12/12/2023
La COP28 dedica un día a la ganadería, pero los expertos ven muy difícil reducir emisiones
Más de 100 líderes mundiales acordaron este año en la cumbre climática de Naciones Unidas hacer de sus sistemas alimentarios y agropecuarios una pieza clave de sus planes para combatir el cambio climático, buscando mejoras en un sector que supone en torno a un tercio de las emisiones que calientan el planeta.
El ganado produce en torno a la mitad de esas emisiones, de modo que la carne y los lácteos centran muchas conversaciones agrícolas en la COP28 de Dubái. La FAO se sumó a esas conversaciones con un reporte actualizado que incluía formas de reducir esas emisiones del ganado.
“No se alcanzan los objetivos climáticos sin hacer algo en el sistema, y en este caso en el ganado”, dijo Francesco Tubiello, estadístico de alto nivel de la FAO y que trabajó en el informe. El documento menciona brevemente reducir el consumo de carne, pero sobre todo recalca formas en las que la industria cárnica puede mejorar su productividad y eficiencia.
El cambio no será fácil. Como los productores de combustibles fósiles, la industria cárnica acudió en masa a la conferencia para proteger sus intereses, lo que incluye presentar sus prácticas como “nutrición sostenible”, según un reporte. Un posible competidor, la carne alternativa, pasa por un momento difícil tras el entusiasmo y las inversiones que recibió en un principio.
Y luego están los propios consumidores, que han mostrado poco interés en cambiar sus hábitos alimenticios, incluso conforme se prestaba más atención a las emisiones asociadas a la carne.
“La realidad es que los estadounidenses comen casi tanta carne ahora como hace 50 años”, dijo Maureen Ogle, historiadora y autora de “In Meat We Trust”, una historia de la industria cárnica en Estados Unidos.
Ogle señaló que a lo largo de los años, los productores estadounidenses han combatido con firmeza a cualquier cosa que amenazara su mercado, como una propuesta para incluir los “lunes sin carne” en las recomendaciones alimentarias nacionales o reportes que recalcaban los peligros para la salud de comer demasiada carne roja.
The Guardian y DeSmog reportaron el mes pasado que la industria cárnica tenía previsto tener una importante presencia en la COP28 para defender un mensaje de que la carne es buena para el medio ambiente. Los medios citaron documentos producidos por la Global Meat Alliance, un grupo financiado por la industria, que según dijeron incluía mensajes como que el ganado puede ayudar a mantener la tierra sana al pastar, y que la carne puede ayudar a naciones con inseguridad alimentaria.
La organización dijo a The Guardian que su trabajo “incluye visibilidad en eventos intergubernamentales que a menudo se ven dominados por un mensaje anticarne”. En un comunicado enviado a AP, el grupo dijo que celebra que citas globales como la COP28 presten atención a la comida y la agricultura.
“Recibimos con agrado las normas o estándares claros para reducir las emisiones agrícolas en estos momentos, y la industria está dispuesta a respaldar esos esfuerzos al tiempo que mantiene un lugar en la cadena de valor”, agregó el comunicado.
Muchos gobiernos de todo el mundo promocionan la carne desde hace mucho tiempo, lo que ha transformado los hábitos de consumo de carne, indicó Wilson Warren, profesor de historia de la Universidad Western Michigan. Eso ha convertido la carne en una industria alimentada por corporaciones multinacionales valoradas en miles de millones de dólares. En Estados Unidos, los subsidios pagan a los ganaderos para que haya una sobreproducción de carne que pueda venderse más barata a la población urbana, dijo Ogle.
Tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea, la ganadería recibe mucho más apoyo financiero público y atención en cabildeo que las carnes alternativas, según determinó este verano un estudio de la Universidad de Stanford. Eso es un problema porque hacen falta mejores opciones de consumo, dijo una de las coautoras, Simona Vallone, que ahora es investigadora de Sustainable San Mateo County.
“Estamos en ese momento delicado en el que debemos tomar decisiones a nivel de gobierno y también a nivel global”, dijo Vallone. Si el objetivo es limitar las emisiones con rapidez, añadió, “no tenemos mucho tiempo para cambiar nuestro sistema”.
Los sistemas alimentarios eran el tema de algunos manifestantes. Lei Chu, activista vegana, dijo que es importante que la gente considere cómo afecta al mundo la comida que consume.
“Si esta acción está matando nuestro planeta, tenemos que cambiarla”, dijo.
Jason Weller, responsable de sostenibilidad global en la firma brasileña JBS, una de las mayores productoras de carne del mundo, dijo que “el énfasis miope en reducir el consumo de carne no refleja la realidad de la ciencia”. Citó el reporte de la FAO y dijo que las mejoras de productividad tienen más influencia en reducir las emisiones.
Cuando se le preguntó si la gente en países como Estados Unidos tiene que reducir su consumo de carne para mantener los límites de calentamiento acordados, el secretario de Agricultura de Estados Unidos, Tom Vilsack, habló sobre seguridad de nutrición, etiquetado de productos y educación de los consumidores, lo que según dijo les ayudaría a “tomar decisiones de mercado que aceleran e impulsan el cambio”.
Los expertos dicen que es más realista que la gente en países ricos coma un poco menos de carne roja que hacer que todo el mundo deje de comer carne por completo. “Es bastante drástica, la intensidad de emisiones de la ternera en Estados Unidos en comparación con los no rumiantes, cerdo y aves”, dijo Tom Hertel, profesor distinguido de economía agrícola en la Universidad Purdue.
En un acto paralelo a la COP28, Lawrence Haddad, de la Alianza Global para Mejorar la Nutrición, se mostró de acuerdo. “La gente en el norte global no puede dar lecciones al sur global sobre comer menos carne”, dijo.
Mientras tanto, organizaciones como la FAO y empresas privadas dicen que hacer más eficiente el sistema actual puede ser parte de la solución. El reporte de la FAO incluye secciones sobre mejorar a los animales con cruces selectivos y ajustar su nutrición para reducir las emisiones de metano. Los rumiantes como las vacas emiten metano por la forma en la que funciona su sistema digestivo, pero cambiar su dieta puede ayudar un poco.
La declaración agropecuaria que firmaron los líderes mundiales al inicio de la COP28 es una promesa general, no un acuerdo vinculante. Los líderes “tienen que defender el cambio en las negociaciones climáticas formales”, indicó Ruth Davis, que fue asesora del gobierno británico en el equipo de alimentos y naturaleza para la COP26.
Los legisladores deben centrarse en mejorar la vigilancia sobre afirmaciones de sostenibilidad potencialmente engañosas, así como en incentivar que los ganaderos introduzcan prácticas realmente ecológicas, dijo Scott Faber, vicepresidente senior de asuntos del gobierno en el Grupo de Trabajo Medioambiental (EWG, por sus siglas en inglés).
“¿No sería mejor si los grandes productores de carne trabajaran con grupos como EWG para asegurarse de que esos escasos dólares estadounidenses de conservación de verdad van a las prácticas que cambian cómo alimentamos a los animales, cómo gestionamos sus residuos, cómo gestionamos sus movimientos, cómo fertilizamos sus pastos?”, preguntó.
Pero por mucho que empresas y gobiernos jueguen un papel, Hertel, de Purdue, se mostró de acuerdo con Ogle en que los consumidores están en el corazón del sistema.
“Para mucha gente es una cuestión de coste”, dijo Hertel sobre elegir carne tradicional en el supermercado. Si las alternativas a la carne fueran mucho más baratas y costaran aproximadamente lo mismo, “creo que se vería más movimiento en esa dirección”, dijo.