disparó del 1% a 3.2 % anual. Eso implicaba que la población se iba a duplicar en tan sólo 20 años. A mediados de su gestión el gobierno tuvo que iniciar una campaña para reducir la tasa de natalidad lo cual difícilmente se consiguió.
Echeverría quería quedar bien con todos y evitar la mala fama de su predecesor Díaz Ordaz. Entonces comenzó a regalar dinero a la población. Aunque parezca un acto de caridad en realidad es un daño a las finanzas del país y a la sociedad. Cuando de le acabaron los fondos, Echeverría comenzó a producir dinero sin tener respaldo financiero, con lo cual detonó la peor crisis económica desde la Revolución mexicana. Afortunadamente el Banco de México hoy en día no le permite dichas acciones al presidente.
En tan sólo 6 años Luis Echeverría echó a la basura todo lo logrado en los últimos 4 sexenios con el Milagro Mexicano. Se disparó la inflación y la deuda externa, se devaluó la moneda de 12 a 20 pesos y comenzó la peor crisis financiera de los últimos 30 años, y alcanzó su punto más alto en 1995.
Sofía Guadarrama Collado es autora de los libros Tlatoque, somos mexicas; Enigmas de los dioses del México Antiguo; La Conquista de México Tenochtitlan; Tezozómoc, el tirano olvidado; Nezahualcóyotl, el despertar del coyote, El origen de todos los males, entre otros.