01/02/2024
Mitos Leyendas y realidades El podcast
Ep.-01 De paseo por la historia.
Hacia 1880 el sitio establecido en la plaza de la Soledad tenía 28 carruajes, mientras que el sitio ubicado en la Aduana solo contaba con seis. Existían también guayines en las plazas de San Fernando y Santa María que trasladaban a las personas entre Guadalajara, Zapopan y San Pedro Pedro.
Los carros o carruajes debían tener ciertas características relacionadas con la comodidad del pasajero, pero sobre todo, con las nociones de decencia: portezuelas corrientes, un solo color y guarniciones en buen estado. Desde que se estableció el servicio se dispuso una numeración para distinguir a los coches que estaban en servicio.
El ayuntamiento contaba, entre sus funcionarios, con un comisionado del ramo de coches, encargado de garantizar el buen funcionamiento de ese servicio público. Dado su papel como representante de la corporación, se entiende que en esta figura recaían buena parte de las decisiones relevantes para aquellos actores vinculados con el negocio de los coches de alquiler. Hacia 1894 se aseguraba que solo este comisionado podía otorgar los permisos para que un carruaje o coche pudiera prestar el servicio. Para aprobar las licencias, se debía inspeccionar detalladamente tanto el estado de los vehículos como la capacidad, salud y apariencia de los cocheros y los caballos. Dicho comisionado podía permitir o prohibir la existencia de sitios de coches, así como el número de estos en cada lugar. Para 1910 se apuntaló el papel del comisionado como inspector de las condiciones de coches y carruajes.
De hecho, los cocheros fueron actores clave en este proceso de modernización de los sitios de coche. Desde un inicio fue fundamental determinar sus funciones y delinear un catálogo de comportamientos aceptables. No extraña que, desde 1833, se exigiera de ellos aseo, cortesía, sobriedad y honradez, especialmente en el momento de realizar los cobros. Sobre todo, se les exigían las habilidades para desempeñar correctamente sus funciones: debían “girar los coches a paso regular o rodado sin galopar, ni por el contrario caminar perezosamente”.
El ayuntamiento estableció un examen o evaluación para otorgarles permisos una vez que demostraron su capacidad ante el comisionado del ramo, el administrador general y un representante de los propietarios de carruajes. Si el aspirante era evaluado positivamente debía entregar cinco fotografías de identificación para la constancia del examen, la libreta de la jefatura política, la placa que se otorgaba y el registro de cocheros del ayuntamiento.
Un Artículo de Gobierno municipal y movilidad urbana: los coches de sitio en la ciudad de Guadalajara, 1880-1910
Esta articulo me hace investigar más sobre las grandiosas historias perdidas de México y el mundo.
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