Jeda Clavo Novelas

Jeda Clavo Novelas Página creada para publicitar historias y publicar otros.

Alicia se despertó con los primeros rayos del amanecer que se filtraban a través de las cortinas. La habitación estaba f...
26/01/2025

Alicia se despertó con los primeros rayos del amanecer que se filtraban a través de las cortinas. La habitación estaba fría y silenciosa, un reflejo perfecto de la ausencia de Axel.

Miró hacia el lado de la cama que él solía ocupar, pero no estaba. No había regresado. No era una sorpresa. Había pasado tantas noches vacías como esta que ya había aprendido a no esperar su regreso.

Con un suspiro, se levantó y se envolvió en una bata de seda. Caminó hasta el ventanal, mirando hacia el jardín que estaba cubierto por una ligera neblina matutina. La vista le daba una extraña sensación de paz, pero su mente estaba lejos de estar tranquila. Recordando los eventos de la noche anterior, apretó los puños con determinación.

Caminó hacia la mesita donde había dejado su teléfono. Marcó un número que tenía memorizado y esperó con paciencia mientras el tono sonaba.

“Buenos días, señora Alicia” respondieron al otro lado de la línea.

—Necesito que investigues a Brenda Smith —dijo sin preámbulos, su voz helada—. Y luego que hagas que se vaya de la ciudad, no importa cuánto cueste. Quiero que desaparezca.

El asistente dudó un momento, pero luego respondió con un tono respetuoso:

“Entendido, señora. Me encargaré de ello de inmediato”.

Sin más palabras, Alicia colgó el teléfono y lo dejó sobre la mesa. Había hecho esto antes, muchas veces. Cada vez que una mujer se acercaba demasiado a Axel, ella intervenía.

Las enviaba fuera de la ciudad, les cerraba las puertas a cualquier oportunidad de permanecer cerca de él. Sabía que no era porque Axel tuviera algún interés genuino en ellas. No creía que se hubiese acostado con ninguna. Ella pensaba que él las usaba como herramientas, como peones en su juego cruel para provocarla, para hacerla sentir celosa y recordarle su lugar.

Por extraño que pareciera, ese pensamiento le daba un leve consuelo. Axel no les daba más importancia que a las piezas de un tablero de ajedrez. Y eso significaba que, en algún rincón de su frío corazón, quizás ella aún tenía una oportunidad.

Cuatro años habían pasado desde que se casaron. Cuatro años llenos de silencios y heridas que nunca se cerraban del todo. Pero Alicia había mantenido la esperanza. Había creído que, con el tiempo, Axel cambiaría. Que vería algo en ella que mereciera su respeto, quizás incluso su amor. Esa esperanza era como una llama diminuta que se negaba a extinguirse, a pesar de todo lo que él le había hecho pasar.

Se fue a ducharse, luego se vistió y se arregló el cabello frente al espejo, asegurándose que su apariencia fuera impecable antes de salir de la habitación.

El aroma del café recién hecho la guio hacia el comedor. Al entrar, vio a Axel sentado a la mesa, hojeando un periódico mientras tomaba un sorbo de café. Parecía tranquilo, casi como si la noche anterior no hubiera ocurrido.

Por un momento, Alicia se detuvo en el umbral. Respiró hondo, reuniendo el valor para hablar. Tenía algo importante que decirle, algo que había guardado durante semanas. Este era el momento. Debía decirle que estaba embarazada.

Caminó hacia él, sus pasos firmes pero silenciosos. Justo cuando estaba a punto de abrir la boca, Axel bajó el periódico y habló primero, sus palabras cayendo como un jarro de agua fría sobre Alicia.

—Stella volverá pronto a esta casa —dijo con una calma que solo hacía que sus palabras fueran más crueles—. Y no quiere verte aquí. No le gustas. Lo mejor será que te mudes cuanto antes.

Las palabras de Axel golpearon a Alicia como un puñetazo en el estómago. Por un momento, se quedó inmóvil, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. Stella, ¿volvía? Y lo que es peor, ¿Axel la estaba echando de su propia casa por ella?

—¿Qué estás diciendo? —logró articular finalmente, su voz apenas un susurro.

Axel la miró con indiferencia, como si estuviera discutiendo el clima y no el futuro de su matrimonio.

—Lo que oíste. Stella regresa. Necesito que te vayas.

Todo lo que había soportado, ¿para esto? ¿Para ser descartada como si fuera un mueble viejo?

—Pero... soy tu esposa —dijo, odiando lo débil que sonaba su voz—. Esta es mi casa también.

Axel soltó una risa seca, carente de humor.

—¿Tu casa? —repitió con desdén—. Creo que olvidas tu lugar, Alicia. Nada de esto es tuyo. Eres mi esposa porque me diste lástima. Pero ahora, no quiero que estés aquí.

Cada palabra era como una daga que se clavaba en su corazón. Alicia apretó los puños, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse.

—¿Y qué se supone que haga? ¿A dónde iré? —preguntó, la desesperación filtrándose en su voz.

Axel se encogió de hombros, como si el destino de Alicia fuera lo último que le importara.

—Eso no es mi problema. Te daré una suma de dinero para que te mudes a alguna otra parte. Stella está embarazada —continuó, sin mirarla—. No quiero que nada la altere. Ella necesita tranquilidad.

La frialdad en su tono fue la gota que colmó el vaso. Alicia sintió que algo se rompía dentro de ella. Toda la frustración, el dolor y la rabia acumulados durante años explotaron de repente.

—¿Así me tratas? —gritó, su voz temblando de ira—. ¡He sido tu esposa durante cuatro años! He soportado tus desprecios, tus humillaciones, tus coqueteos con otras mujeres y ahora pretendes echarme.

—No hay nada más que discutir, Alicia —la interrumpió, levantándose de la mesa. Dejó la taza de café sobre el plato con un tintineo suave y se giró para mirarla, su expresión completamente carente de emoción—. Haz lo que te digo, no discutas.

Ella lo miró fijamente, sus ojos llenándose de lágrimas que se negó a dejar caer. Por un instante, quiso gritarle, preguntarle cómo podía ser tan cruel; sin embargo, las palabras se quedaron atrapadas en su garganta.

Mientras Axel salía del comedor, Alicia se quedó allí, con las manos temblorosas. Su corazón latía con fuerza, no solo por el dolor, sino también por la rabia que comenzaba a crecer dentro de ella.

Stella era diferente a otras mujeres. Esta vez no podía obligarla a abandonar la ciudad, sacando sus trapos sucios o dándole una gran cantidad de dinero.

Finalmente, dejó escapar un suspiro tembloroso y se llevó una mano al vientre. Las palabras de Axel habían sido un golpe brutal, que no se había esperado, pero si Axel quería una guerra, ella estaba lista para enfrentarlo.

—¡No voy a irme! ¡Si Stella quiere venir a esta casa, entonces debería aceptar que yo no voy a ir a ningún lado y tú también deberías tenerlo claro! —gritó desafiante.


Novela de paga. Disponible en Buenovela. Marido desconcertado. La fuga de la esposa rebelde.

Axel se detuvo en seco. Los murmullos de sus amigos se desvanecieron en un silencio tenso cuando giró lentamente sobre s...
19/01/2025

Axel se detuvo en seco. Los murmullos de sus amigos se desvanecieron en un silencio tenso cuando giró lentamente sobre sus talones. Su mirada, afilada y cargada de una autoridad incuestionable, se clavó en Alicia como un cuchillo.

—¿Qué dijiste? —preguntó, su tono bajo, pero con un filo cortante que perforaba el aire.

Alicia sostuvo su mirada. No fue fácil, pero había aprendido que el miedo era un lujo que no podía permitirse.

—Dije que deberías elegir mejor. Para ser un Thorne, tus estándares son... lamentables. —Su voz sonó fría, incluso despectiva, pero su corazón martillaba con fuerza dentro de su pecho.

Un murmullo de incredulidad recorrió a los amigos de Axel. Nadie, absolutamente nadie, se atrevía a hablarle así. Sin embargo, Alicia no retrocedió. Sabía que estaba pisando un terreno peligroso, pero también sabía algo más: Axel odiaba perder el control, y ella acababa de lanzarlo al abismo.

Los nudillos de Axel se tensaron alrededor de la copa de vino. Un segundo después, el cristal estalló en su mano, salpicando vino y fragmentos sobre la alfombra. El estruendo hizo que algunos de los invitados se apartaran con miedo.

—¡Basta! —gruñó uno de los amigos, pero Axel no lo escuchó. Sus ojos estaban clavados en Alicia, oscuros y llenos de una furia contenida que prometía tormenta.

Dos pasos largos fueron suficientes para cerrar la distancia entre ellos. Antes de que pudiera procesarlo, Axel tomó su barbilla con una mano, obligándola a alzar el rostro hacia él.

—¿Te atreves a desafiarme? —gruñó, cada palabra cargada de desprecio.

—Solo digo la verdad, Axel. Algo que parece molestar a un hombre acostumbrado a la adulación. —Alicia se sorprendió de lo firme que sonaba, a pesar de sentir que su mundo pendía de un hilo.

Axel apretó la mandíbula, su aliento era una mezcla de rabia y whisky. Sin embargo, algo en sus ojos cambió: no era solo furia lo que veía. Era confusión, una grieta en su fachada de perfección.

—Deberías aprender a quedarte callada —murmuró con un tono amenazante, soltando su barbilla de golpe.

https://m.buenovela.com/book_info/31000914984/Romance/Marido-desconcertado.-LA-FUGA-DE-LA-ESPOSA-REBELDE.?shareuser=21825532&ch=apps&channelCode=BNFX00001

Alicia sostenía la taza de té con delicadeza, observando cómo el líquido ámbar formaba círculos diminutos al girar. La l...
16/01/2025

Alicia sostenía la taza de té con delicadeza, observando cómo el líquido ámbar formaba círculos diminutos al girar. La luz del atardecer que atravesaba la ventana del elegante café caía sobre su rostro, pero las grandes gafas de sol que llevaba ocultaban cualquier emoción que pudiera delatarse en sus ojos.

Frente a ella, Lupita, su mejor amiga desde la infancia, movía la cuchara dentro de su propia taza, creando un tintineo constante que delataba su impaciencia.

—No entiendo por qué insistes en vivir de esa manera —dijo Lupita finalmente, dejando caer la cuchara con un sonido seco—. Tienes una fortuna que cualquier persona envidiaría, pero prefieres esconderte detrás de esas gafas y fingir que no tienes nada, para recibir humillaciones de esa gente —siseó dejando en evidencia su molestia.

Alicia sonrió, aunque la sonrisa apenas rozó sus labios. Bajó la taza y apoyó los dedos en el borde del plato.

—Es necesario, eso es lo que mi marido cree —respondió con voz tranquila—. Que vengo de una familia pobre y que mis padres están mu***os debido a él. No puedo permitir, bajo ninguna circunstancia, que descubra la verdad, de que mis padres supuestamente "mu***os" están creciendo en sus negocios en otro país.

Lupita arqueó una ceja, mirando a su amiga con reprobación.

—¿Y por qué sigues permitiendo que lo crea? Si supiera la verdad, no se atrevería a ignorarte y tratarte como lo hace.

Alicia inclinó la cabeza ligeramente, sus labios curvándose en una sonrisa que no llegó a sus ojos.

—No lo entiendes, Lupita. Lo amo y todo lo que hago es por ese amor que siento por él.

Lupita soltó una risa breve y amarga.

—¿Amor? —repitió, recargando los codos en la mesa para mirarla directamente—. ¿Llamas amor a lo que él te da? ¡Eso no es amor, Alicia! Perdóname, para mí eso es masoquismo.

Alicia desvió la mirada, observando las pequeñas burbujas que subían a la superficie de su té.

—Cuando te enamores, te darás cuentas de que, si amas a un hombre, debes mantener siempre su autoestima alta —murmuró—. Incluso…

—¿Incluso qué? —insistió Lupita, inclinándose hacia adelante con curiosidad.

—Incluso usar algunas mentiras —respondió Alicia, levantándose con gracia y alisando la falda de su vestido.

Sin decir más, llamó al camarero con un movimiento de cabeza. Pagó la cuenta rápidamente, ignorando las miradas de las otras personas en el café, y recogió su bolso.

—Nos vemos después, Lupita, tengo prisa.

Mientras Alicia se alejaba, su amiga se quedó sentada, observándola con una mezcla de frustración y compasión. Alicia, como siempre, se aferraba a sus secretos como un escudo, dejando fuera a cualquiera que intentara penetrar su coraza.

Cuando salió del café, el sol brillaba con fuerza, pero Alicia no se quitó las gafas. Caminó con pasos tranquilos hacia el auto estacionado al otro lado de la calle. Era un vehículo destartalado, de segunda mano, con la pintura deslucida y varias abolladuras en la carrocería. Axel se lo había regalado como una especie de "caridad", aunque lo había disfrazado como un gesto generoso.

Se sentó al volante y encendió el motor, que rugió como un animal herido antes de estabilizarse. Mientras esperaba a que el tráfico avanzara, sus pensamientos comenzaron a vagar. Era su aniversario. Había preparado una cena especial y se había esforzado por crear un ambiente acogedor en la fría casa que compartían. Pero lo que realmente ocupaba su mente era la noticia que debía darle esa noche.

Instintivamente, llevó una mano a su vientre. Era un gesto inconsciente, pero cada vez más frecuente en los últimos días. Cerró los ojos por un momento y suspiró. El peso de lo que tenía que decirle a Axel era abrumador.

El tráfico avanzó lentamente, y Alicia maniobró con cuidado, aunque su mente estaba en otro lugar. Recordaba el día en que se casaron, cuando todavía albergaba la esperanza de que su matrimonio podría ser algo más que un rescate compasivo, aunque pronto había comprendió que todo eso habían sido ilusiones, porque Axel no la amaba en absoluto, e incluso la odiaba por lo que había pasado entre sus padres y él.

Sin embargo, a pesar de todo, ella se había enamorado de él. No sabía en qué momento exacto ocurrió, pero lo aceptó como una verdad innegable. Amaba a Axel, incluso si él nunca le devolvía ese amor.

Mientras pensaba en esto, sus dedos volvieron a posarse en su vientre, como si buscaran consuelo en la pequeña vida que crecía dentro de ella. Esa noche, le diría la verdad. No toda, pero sí la parte que importaba.

Porque aunque Axel la tratara con frialdad, aunque su relación estuviera llena de silencios y heridas no resueltas, Alicia todavía creía en la posibilidad de algo mejor. Creía que este nuevo comienzo podría ser el puente que los conectara, aunque fuera solo un poco.

Esa noche era su aniversario. Y estaba segura de que esa noche, todo cambiaría.

Cuando finalmente llegó a casa, estacionó el auto frente a la entrada y apagó el motor. La casa estaba oscura, como siempre, y el silencio que la envolvía era casi opresivo. Alicia respiró hondo antes de salir del auto, ajustándose las gafas y alisando su vestido una vez más.

Entró al vestíbulo y dejó las llaves en la mesa. El eco de sus pasos resonó en el pasillo mientras se dirigió directamente a la cocina para revisar la cena. Todo estaba en su lugar, desde las velas encendidas hasta los platos perfectamente dispuestos en la mesa.

De pronto escuchó la risa obsequiosa proveniente del salón de fiesta de la gran casa, frunció el ceño y caminó hacia allí. Como era de esperar, se encontró una mujer con mucho maquillaje sentada en el regazo de su marido y apoyando sus brazos en él.

No importa cuántas veces haya sucedido, estas escenas todavía hacían que ella se sintiera desconsolada y le produjera... náuseas.

Para seguir leyendo esta historia sigue aquí:

https://m.buenovela.com/book_info/31000914984/Romance/Marido-desconcertado.-LA-FUGA-DE-LA-ESPOSA-REBELDE.?shareuser=21825532&ch=apps&channelCode=BNFX00001

Arion Aetós bajó del auto con su usual expresión fría, rodeado por guardaespaldas que vigilaban cada movimiento. En el c...
13/01/2025

Arion Aetós bajó del auto con su usual expresión fría, rodeado por guardaespaldas que vigilaban cada movimiento. En el cementerio, el poderoso magnate de Europa enfrentaba los fantasmas de su pasado mientras se acercaba al sepulcro de su padre.

Hace años, una llamada inesperada marcó su reencuentro con el hombre que lo había desheredado, invitándolo a su boda con una mujer que Arion despreciaba profundamente. Maya Sinclair, joven, hermosa, y según él, una cazafortunas.

El recuerdo lo llevó a Londres, a una noche que cambió su destino: una mujer enigmática, con ojos como el océano y una actitud que desafiaba su propia frialdad. Ella era un misterio que deseaba resolver... y poseer.

"Si subes conmigo, te haré olvidar hasta tu nombre".

En un mundo de poder, traición y secretos, Arion descubrirá que las emociones pueden ser su mayor debilidad.

El hijo de mi esposo.
Disponible en Dreame, Buenovela y Joyread.

Amor, traición y venganza.Basha lo dio todo por amor, pero lo perdió todo en un instante. Ahora, con el corazón roto y u...
12/01/2025

Amor, traición y venganza.

Basha lo dio todo por amor, pero lo perdió todo en un instante. Ahora, con el corazón roto y una promesa de venganza grabada en su alma, perdió la vida.

Ares Kyriakidis está dispuesto a hacer pagar a los causantes de su desgracia. ¿Hasta dónde llegará un padre por justicia?

💔 La venganza no conoce límites cuando el amor ha sido traicionado.

🔗 Descubre esta historia llena de giros emocionales y personajes inolvidables.

Ojo por ojo.
Disponible en Dreame y Buenovela.

12/01/2025

¡Cuando el deseo y la traición se enfrentan!

"Novelas Románticas Jeda Clavo" presenta un capítulo cargado de emociones intensas, pasión y decisiones que marcarán el destino de Tarah O'Kelly.

🔥 Un grito, una confesión, y una atracción inesperada.
Lo que comenzó como una confrontación llena de ira en una boda de ensueño terminó con un giro que desarmará todos tus prejuicios. Entre la traición y el consuelo de un extraño, Tarah descubrirá los límites de su propia vulnerabilidad.

💔 ¿Qué harías si tu amor te traiciona?
💋 Entre la furia y el deseo, los secretos se desatan.
🏝️🌊 Un yate, una noche, y decisiones irreversibles.

👉 Sumérgete ahora en este capítulo que desafía tus emociones y despierta tus sentidos. Cada página está llena de tensión, pasión y giros inesperados.

¡Descubre el romance que no conocías que necesitabas!

Casada con el suegro de mi ex

https://m.buenovela.com/book_info/31000626536/Romance/CASADA-CON-EL-SUEGRO-DE-MI-EX.-ATERRIZAJE-EN-EL-CORAZN-?shareuser=21825532&ch=apps&channelCode=BNFX00001

Respiré profundo, intentando calmar el torbellino en mi pecho, justo cuando la puerta al fondo se abrió y Emma entró en ...
10/01/2025

Respiré profundo, intentando calmar el torbellino en mi pecho, justo cuando la puerta al fondo se abrió y Emma entró en la sala. Mi mundo pareció detenerse. Vestida con un sencillo, pero elegante vestido blanco, con su abultado vientre haciéndola lucir como una especie de ángel. Emma irradiaba una serenidad que llenó cada rincón del espacio.

Su cabello recogido en un moño bajo resaltaba la delicadeza de su rostro, y sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y seguridad. Al cruzar la habitación, nuestras miradas se encontraron, y en ese instante, todo se sintió perfecto. Ella era el centro de mi universo

El escenario de la ceremonia era sencillo, pero lleno de significado. Un altar improvisado decorado con flores frescas y velas se alzaba en un rincón. Los pocos invitados presentes eran las personas que realmente importaban: Glenda, Gustavo con su esposa, algunos amigos cercanos y la madre de Emma, quien nos observaba con una sonrisa serena. Todo estaba dispuesto para un momento íntimo, alejado de las apariencias y las pretensiones, muy diferente a nuestra primera boda.

Emma se acercó a mí, y al tomar su mano, sentí una corriente de calma recorrer mi cuerpo. Sus dedos entrelazados con los míos eran una promesa silenciosa de que, juntos, podíamos enfrentar cualquier cosa.

Sandra, nuestra pequeña hija, estaba sentada en la primera fila, esperando para darnos los anillos. Sus grandes ojos brillaban de emoción mientras observaba cada movimiento. Llevaba un pequeño vestido blanco, y su entusiasmo era contagioso. Su presencia era el recordatorio vivo de por qué este momento significaba tanto.

El oficiante inició la ceremonia, pero mi mente estaba completamente enfocada en Emma. Cuando llegó el momento de los votos, tomé un respiro profundo y abrí la boca para hablar, sintiendo que cada palabra debía ser perfecta.

—Emma —comencé, mi voz temblorosa, pero llena de emoción—. No hay palabras que puedan describir lo que significas para mí. Eres mi fuerza, mi refugio y mi mayor inspiración. Hemos enfrentado tormentas que habrían destrozado a cualquiera, pero aquí estamos, de pie, listos para comenzar de nuevo. Te prometo que siempre lucharé por nosotros, por nuestra familia y por nuestro amor. Nunca daré nada por sentado, y cada día te demostraré que estoy comprometido contigo, con Sandra y con el bebé que viene en camino.

Los ojos de Emma se llenaron de lágrimas mientras me escuchaba. Cuando llegó su turno, su voz, aunque temblorosa, estaba llena de determinación.

—Gabriel, siempre he sabido que nuestro camino no sería fácil, pero también siempre he sabido que valdría la pena. Te amo por el hombre que eres, con tus fortalezas y tus imperfecciones. Prometo ser tu compañera, tu apoyo y tu refugio en cada paso que demos. Por Sandra, por nuestro bebé, y por nosotros, nunca dejaré de luchar por este amor que siempre hemos tenido y que hoy nos ha traído aquí.

El n**o en mi garganta era imposible de ignorar. Miré a los invitados, viendo cómo sonreían y asentían en silencio, como si compartieran nuestra emoción. La madre de Emma lloraba en silencio, mientras Gustavo me dedicaba una mirada de orgullo.
https://m.buenovela.com/book_info/31000876804/Romance/Un-regalo-para-navidad-Esposa-regresa-a-m!?shareuser=21825532&ch=apps&channelCode=BNFX00001

Maddison escuchaba con atención las palabras del médico, sin embargo, cuando lo escuchaba hablar sentía sus esperanzas h...
09/01/2025

Maddison escuchaba con atención las palabras del médico, sin embargo, cuando lo escuchaba hablar sentía sus esperanzas hundirse.

—Como bien sabe debemos utilizar medicamentos para aumentar el nivel de las proteínas y así permitan el movimiento.

» La mejor opción para tratar la atrofia muscular espinal de su hijo es el medicamento Zolgensma, con este tratamiento genético se busca reparar los genes para que sean capaces de producir esas proteínas en cantidades normales. Mientras más rápido realicemos este tratamiento, mejores serán los resultados —señaló el doctor Hallo.

—Entonces pónganselo doctor, yo buscaré la manera de encontrar el dinero, pediré el préstamo a una entidad bancaria, pero mi hijo debe tener ese tratamiento —expresó con un tono de angustia al punto del llanto.

—Señora, ese tratamiento es demasiado costoso, no creo que ninguna entidad bancaria le conceda ese préstamo, tal vez podría solicitarlo a alguna fundación de ayuda —señaló el médico, sintiendo pesar por la joven mujer.

—Doctor no importa si tengo que trabajar día y noche, ¿Cuánto es costoso? ¿Cincuenta, cien mil dólares? —preguntó ya molesta, por la poca credibilidad del médico hacia ella.

—Maddison, el costo del medicamento son casi dos millones de dólares —informó el médico y la joven abrió los ojos de par en par mientras su rostro palidecía.

—¡¿Dos millones de dólares?! —preguntó incrédula con un tenue tono de voz, y enseguida las lágrimas empezaron a correr por su rostro—. Yo no tengo ese dinero ¡Por Dios! ¿De dónde voy a sacar todo ese montón de plata? ¡Es imposible! —expuso con desesperación, dejando escapar un fuerte sollozo—. Mi hijo se va a morir y no podré hacer nada para salvarlo —expresó cubriendo su boca tratando de contenerse, mientras su cuerpo convulsionaba producto del llanto.

Salió de allí con su niño en brazos, teniendo la sensación de que el cielo estaba cayendo en pedazos encima de su cabeza y no podía hacer nada para resguardarse.

Llegó al apartamento donde vivía, hecha un mar de lágrimas, era imposible para ella mantener su tranquilidad, cuando veía a su hijo en ese estado y no podía hacer nada, no tenía idea donde encontrar el dinero.

Cuando entró a la sala, vio a su amiga Ann, quien gentilmente y por caridad le había alquilado una habitación en su casa, colocando una comida en la mesa; al darse cuenta de su llegada, dejó de hacer lo que estaba haciendo y salió corriendo a su encuentro.

—¿Qué pasó Maddy? ¿Qué te dijo el médico? —preguntó con una evidente expresión de preocupación, mientras le quitaba al pequeño de los brazos para cargarlo ella.

Maddy solo estaba privada llorando, sus sollozos eran sonoros, su pecho subía y bajaba producto del hipeo y casi no podía respirar, intentaba hablar, pero estaba tan desconsolada que le era difícil gesticular palabras. El bebé comenzó a llorar también.

—¡Cálmate Maddy! Estás poniendo nervioso a Patrick —como vio que era imposible calmar a su amiga le dio un ultimátum—. ¡Voy a darte un par de cachetadas! Si no logras tranquilizarte.

Maddy fue calmándose poco a poco, solo se escuchaba un hipeo cada cierto tiempo.

—Anne, mi hijo va a morir, porque no tengo dos millones de dólares para su tratamiento ¿De dónde los s**o? Ni aunque vendiera mi cuerpo todos los días, lograría reunir esa cantidad de dinero, la vida es demasiado injusta —se dejó caer en una de las sillas del comedor mientras sostenía su cabeza entre las manos.

Anne por un momento se mantuvo en silencio, con su corazón comprimido, vio al pequeño en sus brazos y le dio una profunda tristeza, saber que podía dejar de ver ese dulce e inocente rostro, conocía del sacrificio hecho por su amiga, lo que muy pocas mujeres hubiesen aceptado.

—Podemos hacer una vendimia, una colecta, pudiéramos...—propuso, tratando de encontrar una solución, no obstante, terminó guardando silencio, ante lo absurdo de su propuesta, porque quizás eso no garantizaba nada, era imposible conseguir tanto dinero de esa forma.

Maddy observó a su hijo y este le devolvió una leve sonrisa, calentando de inmediato su corazón, se acercó a él y pasó sus manos por la cabeza en un gesto cariñoso, allí encontró la fuerza necesaria, cambió su actitud.

—Voy a llamar a varias fundaciones a ver si pueden ayudarme, quizás hoy mismo pueda visitarlas —caminó Maddy de repente más animada, como si hubiese recibido una ración de vitalidad. Tomó su celular y empezó a marcar a dos de las fundaciones que podían dar ese tipo de apoyo.

Preparó los informes, un estudio socioeconómico que le habían realizado unos días atrás y salió del apartamento, su amiga quiso acompañarla, incluso se movilizaron en su automóvil. Fueron a un centro de fotocopiado, sacaron copias de todos los documentos y armaron tres carpetas; sin embargo, un par de horas después, la realidad la bañó con un recipiente de agua fría, no podían garantizarle la ayuda por esa cantidad y mucho menos a corto plazo.

Salió de la última fundación, con los ánimos por los suelos, caminó con su amiga, hasta un pequeño parque y allí se sentaron, por un rato ninguna habló.
—A veces me pregunto ¿Qué hice para merecer todas las cosas malas que caen continuamente sobre mí? Anne nunca he podido estar en paz, mi vida siempre ha estado marcada por la desgracia.

» Una madre pr******ta y drogadicta, un padre micro traficante, una abuela proxeneta y un ma***to desgraciado quien destruyó mi inocencia ¿Y ahora cuando creo tener un poco de luz en mi porquería de existencia, la vida quiere arrebatármelo?

» Perderé a mi hijo y no puedo luchar contra esto, me sentaré a ver cómo esa enfermedad lo va acabando y me lo va arrancando de los brazos —se levantó y golpeó un árbol con fuerza, sin importarle cuánto dañaba sus manos.

—Ya basta Maddy, tengo una solución y quizás pierda tu respeto, pese a ello, voy a decirte en lo que trabajo —Anne se aclaró la voz, tratando de ganar un poco de tiempo para hacer su confesión—. Tengo una agencia, en dónde le facilito damas de compañía a hombres con mucho dinero y poder —los ojos de Maddy se abrieron de par en par con horror.

—¡Por Dios Anne! ¡Vivo con una proxeneta! —exclamó llevando la mano a su boca producto de la sorpresa.

—¡No Maddy! Compara, pero no ofendas. Yo no soy una proxeneta, yo solo recibo a chicas jóvenes que tienen necesidades o alguna emergencia económica y las incluyo en mi catálogo, les practico exámenes médicos, le mando a hacer análisis socio familiares y de allí cuando uno de mis clientes me piden alguna compañía se las muestro. Ellas reciben su paga y ellos me dan la mía.

—Eso es la definición clara de un proxeneta, recibes un beneficio económico por la prostitución de una chica —afirmó con molestia.

—No es así, porque no es que ellas se van a ir con cualquiera, su protector es siempre el mismo mientras ellas quieran seguir en esto, yo no las obligo y si vas a juzgarme entonces no te doy ninguna solución y ve como lidias con el problema de Patrick —manifestó molesta, empezando a alejarse.

Maddy suspiró con frustración y corrió tras de ella, la tomó por el brazo.

—Dime, ¿Cuál es tu propuesta? Yo estoy dispuesta a todo —expresó con convicción.

—Puedo ofrecerte a un cliente, sin embargo, para poder obtener la cantidad de dinero necesaria podemos mentir y decir que eres virgen —Maddy abrió los ojos desorbitantes.

—¡Por Dios Anne! ¿Te volviste loca? ¿Cómo engañar a un tipo de esa manera? Cuando me acueste con él se va a dar cuenta de la mentira —debatió Maddy ante la propuesta alocada de su amiga.

—Hay algunas sustancias en el mercado que dan la sensación de mayor estrechez, además técnicamente eres virgen, porque nunca te has acostado con nadie, tu única relación sexual, fue el ma***to ese ..—al ver el rostro pálido de Maddy, prefirió callar.

» Bueno tú sabes, voy a pedir el pago adelantado, pero si se descubre la verdad deberás asumir toda la responsabilidad y eximirme a mí porque de no ser así, arruinarías mi reputación. La decisión es tuya Maddy yo no puedo hacer más de aquí ¿Lo tomas o lo dejas?

*****

Cinco días después

Jacob Walton, concluyó la reunión, sin despedirse de los presentes salió de la sala de reuniones camino a su despacho, segundos después apareció su secretaria, una señora de cincuenta años de edad, la había escogido así para evitar el coqueteo de mujeres más jóvenes.

—Loise, hazme el favor y llama a Anne, dile que me busque una compañía urgente, alguna de las chicas que contactó con anterioridad —mencionó en tono frío como si estuviese hablando del tiempo —. Ya puedes retirarte.

Minutos después entró la secretaria.

—Señor Walton, la señorita Anne está al teléfono —informó la mujer un poco nerviosa.

Tomó el teléfono y atendió la llamada.

—¿Qué quieres? ¿Para qué pides comunicarte conmigo? ¿Qué tan difícil se te hace cumplir una orden? —preguntó en tono gélido.

La mujer al otro lado de la línea sintió temblar su cuerpo ante la magnitud de sus planes, aunque a la vez tuvo una sensación de descontento «Maldito prepotente, me encantará burlarme de ti», se dijo mentalmente.

—Las chicas anteriores no están disponibles, ellas se han ido de viaje. Sin embargo, tengo una nueva chica, tiene diecinueve años, cabello rubio natural como a usted le gustan, ojos grises, piel blanca, uno sesenta y cinco de estatura, es una belleza, discreta y es virgen —enumeró, sin dejar de sentir el golpeteo en su pecho.

—¿De dónde la sacaste? —preguntó con un tono de animadversión.

—Es universitaria, es hija de una familia de profesionales, le acabo de enviar una foto —Ann, sentía las manos sudadas, se las limpió del traje, los nervios estaban haciendo estragos en ella

Jacob abrió la imagen de la chica, la encontró hermosa, vestida con solo una combinación de ropa interior color rosa, inspiraba ternura, parecía inocente y con una mirada cálida con una mezcla de tristeza.

—Me gusta, está bien la quiero —señaló con determinación.

—Perfecto, son dos millones de dólares, pero debe dar el dinero adelantado, nunca le he quedado mal. Usted me dice ¿La quiere señor Walton?

—Sí, la quiero está misma noche en mi cama —ordenó el hombre y cortó la llamada con arrogancia, sin pedir, ni dar mayores explicaciones, sin sospechar del engaño del cual sería víctima, total nadie se atrevería a engañarlo.

Vendida al millonario

https://m.dreame.com/novel/971318016.html

Dirección

Valencia

Página web

https://www.patreon.com/JedaClavo?utm_campaign=creatorshare_creator

Notificaciones

Sé el primero en enterarse y déjanos enviarle un correo electrónico cuando Jeda Clavo Novelas publique noticias y promociones. Su dirección de correo electrónico no se utilizará para ningún otro fin, y puede darse de baja en cualquier momento.

Contato La Empresa

Enviar un mensaje a Jeda Clavo Novelas:

Videos

Compartir

Categoría