17/01/2025
Una hermosa reflexión escrita por mi esposo El Chico Hebreo
Sobre la oración, la unidad, la angustia y el coraje
No hay una semana más adecuada para esta parashá. La Parashá Shemot nos recuerda las bases en días turbulentos. Aquí hay algunos recordatorios eternos, más fuertes que cualquier propaganda de Hamás que seguramente nos acompañará en este tiempo cercano, más fuertes que cualquier noticia falsa o rumor que intenten desestabilizarnos, más fuertes que cualquier debate político en las redes.
“Y estos son los nombres de los hijos de Israel que vinieron a Egipto”. Así comienza el nuevo libro que comenzamos a leer esta semana en la Torá, el libro de Shemot. El libro de Génesis fue el libro de la familia, con la primera familia judía de los patriarcas y matriarcas, pero ahora nos convertimos en un pueblo, en una nación. “Y estos son los nombres”. Tenemos un nombre, el pueblo de Israel, y tenemos un destino: de Egipto a la Tierra de Israel. Cualquier lugar fuera de ella es temporal. Esta es una gran historia, la más grande, y se nos dice desde el principio que tendrá altibajos. Todo lo que hemos experimentado durante miles de años no es un error, es una característica.
“Rubén, Simeón, Leví y Judá, Isacar, Zabulón y Benjamín, Dan y Neftalí, Gad y Aser”. Nombres, nombres. Cada persona tiene un nombre. Daniela y Liri, Kfir y Ariel, Omer y Bar. Hemos estado orando por ellos durante más de un año, los conocemos por sus nombres, y a menudo mencionamos otro nombre: el nombre de la madre. El libro de Shemot nos recuerda la importancia de cada individuo, de cada alma, pero junto con ello, la fuerza de la nación, la importancia de lo colectivo, de la consideración nacional y futura.
En las próximas semanas, debemos dar espacio a todas las consideraciones y sentimientos. Permitir un “espacio seguro” donde se pueda hablar, debatir, sentirse cómodo. No descartar opiniones de manera superficial, no ser ciego a ningún tipo de dolor, temor o preocupación.
“Y los hijos de Israel se multiplicaron y aumentaron en gran manera, y la tierra se llenó de ellos”. El pueblo de Israel está bajo esclavitud en Egipto, pero su respuesta es traer más vida. Frente a los decretos del Faraón, aparece más adelante otro versículo: “Cuanto más los oprimían, más se multiplicaban y crecían”.
La natalidad judía, incluso hoy en día, es un secreto y un milagro. Es una fuente de poder. La demografía en Europa, por ejemplo, habla de un continente que no cree en el futuro, donde las guarderías se convierten en residencias de ancianos. Esta semana también se publicó un estudio sobre Japón: para el año 2720, habrá solo un niño menor de 14 años en Japón. En Israel no sufrimos de este problema, cuanto más nos golpean más crecemos y nos fortalecemos.
“Y sucedió en aquellos días que Moisés creció y salió hacia sus hermanos y vio su sufrimiento”. Este versículo es todo un curso de liderazgo. Moisés creció en el palacio del Faraón. Podía haber permanecido allí, pero decidió no hacerlo. Primero aparece la palabra “creció”. ¿Y qué hace una persona grande que no está centrada solo en sí misma? “Salió”. Sale hacia sus hermanos, los ve. Y el siguiente verbo es “vio”. Ve su sufrimiento. Creció, salió, vio. Así crece nuestro mayor líder. Así comienza el éxodo de Egipto. Desde ese momento en que comenzó su sensibilidad, Moisés nos guiará hasta las puertas de la tierra, durante cuarenta años en el desierto.
“Y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre y clamaban, y su clamor por la servidumbre subió a El Eterno. Y El Eterno escuchó su gemido y se acordó de su pacto con Abraham, con Isaac y con Jacob”. Ya conocimos al Faraón y, para diferenciarlos, a Moisés. La esclavitud está en su apogeo. Pero ahora los hijos de Israel oran, y El Eterno escucha, y el éxodo de Egipto comienza. Estos versículos describen un grito, una oración, una súplica desde lo más profundo del corazón en tiempos de crisis. Es una respuesta importante a la realidad, especialmente frente a un desafío. En todas las discusiones políticas, a favor y en contra, no se escucha lo suficiente esta súplica de decenas de familias de secuestrados: oración. No a la derecha ni a la izquierda, sino hacia arriba.
Desde Jerusalén les deseamos Shabbat Shalom y que sepamos solo buenas noticias.