10/07/2024
UNA EFÍMERA HISTORIA DE AMOR:
En el amanecer de un día que prometía ser radiante, un bus “rapidito” partió desde el departamento de Santa Bárbara rumbo a la capital. Entre los pasajeros, viajaba Ninoska Coello, una mujer cuya sonrisa todavía reflejaba la dicha del día anterior, cuando había dado el sí eterno a su amado.
Ninoska había decidido emprender este viaje para compartir la alegría de su reciente unión con sus familiares en la capital de Honduras. Me imaginó que con una chispa de felicidad en los ojos, subió al “rapidito” que la llevaría a su nuevo destino.
Mientras el vehículo avanzaba por las sinuosas carreteras, Ninoska miraba por la ventana, soñando con el futuro que le aguardaba. Pero el destino, cruel y caprichoso, tenía otros planes. A mitad del camino, una curva traicionera a la altura de Buenos Aires, Taulabé y con un asfalto resbaladizo por la lluvia pertinente de esta tarde conspiraron para cambiar el curso de esa historia.
El “rapidito” de los Junqueños, incapaz de mantenerse en la vía, volcó con un estruendo que resonó en las montañas cercanas. Gritos y lamentos llenaron el aire, y el metal retorcido se mezcló con la desesperación de los pasajeros. Ninoska, atrapada entre los escombros, sintió cómo su vida se escapaba, igual que la arena entre los dedos.
En el instante final, su mente se llenó de recuerdos del día anterior: el rostro de su esposo al verla caminar hacia él, las risas y abrazos de los amigos y familiares, el primer beso como marido y mujer. Todo se desvanecía ahora, mientras la oscuridad la envolvía con su manto silencioso.
La tragedia de Ninoska se convirtió en un eco de dolor para aquellos que la conocieron. No la conocimos, pero su historia de amor así de efímera es injusta. Su historia, que debía ser un cuento de amor y felicidad, terminó abruptamente en la carretera. El tiempo de casada le duró poco, pero su recuerdo perdurará en los corazones de quienes la amaron y lloran su partida.